POR YOHANKA LEÓN DEL RÍO /
Presentación del libro: ‘He vivido por y para la filosofía en nuestra América. Autobiografía intelectual. Pablo Guadarrama González’.
Hallamos al profesor Pablo, en los años noventa, en su esfuerzo por el empeño magisterial de organizar un curso sobre filosofía cubana y Latinoamérica, devenida en la primera Maestría en pensamiento latinoamericano de la Universidad Central de las Villas.
En el año 1985 regresaba de realizar estudios de filosofía en la Universidad Estatal de Bielorrusia, en la cuidad de Minsk. Era otro país, con otro escudo y otro nombre. Hoy es Belarus; de república federativa de la URSS, paso a estado independiente. Llegamos cargadas de muchas ansias profesionales y no menos personales, y en aquellas aulas de la Universidad Central de las Villas, encontramos ingredientes para las ansias profesionales iniciales.
Traía en el zurrón de los aprendizajes como un tesoro, una tesis de grado sobre el escritor Alejo Carpentier y conocer de un grupo de pensamiento cubano y latinoamericano en la Universidad Central de Las Villas me entusiasmó por la residencia que podría tener ese mi primer libelo. Además, encontramos un espacio donde era posible continuar formándose en filosofía, junto a colegas con pasión nuestramericana del pensar y el decir.
En ese amplio y verde campus universitario de las Villas, nos recibía el profesor Pablo muy jovial, llano, amigable. Enseguida nos propuso colaborar y además comenzar los estudios e investigación sobre Filosofía latinoamericana de la Liberación. Eso fue un hallazgo extraordinario y a la vez un rehacer y recolocar las coordenadas de la filosofía que habíamos aprendido en el oeste del mundo.
En sus conferencias, conversaciones, lecturas descubrimos un pensamiento filosófico latinoamericano. Conocer sus autores, aun en la lógica de panteón patriarca, nos revelaba la voz propia, las razones, conceptos propios, y nos explicaba a nosotros mismos, mucho más claros y distintos que toda posible razón metódica occidental.
Leímos y dialogamos con Andrés Bello enciclopédico y fundante, a Arturo Andrés Roy, Leopoldo Zea quienes hablaban de la liberación, como modelo racional del ser de estas tierras. Nos sumergimos en sus polémicas, y nos habitaron sus disputas, pero aprendimos a colocar la racionalidad otra, esa que ha sido ninguneada e invisibilizada por lo que hoy calza con la denominación de colonialidad del saber.
Pablo forjó una metodología de la investigación de la historia de las ideas donde nos iniciamos muchos, y en el capítulo 9 de la autobiografía intelectual podrán encontrar sobre cómo fue construyéndose una metodología de la investigación de la historia de las ideas filosóficas, propia y orientadora de muchas de las investigaciones posteriores.
Félix Valdés García, en un artículo titulado “La historia es un profeta con la mirada vuelta hacia atrás. La tradición humanista y los estudios de pensamiento latinoamericano en la Universidad Central Marta Abreu de Las Villas (1952-1999)”, citado por Pablo en esta autobiografía reconoce el hacer propio cubano del estudio de las ideas filosóficas: “Si el triunfo de la Revolución cubana animó la comprensión teórica del inusual proceso y fue necesario reevaluar el papel de las subjetividades localizadas en el sur, hacer teoría desde la práctica que la emancipara a ella misma de prejuicios y dogmas, así como a enfrentar una inmanencia nueva, fue la geopolítica –tantas veces caprichosa en la historia– la que exigió asegurar los espacios ganados.
Con ello escapó entre la paja el grano, se cortó por lo sano, trozando a su vez lo sano, y se nos alejó de la posibilidad de leernos a nosotros mismos como a los vecinos insulares y de toda nuestra América al sur del Río Bravo, incluyendo a las ‘islas doloras del mar’.
No obstante, pasado el tiempo, y al volver la mirada atrás como un profeta, se puede asegurar que ha habido un recorrido, un viaje, cargado de signos. Examinarlo es a su vez hacer un merecido homenaje a Pablo Guadarrama por su impulso y su tino, su modo de enrumbar, nacido de una herencia, como a su vez a todos los profesores a los cuales la UCLV ha sabido homenajearles, lo cual significa agradecerles sus mejores años por su servicio académico”.
Gracias a Pablo recorrimos no solo los estudios, sino tuvimos los libros en nuestras manos, que él con toda amabilidad siempre ofrecía y no pocos abusamos de su bondad, al quedar cautivo de manera discreta, en nuestras propias bibliotecas, algún que otro ejemplar prestado. Todo el que realmente deseaba leer y estudiar encontraba en esos anaqueles atestados de su biblioteca personal el libro necesario.
