
POR ALEJANDRO QUINTERO GALEANO
Corría el final de los 80s y el inicio de la década de los 90, estábamos ingresando a la Facultad de Medicina de la Universidad de Antioquia, todo un logro después de pasar el examen de admisión; procedíamos de varios sectores sociales y regiones del país. En esa época la universidad estaba financiada por la nación y el departamento. Fuimos alumnos de profesores excelentes, con toda una carrera y vida docente, cada departamento desde las ciencias básicas hasta las clínicas y quirúrgicas tenía eminencias que dejaron un gran recuerdo en nuestra memoria, verdaderos maestros, imposible mencionarlos a todos. Para la época, también fuimos testigos del asesinato de profesores íntegros, por la mano oscura de la extrema derecha (el paramilitarismo), profesores que luchaban por la salud del país, en todas sus regiones y también por la defensa de los derechos humanos, me refiero a Héctor Abad Gómez y Leonardo Betancurt Taborda. Nos tocó la amenaza, el asesinato de estudiantes y el exilio obligado de docentes, entre ellos, el de Carlos Gaviria Díaz y Saúl Franco Agudelo.
Entre academia, prácticas, asambleas y huelgas, pudimos lograr graduarnos. Teníamos una convicción: la medicina es una profesión de compromiso social, humanitaria. Salimos al rural con grandes ideales, en ese momento los hospitales públicos estaban a cargo de la Dirección Seccional de Salud de Antioquia DSSA; teníamos las ganas de compartir lo aprendido con esos sectores rurales, ansiábamos salir a veredas, al trabajo comunitario, a la vacunación; también, en los hospitales que nos tocara de primer o segundo nivel buscamos ejercer nuestra profesión con excelencia, dando lo mejor que pudiéramos, como nos lo enseñaron nuestros maestros.
En los pueblos nos encontramos con la situación de violencia, guerrilla y paramilitares, las famosas zonas rojas, para la época del 96-97 se recrudecieron las masacres en las poblaciones antioqueñas por la incursión paramilitar y los hostigamientos guerrilleros, eso también lo enfrentamos, no frenó nuestro actuar, aunque hacía limitar las salidas a las veredas. Los hospitales regionales y locales (públicos para la época) funcionaban bien, a pesar de las limitaciones, el sistema de remisión y contra-remisión funcionaba, nuestro referente de tercer nivel: el Hospital Universitario San Vicente de Paúl era nuestra salvación ante los casos más difíciles.
Posteriormente, varios pudimos acceder a una especialidad en la universidad pública. Tal vez sin ella, no lo hubiéramos podido lograrlo, no seríamos especialistas el día de hoy con los beneficios que nos ha representado. En ese momento, los profesores especialistas estaban contratados con vinculación indefinida hasta su jubilación, con todas las garantías laborales: pensiones, cesantías y vacaciones; no existían diferencias económicas marcadas en el salario de especialistas, excepto en la práctica particular.
A fines de los 90 las cosas empezaron a variar, los Hospitales públicos los convirtieron en Empresas Sociales del Estado ESES y los privados en Instituciones Prestadoras de Salud IPS, ya no se financiaba la salud a la OFERTA, de puertas abiertas para los enfermos en general, sino a la DEMANDA individual, por las nuevas “aseguradoras” denominadas Empresas Prestadoras de Salud EPS, la posibilidad de la atención de los pacientes, nuevos clientes o usuarios, quedó dependiente de los contratos de esos hospitales con esas nuevas EPS; de ello, la posibilidad o no de atenderlos, de que se podía ordenar y a dónde podían ser remitidos. Apareció la figura de los auditores médicos, que muchas veces funcionaban como obstructores de la atención de los pacientes, -pero a favor de las EPS-, en lo que se denominó La Contención de Costos; laboratorio, ayudas diagnósticas imagenológicas, medicamentos y cirugías, quedaron intermediadas por una autorización administrativa. Los programas comunitarios se fueron a pique, se acabó con la experiencia de médicos, enfermeras y promotores rurales, pasando a ser responsabilidad de las nuevas “aseguradoras” EPS. Los hospitales públicos y centros locales de salud empezaron a cargar un déficit año tras año, que se tradujo en déficit de insumos y malos salarios; por la misma causa, se cerraron servicios o al quebrar, se vendieron a privados, deteriorando la calidad de la atención, e incluso, muchas poblaciones de la Colombia profunda se quedaron sin centros de salud.
