Los ‘beneficios’ de la inversión extranjera: miseria, despojo y atropellos a las comunidades, el siniestro caso de La Guajira

Desolador cuadro de la miseria que soportan los habitantes de La Guajira.

LA ROSA ROJA /

Son muchas las tragedias que han dejado por su paso las multinacionales en América Latina y en lo que concierne a Colombia su presencia ha constituido un grave atropello a múltiples comunidades. La alianza probada de empresas transnacionales con grupos paramilitares ha generado violación de derechos humanos, desplazamiento humano y depredación ambiental.

En efecto, en Colombia la presencia funesta de capital transnacional se puede evidenciar en el departamento de La Guajira con la explotación del carbón en la mina de El Cerrejón Zona Norte. Es el resultado más siniestro de lo que los neoliberales denominan los “beneficios” de la inversión extranjera: niños  indígenas que mueren a diario de hambre, que esculcan en los botaderos de basura algo que comer, la violencia  paramilitar que  desplazó a miles de familias de la etnia Wayú,  y  otros, que no fueron víctimas de esa desgracia fueron masacrados. Dicha masacre se cometió en Bahía Portete a manos del Bloque Caribe de las Autodefensas Unidas de Colombia (AUC).

La Guajira tiene más del 70 % de la población sin agua potable, sin alcantarillado, escuelas no aptas para el desarrollo de las clases, vías primarias y terciarias sin pavimentar con dificultad para su acceso. La mayor parte del centro y norte de La Guajira, no cuenta con una red vial completa, sólo una carretera privada (de propiedad de la multinacional para llevar el carbón hacia el puerto) que inicia en cercanías a la mina de carbón y se conecta con la Troncal del Caribe, esta intercepción es conocida como Cuatro Vías. El resto del territorio son trochas marcadas por rastros que dejan las llantas de los carros en el desierto. El daño ambiental es irreversible, toda la zona donde se encontraba el carbón fue deforestada, sin ninguna posibilidad de que pueda volver a sembrarse y crecer un sólo árbol. Los cráteres que dejó dicha explotación son tan inmensos que pareciera que hubiera caído un gran meteorito.

Nada podrá ser reparado, ni las 500 familias afrodescendientes a las que les fueron destruidas sus casas, el cementerio, los parques, la iglesia y la escuela para darle continuidad a la línea férrea por donde se traslada el carbón. Los trabajadores de la mina y el puerto laboran en condiciones de trabajo que ponen a diario en riesgo su salud y su vida. Así como la sobre-explotación con turnos de hasta 12 horas diarias. 

El nuevo consorcio de multinacionales Glencore, es el dueño del carbón. Dicho consorcio ya desvió el cauce del arroyo Bruno para llevar más agua a sus instalaciones. Asimismo ha hecho con el principal río de la Guajira, el Ranchería que provee de agua toda La Guajira. Queda claro que los contratos leoninos que benefician a las multinacionales y les producen grandes ganancias, dejan miseria para la gente, daños irreparables al medio ambiente, muerte y desplazamiento.

Este es el tren del progreso que va atropellando a la gente.

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