POR FERNANDO PANESSO JIMÉNEZ Y REINALDO GIRALDO DÍAZ /
Los ataques aéreos de Estados Unidos y la OTAN contra hospitales en el Líbano y Gaza, así como los francotiradores que asesinan niños apuntando y luego disparando contra sus cabezas y corazones, hacen parte de una misma estrategia de terror y deshumanización. Esta estrategia busca sembrar el miedo y la desesperanza en las comunidades afectadas, y socavar la capacidad de los sistemas de salud para responder a las necesidades de la población. La doctrina Dahiya es una estrategia militar y de seguridad agenciada por las Fuerzas de Defensa de Israel (FDI) por orientación del Comando Central de los Estados Unidos, el Pentágono y la OTAN, que se refiere al uso de una fuerza desproporcionada en áreas consideradas como bases de operaciones de grupos hostiles. El término se deriva de un barrio llamado Dahiya, en Beirut, Líbano, que es un bastión de Hezbollah. La doctrina consiste en la práctica del genocidio basándose en la idea de debilitar a la población civil y en la destrucción de la infraestructura civil de los pueblos que son defendidos por lo que Occidente denomina grupos hostiles.
Bajo la doctrina Dahiya, Estados Unidos, el aparato militar industrial norteamericano, el Pentágono, la OTAN e Israel financian francotiradores para asesinar niños, pilotos de aviones y controladores de misiles y drones para bombardear hospitales, barrios pobres, poblados deprimidos, acueductos y arrasar cultivos. Los hospitales, que, según el Derecho Internacional Humanitario (DIH), deben ser respetados por los bandos en guerra, porque son lugares de refugio y curación de heridos, se convierten por Estados Unidos, la OTAN e Israel en objetivos militares, dejando a los médicos y enfermeras sin recursos para salvar vidas. Mientras tanto, los francotiradores, con una precisión mortal, seleccionan a sus víctimas, los niños, para dispararles en la cabeza y el pecho.
El objetivo de Occidente hegemónico no es matar combatientes, sino destruir el futuro de una generación. Esta estrategia no solo viola las leyes de la guerra y los derechos humanos, sino que también revela una falta de humanidad y compasión. En conflictos armados en los que participan Estados Unidos, el Pentágono, la OTAN y los países alineados con Occidente hegemónico, la infraestructura civil y los civiles, especialmente los niños, son los más afectados. Esto también aplica para conflictos armados internos, como es el caso del colombiano.
El genocidio practicado por el decadente hegemonismo occidental va dirigido a destruir el cuerpo en todas sus formas, no solamente se dirige a la destrucción de viviendas, hospitales, centros de atención médica, sino también a no dejar vestigios de una comunidad milenaria como la musulmana, que, en los siglos trece, catorce y quince, con su saber y sus desarrollos tecnológicos y científicos le extendió la mano a la Europa empobrecida y enferma especialmente para que saliera de las miserias que arrastraba, entre ellas, el oscurantismo que la cristiandad había cimentado (el aporte de la cultura musulmana, china e hindú a Occidente, ya ha sido registrado por estudiosos de todo el planeta).
Estados Unidos, con su mayor base militar en Oriente Medio, Israel, y aplicando sus doctrinas militares de colonización, saqueo y usurpación, no ha podido deshacerse de esta comunidad milenaria musulmana, la cual ha resistido a la llamada modernidad occidental que busca hacerse a las ingentes riquezas de su subsuelo, a fin de obtener las materias primas que el capitalismo corporativo requiere para alimentar su gigantesco aparato productivo y militar.
Irán, obligado por los hechos criminales y el genocidio practicado en los territorios de Gaza y el Líbano contra los pueblos originarios, ha dado una respuesta contundente en el terreno militar. Irán clama por la salida del régimen sionista de Israel y proclama se respete el Estado de Palestina, ya reconocido por la Naciones Unidas. Por su parte, los gobiernos de los países que están bajo las órdenes de Estados Unidos, el Pentágono y la OTAN siguen apoyando el genocidio a pesar de las protestas y el rechazo de millones de ciudadanos. La opinión pública norteamericana ha sido una de las primeras voces en rechazar esta guerra alentada y financiada por los Estados Unidos.
La guerra no ha terminado y el pueblo musulmán, en todas sus expresiones, se alista a defender a sus pueblos hermanos, sus tierras, su cultura, sus territorios y sus vidas. El genocidio de Estados Unidos, el Pentágono, la OTAN e Israel en Oriente Medio no pasa impunemente ante los ojos de los pueblos del mundo.
Voces de todos los pueblos del mundo vienen expresando solidaridad con los pueblos de Gaza, el Líbano, Yemen, Siria, Cisjordania, Irak y rechazan el genocidio, las violaciones de derechos humanos y del Derecho Internacional Humanitario perpetradas por Estados Unidos, el Pentágono, la OTAN e Israel.
Ensañamiento con Yemen
Estados Unidos ataca el país más pobre del Medio Oriente, Yemen. El país más poderoso militarmente de la tierra se ensaña contra el pueblo más pobre de Oriente Medio, el yemení, participando activamente en su genocidio.
Yemen ha sido escenario de una devastación masiva, con bombardeos que han destruido hospitales, escuelas y viviendas, sumiendo a la población civil en una de las peores crisis humanitarias de la historia reciente. El bloqueo impuesto durante décadas por Estados Unidos ha impedido el acceso a alimentos, medicinas y otros bienes esenciales, condenando a millones de personas al hambre y la muerte. El ataque aéreo de Estados Unidos este jueves 17 de octubre de 2024 contra el pueblo yemení, con la excusa de destruir instalaciones de armas controladas por los hutíes en Yemen, subrayando el papel de éstos en ataques a embarcaciones en el Mar Rojo y el golfo de Adén, y la supuesta amenaza que representan para el comercio internacional y la seguridad regional. El ataque se enmarca en el genocidio practicado por Estados Unidos en la región, argumentando la necesidad de proteger la navegación y la estabilidad de las rutas marítimas más importantes del mundo.
El conflicto en Yemen va más allá de los hutíes o la libertad de navegación. La intervención de Estados Unidos busca mantener una guerra brutal que genere una crisis humanitaria catastrófica.
El enfoque militar estadounidense, bajo el pretexto de combatir a los hutíes y proteger intereses estratégicos, debe verse como una extensión de su influencia en la región, que ha profundizado la devastación y sufrimiento del pueblo yemení. Los bombardeos de este jueves 17 de octubre hacen parte de una injerencia extranjera prolongada que pretende controlar la región a través del genocidio de los pueblos.
La respuesta hutí a los bombardeos, reiterando su apoyo a Gaza y su postura contra Israel, muestra cómo los pueblos se solidarizan para proteger y defender la vida.