
POR OMAR ROMERO DÍAZ /
Importantes y graves confesiones de los exoficiales del Ejército, el capitán Pedro Antonio Fernández Ocampo y el teniente coronel Luis Fernando Duque Izquierdo, quienes eran comandantes del batallón La Popa de Valledupar, implican al expresidente César Gaviria Trujillo.
Estas confesiones se llevaron a cabo durante una declaración libre ante los Magistrados de la Justicia Especial para La Paz (JEP) y el pueblo indígena Arhuaco.
En la esfera política, la búsqueda de reconocimiento internacional no es solo una cuestión de prestigio, sino una estrategia para consolidar poder y blindarse de cuestionamientos internos. En este caso, la pretensión del expresidente César Gaviria, hoy director del Partido Liberal de ocupar un cargo en Naciones Unidas marca el punto de partida de una trama donde la política y la impunidad se entrelazan. A simple vista, su postulación parecía un avance natural tras su gestión como Presidente de Colombia y su posterior nombramiento como Secretario General de la OEA. Sin embargo, en el trasfondo, se evidencian mecanismos de presión, silenciamiento y encubrimiento de hechos atroces.
La presión como instrumento de control: la advertencia a un capitán del Ejército ante la JEP
El relato del capitán en retiro Pedro Antonio Fernández Ocampo revela cómo la pretensión política de Gaviria Trujillo dependía del control absoluto sobre la narrativa de su Gobierno. La advertencia es clara: si el oficial decidía hablar sobre la muerte y tortura de líderes indígenas a manos de paramilitares con el apoyo de la Policía, enfrentaría represalias. Esta amenaza no es un hecho aislado, sino parte de una estrategia sistémica de represión que pone en evidencia la relación entre el poder civil y el militar. La amenaza de encarcelamiento durante 30 años refleja el uso de la estructura judicial como herramienta de coerción.
La complicidad estructural
El testimonio del capitán Fernández expone un entramado de complicidad en el que convergen actores estatales y grupos armados ilegales. Los vehículos utilizados para secuestrar, torturar y asesinar a los líderes indígenas fueron facilitados por la Policía Nacional, lo que desmiente cualquier pretensión de que estos crímenes fueron actos aislados de grupos paramilitares sin conexión con el Estado. La violencia sistemática en Valledupar, donde las operaciones eran facilitadas por la logística estatal, demuestra un plan organizado en el que la seguridad pública estaba subordinada a intereses políticos y económicos.
El sacrificio de la verdad en favor de la impunidad
La tortura y asesinato de los mamosaminar la ruptura teórica de Marx con los economistas clásicos Heinrich revisa los planteamientos de Schumpeter, Popper, Kuhn y Lakatos. En Schumpeter examina la distinción que establece entre “análisis económico” y “concepciones económico-políticas.” Schumpeter considera las segundas como elementos ideológicos que deben ser depurados en el análisis económico, planteando la existencia de una racionalidad interna, por un lado, y prejuicios ideológicos que se presentan como factores externos que distorsionan la pura ciencia. Es necesario entonces enfocarse solamente en la observación de las relaciones empíricas que son la base para formular teorías que reflejen la estructura del objeto y liberar a la ciencia de elementos subjetivos. Para Heinrich, esta posición es una concepción empirista de la ciencia en la cual no caben rupturas teóricas, concepción que alcanza un máximo con el positivismo del círculo de Viena que considera que son científicos solamente los enunciados obtenidos por inducción a partir de la observación.
Popper, a juicio de Heinrich, planteó que era imposible a partir de un número finito de observaciones elaborar leyes generales, pero que se podría refutarlas; es una crítica al inductivismo que se encuentra ya en la dialéctica de la naturaleza de Engels. De este modo, Popper propuso un nuevo criterio de cientificidad: una teoría es científica si se pueden obtener de ella enunciados falseables. Esta posición ha sido criticada señalando que si una observación parece contradecir una ley esto se registra como un problema a examinar, pero no lleva al abandono del conjunto de la teoría que puede ser eficaz en otros aspectos.
Kuhn intentó demostrar que la ciencia no está organizada alrededor de teorías singulares, sino de paradigmas o modelos típicos que ilustran el uso de las leyes generales. Por tanto, la falsación, en el sentido de Popper, aplicaría a teorías específicas y no al paradigma en su conjunto; solamente en determinadas circunstancias se produce una crisis y la comunidad científica se mueve hacia un nuevo paradigma, dentro del cual se llega a una nueva organización de la investigación científica y comienza una nueva fase de ciencia normal.
Lakatos considera que la unidad fundamental en el desarrollo de la ciencia no es la teoría singular sino el programa de investigación, que se compone de un núcleo duro, un cinturón protector de hipótesis auxiliares y de una heurística positiva; en el interior del programa de investigación pueden ser falseadas teorías singulares, pero no el programa en su conjunto.
