POR MERTXE ARRATIBEL /
Israel y EE.UU. crearon el islamismo extremista que ahora combaten y lo hicieron con la ayuda inestimable de otros países como Francia. Querían desactivar los movimientos socialistas y progresistas en auge, y controlar una zona que alberga el 70 % de las reservas petrolíferas y gasísticas del planeta.
Con esa idea en el horizonte fueron prendiendo conflictos en Irak, Afganistán, Siria, Azerbaiyán y Egipto, e incluso ‘fabricaron’ las primaveras árabes de Libia o Siria, e injertaron en la zona autócratas como Jomeini.
Estos días se ha difundido por las redes sociales un ‘meme’ donde se observa una línea vertical que divide en dos partes el mapa de EE.UU. La mitad oriental se asigna a EE.UU., y la occidental a Israel. Sería, desde luego, una buena ubicación definitiva para el Estado judío. Y es que, según la escritora y politóloga iraní exiliada en España desde 1983, Nazanin Armanian, toda la desestabilización que se ha vivido en las últimas décadas en esa parte ‘caliente’ del mundo ha sido propiciada en buena parte por ambos países. Pero, ojo, quien en realidad manda, subraya, es Israel, pues el ‘lobby’ judío-estadounidense, teledirigido en este momento por el primer ministro Benjamin Netanyahu, tiene la capacidad de quitar y poner inquilinos en la Casa Blanca.
Armanian ofreció una webinar en la que trató de abarcar una comprensión geopolítica de lo que está sucediendo en Oriente Medio. Las ideas que dan inicio a este texto proceden de esa conferencia, organizada por Feministes de Catalunya.
Además de a EE.UU. e Israel, Armanian se refirió al papel de Irán o Arabia Saudí, constantes referentes estos días; a la situación de Palestina; e incluso al mundo multipolar que se está configurando bajo el nuevo liderazgo de Rusia y China, en virtud de la capacidad que ambos han demostrado de atraer a un importante número de países dotados de importantes recursos energéticos y situados en lugares estratégicos.
Cuarto reparto de zonas de influencia
“Estamos ante un nuevo reparto de las zonas de influencia y también de los recursos del planeta, el cuarto reparto desde la Primera Guerra Mundial”, sentencia la politóloga iraní, que precisa también que “una buena parte de esta guerra tiene una versión interna, o sea va a responder a una serie de problemas de los países involucrados”.
¿Qué estaba ocurriendo en el mundo cuando el día 7 de octubre de 2023, sábado -día sagrado para los judíos- Hamás lanzó una lluvia de cohetes sobre Israel y penetró por tierra mar y aire a su territorio? ¿Por qué Israel, con los mejores servicios de inteligencia del planeta, o EE.UU., que tiene la zona plagada de bases militares, no se dieron por enterados cuando, según el periódico británico The Guardian, Egipto había advertido de movimientos sospechosos al menos diez días antes?
Evidentemente, nadie ha dado repuesta a estas preguntas, pero el análisis de Armanian de lo que estaba sucediendo en ese momento dibuja un panorama más completo que el que presentan los medios convencionales. La prensa occidental ha dejado fuera de foco muchos factores. La razón: “Las noticias que recibimos en los países europeos salen de cuatro agencias estadounidenses, literalmente -explica-, el resto de las agencias no llegan y, como Estados Unidos y la Unión Europea cerraron la RT rusa, no tenemos acceso a otras versiones”.
Vamos, pues, a lo que, según Armanian, sucedía en el mundo el pasado 7 de octubre. Además de Israel y EE UU, Irán, su país, es el tercer actor importante de este conflicto. Hablamos de los gobiernos porque en esos países “hay diferentes facciones que no están de acuerdo con la situación o con la política oficial de sus mandatarios”.
Rutas comerciales
Lo primero que hay observar es que “cualquier conflicto en Oriente Próximo es un conflicto internacional” por los intereses geopolíticos y estratégicos que involucra. En esa zona, “no sólo hay una batalla internacional por los recursos mundiales, por el agua, petróleo y gas, la hay también por las rutas comerciales”.
