POR JULIO CÉSAR CARRIÓN CASTRO
‘1984’
«La ignorancia es la fuerza, la libertad es la esclavitud, la guerra es la paz…».
Estas consignas, por paradójico que parezca, por irracionales, aterradoras y absurdas, al estar cargadas de contradicciones, incongruencias e incoherencias, constituyen la base sustantiva del quehacer gubernamental de los Estados contemporáneos, llámense totalitarios, autoritarios, despóticos o graciosamente «democráticos»…
‘1984’ de George Orwell, es una obra clave para entender los mecanismos de vigilancia, control y represión en que se sustentan esos «diversos» Estados-espectáculo que publicitan los «derechos» y las obligaciones de esas montoneras humanas que suelen denominar «ciudadanos»…
El “doble pensar», es decir, el defender simultáneamente un planteamiento, una idea y su contraria u opuesta, sin perder la cordura; la «Policía del Pensamiento», encargada de establecer una especie de ingeniería conductual o «pensamiento único»; el «Ministerio del Amor», atento a la angustia y la desesperación de las masas; la constante adulteración de la historia según los intereses de los gobernantes, la persecución y aniquilamiento de todo contradictor o disidente, bajo la presunta validez de las horas, los días y las semanas del odio, promovidas por los acuciosos medios de información; el permanente espectáculo electoral que se presenta como todo un ritual de consulta popular, mientras de manera subrepticia se alcanzan los «acuerdos» entre los distintos grupos o empresas electoreras disfrazadas con falsas ideologías y falsos «programas»…
Toda esa farsa, toda esa impostura y fingimiento que establece el «Gran Hermano» que vigila, direcciona y castiga, ya hace rato que lo estamos viviendo y padeciendo en el mundo moderno, en las abigarradas sociedades de masas de hoy, sumergidas en unas deletéreas condiciones de existencia que las acerca a la animalidad; sociedades centradas en la manipulación lograda gracias a los cotidianos espectáculos, a la ponderación de estúpidos ídolos del «deporte», a la farandulería carente de toda dimensión estética y a la «lnfocracia», mediante la cual «el discurso se sustituye por los datos. El procesamiento algorítmico del big data tiene que incluir a la población. Los dataístas incluso afirmarían que la inteligencia artificial escucha mejor que los humanos», llegando a conseguir que quien ofrezca mejores espectáculos ganará en las farsas electorales, como, con tanta precisión, lo denuncia Byung-Chul Han…
Los tiempos que corren hacen necesario mantenernos alerta porque el Gran Hermano permanentemente nos vigila y controla haciéndonos creer que representa el llamado Nuevo Orden Mundial, es decir, el mejor de los mundos posibles.