Contraposición entre sujeto que indaga y objeto de investigación
Para Heinrich tanto el inductivismo del círculo de Viena como el falsacionismo de Popper, a pesar de sus diferencias, tienen en común la rígida contraposición entre el sujeto que indaga y teoriza, y el objeto de investigación; considera que el objeto de la ciencia no es dado nunca puramente en cuanto tal, sino que siempre está mediado subjetivamente. No quiere esto decir que el objeto es creado por el sujeto, en el sentido idealista, sino que no hay un mundo exterior independiente del sujeto. Todo aquello que del mundo exterior se convierte en objeto de la ciencia, es construido por los científicos, tanto en sentido cualitativo como cuantitativo. Las preguntas de los científicos, a partir de su comprensión inicial más o menos clara, forman el objeto de su ciencia. Kuhn y Lakatos destacan este aspecto: el paradigma o programa de investigación es el punto de partida de las indagaciones y no pueden ser refutados empíricamente.
La concepción de la ciencia adoptada por Heinrich
Lo constitutivo de la teoría es la problemática, es decir, la estructura de un discurso que genera determinados tipos de preguntas y excluye otras; la ciencia no está constituida solamente por observaciones y teorías. La teoría es siempre la respuesta a preguntas originadas en determinadas problemáticas. La base de la problemática es una serie de asuntos no explícitos, sino considerados autoevidentes: este es el campo teórico. Se trata de supuestos que se refieren a la estructura del objeto de investigación y a los modos posibles de su comprensión. De este modo, el campo teórico determina el modo en el cual se da una ciencia, al tiempo que establece la idea de lo empírico vigente.
Los elementos singulares de un campo teórico llegan, normalmente, a ser visibles solo cuando surgen problemáticas derivadas de un nuevo campo, momento en el cual no solo se confrontan diferentes teorías o preguntas de investigación, sino los propios criterios de juicio; por ejemplo, qué cosa es una demostración o qué cosa es la evidencia.
Heinrich utiliza el concepto de problemática en el sentido de que la unidad fundamental en el desarrollo de la ciencia no son las teorías singulares, sino determinada tipología de preguntas que determinan la percepción del objeto de la ciencia. En esta perspectiva, su enfoque se acerca a lo que Kuhn denomina paradigma y Lakatos metodología de programas de investigación. Pero a diferencia de ellos recurre a un nivel que considera fundamental: el campo teórico. Los cambios a este nivel son solo explicables sobre el fondo de los desarrollos históricos y sociales.
El concepto de campo teórico no se limita a reconocer que en la teoría hay condicionamientos por intereses de clase o de grupo (el perjuicio ideológico del que habla Schumpeter), sino que se presenta un condicionamiento de estructura perceptivas fundamentales, una organización del sentido común, aquello que está dado por descontado y que penetra en el trabajo científico. Marx se refiere a este condicionamiento como formas objetivas del pensamiento que resultan de la estructura de base de la sociedad respectiva.
En este enfoque, los objetos de la ciencia no son simplemente datos, sino construcciones de la actividad de los científicos, pero solo son en mínima parte un asunto de arbitrio individual: la subjetividad con la cual los objetos de la ciencia están mediados es ella misma una subjetividad producida socialmente. Los científicos individuales se encuentran no solo con una tradición científica ya existente, y por tanto frente a objetos ya construidos, sino también frente a una determinada forma de racionalidad, evidencias que resultan de un determinado campo teórico, de las formas objetivas de pensamiento de la correspondiente sociedad.
Pero sobre la base de aquellas formas objetivas de pensamiento que constituyen un determinado campo teórico es posible una gran variedad de teorías diferentes. Cada formación social se basa en una determinada relación de los seres humanos con la naturaleza y con los otros seres humanos, y de esta relación surgen espontáneamente algunas líneas generales que estructuran las ideas sobre la naturaleza y sobre la sociedad, líneas que imprimen a la ciencia determinada estructura y también determinados límites.
El concepto de revolución científica se puede precisar por medio de la distinción entre paradigma y campo teórico. Con la noción de revolución científica no se entiende simplemente el paso a un nuevo paradigma, sino el paso a un paradigma que rompe co Ángel María Torres Arroyo, Luis Napoleón Torres Crespo y Antonio Hugues, así como la brutalidad ejercida contra los hermanos indígenas, muestran que no se trató solo de una acción criminal, sino de un exterminio con implicaciones culturales y espirituales. El uso de métodos como la introducción de un revólver en la boca de una víctima indica no solo la deshumanización de los opositores, sino también el mensaje de poder absoluto que se quería transmitir.
El testimonio de Fernández Ocampo refleja la lucha entre la lealtad impuesta por la fuerza y el compromiso ético con la verdad. En su confesión, afirma que dirá la verdad “pase lo que pase”, en un acto que desafía el pacto de silencio estructural que protege a los responsables de crímenes de Estado.
De la ambición política a la responsabilidad histórica

El caso de Gaviria Trujillo y su supuesta intervención para silenciar estos crímenes deja en evidencia cómo el poder político busca trascender más allá de las fronteras nacionales, a costa de la memoria y la justicia. La pregunta clave es si la comunidad internacional será cómplice de la impunidad o si estos hechos serán parte de una revisión crítica de quienes han representado a la región en organismos multilaterales.
Este relato, que inicia con la ambición de un cargo en Naciones Unidas y se despliega hasta el asesinato de líderes indígenas con la complicidad estatal, es un recordatorio de que la verdad siempre encuentra caminos para salir a la luz, incluso cuando el poder intenta sepultarla bajo la represión y el miedo.