POR RICARDO SÁNCHEZ ÁNGEL* /
La Conferencia inter partes de Naciones Unidas sobre la biodiversidad realizará la XVI reunión de sus miembros entre el 21 de octubre y el 1 de noviembre de este año, para pasar revista, a la situación planetaria de la naturaleza y el ambiente, en todas sus dimensiones y acordar un Plan de Acción o Programa de Metas entre los 196 países que conforman la organización.
Tendrá que revisar las 23 metas aplicando alternativas al 2030, para evitar el proceso de extinción de especies y su recuperación multiplicada para el 2050. Esto en el Marco Mundial de Biodiversidad de Kunming-Montreal aprobado hace dos años.
La iniciativa del Gobierno nacional de proponer a Colombia y en especial la ciudad de Cali como sede de la COP16, tiene sentido de oportunidad para aportar a la política internacional en desarrollo, sobre el declive mundial ambiental y su interrelación con las crisis económicas, sociales, culturales, que están acorralando la existencia de la vida, tanto humana como planetaria. Es lo que significan las guerras, las hambrunas, las pandemias, los abandonos de toda condición. Con la certeza de que la primera, la vida humana, aunque el exitismo civilizatorio propicie el espejismo del confort, tiene las amenazas más contundentes.
Cali es el Pacífico inmenso, con sus pueblos indígenas y afros, con su cordillera andina, su valle, sus ríos donde el Cauca es emblema de su historia. Reúne por su composición cosmopolita una representación de Colombia y una apertura a lo internacional y lo latinoamericano. Ciudad de culturas, universidad, tradiciones comunitarias y rebeldes. Cali ciudad libre y democrática, en contraposición a los sectores privilegiados.
El lema propuesto para destacar la cumbre es la PAZ CON LA NATURALEZA y así llamar la atención sobre la urgente necesidad de Colombia, nuestra América y el mundo: lograr la paz sustentable y estable. Se trata de superar las guerras contra la natura, los pueblos, la vida y la amenaza de extenderse a guerra nuclear y total.
La escena mundial con innúmeros conflictos y amenazas armadas lo muestran: Colombia, Ucrania, Palestina, Myanmar, Sudán, Yemen, Siria, El Líbano; China y Estados Unidos por el Océano Pacífico, incluyendo Taiwán y la Península de Corea. El inventario es incompleto, aunque hay que destacar la guerra de las drogas en nuestro continente.
De hecho, aparecimos tardíamente como homo sapiens hace 165.000 años, mientras la vida planetaria tiene unos 3.500 millones de años y la esfera continuará con el resto de vida, ante una guerra nuclear, por ejemplo. Con nuevas pandemias de grandes proporciones. O como consecuencia del cambio climático regresivo, la erosión de los suelos, la extinción de los ríos, las aguas y el envenenamiento de los océanos en una línea envolvente en todo el planeta. Con una fragmentación de lo holístico natural y una alteración, todavía mayor, de la secuencia genética.
Forman parte de la biodiversidad planetaria, el Ártico y la Antártida que contienen más del 70 % de las reservas de agua dulce de la tierra, pero que paulatinamente han sufrido los azotes de la crisis climática y a los propósitos económicos de las grandes potencias de someter tanto el continente blanco, la Antártida, como el océano blanco congelado, el Ártico. A éstos, hay que seguir asumiéndolos como Bienes Comunes de la Humanidad. Vale la pena recordar que nuestra isla de Malpelo tiene proyección geográfica sobre la Antártida, representada en el triángulo que forman sobre el mismo, los meridianos dentro de los cuales se enmarca la isla. Además del interés de participar en las investigaciones científicas en el Continente y Océano Blancos.
La COP16 se realiza en el segundo país más biodiverso, el primero es Brasil y estamos junto a Indonesia. De una riqueza esplendida de vida, una naturaleza múltiple, vibrante y majestuosa. Aunque es de señalar críticamente que el proceso destructivo de esta biodiversidad es alarmante, se acelera con el engranaje de los medios de producción y de consumo hegemónicos, con su espectro de financiarización y deuda transnacional. Así las cosas, la fractura metabólica sigue su impetuosa dinámica.
Hay otra Colombia subterránea con sus cuevas, cavernas y simas, sus riquezas del subsuelo, lo que completa un inventario de la geología y la diversidad climática. Una dimensión espeleológica con sus estalactitas, estalagmitas y otros valiosos espeleotemas. Una naturaleza cavernaria, oculta donde florece una biodiversidad distinta.
En Colombia y el mundo, estos asuntos se están asumiendo con una ecosofía militante, donde concurren los pueblos ancestrales, se concentra la biodiversidad y la sabiduría de unas experiencias y conocimientos transmitidos generacionalmente. Al igual que investigaciones universitarias y profesionales que están circulando, a lo que se suman los ambientalistas y ecologistas que luchan por defender modelos alternativos de vida y sociedad. Importante que la agenda contemple el Plan de trabajo global para los pueblos étnicos raizales.
La Cumbre de la COP16 es oportunidad para que, con creatividad y situados en Colombia, en diálogo con el mundo, podamos horizontalmente deliberar entre los pueblos indígenas y afros, los activistas y movimientos ambientales, los gobiernos y empresarios con el propósito supremo de defender y mejorar la vida a partir de lograr la paz con la naturaleza.
Se trata de una gran conversación ambiental, con espíritu crítico y movilizador, que acoja los logros de los distintos sectores sin hegemonismos y oficialismos. Donde se puedan enriquecer los enfoques, con la ecosofía como pauta metodológica.
Ojalá las mujeres en todos los sectores, sean destacadas protagonistas, transversalmente con sus propios sentimientos y saberes. Que se realce la relación cualitativa entre mujeres y naturaleza, entre ambientalismo y feminismo. Y el programa de acción, destaque inequívocamente esta interrelación como factor aglutinante y la clave para una conciencia global, un sentimiento de humanidad trabajadora y una praxis con esperanza.
La Cumbre ambiental es la oportunidad de resaltar nuestra tradición anfibia–hidráulica, con sus ríos continentales con el Magdalena como el cordón de la unidad nacional y que tenemos responsabilidad y usufructo del río tutelar del Amazonas. Al igual, que resaltar el carácter telúrico, boscoso y su inmensa riqueza oceánica, el Pacífico y el Atlántico con sus lechos y profundidades.
*Profesor Emérito Universidad Nacional de Colombia.