Otros datos previos significativos: “Tenemos a dos países que están combatiendo por la hegemonía del mundo con Estados Unidos, que son China y Rusia y están próximos a Oriente Próximo, y Estados Unidos está lejos. Lo que necesita este país es controlar la zona. ¿Y cómo puede hacerlo? A través de Israel, que es como si fuera el estado número 51 de Estados Unidos, y a través de las 12 o 13 bases militares que tiene desplegadas como mínimo (hay determinadas bases que son secretas) y que acogen a 50.000 soldados estadounidenses en este momento”.
Eso enlaza con la ocupación de Afganistán e Irak, que no tuvo como objetivo solamente las reservas de petróleo y gas. De hecho, “Afganistán no tiene muchas reservas, pero es una de las rutas comerciales más importantes, por eso la ocupó Estados Unidos” y mantiene ahora bases militares porque el país le proporciona acceso terrestre a China.
En Irak, la segunda reserva del petróleo del mundo, el objetivo era también geoestratégico. “Si quieres el petróleo de un país haces un golpe de Estado, como suele hacer Estados Unidos, pero aquí lo que quería era ocupar el corazón de Oriente Próximo militarmente”, señala la politóloga.
China-Rusia
Alrededor del pasado 7 de octubre China organizaba la tercera cumbre de lo que se ha llamado la Nueva Ruta de Seda “con la participación de 140 países del planeta y la asistencia del Putin, al que la Corte Penal Internacional está buscando para juzgarlo. O sea, 140 países del Mundo han dado la espalda a Estados Unidos en este asunto y han ido a China para celebrar una iniciativa que es una mega-iniciativa, que ya está cambiando el rostro del planeta, que es crear infraestructuras ferrocarriles aeropuertos y luego también hospitales escuelas en diferentes países del planeta y unirlos a China”.
Israel
Por esas mismas fechas, Benjamín Netanyahu se enfrentaba ya a 40 semanas de protestas todos los sábados en las calles de Israel –“Ya lo iban a echar”– por la reforma proyectada en el poder judicial para gozar de inmunidad ante las acusaciones de estafa y corrupción. “La única manera de no ir a la cárcel es estar en el poder”.
Dice Armanian que las semanas anteriores 200.000 israelíes pedían en las calles su dimisión y el mismo día del ataque se había convocado una manifestación a la que estaba prevista la asistencia de medio millón de israelíes. “O sea, iba a ser la definitiva”, remacha.
Irán
Ahora todos los medios están hablando de que Irán está detrás de Hamás. Está, sí. Pero la relación que tiene con Arabia Saudí, Qatar y Emiratos Arabes Unidos es más estrecha.
Irán vive una situación convulsa desde hace un año, una crisis interna tras el asesinato de Masha Amini por no portar velo. Ese desencadenante originó “una revolución contra la teocracia fascista de Irán, que es igual de fascista que el gobierno de Israel. Estamos hablando de dos gobiernos de extrema derecha religiosa apocalíptica”, indica Armanian.
La revolución iraní, sin embargo, “no era sólo contra el velo” sino desatada por “la crisis económica, política, social y cultural que tenemos”, que es responsabilidad de la “oligarquía clerical que ha saqueado literalmente el país y quiere resucitar el gobierno de Mahoma del siglo sexto de la península arábiga, cuando en Irán tenemos otra cultura otra civilización otra forma de vivir, otras tradiciones, que ni siquiera incluyen el velo”.
Irán es un agente importante en la zona porque aparte de ser la primera reserva del gas del mundo y la tercera o cuarta de petróleo controla el acceso al Mar Caspio -zona de influencia rusa- y el estrecho de Ormuz por donde pasan barcos que transportan 17 millones de barriles de petróleo cada día.
Sometido el país a sanciones económicas por las potencias occidentales, Obama las levanta porque quiere centrar sus energías en contrarrestar a China. ¿Quiénes son perjudicados de este acuerdo? Israel y Arabia Saudí. Irán es un país gigantesco y desarrollado, y hubiera podido comerse el mercado de mercancías, no sólo de Turquía, sino de Israel, Arabia Saudí y del resto de los países de la zona.
Israel provocó la guerra de Siria para impedir ese acuerdo y en estos momentos pretende “lanzar a EE.UU. contra Irán porque Israel es un país pequeño para hacer esa guerra”.
