POR ALFONSO AVELLANEDA CUSARÍA*
Documento para discusión en la construcción de un Programa de la campaña electoral SOY PORQUE SOMOS a la Presidencia de la República de la compañera Francia Márquez.
La crisis ambiental es la mayor de las pandemias bajo capitalismo. Vivimos en la época actual de globalización neoliberal, bajo el dominio del capitalismo que se ha mostrado en toda su plenitud destructiva de la vida en el Planeta Tierra con escenarios de barbarie a lo largo y ancho de los países y territorios ancestrales desde las metrópolis capitalistas como Nueva York, asolada por la pandemia del Covid-19, pasando por la vieja Italia cuna de imperios, hasta los pueblos y ciudades de Asia, África, América Latina y Oceanía. A esto se aúna que, a pesar del encierro pandémico de la inmensa mayoría de la población, mediante el cual se violan los derechos fundamentales, nunca antes se ha vivido una profundización de la destrucción de la selva Amazónica y de extensas zonas de montañas por las explotaciones mineras a cielo abierto a lo largo y ancho del mundo. Para estos procesos no hubo pandemia sanitaria, como tampoco para los miles de miles de pobladores rurales que han tenido que abandonar sus territorios por la violencia extractivista durante los últimos dos años.
De esta forma la crisis ambiental se configura como una falla en el proceso civilizatorio de la humanidad, es decir está estrechamente ligada a los procesos antropogénicos que, bajo el modo de producción capitalista, ha conducido a la humanidad a destruir las condiciones de la vida en el Planeta Tierra. Para Colombia se pueden revisar las siguientes cifras en cuando a producción ecológica de algunos de sus ecosistemas los últimos 50 años:
• Para 1970 el Río Grande de la Magdalena producía 70.000 toneladas de peces al año y para 2020 se ha reducido a menos de 5.000 toneladas año.
• Ríos como el Bogotá, Cauca, Medellín, Otún, Suárez, Chicamocha, Sinú, ven liquidadas sus condiciones de vida acuática y salen muertos, es decir sin oxígeno, al paso por las metrópolis urbano-industriales.
• Cuencas como la del rio Atrato, San Juan han sido destruidas los últimos años para satisfacer el extractivismo del oro propiciado por el Estado a grandes intereses nacionales e internacionales, lo cual ha destruido territorios completos de comunidades negras a lo largo del Chocó biogeográfico.
• En las zonas de páramos y subpáramos, territorios de nacimiento y regulación de las principales fuentes hídricas que alimentan a la población colombiana se ha intensificado la agricultura de cultivos de papa, la explotación minera a cielo abierto y la ganadería intensiva, con la tolerancia y las licencias ambientales de las autoridades ambientales, constituidas como centros de corrupción e ineficiencia.
• Ecosistemas Estratégicos para la producción de agua como el Bosque Seco Tropical y el Bosque Alto Andino, están en vía de extinción por el avance ganadero y minero.
• Los bosques y humedales que caracterizaron los entornos de las ciudades y pueblos a lo largo y ancho de la nación han desaparecido por la minería y una ocupación por la población en su mayoría de desplazados por las violencias en el campo, para dar lugar a asentamientos humanos de pobreza, miseria, hambre constituyendo escenarios donde la violencia anida y la dignidad humana pierde sentido y solo es posible sobrevivir por la resistencia de las comunidades con su trabajo y creatividad en estas condiciones adversas.
• La sobre explotación de las aguas subterráneas, su contaminación y la destrucción de las zonas de recarga de los acuíferos, esenciales para el mantenimiento sustentable de la oferta hídrica sin que haya habido estudios sobre estos.
• La destrucción de las selvas del Amazonas, Choco Biogeográfico y Catatumbo durante los últimos años, intensificada posterior a los acuerdos de La Habana, debido a una ineficiencia, tolerancia y/o aprobación de Estado, ha profundizado la violencia contra los campesinos, indígenas, colonos y afrodescendientes en estas regiones.
Todas las anteriores situaciones han profundizado el hambre, la miseria, el destierro y la crisis social de la mayoría del pueblo colombiano.
Frente a esta situación, toda solución que busque superarlas con iniciativas de reforma de las condiciones de vida a través de políticas, programas y proyectos para mejorar las condiciones vida in situ, dentro del modelo actual esta condena al fracaso. La respuesta para superar esta pandemia requiere profundas transformaciones civilizatorias con la participación de toda la población para cambiar radicalmente el modo y forma de la relación de la sociedad con sus entornos, que rompan las cadenas consumistas, las segregaciones económica, social, étnica, económica y ecológica y construyan racionalidades ambientales que eviten la aniquilación de la esencia humana. (Leff, 2019. El Fuego de la Vida).
De acuerdo a lo anterior se proponen los siguientes elementos para configuración de un Programa Ambiental desde el Pacto Histórico:
Construcción de una política ambiental desde el ambientalismo popular que tenga como ejes los siguientes:
– Enfoque territorial, que debe considerar las necesidades de todos los territorios a lo largo y ancho de la nación.
– Reforma agraria integral que modifique la tenencia de la tierra, elimine el régimen terrateniente, buscando equidad en el acceso y uso de las tierras y las asociaciones de agricultores como motores del desarrollo rural.
– Formulación de un programa energético que propicio un salto entrópico desde el uso de biocombustibles hoy predominante al uso de energías limpias y sustentables como la solar en todas sus manifestaciones y la geotérmica y otras no menos importantes del mismo orden. Rechazo a la energía nuclear.
– Construcción social participante y decisoria que implique además grandes jornadas sociales de afirmación territorial permanente, para la construcción de cartografía social que defina los usos del suelo y que genere propuestas de construcción de territorios ambientalmente sustentables y democráticos.
– Construcción democrática participante de propuestas de adaptación al cambio climático y control de los factores que profundizan la crisis climática como son el uso de combustibles fósiles, los biocombustibles a partir de los grandes monocultivos de palma africana y otros cultivos que afectan la seguridad y soberanía alimentaria y deterioran o destruyen la biodiversidad.
– Control y regulación de las actividades extractivas que deben ser concertadas con las comunidades locales. Consulta Previa decisoria para territorios étnicos y campesinos.
Respeto a los territorios, lo que implica el reconcomiendo a las cosmovisiones de los pueblos ancestrales y campesinos.
– Destinación de un porcentaje de los Planes Nacionales de Desarrollo y de los planes de los entes territoriales que se corresponda con las necesidades de restauración ecológica y conservación ambiental y el agua como eje estructurante de los territorios, de acuerdo a metas definidas por las comunidades que garanticen el derecho al medio ambiente sano.
– Enfoque ecofeminista, que reconozca el papel de la mujer en la construcción de una sociedad con equidad y justicia ecológica y social.
– Reconocimiento de los sistemas productivos indígenas, afrodescendientes y campesinos y sus formas de organización colectiva para dejar de lado la agricultura de uso intensivo de agroquímicos y se profundice la agroecología y la silvicultura como ejes del desarrollo social y económico en el sector rural.
– Fortalecimiento de la soberanía alimentaria a partir del reconocimiento de la biodiversidad y las cultivariedades locales y regionales y los derechos de los agricultores a definir sobre su conservación, uso y manejo.
*Miembro de la Red Socialista de Colombia.
.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.