“En tanto sistema de dominación, la economía capitalista siempre será desigual y antidemocrática”

Søren Mau

POR HUGO DE CAMPS MORA /

Capitalismo, dominación y poder. El mal funcionamiento del capitalismo no responde a una cuestión de moral ni es un problema de individuos codiciosos. Como argumenta en esta entrevista el filósofo danés Søren Mau“en tanto sistema de dominación, la economía capitalista siempre será desigual y antidemocrática”.

A pesar de lo que muchos vaticinaron luego de la caída del Muro de Berlín, la obra de Marx sigue vigente. De hecho, después de la crisis capitalista que comenzó en 2008, su obra ha experimentado un resurgimiento que continua creciendo. Incluso en un contexto como el actual, en el que la literatura secundaria acerca del filósofo alemán abunda, el libro de Søren Mau, ‘Coacción muda: una teoría marxista del poder económico del capital’, destaca como una contribución significativa.

Mau desarrolla una teoría de lo que llama «poder económico», una forma de poder que tradicionalmente la teoría marxista ha pasado por alto para centrarse en el estudio de la violencia o la ideología. Según su definición, el poder económico difiere de estas dos formas porque no actúa directamente sobre los sujetos; por el contrario, condiciona su entorno para obligarles a actuar de ciertas maneras. A pesar de que Mau considera que la violencia y la ideología son formas importantes de poder, insiste en lo indispensable del poder económico para comprender el modo en que el capitalismo logra perpetuarse a través del proceso de reproducción social.

‘Coacción muda: una teoría marxista del poder económico del capital’, de Søren Mau, será publicado este año en castellano por la editorial catalana Verso Libros.

‘Coacción muda’ se publicó originalmente en alemán y danés en 2021, luego en inglés en 2023, y se publicará en español en los próximos días. El libro interesará tanto a los lectores que buscan un primer contacto con los conceptos clave de Marx como a aquellos que ya estén familiarizados con su obra. Con motivo del lanzamiento de la edición en castellano del libro, Mau concedió esta entrevista, sobre la medida en que sus conceptos pueden contribuir a las luchas anticapitalistas.

La dominación es inherente a la estructura central de la sociedad capitalista

Antes de empezar a hablar sobre los conceptos que desarrollas en tu libro, me gustaría preguntarte sobre la metodología que utilizas. Comienzas advirtiendo a los lectores sobre el enfoque específico de tu estudio, explicando que no ofrecerás un análisis de una forma «histórica» o «geográficamente» dada del modo de producción capitalista.

Por el contrario, afirmas que estás interesado en analizar la «estructura central» del capitalismo, lo que llamas su «esencia». Dado que el modo de producción capitalista se despliega necesariamente en un contexto determinado, me pregunto si podrías decir algo más sobre lo que podemos obtener al llevar a cabo un análisis como este.

Por supuesto, este tipo de análisis abstracto tiene limitaciones de las que hay que ser conscientes: un análisis como el que planteo solo nos dice algo sobre el capitalismo en general, pero el capitalismo nunca existe como tal. El capitalismo solo existe en formaciones históricas particulares, y es importante tener esto en cuenta al plantear estrategias y tácticas políticas.

Sin embargo, hay cosas que podemos obtener al llevar a cabo un análisis abstracto como el que planteo. Desde un punto de vista metodológico, estas teorías pueden ser útiles para producir conceptos que luego puedan ser utilizados para analizar situaciones concretas. Y desde una perspectiva política también pueden ser útiles.

Cuando criticamos una variante específica del capitalismo, situada en un contexto histórico, geográfico, cultural o nacional, los defensores del capitalismo siempre podrán decir: «esta simplemente no es la forma real o correcta de capitalismo». Pueden aceptar que haya problemas con una forma dada de sociedad capitalista, pero argumentar que la sociedad capitalista real podría ser diferente.

Lo que intento hacer en el libro es mostrar que la economía capitalista siempre es un sistema de dominación, y que por lo tanto siempre será antidemocrática. Si solo criticas variantes históricas particulares del capitalismo, siempre es posible que alguien venga y diga que las cosas que críticas son solo una expresión de esa situación particular y no del capitalismo como tal. Al mostrar que la dominación es inherente a la estructura central de la sociedad capitalista, se hace posible rechazar esa defensa del capitalismo.

