POR LUZ MARINA LÓPEZ ESPINOSA
El pavoroso espectáculo que vive hoy la humanidad entera, en vivo y en directo, contempla el horror del genocidio cometido contra un pueblo inerme e inocente. ¿De qué cargo se acusa? Por milenios perdidos en la noche de los tiempos, habitar una tierra a la que unos forasteros llegaron a reclamar suya, fundado, quien lo creyera, en una impostura religiosa.
Esta impostura es que tales extranjeros ─europeos para más señas─, gota a gota primero, masivamente después, llegaron a Palestina con el propósito expreso de apoderarse de esa tierra eliminando a sangre y fuego a sus moradores ancestrales, que convivían pacíficamente con sus convecinos incluidos judíos. Para los invasores esta tierra es el “Gran Israel”.
¿Y qué cosa es esa? Pues nada menos que la instrumentalización político militar del judaísmo y el sionismo, que se hace de la Biblia. Según el Génesis ─uno de los 47 libros del Antiguo Testamento─, Yahvé entregó esa tierra a Abraham. Luego es de ellos y punto. Y esa entrega ni siquiera en la noche de los tiempos como la posesión palestina, sino en las tinieblas del mito religioso. Es decir, sin absolutamente ninguna base histórica.
Lo anterior, a pesar de que muchos de esos sionistas son ateos. Pero para dar forma a esa doctrina que, sobra decir, es profundamente materialista y de espiritual no tiene nada, bien les vale el argumento de autoridad de invocar a Dios. Con lo cual colocan un listón muy alto al impugnante que, con estribo en la razón y el libro de historia en la mano, pretenda demostrarles el sinsentido de su “tesis”. “Vayan y arreglen su problema con Dios” tienen la insolencia de argüir triunfales.
Ese pavoroso cuadro de criaturas mutiladas de brazos y piernas, de bebés naciendo del vientre de sus madres asesinadas, de miles de niñas y niños huérfanos con la angustia en sus rostros preguntando ¿dónde está mamá?, y de otros tantos quemados con fósforo blanco, nunca será bastante enrostrárselo al pérfido actor y a los poderes del mundo tras él, léase EE.UU. y la Unión Europea (UE) los principales.
Porque la injuria que para los pueblos del mundo supone tener que soportar impotentes tanta ferocidad, no significa otra cosa que la humanidad en derrota. Sí. Son los tiempos más aciagos que hayamos vivido, desde ese nefando agosto de 1945 cuando con razones tan infames como las de Israel hoy, Estados Unidos desató el holocausto nuclear.
Por eso, lo del “Gran Israel” tiene una proyección de guerra y muerte que va más allá de la indispensable ─en el ideario sionista─ limpieza étnica que lleva al genocidio palestino.
¡Alerta mundo árabe! ¡Alerta humanidad! Es que lo que Yahvé habría entregado a Abraham y los sionistas reclaman como propio y por lo que van, incluye lo que es hoy Jordania, Líbano, Egipto, Siria, Arabia Saudita e Irak.
Semanario Voz, Bogotá.