POR CAROLINA CORCHO MEJÍA
El resultado de la segunda vuelta en la Argentina en la que Javier Milei ganó por amplia ventaja al peronista Sergio Massa, quien detentaba el Ministerio de Economía y la Hacienda Pública en el Gobierno de Alberto Fernández refleja entre otras cosas, un voto castigo al oficialismo que no logró desarrollar una gestión que resolviera las demandas ciudadanas, fue un cobro por el manejo económico que se refleja en la inflación que, por cierto, es una situación de orden global, pero que en el caso de la Argentina llegó durante el año que corre a un 150 %, una de las más altas del mundo. El gobierno peronista se caracterizó por la moderación de sus políticas, en donde pareciera que se actuara bajo la premisa de “no molestar a la derecha”, y por tanto, el costo que se ha asumido frente a esta actuación, es el mismo que ha adoptado la socialdemocracia europea cuando ha optado por abandonar el proyecto reformista de profundización del Estado de bienestar en beneficio de las mayorías, para optar por administrar la crisis del neoliberalismo. Ese vacío que deja el proyecto socialdemócrata y progresista en la profundización de las políticas sociales y económicas, lo llena la extrema derecha, que logra asumir así sea de manera falaz, el descontento social y presentarse como alternativa a la decepción que genera las promesas incumplidas. Dicho de otra manera, si los progresismos van a hacer lo mismo que la derecha, entonces la gente decide votar mejor por la derecha.
De otro lado, es necesario anotar que la crisis económica expresada como recesión en el año 2008 no logró resolverse en el marco de una alternativa al neoliberalismo que la generó, no se logró una regulación ni replanteamiento de la financiarización de la economía.
El mundo se encuentra en una nueva crisis económica, una crisis del capital, lo que históricamente se ha observado es que ante estas crisis existen oportunidades para que los proyectos progresistas ofrezcan alternativas, pero también se generan las condiciones para la emergencia del fascismo con la extrema derecha. Hay una tendencia a que el centro y la derecha se alineen con la extrema derecha bajo la promesa que van a lograr contener los excesos antidemocráticos en los que puedan incurrir, tal es el caso del macrismo con Milei, o en el caso de España la alianza del Partido Popular con Vox, en Chile la alianza de la derecha con la extrema derecha de Kast en el marco de la Asamblea Constitucional. Esta alianza también se da porque la extrema derecha logra canalizar de mejor manera la rabia y la frustración ciudadana que ellos tratan de proyectar a través de un discurso antisistema en la vocería de un outsider, que es falaz, porque en el fondo la extrema derecha disputa electoralmente para participar del sistema y representa al propio sistema, que corresponde al orden neoliberal establecido.
En la Argentina, Milei apeló a un discurso de subvertir el orden burocrático, apelando al Estado mínimo del neoliberalismo en el que propuso eliminar varios Ministerios invocando la narrativa de la austeridad que le sirvió a Uribe para presentarse como un hombre que aparentemente recortaba privilegios, cuando en realidad sus políticas apuntaron a aumentar privilegios y ganancias multimillonarias a unas élites minoritarias colombianas. Hablan de libre mercado y propiedad privada, cuando en realidad no construyen ni han construido ninguna productividad ni industrialización, sino la extracción de rentas públicas por parte de particulares sin que existan inversiones privadas. Su modelo económico no es otro que el del extractivismo, la explotación de los recursos naturales y la reprimarización de la economía, la exportación de materias primas. Milei apeló al discurso antiderechos frente a las mujeres, porque estas luchas por los derechos han sido banderas históricas del progresismo, al atacar esa bandera lo que busca es exacerbar la frustración ciudadana frente a este tipo de proyectos políticos y apelar a los cimientos de la cultura patriarcal instalada para traducirlo en votos. Lo que se busca, como dijo uno de los dirigentes políticos del Centro Democrático de Colombia (partido de la extrema derecha), en el proceso plebiscitario en el que ganó el voto por el NO al Acuerdo de Paz, “es que la gente salga a votar berraca”. Se trata es de llevar la política a la emocionalidad de la rabia y destronar la racionalidad, la propuesta, conducir el debate público a una degradación en la que la derecha logra moverse con soltura y habilidad. Todo ello aupado y apoyado por los grandes medios de comunicación corporativos.
El destino inmediato de Argentina es incierto, no sabemos qué tanta contención pueda hacer el macrismo frente a los excesos antidemocráticos de Milei, lo cierto del caso es que el proyecto macrista también fue fallido en Argentina, el neoliberalismo es justamente lo que está en crisis, luego no se puede resolver una crisis económica y social con las mismas fórmulas que detonaron la crisis.
Lo que ocurra allí será aleccionador para toda América Latina, algunas claves para enfrentar esta situación y prevenir retrocesos democráticos en la región pasa por el fortalecimiento de las organizaciones progresistas en el trabajo cotidiano con el ciudadano, la pedagogía sobre las políticas públicas, afinar la propuesta reformista de reales transformaciones que superen la larga noche neoliberal, construir esperanza con las ideas, no ceder ante la tentación de continuar administrando una crisis que ha excluido de una vida digna y con justicia social a millones de ciudadanos en América Latina y en el mundo. Se trata ahora de profundizar en la construcción de un bloque histórico social y político para hacer frente a la deriva autoritaria y antiderechos que representan los sectores de la derecha y la extrema derecha en el continente.
Revista Sur, Bogotá.