Izquierda, partidos políticos y Estado en tiempos del big data

LA ROSA ROJA /

El politólogo y cofundador del partido político español Unidas Podemos, Juan Carlos Monedero, plantea en su libro La izquierda que asaltó el algoritmo (Catarata, 2018),cómo este elemento matemático es un tirano que se presenta en forma de big data (inteligencia de datos) que conoce de manera detallada la vida y los movimientos de las personas, el cual ha venido a complejizar el escenario político debido a su inmenso poder. Ni todas las novelas distópicas juntas tienen el poder del big data a la hora de cruzar información. Según el catedrático e investigador de la Universidad Complutense de Madrid y director del Instituto 25M, el laboratorio de ideas de Podemos: “En los tiempos del big data mercantilizado, el poder económico, político, mafioso, religioso o del tipo que sea tiene más información particularizada de cada ciudadano de la que nunca pudieron recopilar el KGB, la CIA, el Mosad o la Stasi” (p. 22).

El autor además se propone en este trabajo bibliográfico reubicar los espacios comunes de la izquierda para intentar reconstruirla histórica, conceptual y políticamente, sin que en el camino pierda su memoria. Para esta tarea echa mano de distintos autores que se distinguen con claridad dentro de su estructura de pensamiento: Walter Benjamin, Antonio Gramsci y el teórico sobre el Estado, Robert Jessop, considerados clave dentro del aparato conceptual del libro.

Las víctimas terminan votando por sus verdugos

Durante el siglo XX, el espacio político conocido como Izquierda luchó contra enemigos reales. Los enfrentó materialmente en fábricas, calles, parlamentos. Hoy, el poder se ha dronificado, explica Monedero, opera de manera invisible y le ha encargado a un sofisticado amo del calabozo matemático, el algoritmo, demasiadas decisiones sobre nuestras vidas. Los medios de comunicación, una realidad paralela, hacen el resto.

Juan Carlos Monedero

Aquellos sesgos son potenciados por el big data, que “ha entregado la posibilidad de esconder la búsqueda invariable de dinero a través de la utilización de las debilidades, miedos, esperanzas y deseos de las mayorías” (Monedero, 2018: 180) que, en última instancia, podemos traducir como un miedo individualizado, a la usanza del personalizado castigo orwelliano de 1984 que padece Winston Smith al enfrentar a su más profundo miedo, conocido sólo por él y por el Gran Hermano. El algoritmo aparece aquí como el gran impulsor del miedo, conocido a través de miles de datos que nosotros incautamente le hemos regalado a las empresas y que termina explicando el exabrupto de que las víctimas votemos a nuestros verdugos. Ante esta situación del control democrático del big data, Monedero apuesta, a manera de conclusión, por la formación de una ciudadanía politizada que encuentre en la fraternidad la salida para que “dejemos de aullar con los lobos pensando que así, quizá, tengamos la suerte individual de que una noche no nos coman” (Monedero, 2018: 217). Y de esta manera, la izquierda deje de soñar con ovejas eléctricas.

En el mundo globalizado caracterizado por la potencialización de la cibernética, los ciudadanos entregamos información de nuestras vidas cuando navegamos por las redes intentando calmar nuestras angustias. En la novela 1984 el poder conocía nuestros miedos particulares. Hoy, su autor, George Orwell parece un ingenuo pues “las empresas de datos conocen cada uno de nuestros deseos, pensamientos, temores. Las derrotas de la izquierda le han entregado el sentido común a la derecha y nuestro lugar en el mundo lo dicta la capacidad de consumo. Alguien tiene el botón que construye nuestras preferencias. El big data es el opio del pueblo. Lo virtual termina haciéndose real convirtiéndonos en personas desorientadas, trabajadores esclavizados, mujeres sobre exigidas, perdedores expulsados a los márgenes. Las enfermedades mentales y la tristeza se están convirtiendo en un lugar común. La izquierda asaltó los cielos y los palacios y trajo lo mejor de nuestras sociedades. Pero no puede luchar contra lo invisible. Es tiempo de ponerle una sábana al fantasma para verlo y empezar a saber cómo combatirlo”.