Además de compartir cada dos años los Simposios de Pensamiento latinoamericano, creciendo profesionalmente en sus paneles, ponencias y talleres, propició la colaboración en publicaciones de libros y artículos. Esto hace de Pablo no solo un colega, sino un maestro de juventudes en el ideario de servicio a la verdad y el bien.
Una vez más Pablo hace un ejercicio pedagógico, para poner a disposición del enjambre estudiantil juvenil, curioso, e irreverente el saber buscado, indagado, explicado, contrarrestado y sistematizado por él sobre la filosofía toda, en las tierras de Nuestra América y allende los mares.
El libro ‘He vivido por y para la filosofía en nuestra América. Autobiografía intelectual’ consta de 57 capítulos con un prólogo escrito por dos profesores italianos de la Universidad de Salerno, Antonio Scoccosa historiador de las ideas latinoamericanas, estudioso de Bolívar, y Mariarosaria Coluciello especialista en gramática y en el estudio de la teología de la liberación, quien también escribe el posfacio. Ambos le unen a Pablo una amistad profesional e intelectual. Y finalmente el libro cierra con una bibliografía general.
La autobiografía intelectual escrita por Pablo sobre su trayectoria profesional y de pensamiento es una obra de agradecimiento a sus lectores y al mismo tiempo un balance critico de sus propuestas analíticas.
Los capítulos más grandes en páginas refieren a temáticas que han sido tratadas de manera innovadora por el profesor Pablo, tienen su sello reflexivo al que siempre será necesario referirse. Estos son: el pensamiento filosófico de Enrique José Varona, el positivismo y su recepción particular en la región, marxismo y socialismo, el pensamiento marxista en América Latina, proyecto socialista en Cuba, democracia, derechos humanos, metodología de la investigación científica, humanismo en la filosofía de la liberación y condición humana.
Los textos que componen este libro autobiográfico del profesor Pablo Guadarrama invitan a un dialogo polémico, provocador y necesario. A pesar del apremio permanente de la tarea de la emancipación humana, en el que inmersos están los hombres y mujeres desde sus vidas, cuerpos y sueños, toca el tiempo de pensar sobre los significados teóricos prácticos del empeño liberador.
Para Pablo existir por y para ese empeño, ha sido y es su dedicación a la filosofía y esta voz propia autobiográfica narra las razones, contextos, momentos de esa misión intelectual y de su autenticidad.
Precisamente demostrar la autenticidad del pensamiento latinoamericano, ha sido una idea filosófica central en su obra. Podría resonar ahora esto así, a esencialismo de la razón moderna. Sin embargo, es un esfuerzo teórico que Pablo ha asumido como acto primero de justicia necesario e imprescindible. Con ello el pensamiento filosófico de la región es un acumulado categorial vivo y tangible desde donde rearmar el urgente pensamiento crítico nuestroamericano.
Con esta autobiografía el lector podrá corroborar la mirada totalizadora sobre la filosofía no como ejercicio privativo de escogidos, designados pueblos, culturas, civilizaciones. Pablo Guadarrama brinda un entendimiento de la filosofía como un acto de promoción del conocimiento y la valoración de las ideas filosóficas engendradas en Nuestra América, idea defendida y enarbolada en todos los escenarios posibles a los que accedió en las academias occidentales, orientales y de la región latinoamericana. Su hacer intelectual ha sido de integración, continuidad, y coherencia con la filosofía humanista concreta.
Con lenguaje claro, comprensible coloquial vamos guiados por su escritura al encuentro de pensadores y pensadoras, amistades, lugares hitos de la cultura universal, agradables comidas y momentos. Su obra ha sido traducida a varios idiomas, con una multiplicidad temática, desde política, derechos humanos, ciencia, tecnología, hábitat, ciudadanía, guerra paz, epistemología, la problemática antropológica y el humanismo.
Contemporáneo de importantes mentes filosóficas del siglo pasado y este como Enrique Dussel, Gianni Vattimo, Arturo Andrés Roig, Antonio Scocozza, Carmen Bohórquez, Gabriel Vargas Lozano, Hugo Biagini, Andrea Arpini, a quienes conoció personalmente y entablo relación fraterna profesional.
Dentro del estudio del pensamiento político latinoamericano, para Pablo ha sido central el análisis sobre el socialismo como proyecto político y horizonte emancipador. Sobre esto ha dedicado un amplio estudio e investigación para pasar a propuestas porque como el mismo ha señalado es necesario ser un pensamiento de alondra, que anuncia el amanecer. En la presente autobiografía intelectual alrededor de cinco capítulos abordan estos temas.
