La política no se agota en ir a las urnas: es necesario recuperar la iniciativa y la calle para apoyar las reformas  

POR EDWIN ANDRÉS MARTÍNEZ CASAS

Los últimos días han sido, a mi juicio, los más difíciles del nuevo gobierno. Desde la salida del Ministro de Educación en medio de la desconfianza que produjo por la filtración de un documento que buscaba, en última instancia, sabotear la reforma a la salud, pasando por la crisis de Viva Air, la decisión del Consejo de Estado de tumbar el decreto para regular las tarifas de energía, la crisis por lo sucedido en el Caquetá y, ahora, el escándalo por los posibles actos criminales de su hijo.

Todo esto se encamina a afectar la posibilidad de llevar a cabo las reformas que el primer gobierno progresista quiere impulsar. Y me parece que este es el punto más importante y sobre el cual vale la pena cerrar filas. No podemos dejar pasar la oportunidad de avanzar en unas reformas que probablemente para muchos militantes de la causa popular no son tan “radicales”, pero que sí pueden desmontar los rasgos más odiosos, excluyentes y reaccionarios del régimen político y económico vigente.

Y aunque el escenario electoral es por supuesto importante, no podemos pensar que la política se agota en la participación en las urnas. Es necesario recuperar la iniciativa política y que el movimiento social recupere la calle como espacio de divulgación de sus consignas, demandas, propuestas y esperanzas de cambio. El establecimiento no va simplemente tras Petro o su gobierno.

En este momento, el verdadero enemigo de las élites reaccionarias y señoriales que han dominado este país, son las reformas: la reforma que le puede quitar el negocio a las EPS, la que le puede arrancar el ahorro de la clase trabajadora a los halcones financieros de los fondos de pensión, la que quiere recuperar los derechos laborales conculcados cuando debilitó el recargo nocturno, las horas extras y los dominicales, la reforma que permita que el campesinado acceda a la tierra y la cultive, echando atrás la contrarreforma agraria que se hizo a sangre y fuego por los paramilitares, la que quiere llevar la educación y la conectividad a las zonas más apartadas del país, zonas que son las productoras de la riqueza exportadora del modelo minero-energético, pero que históricamente no han sido las receptoras de los beneficios del tan mentado progreso.

Incluso, para quienes soñamos con un horizonte político y social mucho más allá de las propuestas de cambio que planteó Petro como candidato, debiera ser innegable que, cuando se aplastan reformas por más tímidas que sean, el siguiente paso de las élites es hacer una política de tierra arrasada e intentar enterrar cualquier atisbo de cambio que se dibuje en el horizonte. Para mí, esa es la batalla que se viene y en la cual tengo absolutamente claro de que lado estoy y estaré.

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