POR FRANCISCO SIERRA CABALLERO* /
Que una de las revoluciones por venir del siglo XXI es lo común, es una evidencia desde el ensayo de Laval y Dardot. Urge por ello analizar qué obstáculos limitan o determinan el proceso de transformación histórica desde la izquierda. En su último libro, César Rendueles aporta elementos para este debate en forma de caja de herramientas.
Más allá de las investigaciones de Elinor Ostrom y sus categorías económicas, el trabajo aborda el núcleo esencial del antagonismo y la transición postcapitalista analizando los comunes como instituciones sociales colaborativas desde las experiencias acumuladas en el tiempo. Decía Max Horkheimer que toda reificación es una forma de olvido, por ello conviene reconstruir en el debate contemporáneo la historia de las formas de autogestión a la hora de administrar los medios de subsistencia, y cuestionar cómo es posible promover una transición ecológica justa.
Uno de los méritos del trabajo en este sentido es la exhaustiva revisión de la literatura y los debates conceptuales y terminológicos sobre lo común con una original revisión teórica y analítica consistente en el que se plantea desde la historia de los cercamientos y el origen de la clase obrera al ecologismo político en diálogo con autores como E.P. Thompson, Eric Hobsbawn o Maurice Dobb, entre otros. Como trasfondo, más allá del proceso de acumulación originaria, el ensayo remite al concepto central de autonomía, al problema de la soberanía popular sobre los medios de producción, hoy extensible a los medios de vida y sostenibilidad del planeta. De la tragedia de los comunes al movimiento ecologista internacional, la cuestión es politizar la cooperación ante los retos que marcan:
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La defensa de los comunes y la disputa en torno al acceso colectivo al sustento material.
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La resistencia ante la expropiación comunal
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Las rebeliones contra la acumulación originaria como pérdida de autonomía y libertad.
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El dualismo Estado-Mercado y la acumulación por desposesión.
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Y la tecnocracia como gestión antidemocrática ante el proceso de transformación de la llamada cuarta revolución industrial.
Para ello, Rendueles plantea cuatro ejes contemporáneos a explorar y tomar en consideración:
- El espacio social emergente que introduce la tecnología digital y las prácticas colaborativas en red.
- El activismo tecnológico en pro de los comunes digitales.
- El nuevo constitucionalismo latinoamericano (Venezuela, Bolivia, Ecuador) que reconoce la dimensión comunal como pilar de toda forma de sociedad.
- Y las políticas públicas para dar forma, de Veblen a Weber, a lo común: de la costumbre a la norma, de la autonomía a la heteronomía y de lo micro a lo macro.
Tales frentes culturales formaron parte de la discusión en espacios como el Foro Social Mundial, y apuntan directamente al problema o moraleja sociológica sobre el precio a pagar por el bienestar material, el crecimiento tecnológico y la libertad individual. El problema de la modernidad realista, analizado magistralmente por Bolívar Echeverría, nos lleva en esta dirección a repensar el Ethos Barroco, o en términos políticos la posibilidad del Estado de Bienestar tras la crisis terminal del neoliberalismo en 2008. Un debate, el propio de la Agenda 2030, que tiene lugar en un contexto de narrativas del colapso que validan la hipótesis de Zizek: es más fácil imaginar el fin de la humanidad que la propia superación del capitalismo.
Más allá de los dilemas de la acción colectiva y la miopía cognitiva sobre la emergencia climática, se pueden documentar con todo numerosas iniciativas locales sobre los comunes que extienden el lenguaje de los vínculos más allá de las políticas de bienestar, si bien requieren desentrañar problemas implícitos como uno de los objetivos principales que nos sugiere este ensayo, a saber:
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El comunitarismo como repliegue y mitificación tradicionalista
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La crítica de la elección racional de ciertas lógicas libertarias que afrontan los comunes.
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La vindicación del pluralismo basado en la reciprocidad e igualdad.
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La construcción de una institucionalidad que combine Estado y Comunidad, frente al Mercado.
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La cultura del diálogo y la democracia participativa.
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La importancia de la comunicación y la autogestión.
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Y el diseño de proyectos comunales universalistas con sistemas de resolución de conflictos internos y externos a gran escala.
Toca pues tras su lectura avanzar en esta dirección que nos propone el autor, explorando los tiempos profundos y el nuevo materialismo de la geofísica de la información, aprendiendo del consejismo y la autogestión experimentados en países como Yugoeslavia, disputando el sentido de la compleja relación entre democracia, participación y libertad, abordando radicalmente, como núcleo central del nuevo capitalismo financiero, la transformación digital y la siliconización de la economía uberizada y, desde luego, politizando la acción pública institucional. Pues, en palabras del propio Rendueles, enfrentamos un gran reto de transformación de la izquierda en esta materia.
Como concluye Rendueles, “los comunes son una fuerza del pasado, por decirlo con Pasolini, una cámara de eco milenaria que armoniza la miríada de voces que hoy luchan por un futuro en el que por fin se materialice la promesa ilustrada de una sociedad en la que el libre desarrollo de cada uno sea la condición para el libre desarrollo de todos. En palabras de William Morris, una sociedad en la que no haya ni ricos ni pobres, ni señores ni vasallos, ni ociosos ni explotados, ni trabajadores intelectuales alienados ni trabajadores manuales consumidos; en definitiva, en la que todas las personas vivan en igualdad de condiciones y puedan ocuparse de sus asuntos fructíferamente, y con la plena conciencia de que dañar a una significa dañar a todas las demás: La materialización al fin del sentido de la palabra comunidad”.
*Diputado por Sumar en el Congreso de España.
Mundo Obrero, España.