Heinrich, Michael: la dinámica del modo de producción capitalista -las crisis- (segunda parte)

POR ALBERTO MALDONADO COPELLO /

Este texto se refiere al capítulo 8 “La dinámica del modo de producción capitalista” del libro la ‘Ciencia del valor’ de Michael Heinrich. Este capítulo se divide en 5 partes: 1. Equilibrio y dinámica; 2. Desarrollo de la fuerza productiva y composición de valor del capital; 3. Ejército industrial de reserva y teoría de la pauperización; 4. La ley de la caída tendencial de la tasa de ganancia-una crítica; 5. La teoría de las crisis. En esta nota traducimos y resumimos apartes de la quinta y última sección]

¿Reconstruir la teoría de las crisis?

En el debate marxista se reconoce la importancia de la teoría de las crisis pero el contenido es fuertemente debatido. No hay consenso sobre cuál sea la causa decisiva de las crisis. Y no es menos claro cuál sea el tipo de crisis en discusión: ¿se toman en consideración las crisis cíclicas o más bien las tendencia supra cíclicas? 0 ¿estamos en presencia de una teoría del colapso?

A pesar de que Marx aborda el tema de las crisis en diversos textos, no existe una exposición coherente de una teoría de las crisis; además, se encuentran exposiciones divergentes en cuanto al contenido. Algunos intérpretes intentan unificar las distintas posiciones en una única teoría, otros adoptan una explicación y la declaran la auténtica teoría marxista. La reconstrucción de la teoría de las crisis enfrenta según Heinrich principalmente tres problemas.

Primero. Una dificultad se encuentra en que en los varios manuscritos cambian las determinaciones de contenido de las crisis pero también el estatus teórico que la teoría de la crisis ocupa en el edificio completo de la crítica de la economía política, algo que usualmente no se tiene en cuenta.

Segundo. Además del carácter incompleto de la teoría de las crisis se encuentran ambivalencias en la crítica de la economía política, la cual de una parte se basa en una ruptura con el campo teórico y de otra en la persistencia de vínculos con este mismo campo. Estas ambivalencias que se afirman sobre todo en la concepción monetaria o no monetaria de la teoría del valor están presentes también en las configuraciones de la teoría de las crisis.

Tercero. Marx aspiraba a analizar no solo el capitalismo de su tiempo sino el modo de producción capitalista en su media ideal. Esto implica que el desarrollo expositivo debe ser capaz de captar esta media ideal. Al examinar el sistema crediticio en el capítulo anterior se comprendió que el capitalismo del cual tuvo experiencia Marx se encontraba, en el mejor de los casos, en el umbral de un tal estadio de desarrollo, lo cual tuvo repercusiones en la elaboración teórica de Marx. Por ejemplo, problemas debidos a instituciones específicas (como un sistema crediticio vinculado a una mercancía dinero) se mezclaban con problemas generales del capitalismo. Considera Heinrich que las limitaciones del desarrollo histórico se notan más claramente en el caso de las crisis. (p. 461).

Lo que Marx conoció en el siglo XIX eran crisis al interior del ciclo industrial: detenciones del proceso de reproducción capitalista que llevaban a quiebras de empresas y a desocupación pero que eran más o menos superadas rápidamente y conducían a una nueva fase de expansión, a la cual seguía una nueva crisis. Este tipo de crisis se produjeron en 1825, 1836, 1845/47, 1857/58 y 1866. En 1873 se verificó por primera vez una crisis que resultó en un periodo de depresión de varios años.

También en el siglo XX se verificaron movimientos cíclicos y crisis, pero con relación al siglo XIX resultaron menos pronunciadas. En cambio, las evoluciones supra cíclicas se revelaron más importantes; por ejemplo, la crisis económica mundial de 1929 dio paso a un período largo de depresión que se superó solo después de la segunda guerra mundial. La recuperación posterior de largo plazo ha mostrado una tendencia cíclica pero en los países capitalistas más desarrollados no se han verificado colapsos repentinos. Durante los años 60 pareció que se habían superado las crisis con un capitalismo creciente con bajo desempleo y altos ingresos, pero la crisis de 1974/1975 delineó una nueva ruptura estructural. Se volvió a crisis cíclicas y se mantuvo una tasa de desempleo persistente. Con base en lo planteado por Altvater distingue entre crisis menores, que permiten una reestructuración al interior de la forma de acumulación, y las crisis mayores que requieren una ruptura con estas formas y la formación de un nuevo modelo de acumulación (p. 461).

