La insuficiencia de la razón

POR ALEJANDRO QUINTERO GALEANO

“Cogito, ergo sum “, Pienso, luego existo, frase de René Descartes (1596-1650) uno de los padres fundadores del Racionalismo y Renacimiento europeo o Siglo de las Luces en Occidente; más tarde Immanuel Kant (1724-1804) nos hablaba del “imperativo categórico” o norma moral universal fundamentada en la razón, premisa según la cual, cada persona es llevada a actuar según la norma que crea se pueda convertir en universal.

Hoy vemos que después de tres siglos de racionalismo los seres humanos somos incapaces de entendernos a través de la razón. La razón es un proceso mental que aun aproximándonos a la realidad de forma concreta no incluye los intereses en juego entre los individuos pertenecientes a las clases sociales en cada época histórica determinada. Por ello, sigue teniendo vigencia la afirmación de Marx y Engels:

“Toda la historia de la sociedad humana, hasta la actualidad, es una historia de luchas de clases. Libres y esclavos, patricios y plebeyos, barones y siervos de la gleba, maestros y oficiales; en una palabra, opresores y oprimidos, frente a frente siempre, empeñados en una lucha ininterrumpida, velada unas veces, y otras franca y abierta, en una lucha que conduce en cada etapa a la transformación revolucionaria de todo el régimen social o al exterminio de ambas clases beligerantes.[1]

Son múltiples los ejemplos de esta realidad incluyendo los orígenes del sistema capitalista[2], que nos rige en la actualidad, con la expulsión violenta de siervos, campesinos, el despojo y la apropiación ilegal de sus tierras, la legislación acorde a la explotación laboral -incluyendo el trabajo infantil, de hombres y mujeres con horarios extensos y en condiciones de inseguridad e insalubridad, la penalización de los vagabundos- y la colonización de los continentes africano y americano, como factores impulsadores de su primera era comercial; posteriormente, el desarrollo de la era industrial -industrialización y tecnificación del trabajo y el desarrollo de los movimientos obreros y sindicatos- y luego, la financiarización, dominio del sistema financiero internacional con la globalización económica, los Tratados de Libre Comercio (TLC) y con la desregulación, tercerización y precarización del trabajo, el desmantelamiento de los sindicatos, en el modelo neoliberal actual.

En este transcurrir histórico hemos sido testigos de cómo el Estado moderno, como aparato institucional, con sus tres ramas del poder: ejecutiva, legislativa y judicial, ha sido instituido para la defensa de los intereses de la clase dominante, nacional e internacional; así como, los organismos internacionales, creados posterior a la Segunda Guerra Mundial: Organización de Naciones Unidas (ONU), Organización del Tratado Atlántico Norte (OTAN), etc., y sus acuerdos como el de Bretton Woods, donde se crearon el Fondo Monetario Internacional (FMI) y el Banco Mundial (BM), estableciendo el dólar estadounidense como moneda de referencia internacional; y posteriormente, en 1995, la fundación de La Organización Mundial del Comercio (OMC). Hechos que han significado la concreción del dominio de clase e imperial en este tiempo.

En los últimos años el sistema capitalista mundial, con el modelo neoliberal, ha entrado nuevamente en crisis. La crisis financiera del 2008, la inflación global, la estanflación[3] y amenaza de recesión económica mundial actual, así lo demuestran. Así como, la crisis ambiental planetaria con el calentamiento global, secundario a la destrucción de los recursos naturales y la utilización de combustibles fósiles, la pandemia, las hambrunas, la concentración abismal de la riqueza, según Oxfam: “El 1 % más rico ha acaparado casi dos terceras partes de la nueva riqueza generada desde 2020 a nivel global (valorada en 42 billones de dólares), casi el doble que el 99 % restante de la humanidad. Durante la última década, el 1 % más rico ha capturado alrededor del 50 % de la nueva riqueza”[4]. Situaciones que ponen en vilo el futuro de la especie humana y de muchas de las especies que nos acompañan en el planeta. 

Las invasiones a Afganistán, Irak, Libia, entre otras, y la disputa en diferentes territorios, incluyendo los bloqueos económicos, comerciales y financieros a países con ideologías contrarias a los intereses imperiales, así como, la guerra reciente de Ucrania, demuestran el desespero del imperio por la caída de su economía y la pérdida de su dominio mundial.

Sería inocente de nuestra parte con toda la historia reciente de la humanidad continuar creyendo en conceptos abstractos universales esbozados por el país del norte para justificar sus acciones como “razón, derechos humanos[5], libertad y democracia”, términos que muy por el contrario en las condiciones concretas de la realidad han servido de ocultamiento de la lucha por los intereses económicos y de dominación, de subyugación e imposición de intereses, de explotación, despojo y apropiación ilegal de los recursos naturales; en otras palabras, hacen parte de sus intereses geo-estratégicos, geo-económicos y geo-políticos.

Le debemos a Antonio Gramsci (1891-1937) el término Hegemonía “como la unidad de la dirección política, intelectual y moral que ejerce una clase social sobre el resto de la sociedad en un momento histórico dado” [6], para la cual, actualizándola a la época, dicha clase dispone de los medios ideológicos: educación, iglesias, medios masivos de comunicación (televisión, cine, radio, prensa, internet) e incluso represión y violencia, con la ley y los organismos de seguridad estatales y para-estatales, que le aseguren su dominación sobre las clases explotadas o subalternas[7].

