POR JUSTO BARRANCO /
La filósofa feminista Judith Butler, judía y estadounidense, autora de títulos recientes como ‘Sin miedo’ o ‘¿Qué mundo es este?’, recorre, en esta entrevista, sus ideas sobre el género, el feminismo, la pandemia y las atrocidades de la guerra de Gaza. Ataca con dureza la política israelí
Que la filosofía no es un mero ejercicio mental sino que puede cambiar vidas lo demuestra Judith Butler (Cleveland, 1956). La filósofa de Berkeley revolucionó las ideas sobre el género hace tres décadas con ‘El género en disputa’ (Paidós/Angle). Un libro en el que señalaba que el género es algo construido, performativo, abriendo el camino a un mundo más fluido y menos binario.
Butler, cuyos últimos libros han sido ‘Sin miedo’ (Taurus) y ‘¿Qué mundo es este?’ (Arcadia), sobre la pandemia, ha participado recientemente en un seminario sobre Hannah Arendt en Barcelona y habló con La Vanguardia de género, capitalismo e Israel, cuya política, pese a ser judía, ataca.
“Tenemos el poder de hacer del género algo más complejo y menos punitivo”
Para situarnos, ¿qué es la performatividad de género?
Es cómo encarnamos las normas sociales y cómo cambiamos esas normas dependiendo de cómo las encarnemos. Todos nacemos en mundos, tradiciones, familias o instituciones que nos cuentan o nos comunican de manera indirecta qué se espera de nuestro género y los chavales, las chavalas y todo tipo de personas luchan con esto. ¿Lo estoy haciendo bien? ¿Mal? ¿Qué se espera de mí? Y tenemos el poder de hacer del género algo más complejo y menos punitivo para que las personas que viven en cualquier parte a lo largo del espectro de género o fuera de él puedan vivir y respirar más fácilmente en el mundo.
¿Cómo ve que parte del feminismo cuestione las leyes trans, el libre cambio de género, y sientan que se borra a las mujeres?
Muchas feministas son aliadas de las personas trans y creen que debemos estar en alianza. En Brasil, Argentina o Sudáfrica trabajan juntas porque han estado sujetas a los mismos tipos de violencia. Lamentablemente, en España y Reino Unido hay un conflicto interno. Muy triste. Necesitamos alianzas fuertes en este momento que se elige a Milei (en Argentina) o Wilders (en Países Bajos). Algunas feministas temen que el feminismo sea borrado porque imaginan que las mujeres trans son en realidad hombres y roban la categoría de mujeres o borran su especificidad biológica.
Pero las mujeres son una categoría amplia que incluye a las que están contentas con su primera asignación sexual, a las que llamaron niñas y les gustaba ser niñas. Y aquellas a quienes no les gustó esa asignación o no viven de acuerdo con ella. Y hay personas trans que realmente necesitan la categoría de mujeres o de hombres para que les brinden el reconocimiento adecuado a cómo existen en el mundo. Eso no quita nada a nadie, ¿verdad? Tenemos diferentes tipos de mujeres desde siempre. De joven eso nos entusiasmaba. Luchamos por esa multiplicidad y de repente, ¿le ponemos fin? Oh, no puedes ser mujer. Tienes que vivir como un hombre, aunque no describa quién eres y te cause profundo daño psíquico. No hacemos eso como feministas.
“No es adoctrinamiento abrir la posibilidad de vivir en el propio cuerpo de manera más cómoda o perseguir el amor sin vergüenza”
¿Cree que su trabajo ha cambiado la vida de la gente?
Recibo cartas muy bonitas. Gente que me agradece por ayudarles a cambiar sus vidas. Pero también hay quienes dicen: “Oh, han sido adoctrinados por la ideología de Butler o la ideología de género”. No es adoctrinamiento abrir la posibilidad de vivir en el propio cuerpo de una manera más cómoda o de perseguir el amor sin vergüenza y sin lastimar a nadie. Cambiar la idea interiorizada de lo que se supone que debo ser y lo que se supone que debo desear.
