La encrucijada jurídica de las ballenas jorobadas y su mundo marino

Avistamiento de ballenas en isla Gorgona en el Pacífico colombiano.

POR ARMANDO PALAU ALDANA /

Guapi, tierra que vio nacer a Helcías Martán Góngora, el Poeta del Mar, como le apellidó Neruda, fue embarcadero, faro, puerto y albergue de los legionarios de la Expedición Gorgona 2023: Francisco Cabrera Gutiérrez, Rubén Chávez López y Armando Palau Aldana. La misión tenía varias aristas: saludar a las ballenas jorobadas, los delfines moteados, las tortugas carey, los monos capuchinos, los lagartos azules, los murciélagos fruteros, las serpientes coral Gorgona y los demás seres vivos que conforman el biodiverso mundo marino de la Isla Ciencia.

También estaba establecido el propósito de ejercer veeduría al estado de las licenciadas obras de la Base Militar en el Parque Natural Gorgona, avaladas por la Ministra de Ambiente, Susana Muhamad, y por el Director de la Autoridad de Licencias Ambientales, Rodrigo Negrete, altos funcionarios del Gobierno Petro, lo que hace suponer que esa vocería representa el pensamiento del Presidente, aunque sea esencial escuchar su postura sin intermediación para identificar la concordancia o discrepancia con su taquillero discurso ambiental ante el mundo.

En la última semana de julio solicitamos autorización para albergarnos en la casa que hospeda a la Comisión Científica de Gorgona, pero casualmente para la primera semana de agosto, desde la Dirección Regional del Instituto Colombiano Agropecuario, se emitió una advertencia sanitaria de restricción de ingreso a Isla Gorgona para identificar un probable brote de gripa aviar, la cual sirvió de sustento para que el Director de Parques Nacionales cerrara la entrada al Parque Gorgona y nos negara adicionalmente permiso para una breve inspección periodística.

En cambio, en una evidente discriminación, el Director de Parques le permitió el ingreso a la enconada y antipetrista periodista española Salud Hernández, durante la cuarentena por la Influenza Aviar decretada entre marzo a junio, epidemia cuya tasa de mortalidad de Pelícanos fue de 1600, mientras la actual solo llega al 10% aún sin diagnóstico veterinario contundente. Por ello la Expedición Gorgona no pudo arribar a la isla y solo pudimos hacer un avistamiento de paso hacia Playa Bazán en las lanchas de los Hermanos Aguiño.

Encontramos unos cinco tríos de ballenas jorobadas (la parturienta Yubarta, su ballenato y un macho escolta), dos pequeños delfines moteados y una tortuga Carey, quienes arribaron a nuestro encuentro para legitimar el poder de representación judicial de abogados de oficio ante las autoridades ambientales, el Tribunal de Cundinamarca, el Consejo de Estado y la Comisión Interamericana de Derechos Humanos en Washington y ésta semana ante la Corte Suprema de Justicia y el Consejo de Derechos Humanos de Naciones Unidas en Ginebra.

La lucha por la defensa de estos míticos seres vivos ha sido una verdadera encrucijada jurídica, algunos despistados nos han manifestado su temor reverencial por nuestro enfrentamiento con el Fondo Antinarcóticos de Estados Unidos, algunos petristas nos han insinuado la inconveniencia político electoral de este arduo debate, mientras que la socarronería pulula por el Ministerio de Ambiente, la Autoridad de Licencias Ambientales y la Sección Quinta del Consejo de Estado, además del silencio de la Comisión Interamericana de Derechos.

Nuestra Interamericana Corte de Derechos Humanos en consulta del Estado de Colombia (noviembre 2017), justipreció que la degradación del medio ambiente puede causar daños irreparables en los seres humanos, por lo cual un medio ambiente sano es un derecho fundamental para la existencia de la humanidad, aún en ausencia de certeza o evidencia sobre el riesgo a las personas individuales, por su importancia para los demás organismos vivos con quienes se comparte el planeta, también merecedores de protección en sí mismos.

Base militar en Gorgona.

Hace ya un lustro, el Relator Especial de las Naciones Unidas sobre los derechos humanos y el medio ambiente, dijo que los Estados deben abstenerse de vulnerar los derechos humanos causando o permitiendo que se causen daños ambientales; proteger frente a las injerencias perjudiciales en el medio ambiente procedentes de otras fuentes, y adoptar medidas efectivas para garantizar la conservación y el uso sostenible de los ecosistemas y la diversidad biológica, de los que depende el pleno disfrute de los derechos humanos.

Esta férrea e indeclinable defensa de esas hermosas Ballenas Yubarta, que arquean su lomo al exhalar e inhalar el aire de sus poderosos pulmones en la superficie de los mares de Poseidón y por tanto distinguidas como Jorobadas, y todo su mundo marino, ha sido una verdadera encrucijada jurídica porque ciertamente existe un fuerte lobby de la diplomacia gringa en el alto gobierno y corporaciones judiciales al que nos enfrentamos con estoicismo, por eso se hace pertinente acudir a una mayor independencia del Consejo de Derechos Humanos de Naciones Unidas.

El silencio de Petro sobre los cuestionamientos a la construcción de la Base Militar financiada por el Tío Sam como también el mutismo de Francia, no nos dejan otra opción que acudir a los ambientalistas del Parlamento Europeo para generar opinión pública internacional, para atajar ese discurso que se va tornando de doble moral cuando nos recuerda el adagio que pregona “luz en las calles del mundo y oscuridad en la casa grande” que se anuncia como potencia mundial de la vida, al permitir horadar la sala de partos de los Ballenatos y desove de las Tortugas Carey.

Aunque respaldamos a viva voz la elección de este gobierno de transición, respecto de la Base Militar en el Parque Natural Gorgona toda esta farsa nos evoca “Mentira”, el tango que en 1932 Celedonio Flores escribió y Francisco Pracánico musicalizó; “Muñequita de trapo/que yo adoré santamente/y fingías quererme…/¡Mentira, mentira! ¡No tiene perdón!/ (…) / No te vengo a mendigar/cariños que tal vez/a otros le entregaste/como a mí, / ni me arrepiento/de haberte querido así”.

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