El análisis sobre el socialismo no ha estado desligado de sus valoraciones sobre los aportes del pensamiento latinoamericano y caribeño a la relación entre humanismo practico y concreto, el socialismo como utopía, la relación socialismo y democracia, marxismo y el socialismo, derechos humanos, cultura, vertebrados todos alrededor de la cuestión central del proyecto socialista en Cuba y Latinoamérica. Nunca como hoy es urgente tanto para nuestra realidad nacional como para la de la región volver por estas sendas de reflexión filosófica.
Me detengo entonces en este aporte de Pablo comentado con amplitud en esta autobiografía para mostrar sus virtudes y mis resonancias una vez más gracias a su acompañamiento a mis estudios sobre el tema de la utopía.
Enfrentar el lugar común que se ha establecido acerca de no reconocer la utopía en el ámbito del debate sobre el socialismo, es sin duda un compromiso y Pablo lo problematiza y contextualiza.
Guadarrama se pregunta por las condiciones de posibilidad del socialismo en América Latina, en la disyuntiva de una utopía abstracta o concreta. Lo hace desde la asunción justa de las visiones críticas a las formas dogmáticas, maniqueas de análisis de la utopía.
Queremos destacar que sin dudas para Guadarrama los referentes necesarios para ver el socialismo como una utopía concreta están, entre otros, en el análisis de Ernest Bloch acerca del carácter de utopía concreta del marxismo y la crítica realizada por Adolfo Sánchez Vásquez al posicionamiento que tuvo dentro del pensamiento marxista la dicotomía ciencia y utopía.
Estos dos referentes tienen una actualidad crucial para el pensamiento crítico que enfrenta los desafíos de pensar y actuar el socialismo en el siglo XXI. Este debate se da hoy en un contexto de agresión, persecución y exterminio de cualquier intento por concretarlo, de un intento de recuperarlo de los escombros esparcidos de las experiencias del socialismo histórico del siglo XX, y de una urgencia por reencantarlo con las diversas y múltiples emergencias emancipadoras anticapitalistas de los movimientos sociales populares.
Lo primero tanto para Pablo, como para los autores mencionadas es renunciar a la negación de la utopía, y poner la transformación revolucionaria en el campo del socialismo como esperanza, en lo que todavía no es, no por estar encima de los hombres y como tendencia fatal a sus vidas, sino por lo que ante ellos está, como momento constante de creación y actuación práctica en el presente. Aun reconociendo que la utopía es siempre un espacio de reflexión que unilateraliza el momento abstracto de la reflexión, en los textos de Pablo se afirmará que negar de la utopía es una concesión a lo fáctico, e igualmente una postura abstracta.
Por el contrario, Guadarrama pone énfasis en aprehender y fijar las dimensiones de la utopía concreta del socialismo, y de esta forma hace frente tanto al conservadurismo burgués como al dogmatismo positivista marxista, en tanto ambos nos adhieren a una perspectiva gnoseológica solipcista, que solo nos devolvería una versión de socialismo como principio abstracto autocomplaciente y autosuficiente, aún fuera afirmándolo como negándolo.
Ciertamente un socialismo así se erigiría en el carácter absoluto de sus propios límites, menospreciando todo lo que lo rebase, y renovando constantemente el principio de la anamnesis, el recuerdo de lo contemplado, para el que como señala Bloch, “no hay sorpresa posible ni futuro genuino”. Siguiendo esta idea del pensador alemán, este tipo de socialismo es una utopía abstracta, hace concesión a lo factico, banal y pragmático e instala el temor ante el futuro. Algo utópico- señala Bloch- “es, en boca de hombres de negocios, que se creen particularmente avispados, una descalificación, que grosso modo se ha convertido en una muestra de provincianismo, en fraseología hueca, complementada por el temor ante el futuro”. La crítica a la banalidad y el pragmatismo derivados de la negación de la utopía revela la usurpación e inversión nihilista y escéptica, a la que con sistematicidad es sometida la dimensión de futuro por los mecanismos de dominación cultural e ideológica del sistema capitalista.
Preguntarse sobre el socialismo en América Latina como utopía concreta o abstracta desafía igualmente aquellas posturas que niegan la utopía descalificándola, ya sea representándola como pensamiento erróneo, falso, opuesto a la ciencia, o como terror, en fin, la afirmación del fin de toda utopía. Sin embargo, recorrer las preguntas y disyuntivas que el presente texto nos brinda, muestra que hablar de socialismo como utopía concreta no implica falsedad y descontextualización. Por el contrario, en el sentido social más amplio, es vincular al socialismo como proyecto e ideal social a los deseos de superación del estado de cosas en una sociedad dada y renunciar a su finitud histórica encierra una perspectiva revolucionaria. Es reconocer que el socialismo como utopía concreta es la opción por el optimismo militante, que apuntaba Ernest Boch, en la medida que éste se traduce en actividad de resistencia política, organizativa, cultural y simbólica.
