LA VÍA CAMPESINA /
El pasado 25 de junio, más de 400 oficiales kenianos llegaron a Haití como parte de la estrategia neocolonialista para minar la soberanía haitiana. Desde el Core Group (1), más recientemente la Comunidad del Caribe (CARICOM) y Estados Unidos han promovido la escalada de violencia de la que el mundo ha sido testigo en Haití, al no tomar medidas suficientes para detener el contrabando de armas desde su territorio, lo cual ha sido aprovechado por las bandas criminales que hoy controlan la capital, Puerto Príncipe.
Esta crisis generada es el pretexto para una nueva intervención en Haití, solicitada por la CARICOM, como parte del proceso de transición implementado por el Consejo Presidencial, compuesto por exfuncionarios de gobiernos anteriores y un solo representante del Acuerdo de Montana, con una influencia casi nula.
El Consejo nombró como nuevo primer ministro interino a Garry Conille tras la dimisión de Ariel Henry. Conille había ocupado cargos de dirección en el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) en Nueva York, en la Organización Mundial de la Salud (OMS) y en las Naciones Unidas. El Gobierno actual tiene el mandato de pacificar el país, sanear la economía y convocar elecciones generales en dos años.
El despliegue de las fuerzas policiales kenianas en las recientes semanas no ha impedido sucesos de inseguridad recientes, como la toma de una comisaría en Puerto Príncipe y ataques a transportistas de alimentos en carreteras provinciales, como en la Ruta Nacional 1 donde las pandillas masacraron civiles en las áreas agrícolas de la baja Artibonite, con numerosas víctimas.
Representantes de La Vía Campesina en Haití han señalado que, desde su llegada, las tropas kenianas permanecen inactivas, apostadas en el aeropuerto internacional Toussaint Louverture de Puerto Príncipe, en el palacio de gobierno o en desplazamiento a otras regiones, sin intervenir para combatir la violencia de las pandillas. La indignación crece junto con la inseguridad, mientras que el gobierno interino y su nueva fuerza internacional no logran capturar a las bandas criminales y sus líderes, cuyos paraderos han sido identificados en reportajes de la CNN y otros medios de comunicación. El pueblo se cuestiona si realmente existe la voluntad de detenerlos o si se les está permitiendo actuar impunemente.
A pesar de las garantías de cooperación del Gobierno haitiano, persiste el escepticismo sobre su efectividad y objetivos, especialmente después del nombramiento de un nuevo director de Policía que previamente sirvió bajo el régimen de Ariel Henry. Frente a esta reintegración de figuras que ya fallaron en el pasado para abordar los complejos desafíos de seguridad de Haití, las organizaciones de La Vía Campesina en Haití vuelven a solicitar un plan de seguridad nacional diseñado por expertos haitianos de la sociedad civil, que ofrezca diversas estrategias para combatir la criminalidad organizada y el tráfico ilícito de armas, para asegurar una solución definitiva a los desafíos de seguridad de este país antillano.
Además, se han reportado tensiones políticas internas entre el Consejo Presidencial y el recién nombrado Gobierno interino, tras reuniones bilaterales no comunicadas entre el primer ministro Garry Conille y el secretario de Estado, Anthony Blinken, en la ONU, durante las cuales Estados Unidos aseguró 109 millones de dólares en financiamiento para mantener la presencia de las tropas kenianas.
La indignación pública en Haití alcanzó un nuevo nivel recientemente cuando el Primer ministro, recién llegado desde Estados Unidos, sugirió potenciales negociaciones con las pandillas, planteando la posibilidad de amnistía por sus crímenes, incluido el líder de las bandas, Jimmy Chérizier alias ‘Babecue’, uno de los más buscados por la CIA.
El substancial respaldo financiero de Estados Unidos a las tropas kenianas aumenta las preocupaciones entre las organizaciones locales sobre la descontada posibilidad de que la población civil y campesina se vea atrapada en un conflicto entre las tropas extranjeras y las bandas criminales.
La presencia keniana evoca además recuerdos de intervenciones pasadas con consecuencias duraderas para las familias haitianas, que se oponen a lo que perciben como ocupación extranjera e imposición de políticas sin el consentimiento local. Esta situación se agrava por la atmósfera de miedo en Puerto Príncipe, donde incluso los viajes para comprar alimentos se consideran riesgosos debido a las balas perdidas de las bandas criminales.
En este contexto, la población no se manifiesta ni protesta. Asimismo, las preocupaciones se intensifican por un acuerdo entre Haití y Kenia que asegura que no habrá repercusiones por las acciones de las tropas extranjeras.
Las organizaciones de La Vía Campesina en Haití continúan oponiéndose a la presencia militar extranjera, abogando en su lugar por soluciones sostenibles y dirigidas por la comunidad para enfrentar los desafíos de seguridad y gobernabilidad del país. Subrayan la importancia de establecer un órgano de control autónomo y representativo para asegurar una transición que responda a las aspiraciones de paz y justicia social del pueblo haitiano.
Además, enfatizan la necesidad de solidaridad internacional para resistir estas nuevas formas de injerencia neocolonialista, que podrían agravar los problemas históricos de Haití en lugar de resolverlos.
- El Core Group fue establecido por la Resolución S/RES/1542 (2004) del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas. Está presidido por el Representante Especial de las Naciones Unidas para Haití y también incluye representantes de Brasil, Canadá, Francia, Alemania, España, la Unión Europea, Estados Unidos y la Organización de Estados Americanos (OEA).