Dice que el odio se eleva hoy a categoría política. ¿Qué sucede?
Muchas personas viven con un profundo temor de que sus vidas corran peligro. Guerras. Cambio climático. Hipercapitalismo. El abandono de los trabajadores, de los servicios sociales. La gente se encuentra desprotegida. Es fácil encontrar un chivo expiatorio. Los demagogos de derecha llegan y dicen: “Oh, hemos decidido lo que está destruyendo tu vida: el género”. Apelan a ese miedo a la destrucción, le dan un nombre, incitan y surge un odio a las personas trans, que se encuentran entre las comunidades más vulnerables del mundo. La derecha autoritaria nos pide intensificar el odio a los vulnerables. Y cualquiera que esté en la izquierda debería rechazarlo.
En su libro sobre la pandemia se pregunta qué sería una vida vivible. ¿Cómo es para usted?
Una en la que se elimine el miedo a la pobreza. Donde uno sienta que pertenece a una comunidad y tenga un gobierno que proporciona servicios sociales básicos para que nadie se empobrezca o esté sin vivienda o atención médica. Y donde todos puedan trabajar sin explotación. Tenemos que luchar por eso. Ya sea un ingreso nacional garantizado, una medicina socializada o mayor gasto en vivienda pública. Si pudiéramos desmantelar los extraordinarios presupuestos militares que dominan este mundo… Joe Biden pone a disposición de Israel miles de millones. ¿Qué se podría hacer con ellos en educación y salud? ¿Por qué darlo a un Estado que muestra su voluntad de destruir a un gran número de civiles, incluidos varios miles de niños?
“El bombardeo de Gaza y la matanza de palestinos, incluidas las masacres en la fundación de Israel, tienen una larga historia”
¿Qué opina sobre la respuesta de Israel al ataque de Hamás?
Me opongo absolutamente a las atrocidades de Hamás. Y al bombardeo masivo y al asesinato de civiles en Gaza. Y me preocupa que las noticias enmarquen la situación como algo que sucedió el 7 de octubre. Algo ha estado sucediendo desde 1948. El bombardeo de Gaza y la matanza de palestinos, incluidas las masacres llevadas a cabo durante la fundación de Israel, tienen una larga historia. Para los palestinos, el bombardeo contra Gaza es la continuación de un bombardeo durante mucho tiempo y diferentes formas. En 1948 había 800.000 palestinos desposeídos. Luego creció a unos seis millones de refugiados, obligados a abandonar sus hogares y tierras. Incluso alguna de la gente que vive en Gaza solía vivir donde estaban los kibutz.
No creo que seamos capaces de encontrar ninguna solución a menos que comprendamos toda la historia y cuáles eran las opciones en la década de 1940. Hubo mucho debate sobre qué forma debería adoptar el Estado judío, si debería ser un Estado solo para judíos, un Estado judío con población palestina minoritaria o un Estado binacional de judíos y palestinos por igual.
No tomamos ese camino. Martin Buber o Hannah Arendt lo apoyaban. Y muchos judíos. Arendt dijo que si se obliga a los palestinos a vivir en un Estado que se define como representante del pueblo judío, siempre serán una minoría y expulsados de sus tierras y hogares. Así que hubo una serie de desposesiones masivas en 1948, otra en 1967 y en los últimos años hemos visto casas palestinas arrebatadas a sus dueños y entregadas a familias judías en Jerusalén Este.
Y luego está el sistema penitenciario. Cada familia palestina ha tenido alguien entrando y saliendo de la cárcel sin saber los cargos, sin poder ser juzgados, torturados física o psíquicamente. Y el resto del mundo hemos aceptado esta situación porque decimos que Israel es una democracia. No creo que Israel sea una democracia. Una democracia que depende de la expulsión constante de personas y de su subordinación radical o su muerte ha perdido los fundamentos legitimadores de su identidad como Estado democrático.
La Vanguardia, Barcelona.