La banca al banquillo

POR OCTAVIO QUINTERO

Es la primera vez que oigo a un alto funcionario de Colombia denunciar las confiscatorias tasas de interés que impone la banca a sus clientes… “como salidas –dice- de una estructura monopólica, casi como un cartel”. Loa al nuevo director de Planeación Nacional, César Ferrari, que se atreve a tocar el tema que ha sido mi obsesión en mi actividad como analista económico.

A hoy, opera una tasa de crédito para consumo del 22,21 %. Sobre esta base, la banca puede aplicarle un multiplicador del 1,5%, para establecer la banda dentro de la cual se puede mover, llegando al tope del 33,32% efectivo anual. Y si hablamos de la irracional tasa al microcrédito que cubre la demanda de nuevos emprendimientos tecnológicos y físicos como tiendas, talleres, restaurantes, peluquerías, almacenes, charcuterías, medios de comunicación y un largo etcétera, que genera el 70 por ciento del empleo nacional, no cabe sino decir ¡UF!, cuando se mira que la base parte del 39,47 (fijada al capricho), y puede alzar hasta el 59,21 cuando se le aplica el multiplicador del 1,5 %. ¿Qué negocio legal puede absorber un costo financiero tan elevado?

La banca privada es muy viva o el gobierno es muy bobo: como la tasa general es el promedio de todas, entonces, excluye de la mezcla las preferenciales, porque harían bajar el promedio. Un testimonio fehaciente de esta trampa lo brinda el mismo Banco de la República al mezclar las diferentes tasas de créditos para vivienda, consumo, ordinario, preferencial, de tesorería, microcrédito, tarjetas de crédito, sobregiros y créditos especiales en su información periódica sobre tasas de colocación, arrojando un promedio del 15,92 %, entre el 25 y 31 de julio, contra el 22,21 informado por la Superintendencia Financiera. Aplicando el multiplicador del 1,5 sobre el promedio del Banco de la República, daría un máximo de 23,88,  contra el 33,32 certificado por la Superintendencia Financiera, es decir, 9,44 puntos porcentuales menos, lo que representa un mundo de plata que la banca expolia a los clientes menos afortunados, con la anuencia del Estado, por supuesto.

Es inaudito que bancos como Bancamía y Mundo Mujer, que se promocionan en Colombia como entidades populares y defensoras del consumidor financiero, tengan las tasas del crédito de consumo y microcrédito más altas del mercado. La Superintendencia Financiera debiera vigilar, por lo menos, su engañosa publicidad a los clientes.

Así, no resulta extraño que el 60 % de todas las actividades empresariales y de emprendimientos del país se muevan dentro de la informalidad que, muchas veces, raya en lo penal, como el llamado “gota a gota”, un mercado financiero paralelo que se consigue en 24 horas y, también, en 24 horas matan al cliente que no pague.

“Hay que cambiar la estructura de rentabilidad en Colombia. Necesitamos tasas de interés reducidas. No podemos seguir con tasas que duplican y triplican las internacionales. Eso genera costos y, por ende, precios muy altos. Necesitamos una política regulatoria que mejore la competencia en la banca”, dice Ferrari y agrega: “Si las tasas son muy elevadas, los costos financieros para las empresas lo son a la vez, y la competitividad se reduce, desencadenando dos fenómenos colaterales: baja producción y poca contratación de mano de obra. Entonces estamos en una situación en donde, por tener tasas de interés tan elevadas, acabamos produciendo menos de lo que podríamos producir y contratando menos gente de la que podrían contratar”.

Son muchos los daños colaterales que se desprenden de esta irracional estructura crediticia, pues, la foto no quedaría completa si no se mira la otra cara de la moneda: lo que paga la banca por ahorrar es una ridiculez que, casi en todos los casos, no equipara ni siquiera la tasa de devaluación y menos la inflación. Entre otros fenómenos, un margen de intermediación tan amplio, estimula el consumismo, pues, la gente prefiere gastarse la plata en cualquier cosa antes que ahorrar; y la fuga de capitales, ya que los más afortunados buscan otros mercados por fuera del país para preservar sus ahorros o, simplemente, los dedican a negocios ilegales más lucrativos: el gota a gota, contrabando, narcotráfico o negocios en total informalidad, en los que prima la explotación laboral y la evasión de impuestos.

Puede que esta denuncia no pase de ahí, pues, el poderoso sistema financiero tiene como bloquear cualquier regulación que se intente hacer al respecto. Ojalá, el nuevo gobierno presidido por Gustavo Petro, el primero de la izquierda en Colombia en 200 años, vuelva, por lo menos, al concepto de banca de fomento que teníamos antes del “revolcón” de César Gaviria en 1991, que no solo nos dejó a merced de la voracidad del libre mercado, sino que puso en venta todas las empresas del Estado a precios de gallina vieja.

Fin de folio.- La naturaleza está convirtiendo a Europa en el peor vividero: arde España, Reino Unido, Francia, Italia y Portugal. El infierno se expande con la guerra Rusia – Ucrania. EE.UU. quiere prender también a China.

@oquinteroefe

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