Con respecto a nuestra situación laboral, ya no existía el contrato por vinculación con derecho a prestaciones sociales y vacaciones. Se imponía la nueva forma de contratación tercerizada a través de cooperativas, falsos sindicatos y prestación de servicios OPS. Al terminar la especialidad nos tocó salir a trabajar a destajo, por hora o eventos, sin derechos laborales, debíamos (y debemos todavía en la actualidad) pagar nuestra propia seguridad social y presentarla cada mes para poder recibir el pago, muchas veces atrasado, incluso hasta más de 3 meses o en ocasiones perdido, porque las EPS no pagaban (pagan) a las IPS o se desaparecían con la plata; además, con la autofinanciación de las vacaciones.
Nuestros salarios se convirtieron en el gasto variable de las IPS con el que compensaban los malos contratos realizados con las EPS, como pago por Capitación o cuentas compartidas PGP. El que nos aumentaran el salario cada año era/es un milagro, muchas veces ni siquiera el costo de la inflación. Las especialidades se jerarquizaron por la construcción de un Manual Tarifario que ponía valor a los procedimientos, de esta forma unas quedaron más rentables que otras, lo que hizo cambiar el perfil de IPS privadas a favor de las de mayor rentabilidad, de esa forma se sacrificó principalmente la atención en pediatría y obstetricia, lo que explica el cierre de esos servicios en IPS privadas de todo el país. A los médicos generales se les limitó cada vez más su actuar encerrándolos en protocolos de manejo y límites de órdenes (gastos).
Las universidades públicas cambiaron la forma de su financiación. Empezó así, la venta de servicios para la autofinanciación, el aumento de valor de matrículas, el contrato de profesores a través de hora cátedra, llevando a convertirse en la mayor forma de contratación y acabando, en gran medida, con la carrera docente de aquellos quienes quisieran seguir el ejemplo de los grandes maestros. Además, se hizo evidente el deterioro de las instalaciones, entre otra cadena de cosas. Específicamente en medicina, cambió el perfil del estudiante con esta nueva realidad hacia la especialización y súper especialización. Se aumentó la oferta de cupos en las nuevas universidades privadas –se permitía hacer también, así como de la salud, de la educación un negocio-. La diferencia en educación básica primaria y secundaria entre instituciones públicas y privadas se hizo cada vez más marcada, haciendo que un estudiante de colegio público, de barrio popular o procedente de un pueblo, tuviera (tenga) mayor dificultad para ingresar a la universidad en comparación con el egresado de la educación privada.
Estas situaciones son las que nos tienen en la crisis actual de los médicos, al personal de atención en salud, a la medicina, las universidades públicas y la salud en Colombia. Las causas tienen nombres y números, reformas laborales: Ley 50 de 1990, Ley 789 de 2002, entre otras; reforma a la salud Ley 100 de 1993; reforma a la Educación Superior: Ley 30 de 1992. Muchos de mis colegas no han alcanzado a reconocer el verdadero origen común: los cambios en la política social y económica desde los 90s que asumió el país con la aplicación del modelo neoliberal.
Hoy reina la confusión en muchos de mis colegas, ante la crisis profunda en la que nos encontramos, la viven, pero desconocen su origen.
Por una reciente declaración del presidente, presentada por los medios sin contexto, se ha aumentado de forma considerable los mensajes de respuesta negativa por médic@s, agremiaciones e incluso periodistas tan importantes como Daniel Coronell. Las palabras expresadas por el presidente en el discurso en Medellín, el pasado 21 de junio, fueron publicadas después de ser cortadas con precisión quirúrgica por sus opositores: “por eso las regiones de Colombia no tienen buena salud, los barrios populares no tienen buena salud, porque salen es profesionales con dinero y no quieren salir del poblado o del parque de la 93”. Evidentemente, un médico, desprevenido, que no haya escuchado el discurso, sin conocimiento de las palabras previas, de su contexto, lo catalogaría de inmediato como negativo, como un ataque al gremio; además, la importancia del contexto lo debería conocer un periodista tan serio como Daniel Coronell quién, además, desconoce –con toda seguridad- la historia de los cambios presentados al interior de la universidad citados previamente.