El debate sobre las tendencias supra cíclicas ha aclarado dos cosas. La primera es que cualquier análisis tiene que ser realizado sobre la base del desarrollo de la economía mundial en su totalidad; esto lo observó ya Marx en el siglo XIX. Las crisis son crisis del mercado mundial. La segunda que los desarrollos históricos de largo plazo dependen también de las tendencias generales de la producción capitalista pero están configuradas por el respectivo contexto histórico. Hacen parte de este contexto factores como la estructura del capital nacional, las condiciones institucionales del sistema bancario, las relaciones entre capital y trabajo, los modelos sociales de consumo o el papel del sistema de seguridad social, así como los presupuestos materiales del modo de producción, en particular la disponibilidad de combustibles fósiles de bajo costo, con sus consecuencias ecológicas. También hacen parte de este contexto el tipo y la magnitud de la integración económica mundial. Aquí el punto esencial es como se integran los mercados, no solo de mercancías, sino sobre todo los mercados monetario y crediticio y los efectos de estos mercados sobre las economías nacionales.

Heinrich plantea que es necesario examinar si el análisis de Marx conduce a un concepto general de crisis que vaya más allá de las crisis cíclicas; igualmente, es necesario examinar si se encuentra en Marx una teoría del colapso que con frecuencia se le atribuye.

Los Grundrisse 1857/58: dinámica subconsumista y teoría del colapso

Desde comienzos del siglo XIX se observó en Inglaterra que el desarrollo del capitalismo estaba acompañado de períodos de crisis económica y se desencadenó en la ciencia económica un debate sobre las causas y sobre si las crisis eran un fenómeno inevitable o algo necesariamente concomitante al capitalismo. (p. 463).

En los años cuarenta Marx y Engels en los Principios del comunismo y en el Manifiesto del partido comunista consideraban las crisis como una prueba de que el modo de producción capitalista estaba históricamente superado dado que no podía controlar las fuerzas productivas que había desarrollado; incluso hay algunas pistas de la teoría del colapso dado que en el Manifiesto afirman que las crisis estaban amenazando la existencia del capitalismo. Sin embargo, esto no se usaba como un argumento para demostrar un colapso automático sino como una precondición objetiva para el éxito de la revolución proletaria; la experiencia de los eventos revolucionarios de 1848/49 los llevó a pensar en una relación directa entre crisis y movimientos revolucionarios. Esto fue una motivación para que Marx reiniciara sus estudios económicos, dado que se había aproximado empíricamente a las crisis pero no tenía un sustento teórico.

Posteriormente Marx estudió con detalle las crisis de 1857/58 y abordó algunos aspectos en los Grundrisse, en los cuales plantea en primer lugar una aproximación general y abstracta que se basaba en la separación entre la venta y la compra, elementos de una unidad que se disocian y cuyo restablecimiento se da mediante estallidos. Este concepto abstracto de crisis será una invariante en el desarrollo de la teoría de las crisis en Marx. (p. 465).

Desde este planteamiento general se establece el carácter dual del proceso. Por un lado es un proceso violento y destructivo, del otro es constructivo: se trata de la restauración de una unidad perdida entre momentos que la conforman mutuamente, gracias a la cual se crea la base para un desarrollo capitalista renovado. Dependiendo en qué lugar se ponga el acento la crisis puede ser entendida como el anuncio del fin inminente o como la fuente de la eterna juventud del modo de producción capitalista.  (465).

En una primera mirada las crisis se presentan como una sobreproducción de mercancías. Marx aborda este problema al estudiar la circulación de capital, cuando se trata de la realización del valor de las mercancías producidas. Contra Ricardo y Say que negaban la posibilidad de una sobreproducción general, Marx recurre a Storch, Sismondi y Malthus que planteaban que la limitada posibilidad de consumo de la clase trabajadora era la principal razón de la tendencia a la sobreproducción, lo cual se asocia a la explicación subconsumista de la sobreproducción. Malthus había identificado que existía una demanda distinta a la de los trabajadores; Marx consideraba esto de menor importancia y le daba mayor peso a la reducida capacidad de consumo de los trabajadores, lo cual podría llevar al colapso. (p. 465).