Los estudios sobre el poder capitalista se suelen dividir en dos formas fundamentales: violencia e ideología. En tu libro argumentas que, aunque estas dos formas puedan ser importantes, se necesita teorizar una tercera forma de poder, el poder económico, para explicar las dinámicas de poder en el capitalismo. ¿Puedes explicar qué es el poder económico y en qué se diferencia de la violencia y la ideología?

La violencia es una forma de poder que obliga a los cuerpos a actuar de cierta manera, ya sea directamente o amenazándolos con dolor o, en última instancia, con la muerte. La ideología es una forma de poder que influye en el modo en que piensan las personas, ya sea de manera consciente o inconsciente. La ideología tiene que ver con los conceptos, imágenes, mitos y narrativas que las personas emplean para comprenderse a sí mismas y su entorno.

El poder económico es diferente de la violencia o la ideología, ya que no se dirige directamente a la persona involucrada. El poder económico modifica el entorno de las personas y las obliga a actuar de cierta manera. Creo que la teoría marxista ha tendido a centrarse mucho en el papel de la violencia y la ideología en la reproducción del capitalismo. A pesar de que considero que estas son formas importantes y necesarias de poder, sin las cuales el capitalismo no puede existir, también creo que hay que tener en cuenta el poder económico para comprender el proceso de reproducción capitalista.

Tu libro se puede leer como una crítica al economicismo que ha caracterizado el trabajo de los economistas mainstream desde la época de Marx —es decir, la idea de que la economía es una esfera ontológicamente autónoma, gobernada por una lógica inmanente. En contra de esa concepción, utilizas la crítica a la economía política de Marx para mostrar que la «economía» está necesariamente mediada socialmente, y que la teoría crítica de Marx «desentraña críticamente las relaciones sociales ocultas en las categorías económicas».

Sin embargo, decides seguir utilizando la palabra «económico» para describir esta tercera forma de poder capitalista. Me pregunto el porqué de tu decisión. ¿No crees que hacerlo podría contribuir a la reificación de «la economía»?

Ese puede ser un peligro, sí. Pero aun así, todavía creo que es posible defender un concepto marxista de la economía. Creo que se pueden describir ciertas relaciones o procesos sociales como relaciones o procesos económicos. Lo que define esas relaciones y procesos desde una perspectiva marxista no es que estén gobernados por una racionalidad económica transhistórica o algo similar. Es la función social de esos procesos, relaciones y actividades, que es constituir la base de la existencia de la sociedad.

La economía en un sentido marxista puede ser considerada como el conjunto de procesos necesarios para reproducir la sociedad a lo largo del tiempo. Y eso atraviesa las distinciones habituales entre lo que pertenece a la economía y lo que no pertenece a la economía. Porque eso también incluiría, por ejemplo, el trabajo reproductivo que se lleva a cabo fuera de la economía mediada por el mercado. Diría que este es un concepto no economicista de la economía, ya que no entiende la economía como una esfera autónoma y ontológicamente separada de las relaciones sociales.

Karl Marx (1818-1883).

La conceptualización del capitalismo que presentas, que hace eje en el papel de la desposesión como una característica intrínseca del capitalismo, te lleva a optar por la palabra «proletario» en lugar de «trabajador». ¿Podrías explicar por qué?

El término «proletario» básicamente hace referencia a la ausencia de propiedad, mientras que «trabajador» parece implicar que se trabaja. A menudo, cuando la tradición marxista habla de trabajadores, la gente piensa implícitamente en los asalariados.

La razón por la que prefiero hablar de proletarios es porque me preocupa entender la dominación de clase necesaria para que exista la sociedad capitalista. El capitalismo presupone la proletarización no solo de aquellos a quienes el capital necesita como asalariados, sino también de todas las personas que el capital necesita como trabajadores reproductivos no remunerados, así como de las personas que el capital necesita como población excedente relativa.