Sin embargo, si escuchamos todo el mensaje, sus palabras previas y las siguientes a ese segmento, encontraremos otra explicación, su verdadero sentido.
En artículo publicado en el periódico El Colombiano, abiertamente anti-petrista, el 24 de junio, “Puntos en común de las críticas de Petro a los médicos con las posturas de la izquierda en Latinoamérica” [1], a su autor Camilo Acosta Villada, se le reconoce la honestidad periodística de citar las palabras completas del antes y el después de la famosa frase:
“El ataque del mandatario a estos profesionales se dio pocos segundos después de que dijera que El Colombiano mintió en una información sobre el apoyo a la educación superior en la capital de Antioquia y de reconocer que no le estaba dando recursos al programa Ser Pilo Paga”.
“Yo ya no le entrego dinero a Ser Pilo Paga porque eso es para subsidiar universidades privadas, que cobran la facultad de medicina (sic) ser médico a $30 millones el semestre, ¿y qué pobre puede hacer eso? Por eso las regiones de Colombia no tienen buena salud, los barrios populares de Colombia no tienen buena salud”, expresó Petro.
En seguida, fue que lanzó el comentario que enojó a varios médicos. “Porque salen es profesionales con dinero y no quieren salir del Poblado o no quieren salir del Parque de la 93 (en Bogotá). Algunos por ética nos acompañan”, dijo el presidente.
Ante esto, el jefe de Estado aprovechó para insistir en su programa de Equipos Básicos de Salud, que realizan brigadas en zonas rurales del país y en el que se han invertido más de $2 billones para sostener 10.000 de estos. “Pero es que tienen que haber miles de médicas y médicos, decenas de miles y casi 100.000 más enfermeras, que se tienen que ubicar en todos los territorios de Colombia”, dijo.
“Para lo cual, ministro de Educación, no me ha presentado el programa. Deben haber ciencias de la salud en las facultades de las universidades públicas gratuitas para que cualquier hija de campesino, cualquier hijo de trabajador, cualquier muchacho o muchacha de las comunas populares de Medellín pueda llegar a ser médico, médica, científico o poeta, si se le da la gana, o general de la República”, agregó Gustavo Petro.
Cito estas palabras textuales, porque sé que existen muchos de mis colegas que no soportarían buscar el discurso y ver los 3 minutos que dura el segmento referido [2]. El presidente venía hablando de la correlación entre educación y productividad, de ahí la necesidad de la cobertura de educación pública universal gratuita para todos los jóvenes de Colombia que terminen su secundaria, sin restricciones sociales, geográficas y económicas, por ello no continuaría con el programa “ser pilo paga”, para destinar esos dineros a la universidad pública donde todos los jóvenes, independiente de su condición social, puedan desarrollar sus estudios incluyendo la medicina.
Es evidente, que un joven de estrato socio-económico bajo no podrá costear los 30 millones de una universidad privada y que los estudiantes de universidades privadas, no todos, tienen la disposición para trabajar en la periferia, en la Colombia profunda. Por eso, la necesidad de más médicos y muchas más enfermeras, pertenecientes a esos sectores, que sí tengan, por su origen, esa disposición.
Confunde y reinarás
Es evidente que ese recorte del discurso del presidente para presentarlo por los medios de comunicación corporativos y virtuales, tenía una intencionalidad política por los opositores al gobierno, y en parte, lograron su objetivo, al encontrar algunos médic@s sensibles, por su situación.