Marx abordó el tema de que los trabajadores no pueden comprar con su salario todo el producto. Pero no le pareció que esto fuera razón suficiente para explicar la sobreproducción, porque además de los trabajadores está la demanda de los capitalistas. Retomó de Sismondi la idea que la producción capitalista tiene la tendencia a una expansión ilimitada, pero que las posibilidades de consumo de los trabajadores son siempre limitadas, de forma tal que la demanda de los capitalistas debe colmar un vacío creciente, cosa que en determinado punto no será posible. Señala Heinrich que con el tiempo Marx se distanciará de la teoría del subconsumo.

Pero ya desde los Grundrisse se encuentran menciones de otras causas de las crisis. Por ejemplo, señala que no solo hay demasiadas mercancías con respecto al consumo sino también con respecto a la justa proporción entre consumo y valorización; pero estos apuntes no son desarrollados a profundidad.

Además del contenido de las crisis Marx aborda el tema del lugar que ocupan dentro del esquema general de la crítica de la economía política. En la introducción de 1857 en la cual Marx delinea un primer esquema, las crisis aparecen al final, en el punto denominado el mercado mundial y las crisis. En otro esquema las ve como el elemento de transición a una nueva configuración histórica (p. 467). En esta perspectiva las crisis se presentan como algo destructivo con las cuales se disuelve el modo de producción capitalista; esto sugeriría que se trata de una aproximación a la teoría del colapso, pero precisa Heinrich que se trata todavía de hipótesis que preceden a la crítica de la economía política que todavía no ha sido escrita.

Sin embargo, se encuentra en un punto de los Grundrisse un indicio de una teoría del colapso, que se cita siempre de buena gana. Aquí Marx hace una afirmación sobre la tendencia de largo plazo en la que constata, con relación al estudio del capital fijo y del capital circulante, un cambio fundamental en el proceso de producción capitalista debido al empleo creciente de la ciencia y de la tecnología. Marx afirma que el trabajador empieza a aparecer al lado del proceso productivo en vez de ser el agente principal. A partir de aquí Marx llega a la conclusión que la producción de riqueza no depende más principalmente del trabajo realizado directamente en el proceso productivo, sino de la aplicación de la ciencia como fuerza productiva. Este cambio lleva al planteamiento del colapso de la producción capitalista. (p. 467).

“Apenas el trabajo en forma inmediata ha cesado de ser la gran fuente de la riqueza, el tiempo de trabajo cesa y debe cesar de ser la medida y, por tanto, el valor de cambio cesa y debe cesar de ser [la medida] del valor de uso. El trabajo excedente de la masa ha cesado de ser la condición del desarrollo de la riqueza general, así como el no-trabajo de los pocos ha cesado de ser la condición del desarrollo de las potencias generales de la mente humana. Con esto la producción basada sobre el valor de cambio colapsa y el proceso productivo material inmediato pierde el mismo la forma de la miseria y del antagonismo.” (p. 467).

El desarrollo técnico y organizativo del proceso productivo mismo debería por tanto minar el fundamento del capital, el trabajo como medida del valor, lo cual llevaría al colapso del modo entero de producción. Señala Marx que el capital es una contradicción en sí misma porque tiende a reducir a un mínimo el tiempo de trabajo, por un lado, pero pone al tiempo de trabajo como única medida y fuente de riqueza, por el otro.

Marx examina algunos de estos temas en El Capital en la parte sobre el plusvalor relativo. Menciona que la producción capitalista tiene la tendencia a separar las potencias intelectuales del proceso de producción del trabajo manual, tendencia que refuerza el poder del capital sobre los trabajadores. Marx plantea que se trata de la tendencia inmanente del capitalismo a acrecentar el plusvalor relativo. La contradicción entre la reducción del tiempo de trabajo al tiempo que el trabajo es la medida del valor deja de ser un elemento conducente al colapso para transformarse en un enigma que se explica por el hecho de que al capitalista no le interesa la magnitud absoluta del valor de la mercancía sino el plusvalor en ella contenido. (p. 468).

Considera Heinrich que la tesis del colapso se basaba sobre una comprensión inadecuada del modo de producción capitalista. La tesis del colapso según dicha argumentación no aparece más en la obra de Marx.