Así para el pensamiento social critico es necesario reconocer que la utopía no es por tanto un pensamiento precientífico o anticientífico, sino una dimensión especifica de lo humano, como ideal social, de contenidos determinados en el proceso histórico social concreto que debe tener en cuenta la teoría social para reconocer que como un proceso está presente en el despliegue de la totalidad y será tanto más significativa, cuando permite un proceder que concibe una continuidad temporal abierta de la historia, que es algo más que “imaginarse” y fantasear acerca de un topos futuro y que tiene carácter de anunciación y predicción únicamente en el despliegue mismo del sistema de la totalidad de la praxis y no como formas exteriores a ésta, sino como dimensión de futuros múltiples.
De esta manera quiere Pablo ubicar las reflexiones sobre el socialismo en América Latina, afirmando que el humanismo marxista y el socialismo como utopía concreta se plantea como principio fundamental el reconocimiento de la necesidad histórica de superar todas las relaciones que convierten al ser humano en un ser humillado, sojuzgado, abandonado y despreciable. Los retos al dialogo con estos textos están en mostrar que es posible desarticular el amordazamiento de la conducta humana al posibilismo inmediato de la sobrevivencia, por lo incierto y riesgoso de sus límites, sin proyección de futuro.
Es por eso por lo que la posibilidad de la utopía como vivencia se comprende desde y en el cambio transformador y revolucionario, que se experimenta por los hombres y mujeres más que como un proceso de aplicación de mediaciones elaboradas, como un movimiento desde la cotidianidad. Los sueños y esperanzas en nuestras prácticas pasan por las necesidades básicas inmediatas, materiales, de las personas, por los diferentes ámbitos, público, privado, por proyectos de participación social con sus tensiones y obstáculos, por estrategias individuales, colectivas de producción y reproducción de la vida, por la dinámica de la vida cotidiana, las instituciones sociales, sus propuestas y los deseos y expectativas de los sujetos inmersos en sus propios procesos de cambios.
El socialismo como utopía concreta es presentado por Guadarrama con una radicalidad central al señalar la necesidad de reformular la democracia más allá de su planteamiento formal liberal, de su acaecer histórico en las experiencias socialistas del siglo XX, en la disyuntiva entre el humanismo real y la eficiencia económica. Sin dudas desafíos a los que se enfrentan hoy las experiencias populares de América Latina y el Caribe y nuestro socialismo cubano. Todas ellas colocan además la necesaria inserción del proceso de despatriarcalización y descolonización como pilar esencial de la transformación social, política y cultural socialista. El socialismo del siglo XXI será resultado de las luchas y las resistencias del movimiento social popular, feminista, anticolonial, antirracista, anti homofóbico, por la justicia social, ambiental y la solidaridad.
El socialismo como cambio civilizatorio tendrá que ser un proceso colectivo de desconstrucción y construcción de formas, lógicas y culturas de convivencias humanas verdaderamente emancipadoras. La fuerza liberadora del socialismo no está en un proyecto de futuro sacrificial, teleológico de la vida cotidiana de los hombres y mujeres que lo hacen posible. Por el contrario, es un proceso de creación, reflexión crítica permanente sobre la vida humana real y concreta, en las prácticas cotidianas privadas y públicas, no solo como espacio sino como accionar para crear y recrear la vida.
El socialismo es un proyecto utópico liberador y se concreta en las emergencias emancipatorias anticapitalistas, que aportan nuevos modos de producir y reproducir la economía, la política, la sociedad, la cultura desde la reivindicación del valor de la vida frente las estrategias de recolonización y dominación imperial del capitalismo. No por ser univoco paradigma emancipador el socialismo se concreta, sino por ser proyecto diverso, múltiple de emancipación humana por transformar la sociedad como totalidad histórico-concreta.
Muchas son las preguntas y las polémicas que desatarán estos capítulos de esta autobiografía intelectual porque logran colocar de manera más sistemática, indagaciones y argumentos sustanciales para irremediablemente afrontar la utopía concreta del hacer valer una filosofía para la emancipación humana.
Gracias, profesor Pablo, convencida estamos de tu incansable hacer. Esta autobiografía no es un cierre, sino una pequeña pausa en tu laborar. Otras generaciones venideras de juventud recargaran zurrones o catauros de tu cosecha, dispuestas ellas a la filosofía lúcida, humilde y propia.
Entrevista con motivo del reconocimiento como profesor emérito de la Universidad Central Abreu de Las Villas