Cuando en Colombia tenemos un gobierno progresista que quiere instituir las políticas que permitan una apertura democrática como: la paz total, la reforma tributaria, agraria, laboral, salud y pensiones, educación, justicia, medidas como el control del precio de los servicios públicos y peajes, etc., vemos cómo surgen en seguidilla toda una protesta de parte de las élites políticas y económicas que se han beneficiado durante todos estos años del Estado (por lo menos desde mediados del siglo XX ,según el profesor Eduardo Sáenz Rovner[8]), utilizando -como era de esperar- sus empresas y el poder mediático con sus canales de comunicación. Pero vemos, además a otros sectores sociales, pertenecientes a las clases sociales medias y bajas, que sin ser parte de esa élite han caído en tal confusión –creada- que los hace ir en contra de sus propios intereses para defender los de sus explotadores en una situación de alienación oponiéndose a dichas reformas.

Un ejemplo concreto a esta situación lo representa la reforma a la salud. La Ley 100 de 1993 instituida en el marco de la política económica neoliberal que privatizó el servicio de salud perjudicando a millones de colombianos y beneficiando a los grandes grupos económicos dueños de las Entidades Promotoras de Salud (EPS), las cuales aumentaron sus ganancias de forma extraordinaria, entrando al selecto grupo de las empresas más rentables del país (siete EPS: Nueva EPS, Sura, Sanitas, Salud Total, Famisanar, Coosalud y Mutual Ser se encuentran entre las 50 de 1000 empresas con mayores rendimientos operacionales para el año 2021[9]); mientras, la red hospitalaria pública ha persistido en su deterioro llevando a cierres y deficiencias de prestación de servicios -principalmente en las áreas periféricas de mayor pobreza y necesidad-, la red privada se queda sin recursos -por la retención de dineros de parte de las EPS- dificultando la consecución de suministros y el pago oportuno de todo el personal que incluye médicos, enfermeras, odontólogos, nutricionistas, bacteriólogos, técnicos, camilleros, etc., además, la atención a los pacientes se obstruye por los mecanismos de contención de costos empleados como filas, autorizaciones, copagos, etc. A través de una supuesta “cobertura universal”, sofisma mediático, que más bien significa una carnetización por encima del 90 % de la población, con el cual no se accedía ni accede al servicio de salud; lo que presionó a la población a hacer de la tutela el mecanismo más utilizado para lograrlo[10]; lamentablemente son famosas, además, situaciones tan aberrantes como el “paseo de la muerte”, el cierre de hospitales, la tercerización del personal de salud y de los servicios básicos hospitalarios con los llamados contratos basura, etc. Hoy que se plantea la reforma al sistema de salud para acceder al derecho, los grupos económicos, dueños de EPS y de medios de comunicación, protestan e incluso lanzan una estrategia de crear pánico entre la población y los pacientes, sus afiliados, para ponerlos en contra de la reforma que en realidad los beneficia. Y así, pudiéramos decir de todas las otras reformas planteadas (la pensional, tributaria, laboral, agraria, etc.) que van en contra de los intereses de estas élites tradicionales.

Lo que sucede en Colombia, en la actualidad, es la confrontación del gobierno progresista de La Colombia Humana con intenciones de democratizar la política, la economía y la justicia, de buscar la equidad, la justicia social, defender la multiculturalidad, el medio ambiente, la reivindicación de la mujer, el anti-patriarcalismo y anti-colonialismo, la defensa de la soberanía y autodeterminación de los pueblos, contra el bloque hegemónico históricamente dominante, económico y político, con sus diferentes facciones: industrial, financiera, terrateniente y mafiosa, que se había enquistado y apropiado del Estado para sus intereses y ha sido lacayo del poder norteamericano.

Walter Benjamín (1892-1940) expresó que el capitalismo no morirá de muerte natural queriéndonos decir que, a pesar de sus crisis cíclicas, este sistema económico pone todos los mecanismos a su alcance para reactivarse incluyendo las guerras. Desde esa perspectiva es que se debe analizarse la guerra en Ucrania contra Rusia, China y el naciente bloque oriental, la oposición a sangre y fuego contra un nuevo orden multipolar. Y a nivel nacional, la resistencia de las élites económicas conservadoras y mafiosas contra las políticas progresistas, contra un nuevo país. Mientras más se agudicen las contradicciones, más se hará frecuente el saboteo, de todo tipo, por parte de los sectores económicos tradicionalmente dominantes, en contra de la población general para buscar oponerla a la fuerza al gobierno progresista. 

El éxito o fracaso de las reformas propuestas por el gobierno Petro-Márquez y el futuro del país estará determinado por la fuerza popular, por la organización de las masas, la fuerza en las calles. Es sólo con el apoyo del movimiento social, de los sectores subalternos, que se podrán adelantar las reformas para lograr la apertura democrática; de lo contrario, el haber llegado al gobierno será un hecho más en la historia de Colombia.


[1] Marx K, Engels F. Manifiesto del Partido Comunista. 1848.

[2] Marx K. El Capital. Capítulo XXIV. La acumulación originaria.

[3] https://www.larepublica.co/globoeconomia/que-es-la-estanflacion-y-por-que-es-tan-preocupante-actualmente-a-nivel-mundial-3404645

[4] https://www.oxfam.org/es/notas-prensa/el-1-mas-rico-acumula-casi-el-doble-de-riqueza-que-el-resto-de-la-poblacion-mundial-en

[5] https://larosaroja.org/la-etica-imperialista-de-los-derechos-humanos/

[6] https://larosaroja.org/evocando-el-pensamiento-de-gramsci-con-ocasion-del-132-aniversario-de-su-natalicio/

[7] https://conceptos.sociales.unam.mx/conceptos_final/497trabajo.pdf

[8] https://repositorio.unal.edu.co/handle/unal/3027

[9] https://consultorsalud.com/7-eps-entre-las-50-empresas-mas-grandes/

[10] http://www.scielo.org.co/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S1657-95342005000300011&lng=en&nrm=iso&tlng=es

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