La concepción de la crisis como expresión de tendencias autodestructivas del capital se encuentra también al final de los Grundrisse, donde se expone la ley de la caída de la tasa de ganancia.  Aquí Marx se refiere a la inadecuación entre las crecientes fuerzas productivas y las relaciones de producción.

El hecho de que las crisis no condujeron a disturbios políticos y que el capitalismo pudo superarlas y salir económicamente más fuerte hizo que Marx modificara algunas de sus ideas. Marx no esperará luego un vínculo estrecho entre crisis y revolución ni planteará un fin inminente del capitalismo, aunque las crisis sigan produciéndose.

Manuscrito 1861-63: crítica de las teorías armonicistas de los clásicos, límites de la teoría subconsumista, crisis como movimiento de reequilibrio

En el manuscrito de 1861-1863, en medio al tratamiento de la teoría de la acumulación de Ricardo en el cuaderno XIII se encuentra una larga digresión sobre la teoría de la crisis. El motivo de esta digresión parece ser la constatación del hecho de que la acumulación presupone siempre una sobre producción omnilateral, que proporciona una base a los fenómenos que aparecen en las crisis (p. 469).

En este texto Marx critica la tesis armonicista de los economistas burgueses que aunque no niegan el hecho empírico de las crisis consideran que no existe una tendencia intrínseca a las crisis en el modo de producción capitalista y declaran que es imposible una sobreproducción general. Los argumentos de los economistas son los siguientes: a) las necesidades no tienen límite y por tanto no hay lugar para la sobre producción; b) en la sociedad en su totalidad los productores y consumidores son idénticos y por tanto lo que se produce es consumido; c) la compraventa puede ser reducida al intercambio de productos (dado que el dinero es un simple intermediario que puede abstraerse). Sobre esto Marx plantea que para demostrar que la producción capitalista no puede llegar a crisis generales se niegan todas las condiciones y determinaciones de forma, todos los principios y la diferencia específica, en resumen, se niega la propia producción capitalista.

Para Marx la negación de una tendencia inmanente a la crisis es una consecuencia de una diferencia de fondo en la construcción del objeto teórico de la ciencia y no una simple diferencia de concepción de un aspecto específico del capitalismo; Marx acusa a los economistas de abstraerse de la forma específica del capitalismo y de reducir la producción capitalista a la producción en general.

Marx sugiere en un primer momento que esta negación de las crisis se debe a una apologética falsificadora, o la ignorancia de autores como Ricardo que no conocieron empíricamente crisis verdaderas y propias, pero luego adopta una posición distinta. Considera que los economistas clásicos tienen una concepción de la producción burguesa como un modo de producción en el cual no existe diferencia entre la compra y la venta, la conciben como un trueque inmediato; igualmente, conciben la producción burguesa como una producción social en la cual la sociedad reparte sus medios de producción y las fuerzas productivas en la medida en que son necesarias para satisfacer las necesidades, como si existiera una planificación social. Esta ficción surge de la incapacidad de comprender la forma específica de la producción burguesa, la cual a su vez se debe a que se entiende la producción burguesa como la producción en general (p. 471). Se trata de un límite infranqueable de la ciencia económica burguesa. Es un límite del campo teórico al interior del cual el investigador se forma un concepto del propio objeto.

El papel decisivo en este caso lo juega el antropologismo del campo teórico de la economía política. Las determinaciones de los poseedores de mercancías se toman como determinaciones universalmente humanas, por lo cual los modelos de comportamiento y el cálculo racional de los individuos no necesita de ninguna explicación posterior. Las determinaciones de forma se convierten en datos naturales al tiempo que esto permite tratar determinaciones que no son propias de la forma social (como por ejemplo que la producción debe satisfacer una necesidad) como la esencia de las determinaciones específicas de la forma social. De este modo la producción capitalista es entendida como producción en sentido general, como producción para satisfacer necesidades. (p. 471).