No es la primera vez que estos sectores opositores utilizan esta estrategia de manipulación. Recientemente, fue el ministro de salud Alfonso Jaramillo, la víctima de esa manipulación, cuando el 12 de mayo del 2024, en una audiencia pública ante la Comisión Séptima del Senado, para defender la reforma a la salud, fue malintencionadamente malinterpretado diciendo que había expresado que: “el gobierno tenía en cuidados intensivos a las EPS (intensionalmente) para lograr la reforma”; cuando la expresión del Ministro fue en todo el sentido contrario: “Si todas las EPS se están quebrando y no pagan porque no tienen reservas (técnicas), no tienen patrimonio, no tienen capital, no pagan, se quebraron; entonces nos dicen ustedes tienen las EPS ¿por qué no solucionan el problema? Sabe porque tenemos las EPS, porque las tenemos en cuidados intensivos, todos liquidaron las EPS (gobiernos anteriores), ¿Qué pasó con Saludcoop? ¿Cuántos de los hospitales que están aquí no les debe o quedó debiendo Saludcoop? A todos, quebremos entonces y entonces declaremos la liquidación de las EPS actuales que deben 30 billones de pesos, y que pasa, qué pasa si las liquidamos, no tienen con qué responder, y al no tener con que responder, se quiebran todos los hospitales, 724 mil millones de pesos deben a los hospitales, la quebrazón más grande de toda la historia, entonces las tenemos en cuidados intensivos a las EPS ahí para que salga la reforma, porque en la reforma nosotros hemos planteado que hay que pagar las deudas y debe ser el Estado que las pague, el Estado colombiano que somos todos nosotros, para pagar las deudas que se han venido fomentando durante todo este tiempo” [3].
Nada raro que sucedan estos ataques frente a un gobierno que ha sabido llegar a la población para que entienda las verdaderas causas de su desgracia, de su crisis, gobierno que ha logrado el respaldo mayoritario de la población excluida del desarrollo, que es la mayoría del país; y de esa forma, gobierno con el que se sienten amenazados los que se han beneficiado históricamente –enriqueciéndose con los recursos públicos- del Estado colombiano, entre ellos los dueños de las EPS, que disfrutan de unos recursos entre 80 a 100 billones anuales sin que el Estado pueda auditar con certeza sus gastos, esos sí culpables de la crisis de muchas IPS al malversar los dineros, sin pagar a tiempo, lo que finalmente repercutiendo en nuestra labor con la carencia de insumos y salarios atrasados y bajos.
Un llamado a los colegas medic@s y sus agremiaciones
En muchas de las declaraciones que han hecho l@s colegas encontramos elementos presentes en este análisis. Tal vez, con el respeto que me merecen, con falta de mayor profundidad para ver el origen común de la crisis, su núcleo fundante; también, encontramos exasperación en muchas de las declaraciones. Como en nuestra práctica médica, la falta de serenidad suficiente no permite el análisis, apreciar la confluencia de causas, para acertar en el diagnóstico y el tratamiento.
Se hace un respetuoso llamado a todos mis colegas, medic@s y agremiaciones, para no dejarnos manipular por los medios corporativos y virtuales, de tener la serenidad suficiente –así tengamos tendencias políticas contrarias-, para realizar un análisis profundo, desapasionado, que nos permita el diagnóstico correcto de nuestra situación y aportar a las verdaderas soluciones para el bienestar de tod@s, médic@s, pacientes y población en general.
Ya se pudo pasar una Reforma Laboral progresista, que nos beneficia, devolviéndonos lo que nos han quitado: recargos nocturnos, dominicales y festivos, contratación por vinculación indefinida con las garantías sociales, beneficio para internos y residentes, y para la población trabajadora en general. Se corrigió el trámite a La Reforma Pensional, que beneficia a millones de abuel@s y población de bajos ingresos; y se encuentra en trámite, La Reforma a la Salud, precisamente para solucionar esa pérdida de los recursos públicos en las arcas de las EPS, para que las Instituciones, IPS públicas y privadas, no quiebren, sino que se fortalezcan, para que el sistema vuelva a funcionar como tal llegando a todos los rincones del país, a la Colombia profunda. Además, para que nuestros salarios sean adecuados y pagados a tiempo con la propuesta del Estatuto laboral especial.
Notas
[1] https://www.elcolombiano.com/colombia/salud/petro-parecidos-criticas-medicos-salud-posturas-izquierda-latinoamerica-KO27832594
[2] https://www.youtube.com/watch?v=LL5QgwKky2M (minuto 45 al 48).
[3] https://www.infobae.com/colombia/2025/05/15/ministro-de-salud-reconocio-que-el-gobierno-no-puede-liquidar-las-eps-por-su-importancia-para-el-pais-se-derrumbaria-todo-el-sistema/