POR OCTAVIO QUINTERO
El presidente de Rusia, Vladimir Putin, dice hoy que «la desigualdad es la verdadera lacra del mundo moderno». Un reciente informe de la CEPAL señala que la trampa de América Latina y el Caribe es «la elevada desigualdad», la más alta del mundo.
¿Coincidencia? No, es que la realidad muestra que el 44 % de la población mundial, unos 3.680 millones, vive, en promedio, con 6,85 dólares diarios, y de estos, cerca de 700 millones con un poco más de dos dólares. El mundo está lleno de pobres, tanto en los países ricos como en desarrollo y subdesarrollados… Lo atestiguan, también, estudios de la ONU, el Banco Mundial, el BID, el FMI, y así por todas partes.
Otra coincidencia: Putin dice que «se acerca el momento de la verdad»… La CEPAL observa que «estamos en un punto de inflexión». No necesariamente sean momentos para mejorar… No, por lo menos en Latinoamérica, que conocemos, más o menos: el progresismo de Chile resultó un fiasco; el de Bolivia y Perú, lo tumbaron; el de Brasil se está torciendo; el de Colombia y México, sortean furioso ataque del statu quo, y el de Argentina fracasó. Otros regímenes, no abiertamente neoliberales, sufren el asedio de Washington.
Como epílogo se cierne la sombra de Trump y sus secuaces sionistas, como Marco Rubio, el nuevo secretario de Estado, que en un comunicado oficial dice esto: «Lograremos la paz a través de la fuerza. Los intereses de EE.UU estarán por encima de todo».
Tampoco Europa, a juzgar por la inconformidad social y política que se manifiesta, anda en momentos de verdad y de cambio para el bien social. También Trump oscurece su panorama.
La hora de la verdad, más parece llamar a poner buena cara al mal tiempo. (…) «Y si a pesar de todo, la vida te cuelga, recuerda que pisar mierda trae buena suerte», canta Serrat, en ‘Toca madera’.