La interpretación inicial de Marx de las crisis se enfoca en la sobreproducción asociada al subconsumo de las masas. Pero luego va considerando el fenómeno de la sobre producción de capital observado por economistas políticos. En esta perspectiva la causa de la crisis no sería el subconsumo de las masas sino las restricciones a la valorización del capital vinculadas a la insuficiente demanda de medios de producción por parte de los capitalistas. La razón más íntima y más secreta de las crisis se encontraría en las leyes inmanentes del capitalismo que tienden, por un lado, a desarrollar al extremo las fuerzas productivas, al tiempo que existen límites para dicho desarrollo, por el otro. Adicionalmente, hay un cambio en el enfoque sobre la crisis, en lugar de ser una especie de anuncio que indica la disolución del modo de producción capitalista se trataría de una compañera permanente. La evidencia muestra la periodicidad de la sobreproducción y de la crisis (p. 473).

En la forma de la crisis de proporcionalidad la crisis se concibe como un movimiento de reequilibrio, un tipo de crisis que incluso Ricardo admite. Este tipo de crisis contribuyen a conseguir el equilibrio después de que se ha perdido. Esta es una forma de entender la crisis que es hoy dominante, señala Heinrich. Pero Marx no se enfoca en este tipo de crisis.

Posibilidad y realidad de la crisis

Marx establece una distinción entre la posibilidad (la predisposición) a la crisis y la realidad de la crisis; se trata de dos niveles de abstracción en el proceso de exposición. La posibilidad de la crisis se encuentra en niveles altos de abstracción, desde el propio comienzo debido a la separación entre venta y compra, así como en la ruptura de la cadena de pago cuando el dinero tiene esta función de medio de pago; y posteriormente en la separación entre el proceso directo de producción y el proceso de circulación del capital. Esta distinción se relaciona con la distinción entre capital en general y capital real o movimiento real de los capitales en la competencia. (p. 474). Los medios mediante los cuales se llega a la crisis real no están contenidos en las formas generales, por tanto es necesario avanzar en la exposición. Los elementos de la crisis deben ser incluidos en todos los niveles de la exposición. De otra parte, surge el asunto de la distinción entre la crisis en general y la crisis monetaria.

En un determinado momento Marx considera que al nivel expositivo del capital en general se puede hablar solo de la potencialidad de la crisis; la realidad de la crisis solo se podrá examinar al nivel del movimiento real del capital, de la competencia y del crédito. Pero Marx modifica su esquema de análisis y la estructura expositiva y en El Capital desaparece la noción de capital en general contrapuesta al capital efectivo de la competencia; en su lugar Marx se refiere al capital individual y al capital social total en diversos niveles de abstracción. Pero de esta exposición del capital en su media ideal desaparece también el movimiento efectivo de la competencia.

La teoría de las crisis en El Capital: concepto cíclico y concepto general de crisis

Usualmente se considera que el capítulo 15 de la edición engelsiana del tercer libro de El Capital es la exposición de la teoría de las crisis. En efecto, en este capítulo se encuentra el tratamiento más sustancial del tema y a menudo se ha buscado reconstruir la teoría de las crisis basándose en él y recurriendo a la ley de la caída tendencial de la tasa de ganancia. Este procedimiento sigue, sin darse cuenta, una serie de elecciones editoriales hechas por Engels sin informar al lector. Heinrich señala que el texto original de Marx consiste en una plétora de observaciones, añadidos y principios de argumentación que no se terminan; no existe aquí una argumentación sistemática. Pero Engels hace de estos materiales un capítulo, les da un título “desarrollo de las contradicciones de la ley” que es problemático, los subdivide, reordena, recorta y suaviza, con lo cual genera la impresión de un mayor coherencia de la que existe en realidad. Esta presentación de Engels es la que ha sido acogida como una teoría de la crisis completa en gran medida.

La impresión que queda es que Marx quería tratar aquí elementos esenciales de la teoría de las crisis y en directa conexión con la ley de la caída tendencial de la tasa de ganancia. Pero no queda claro en el manuscrito cuál era la intención de Marx. Pero más allá de la situación de los textos, hay aquí una vinculación de contenidos que sugiere que en este punto de la exposición no se podía decir mucho sobre la teoría de las crisis. Por ejemplo, no parece plausible una teoría de las crisis que no tenga en cuenta el crédito, algo que Marx desarrolla en un capítulo posterior. Debido a esta exposición y edición de Engels se ha generado la idea de que las crisis dependen fundamentalmente de las magnitudes reales de la economía y se subvalora la importancia del dinero y del crédito. Una característica común a la mayoría de las teorías de las crisis que se definen como marxistas es su interpretación como un fenómeno no monetario. (p. 478).