Palestina
¿Qué relación tiene Palestina con el régimen islámico de Irán? Dice Armanian que “Irán no tiene ninguna relación con el pueblo palestino sino con determinados grupos de Palestina”.
Recuerda que Yasser Arafat era laico, progresista y de tendencias socialistas y nacionalistas. El islamismo en Palestina “es un fenómeno nuevo” creado a partir de los años setenta “gracias a Estados Unidos y Israel”.
En 1978 Estados Unidos “instala en Irán a los yihadistas de extrema derecha jomeinista”. Esto significa que “el ayatola Jomeini no está pensando en Palestina como Palestina, sino como en una tierra islámica ocupada por los judíos”.
Lo primero que hace que es extender el yihadismo contra la causa Palestina. Al mismo tiempo, desaparece la Unión Soviética, el principal apoyo de la causa Palestina democrática. En esa época, en 1991, Estados Unidos ataca Irak, otro de los apoyos palestinos, “no hablemos de Hamas; entonces no existían estos grupos”.
EE.UU. acaba con Sadam Hussein y luego con Gadafi y el régimen sirio, que apoyaban también a los palestinos. Como resultado, “la causa Palestina se queda en manos de cuatro islamistas de extrema derecha que, además, dentro de las fronteras de Palestina, hacen retroceder los derechos de la mujer y los derechos de toda la población”. Y este es el escenario actual.
Armanian de ningún modo se sitúa del lado de Israel. Advierte de que si “las fuerzas progresistas queremos tener un impacto real sobre este conflicto tenemos que ofrecer un análisis objetivo de la situación y el equilibrio de las fuerzas, para sugerir una alternativa viable”. Además, cree que “hay que rendir un homenaje de pacifismo al pueblo palestino” por la entereza con la que soporta todos los abusos de su todopoderoso y abusivo vecino.
Cinco mil presos políticos están en las cárceles israelíes, “muchos de ellos sin juicio. Llevan años encarcelados sin ninguna acusación. Muchos son niños de 10 a 13 años”. Israel ha expulsado a cerca de 700.000 personas de sus hogares y las mantiene hacinadas en Gaza, que es “un campo de concentración” en el que controla el suministro de agua y luz. Ha cometido contra la población todo tipo de atrocidades.
Se está pidiendo que los palestinos y los refugiados -cuatro millones que están en Gaza o en otras zonas de Palestina o en Siria- vuelvan a sus casas. “Oiga, esto es una broma -reacciona-. ¡Cómo Israel, con 9 millones de habitantes va a permitir el regreso de 4 millones de palestinos!”
Tampoco parece fácil la solución de un Estado palestino. “Israel jamás lo permitirá. Nunca”, asegura sin atisbo de duda. “De hecho, en 2018 hubo un cambio cualitativo. Aprobaron una ley y dijeron que a partir de entonces Israel es una república judía. Poner el adjetivo de ‘judío’ quiere decir que nunca habrá un Gobierno palestino”.
Es más, cree que aprovecharán esta guerra para hacer una política de tierra quemada. Arrasará Gaza para que no vuelvan sus habitantes. Así que considera que urge “buscar un lugar para los gazatíes, eso de que no tienen que abandonar su tierra porque será ocupada por israelíes… Por favor, la tierra es tu casa, tu familia, tus seres queridos, pero lo primero es salvar las vidas. Ante eso, no importan las fronteras”.
¿Qué podemos hacer?
“Podemos hacer cosas más allá de un ‘me gusta’ en redes sociales. Las mujeres y también los hombres podemos presionar a las delegaciones de Egipto, de Israel, de Estados Unidos a los Ministerio de Asuntos Exteriores… No dejarlos dormir hasta que abran el paso de Rafah -lo hicieron el fin de semana- y obliguen a Israel a parar la operación militar”, propone.
Explica que “tanto Israel, como Egipto y Estados Unidos, necesitan el apoyo de la opinión pública. Ningún Estado, por dictatorial que sea, puede vivir sólo de la represión. Necesitan la legitimación internacional. Pues a no dejarlos dormir. A estar cada día en las embajadas de estos países y en sus agencias de noticias, a hacer manifestaciones y protestas espectaculares, sea una acción de 100 personas o de 10”.
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