Creo que esta reconceptualización del concepto de clase también es importante por razones políticas: muestra que la clase no se define solo por la función de las personas en el sistema de producción, sino que puede entenderse, más ampliamente, por su relación con las condiciones de reproducción social.

Esta perspectiva obliga a replantear y ampliar nuestra visión de las lucha de clases, para dejar de situarla únicamente en el ámbito productivo en sentido estrecho. Desde esta perspectiva que propongo, en cambio, la lucha de clases debe entenderse como una forma de resistir el control del capital sobre la vida en todas las esferas de la sociedad.

Aunque sigues a muchos pensadores anticapitalistas al afirmar que la dominación de clase es una parte crucial de la crítica capitalista, insistes en que no es suficiente para comprender el poder económico. Además de estas relaciones, a las que denominas «verticales», argumentas que también se deben tener en cuenta las relaciones horizontales.

Las relaciones horizontales son las relaciones entre unidades de producción y agentes del mercado. Se refieren tanto a las relaciones entre los trabajadores que venden su fuerza laboral y compiten en el mercado, como a las relaciones entre los capitalistas individuales que compiten entre sí.

Las relaciones horizontales son igualmente importantes y definitorias para el capitalismo como la forma específica de dominación de clase, las relaciones verticales. Creo que nos perdemos una parte extremadamente crucial del capitalismo si ignoramos esas relaciones. Una de las características únicas del capitalismo es que la producción, a nivel general, se coordina a través del intercambio de los productos del trabajo en forma de mercancías. Por tanto, el mercado ha desempeñado históricamente un papel único en la sociedad capitalista como mecanismo general de coordinación de la producción.

Esta situación significa que todos estamos sujetos a las presiones del mercado, algo extremadamente importante para entender cómo se reproduce el capital. De hecho, el capitalismo es un sistema de dominación de clase pero también es un sistema de dominación en el que la totalidad social, independientemente de la clase a la que se pertenezca, está sometida a los mecanismos de coacción muda (a pesar de que afecte a capitalistas y proletarios de formas muy diferentes).

Incluir las relaciones horizontales ayuda a reconocer en qué medida el funcionamiento del modo de producción capitalista no depende de que existan capitalistas individuales «malvados», sino que es una cuestión de orden estructural.

Sí, esa es una característica muy importante de la crítica marxista al capitalismo: no se trata de un problema moral, no es un problema de individuos codiciosos. Si ese fuera el caso, entonces la solución sería algún tipo de educación moral. Incluso si un capitalista individual se preocupa por el medio ambiente y quiere pagar bien a los trabajadores, etcétera, solo puede hacerlo en la medida en que esto no amenace su posición en el mercado. La competencia obliga a los capitalistas a actuar de cierta manera, es decir, a priorizar el beneficio sobre los trabajadores, la naturaleza y todo lo demás.

¿Incluir las relaciones horizontales equivale a considerar al capital como un sujeto en sí mismo? ¿Podríamos, entonces, considerar que el capital tiene agencia?

No, no creo que el capital tenga agencia. O dicho de otra manera, no creo que sea útil ampliar tanto el concepto de agencia. Creo que tiene sentido pensar en el capital como una lógica social, como una forma de utilizar las cosas, y también como una propiedad emergente de las relaciones sociales entre seres humanos con agencia. En mi opinión, los seres humanos actúan de cierta manera y las relaciones sociales entre ellos generan propiedades emergentes. Efectivamente, el capital es una de esas propiedades emergentes, pero eso no implica que tenga agencia.

En la medida en que tu libro presta atención a las condiciones sociales necesarias para que la economía funcione, es decir, para que los trabajadores realicen su labor en el punto de producción, necesariamente reconoce el papel del trabajo reproductivo, tradicionalmente realizado por las mujeres.

En el nivel de abstracción con el que trata tu libro, ¿podemos decir algo sobre el hecho de que la reproducción de la fuerza laboral tradicionalmente no haya sido completamente mercantilizada? ¿Siempre tiene que ser así?

Esa es una pregunta interesante y extremadamente difícil. A lo largo de la historia del capitalismo ha existido una separación históricamente única entre la producción y la reproducción, es decir, entre la producción de bienes y todo el trabajo necesario para reproducir la fuerza laboral.