Las ambivalencias existentes en la exposición de Marx con respecto al enfoque monetario o no monetario en la teoría del valor aparecen también en la teoría de las crisis. Heinrich considera necesario revisar los planteamientos de Marx en El Capital con más detalle para abordar estas ambivalencias.

Un punto por examinar en El Capital es si se encuentra una teoría del colapso. Uno de los autores que ha hecho énfasis en la teoría del colapso es Grossmann quien plantea que de la caída de la tasa de ganancia se deriva necesariamente un colapso del proceso de acumulación: de un cierto momento en adelante dado el aumento de la composición orgánica del capital, la masa de ganancia no es suficiente para una acumulación posterior. Pero no es posible encontrar en El Capital afirmaciones de Marx en este sentido, pero si algunos planteamientos incluidos por Engels.

Marx señala que la producción capitalista tiene como límite el propio capital; el medio, el desarrollo incondicionado de las fuerzas productivas sociales, está en permanente conflicto con el fin restringido, la valorización del capital existente. Pero Marx no se refiere a un límite absoluto al desarrollo de la producción capitalista en el cual en su máximo logro se verificaría un colapso catastrófico, sino a la limitación del alcance de la producción capitalista, limitación que existe independientemente de la mayor o menor fuerza de la acumulación. Pero esta idea de un límite absoluto es sugerida en la edición de Engels por una interpolación que se encuentra más adelante: se afirma que la producción capitalista se convierte en un obstáculo al desarrollo posterior de las fuerzas productivas. Engels señala que dicho texto insertado es reelaborado a partir de una anotación en el manuscrito original; considera Heinrich que en dicho manuscrito no se encuentran textos que sugieran la interpretación enfatizado por Engels. En conclusión no hay fundamento en El Capital para una teoría del colapso. (p. 479).

Dice Heinrich que hay en el capítulo 15 tres ideas argumentales diversas entre sí que son relevantes para la teoría de las crisis. La primera es la relativa a la sobreproducción de capital en contraposición con la sobreproducción de mercancías individuales. Hay sobreproducción de capital cuando la caída en la tasa de ganancia no es compensada con un aumento en la masa de ganancia. En consideraciones anteriores Marx había subrayado que la caída en la tasa de ganancia podía ciertamente acompañarse de una masa creciente de ganancia, es decir, cuando la acumulación de capital es suficientemente fuerte. Esto es considerado por Marx como el caso normal en la producción capitalista. La sobreproducción (o sobre acumulación de capital) no se genera, por tanto, de la caída tendencial de la tasa de ganancia, sino de un crecimiento muy fuerte del capital con respecto a la población trabajadora que hace aumentar el precio de la fuerza de trabajo. En este caso la caída en la tasa de ganancia se debe al aumento del capital variable (p. 480).

Una sobre producción absoluta de capital se tendría cuando el capital creciera a tal punto con respecto a la población trabajadora que el tiempo de plusvalor no pudiera ser extendido y en que por tanto el capital aumentado no pudiera obtener más que la misma masa de plusvalor que antes, o inferior. En este caso la crisis se explica por un nivel de explotación bajo o en declive que puede ser resultado de escasez relativa de mano de obra o de incremento en el valor de la fuerza de trabajo por la lucha de los trabajadores. Esta es una situación contraria a la tendencia supra cíclica e inmanente del capitalismo a la producción de plusvalor relativo.

Marx considera que para eliminar la sobre acumulación es necesaria la desvalorización de parte del capital existente; una parte del capital es anulada, con lo cual se crean mejores condiciones de valorización, una parte de los trabajadores es licenciada lo cual limita la presión salarial de los otros trabajadores y con el aumento de la fuerza productiva se expulsan más trabajadores, todo lo cual contribuye al aumento de la tasa de ganancia nuevamente. Se trata de un ciclo que es independiente de la ley de la caída tendencial de la tasa de gananciaEste proceso cíclico, sin referirse a la desvalorización del capital, se trata en el capítulo 23 del tomo I en el cual Marx examina los efectos de la acumulación sobre los salarios y sobre el ejército industrial de reserva. (p. 481). Marx considera ese ciclo como un ciclo vital característico de la industria moderna que se fundamenta en los movimientos del ejército industrial de reserva.

