POR OCTAVIO QUINTERO
Las llamadas encuestas de opinión, especialmente sobre asuntos políticos o económicos, son la manipulación soterrada de la información procesada por empresas periodísticas con destino a la divulgación masiva entre personas, vulnerando el derecho a una información veraz e imparcial.
Las encuestadoras operan, básicamente, bajo tres teorías: una es la profecía autocumplida: aquello que alguien predica hasta que, de por sí, se vuelve causa de una realidad; otra es la subjetividad, que torna cierto lo que uno piensa, aunque sea mentira; y la tercera es la mentalidad de rebaño, que describe cómo las personas son inducidas por influenciadores a tomar decisiones emocionales, aun en contra de sus principios e intereses personales.
La trama es simple: las encuestas suministran insumo a los medios de comunicación para masificar el resultado de su última medición sobre el tema equis o ye… Como bien se sabe, lo básico de los medios ideologizados no es informar, sino crear opinión pública afín a sus intereses, y alrededor de su propia creación, se proclaman voceros de la opinión pública. O sea, voceros de ellos mismos. Esto, que parece tan claro, en realidad se trata del pozo oscuro del subconsciente en acción de arrastre, que hace que la gente se deje llevar por impulsos emocionales. En la práctica, llaman encuestas de opinión pública a lo que solo es un sondeo de opinión mediática controlada por el poder económico, dueño de los medios de comunicación.
Ejemplo al canto es la lógica interpretación que la vice colombiana, Francia Márquez, hace sobre la más reciente encuesta de la firma Invamer, que desploma la popularidad de ella así como la del presidente GustavoPetro, cuando dice: “¿Cómo pudimos perder popularidad si, según las mismas encuestas nacionales (en campaña), nunca la habíamos tenido?”. Esa observación irónica fue calificada por la revista Semana como “furia de la vice”, y aprovechada por el medio para reafirmar sus resultados como verdad revelada, profanada por la duda de la Vicepresidenta.
Alrededor de encuestas por el estilo, y cizañas mediáticas, se ha fabricado la falsa opinión de una Colombia que marcha mal, negando los buenos resultados, en términos generales, en sus principales indicadores de gestión económica y social. Lástima que la neofobia del statu quo no parezca tener límites en su oposición al cambio que entraña el gobierno Petro. Furiosa no es la duda de la vice; furiosa es la oposición desplegada por las élites dominantes contra el mismo país, se pudiera replicar a Semana.
Las reformas de salud, laboral y pensional, entre otras, son atacadas por las élites dominantes, no por su altruismo social, sino por el temor a perder las prebendas obtenidas de lo que está funcionando bien para ellas, pero mal socialmente. Esa es la razón de su cantinela: “construir sobre lo construido”. En términos musicales sería como cambiar de orquesta para interpretar la misma sinfonía, que es lo que ha venido pasando desde años ha, tantos, que el inmortal Jorge Eliécer Gaitán lo describe, en 1948, en lapidaria frase: “Los mismos con las mismas”, que sirve, paradójicamente, a los mismos con las mismas para mantener viva la esperanza de un cambio, no solo de orquesta, sino de sinfonía.
El poder que tiene en la gente del común el efecto arrastre, ha incentivado la proliferación de encuestas… Incluso, las empresas encuestadoras se han convertido, en la era neoliberal, en multinacionales que crean opinión política y económica en pro o en contra, según las circunstancias. Las encuestas, pudieran definirse, como la licencia de la libre expresión que les sirve para decir lo que les dé la gana.
Pero, como todo llega a su fin, la prensa ideologizada tiene su contraparte en las redes sociales (RS), que abrieron a todos el derecho a informar y recibir información, puede que no sea “veraz e imparcial”, como reza la fórmula ética del periodismo, pero qué más da: de todas maneras ese derecho lo tenemos perdido en los medios de comunicación convencionales. Las RS se empastan en la profecía de Lincoln: “… Puedes engañar a algunos todo el tiempo, pero no puedes engañar a todo el mundo todo el tiempo”. Y esto abarca, en general, a toda la prensa, y me refiero a toda la prensa del mundo.
No es que Petro haya casado una “pelea” con la prensa; es que la prensa le casó la pelea a Petro por lo que se describe aquí, que puede servir de complemento a la reciente columna sobre la FLIP: manzana podrida.
Nota de actualidad.- Se urde contra el Gobierno de Petro otro escándalo, uno más, basado en caliente audio entre Laura Sarabia y Armando Benedetti, en su momento, jefa de Gabinete y embajador en Venezuela, publicado por la revista Semana. El embajador, se apresura a decir que está editado, pero su voz es inconfundible, y su talante agresivo y soez, el mismo que le conocemos: puede asumirse que el vídeo es fiel copia de lo que Benedetti es. Por lo mismo, el presidente Petro emite una contundente declaración, en la que reafirma la ética de su Gobierno y, ante la gravedad de las denuncias del embajador, anticipa tendrá que responder por ellas, ante la Fiscalía.
En esta columna también editamos, y esta es parte de la declaración presidencial:
“… Puedo decirles sobre la base de las informaciones que ustedes han recibido de Semana y otros medios, que nadie del gabinete, ni directores ni comandantes de la fuerza pública, ni directores de aparatos de inteligencia, han ordenado interceptaciones de teléfonos ni allanamientos ilegales, ni se han aceptado chantajes sobre cargos públicos o contratos, ni se han recibido en la campaña dineros de personas ligadas al narco… Yo no acepto chantajes. Si hay personas en otra lógica diferente en el gobierno, es mejor que se separen. Armando Benedetti debe explicar sus palabras ante la Fiscalía y el país”.
El “colorín colorado” de esta columna terminaba, antes de explotar el escándalo referido, con el siguiente párrafo:
La prensa ideologizada, como la que tenemos hoy, creo que está llegando a su fin, por lo “cínica, mercenaria y demagógica”, como calificaba el gran Joseph Pulitzer, a la prensa amarilla de su tiempo. Tal parece que la misma prensa y el gremio de periodistas, que sirven de medios entre las personas y su derecho a tener una información veraz e imparcial, olvidan esta sentencia, a pesar de que anualmente le rinden homenaje a su autor, a través del premio Pulitzer de periodismo.
Sin desconocer la gravedad del audio referido, si es cierto o inventado lo que dice el embajador, ya veremos en qué para el escándalo, creo que sigue siendo acertado el pronóstico del fin del fin de la prensa amarilla a manos de las redes sociales.
Parafraseando al expresidente Santos: prefiero unas redes sociales desbordadas a una prensa ideologizada, pues ésta, se ha convertido en mera herramienta de propaganda política, y aunque las RS tampoco están libres de ser manipuladas políticamente, como se ha evidenciado, su mayor apertura y cubrimiento social ofrece la oportunidad de sacar conclusiones más ajustadas a la realidad.
Fin de folio.- La Alcaldesa de Bogotá es el pragmatismo en pasta… Creo que ni ella misma sabe el día que puede ser de derecha, izquierda o centro.
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