Pero también hay muchos ejemplos de este trabajo reproductivo que se ha mercantilizado, y de esa manera se ha transformado de algo que ocurre fuera de la economía mediada por el mercado en algo que tiene lugar dentro de ella o que se socializa en el sentido de ser asumido por el Estado. Por lo tanto, es interesante preguntarse si sería posible mercantilizar o socializar todo el trabajo reproductivo dentro del capitalismo. No creo que sea posible dar una respuesta concluyente a esa pregunta, pero tiendo a pensar que no sería posible.

Creo que muchas partes del trabajo reproductivo podrían en principio convertirse en mercancías o podrían ser asumidas por el Estado; pero pienso que siempre habrá un resto de trabajo reproductivo que no se integrará en los circuitos del capital ni se transformará en servicio público. Si eso es cierto, significa que el capitalismo necesariamente implicará una separación entre producción y reproducción, lo que también significa que seguirá dependiendo de la opresión de género.

Tu elaboración del concepto de coacción muda ayuda a comprender que el capitalismo se reproduce a través de procesos en los que todos dependemos y en los que participamos a diario. Tu libro recoge el argumento de Ellen Meiksins Wood de que una característica distintiva del capitalismo es la separación de las personas de sus medios de subsistencia y la consiguiente obligación de acceder a ellos a través del mercado.

En una anterior entrevista para Jacobin afirmaste que «para romper el poder del capital debemos disolverlo desde la raíz». Parece que te refieres a desarrollar formas de revertir este proceso de separación. Me pregunto si tienes algunas ideas en mente y si algo como una renta básica universal sería el tipo de medida en el que estarías pensando.

La renta básica universal puede significar muchas cosas diferentes. En mi opinión, la renta básica universal no puede ser el objetivo final porque seguiría siendo algo que solo tiene sentido en una economía de mercado. Uno de los resultados importantes de mi análisis es que el socialismo de mercado no es una posibilidad puesto que no sería socialismo, seguiría siendo capitalismo.

Desde mi punto de vista, la abolición del capitalismo requiere la abolición del mercado, por lo que la renta básica universal no puede ser un objetivo final. Sin embargo, creo que, en ciertos contextos, la renta básica universal podría tener sentido como una estrategia, como una forma de radicalizar la lucha contra el capitalismo.

Cuando digo que debemos disolver el capitalismo «desde la raíz» me refiero a que no debemos pensar en derrocar el capitalismo como un proceso en el que seguimos produciendo de la misma manera, pero luego distribuimos los resultados de manera más justa. Por el contrario, considero que debemos pensar en la lucha contra el capitalismo como algo que requiere que comencemos a reproducir nuestras vidas diarias de otra manera, puesto que esa es la verdadera base del poder del capital.

El poder del capital no es algo externo a la economía; más bien, está integrado en ella. Como he demostrado, la economía capitalista es necesariamente un sistema de dominación, por lo que necesitamos encontrar nuevas formas de organizar la reproducción de la vida diaria.

En su ensayo ‘La política del espíritu’, Paul Valéry afirmó que «toda política implica una cierta idea del hombre». Luego de ‘Coacción muda’, tengo entendido que tu próximo proyecto se titula ‘Una antropología filosófica para el Capitaloceno’. ¿Hasta qué punto consideras este segundo libro como una continuación del primero?

Es en gran medida una continuación de ‘Coacción muda’, especialmente de sus partes más filosóficas. Parto de ellas e intento continuar mi análisis del concepto marxista de la organización corporal y las consecuencias de su análisis del uso de herramientas. Creo que dicho análisis tiene el potencial de convertirse en una especie de antropología filosófica, que puede decirnos algo sobre las raíces corporales de la historicidad, la libertad humana y la subjetividad.

La perspectiva que desarrollo tiene consecuencias políticas en el sentido de que muestra que nunca podemos justificar ninguna política particular con referencia a la naturaleza humana. La naturaleza humana no presupone una formación social específica; solo implica la apertura radical de la reproducción social, el estatus radicalmente indeterminado de la misma.

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