Pero las breves observaciones hechas en el capítulo 23 no son ni pretenden ser una teoría completa del ciclo; se enfoca en lo que se puede decir sobre la influencia del crecimiento del capital sobre la suerte de la clase trabajadora.

La cuestión de las determinaciones del ciclo debe tratarse posteriormente cuando se examinen los movimientos de salarios y precios, en el movimiento fenoménico del capital cuando se desarrollen los temas de los intereses y el crédito. En la exposición de Engels esto no queda claro, en opinión de Heinrich.

En las otras dos ideas relevantes para la teoría de la crisis no se trata solamente de una tendencia cíclica a la crisis. En uno de los puntos Marx trata los efectos contradictorios del desarrollo de la fuerza productiva, distinguiendo entre un efecto directo y un efecto indirecto. El efecto directo es la reducción del precio de los elementos del capital constante y de los medios de subsistencia, lo cual aumenta el plusvalor relativo y la tasa de ganancia. Sin embargo, dado que este aumento de la fuerza es posible debido a la reducción de la parte variable del capital con respecto a la parte del capital constante, esto lleva en último análisis a una reducción de la tasa de ganancia. El efecto indirecto del aumento de la fuerza productiva del trabajo consiste en el hecho de que con la misma suma de capital se puede adquirir una masa mayor de valor de uso y por tanto aumenta la masa de trabajo empleado. Los efectos del desarrollo de la fuerza productiva son contradictorios, conducen por un lado a la expansión de la fuerza de trabajo y por el otro a su restricción; llevan al aumento y a la disminución de la tasa de ganancia.

En opinión de Heinrich aunque Marx presupone la validez de la ley de la caída tendencial de la tasa de ganancia su tesis va más allá. Al plantear los efectos contradictorios del desarrollo de la fuerza productiva, dentro de los cuales se encuentra la depreciación del capital existente, Marx muestra que hay una redefinición constante entre pasado y presente; las decisiones de inversión en un momento determinado se muestran obsoletas después de un tiempo, hay un elemento grande de incertidumbre. Y se refiere nuevamente a la crisis como un elemento de restablecimiento momentáneo de los equilibrios perdidos. No se trata del equilibrio en el sentido neoclásico que parte de la hipótesis de una estabilidad intrínseca (p. 484).

A la luz de las consideraciones anteriores resulta claro que los esquemas de reproducción de Marx en el segundo libro de El Capital no pueden ser entendidos como un modelo de crecimiento en equilibrio; estos esquemas muestran solamente, al nivel del proceso de circulación, que la reproducción requiere una cierta proporcionalidad entre los diversos sectores de la producción. El análisis del proceso total de la producción capitalista, sin embargo, precisa que no solo hay constantes desviaciones de estas proporciones sino que también estas proporciones no pueden ser fijadas. Como consecuencia del desarrollo de la fuerza productiva, estas proporciones se redefinen continuamente.

La última idea relevante para la teoría de las crisis tiene que ver con la relación entre la producción y la circulación capitalista. La determinación formal del capitalismo se expresa en el hecho de que el objetivo y el movimiento de la producción capitalista no es el consumo del capitalista, sino la producción y acumulación del plusvalor o la ganancia. Pero el plusvalor apropiado por el capitalista en el proceso de producción inmediato debe ser realizado y es aquí en donde se manifiestan los problemas específicos del modo de producción capitalista. Marx fija aquí una contradicción entre la explotación y la realización: la explotación no tiene límite, cada capital buscará extraer el máximo de plusvalor de la cantidad de trabajadores que emplea, lo cual implica el desarrollo de la fuerza productiva. A esta tendencia a la expansión se la producción se contrapone el poder limitado de consumo de la sociedad, determinado por las relaciones sociales de producción. Lo decisivo aquí es que el limitado poder de consumo no se entiende más en términos puramente de subconsumo debido a la limitada demanda solvente de la clase trabajadora. Ahora plantea que el consumo está limitado por el impulso de la acumulación del capital.