Si a todo eso le sumamos el poder de influencia masiva que hoy tienen en un proceso electoral las redes sociales, vale cuestionar si existe un régimen democrático real cuando somos manipulados según un psicoperfil fabricado sobre la venta de los datos personales:

La clave del Brexit, de la victoria de Obama y de Trump en Estados Unidos, de Macri en Argentina, de Rajoy en España, de Duque en Colombia, empezó el día que un joven que quería vender moda se preguntó: ¿y cuándo unas prendas que son objetivamente feas empieza a llevarlas tantísima gente? Cuando tienes la respuesta puedes construir el algoritmo (p. 25).

En este sentido, no es exagerado plantear que Monedero le confiere al big data y a sus algoritmos capacidades absolutas sobre los usuarios, como lo ilustró metafóricamente al sugerir que: “El big data echa burundanga en el café con leche con el que desayunamos y nos deja a su merced” (p. 24).

Ante semejante declaración, no queda otra opción que preguntar: ¿qué intereses son los que entran en juego detrás de estos desarrollos tecnológicos? Porque solo sabiendo se puede establecer quiénes son los sujetos implicados en concreto. La burundanga la pone alguien en el café, no cayó ahí accidentalmente. La discusión se centra entonces ¿en manos de quien está la tecnología?, ya que, bajo otra lógica, los avances tecnológicos podrían potenciar el espíritu creativo, liberador y disfrutable. Mientras que bajo la lógica capitalista esos avances sirven para la dominación, la estafa y el control.

¿Qué es ser de izquierda hoy?

Otra de las preguntas que se hace Monedero en su sugerente libro se refiere a ¿qué significa ser de izquierda hoy? La respuesta que da es que quien profesa la ideología de izquierda tiene que tener un amplio sentido de lo que es la fraternidad. Pero que no se entienda mal, no fraternidad a secas sino un tipo específico de fraternidad:

Solo cuando el Estado se hace constitucional y republicano (res-publica) se guía por la fraternidad. La fraternidad es una categoría política máxima porque abole la política (el conflicto) y lo sustituye por un comportamiento decente que nace de la propia voluntad (p. 93).

Aquí es donde se desenmascara el problema central del libro en cuestión: definir qué es ser de izquierda hoy es determinar qué es y qué rol juega el Estado. Pero según Monedero, el Estado es un aparato que siempre se hereda; no importa el cuño político de la “revolución” que lo enfrente, siempre va a quedar presente su estructura y sus vacíos de poder que hay que llenar.

Hay dos categorías que Monedero considera las más distintivas y por lo tanto inevitables. Una es el sub-Estado o las FF.AA y sus ministerios, y el otro es “lo que Gramsci llamó ‘Estado Ampliado’ (sociedad civil y sus instituciones)”. En este marco, la propuesta política que nos ofrece Monedero es “infiltrar el Estado” con el objetivo de intervenirlo, ya que, según él, solo desde el aparato del Estado se puede cambiar algo.

Para poder lograr ese objetivo, el politólogo español propone la creación de un partido político de “novísimo cuño”.  Se trata de una organización caracterizada por “la transversalidad crítica” que rompe con la idea de un partido centralizado y un sujeto proletario.

Monedero llama a este experimento “leninismo amable”, pensado para el “nuevo sujeto” político que esta “formado y conectado” pero no soporta el funcionamiento obsoleto de los partidos tradicionales. Las masas y los trabajadores organizados son categorías antiguas. Los ministerios y las redes sociales los pueden suplir:

“La izquierda tiene que ir armando algoritmos alternativos que asalten a los algoritmos usados por el poder para bajar unos cuantos grados su inmunidad y hacer ascender, de manera directamente proporcional, su ignominia. Los nuevos comuneros no asaltan los cielos, sino los algoritmos alojados en la nube” (p. 143).

Descargar el libro

Para acceder al libro de autoría de Juan Carlos Monedero en archivo PDF, ingresar al siguiente enlace:

La izquierda que asaltó el algoritmo. Fraternidad y digna rabia en tiempos del big data

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