Pero, sin embargo, Marx no abandona del todo la teoría del subconsumo. Se encuentran referencias en este sentido continuamente y no solo en el capítulo sobre la tasa de ganancia, en el cual la atención se concentra principalmente sobre el empobrecimiento de la masa de los productores. Solamente en el manuscrito VIII del segundo libro de El Capital se rechaza la aproximación del subconsumo, aunque desde una perspectiva empírica. Sin embargo, considera Heinrich que esto se puede fundamentar en las ideas relativas a la sobre acumulación, esbozada por Marx, que se enfocaba en el aumento de los salarios como obstáculo decisivo para una posterior acumulación (p. 487). De otra parte, considera que Marx supera la teoría del subconsumo de los trabajadores y es claro que la demanda incluye también la inversión de los capitalistas.

En este punto es necesario considerar el sistema crediticio, cuyo papel de dirección será abordado por Marx en el capítulo sobre el capital productivo de intereses. Igualmente es necesario considerar el asunto considerado por Marx en el tomo II en el sentido de que los capitalistas deben anticiparse el dinero para poder realizar el plusvalor; en el capitalismo estos anticipos están mediados por el sistema de crédito. En los Grundrisse Marx había planteado que en la crisis general la contradicción no es entre diversos tipos de capitales industriales sino entre el capital industrial y el capital prestable. (p. 487). Esta observación aislada en los Grundrisse puede ahora ser retomada con el fin de explicar los límites a la demanda de inversiones. El crédito puede estimular la producción capitalista y llevar a la especulación y a la sobre producción (este efecto lo considera Marx especialmente); de otra parte, el sistema de crédito puede también limitar las inversiones mediante altas tasas de interés. En tal caso solo se realizan las inversiones que prometen ganancias suficientes para pagar los intereses.

Pero no se trata de declarar que el sistema crediticio es la única causa de las crisis. Marx se opone a la idea de un modo de producción libre en sí mismo de crisis pero que es puesto en crisis por el abuso del sistema crediticio. Esto conduce en algunos textos a tratar el crédito como un fenómeno meramente superficial y carente de significado autónomo. Considera Heinrich que estos planteamientos han conducido a interpretaciones en las cuales se contraponen los factores reales a los factores meramente monetarios de la crisis.

Marx no incluyó explícitamente la cuestión de la relación entre producción y crédito en sus ideas teóricas sobre el tema de la crisis, por lo cual su teoría de las crisis es incompleta cuantitativamente (le falta una parte) y además es incompleta en sentido sistemático.

Debido a su experiencia histórica las reflexiones de Marx se concentraron en las crisis cíclicas, pero va mucho más allá. Se encuentran elementos de un concepto general de la crisis al nivel expositivo de El Capital. Y es este concepto de crisis el que parece aún más adaptado al análisis de los procesos de crisis del siglo XX en el cual los procesos cíclicos tienen menos relevancia que las tendencias supra cíclicas. Este concepto general de crisis se diferencia tanto de la idea de una crisis final en el sentido del colapso, como de la idea de la crisis como momento del movimiento cíclico de reequilibrio. (p. 489). Contra el enfoque del colapso se tiene claro el hecho de que las crisis son soluciones, aunque violentas, de las contradicciones y que la naturaleza destructiva de las crisis constituye un elemento productivo para el desarrollo capitalista. Tampoco se reduce a la superación de desequilibrios. Sean los efectos contradictorios del desarrollo de las fuerzas productivas, sean las relaciones de consumo y producción, no se refieren a un movimiento cíclico, sino a una constante divergencia de elementos que hacen parte de una unidad. Este enfoque crítica no solo empíricamente, sino principalmente teóricamente, la noción de equilibrio de la economía neoclásica.

Por tanto, el resultado de la crisis no se entiende como la reconstitución de un equilibrio cualquiera, sino solo como la constitución de una constelación de cohesión económica siempre nueva, que no puede ser determinada anticipadamente. Una vez estabilizada ni siquiera esta coherencia es estable; justamente al crear las condiciones favorables para un nuevo movimiento de acumulación pone en movimiento precisamente aquellos elementos que minan nuevamente esta coherencia y conducen a la próxima gran crisis.

Pero si estas crisis profundas son inevitables, también las condiciones de vida de la clase trabajadora son constantemente precarias: cualquier seguridad y cualquier nivel alcanzado está siempre en riesgo de ser sacrificado a las exigencias de la valorización del capital.