Los campesinos y el Paro Nacional

POR ALFONSO AVELLANEDA

Los campesinos son el corazón de la nación colombiana, teniendo en cuenta que Colombia es un país agrario. Ni en los momentos más difíciles de la pandemia, ni durante el largo periodo del conflicto armado, ni en los aciagos años del fenómeno del Niño con sus sequías inmisericordes, ni bajo las inundaciones del fenómeno de La Niña, este pueblo ha dejado de producir alimentos para nuestra querida Colombia. Sin embargo, sus derechos siempre han sido pisoteados por los políticos que sólo los halagan mientras consiguen su voto para ascender a los puestos del Estado, para luego saquearlo, mientras la pobreza cunde en el campo. Los campesinos del Ariari, departamento del Meta, conocida como La Despensa de Colombia, con esta manifestación hacia Villavicencio están diciendo no a la Dictadura de Uribe- Duque y por los campesinos de Colombia levantan la voz por una tierra de paz, dignidad, derechos y soberania alimentaria contra los tratados de libre comercio que permiten la importación de alimentos de otros países como el maíz, la papa, el arroz, los fríjoles que pudiendo producirse con suficiencia y calidad en las benditas tierras de nuestros territorios, al importarlos,  quiebran las   economías campesinas en los Llanos Orientales, en los Santanderes, en Boyacá, Cundinamarca, el Cauca, la Costa Atlántica, región Cafetera, Antioquia, Choco y todas las regiones dónde desde la salida del sol hasta la penumbra del inicio de la noche no desfallecen las familias campesinas en su acariciando la tierra para extraer los frutos alimenticios. Definitivamente, la vinculación del pueblo campesino al Paro Nacional nos anuncia la alborada de una Nueva Colombia de Paz, Justicia y Dignidad.

Política y politiquería

Se ha generado un discurso falso y excluyente alrededor de la acción ciudadana en la lucha por sus derechos y por dejar al descubierto la corrupción y el mal manejo de lo público. Muchos repiten “no queremos política” y con ello se calla al contradictor, mientras se tolera que quienes han sido elegidos para administrar el Estado hagan con los recursos de todos lo que les venga en gana para su provecho personal o particular. Lo que está haciendo el pueblo colombiano en las calles las últimas dos semanas es el ejercicio de la POLÍTICA con Mayúscula, que es el  ejercicio de la participación en democracia directa por que la nación colombiana sea digna y justa. No más tolerancia con la politiquería que es el ejercicio de aparentar beneficiar a las comunidades mientras se accede a la administración de los puestos públicos y cuando llegan ahí, ya son los jefes, los grandes políticos, los “mandamás”. Lo que el pueblo colombiano está rechazando es toda esa corrupción, toda la politiquería. Estamos celebrando el Bicentenario de la Independencia, pero vemos con dolor que somos ahora más dependientes que nunca: los recursos naturales se han entregado a extranjeros o a los mismos que han gobernado a Colombia con  los partidos tradicionales liberal y conservador y sus hijos, con el mote de cambio radical, unidad nacional o todos los que han  acompañado o acompañan al Matarife, que resume la degradación de 200 años de injusticia. La rica naturaleza de nuestras selvas, montañas, llanuras y ríos se degrada de manera inmisericorde. Según el Censo Nacional Agropecuario, cinco mil familias, es decir, el 0,002 por ciento de la población es la dueña del 60 por ciento de la tierra y por cada cabeza de ganado en ganadería extensiva en las tierras arrebatadas a los campesinos en el último periodo de la violencia, un campesino ha sido desplazado. Cinco millones de desplazados o de hijos del desplazamiento, hacen parte de la juventud que hoy reclama sus derechos a lo largo y ancho de Colombia. Esta generación ya ha dicho ¡Basta!, y ha echado a andar.

Los jóvenes ya no son los mismos. Un muchacho de la Primera Línea se desmaya de hambre y cuando sus compañeros lo atienden y le preguntan porque no se fue a su casa a descansar y a comer responde: “Porque en mi casa no hay de comer”, con esto  se está demostrando que los jóvenes se la están jugando toda por una nación dónde el disfrute de los derechos y las libertades sea un campo fértil. Esta generación está demostrando que la lucha que han comenzado no es asunto de días sino que están inaugurando con su fortaleza y decisión una era de rebeldía y resistencia contra una sociedad que ha sido manejada por una casta corrupta y violenta desde los albores de la replubliqueta santandereana que hizo añicos las conquistas de la Guerra de Independencia y ahoga en sangre todos los procesos de Paz y Reconciliación. Lo que está naciendo, en este parto difícil en medio del Paro Nacional, es una Colombia de la justicia dónde florecerán desde los frailejonales de los páramos, las orquídeas de las tierras templadas, los anturios  multicolores de  selvas y las flores de Inírida de la Amazorinoquia, con sus perfumes y colores que disfrutarán todos los pueblos fundantes de la Patria Grande de América: indígenas, afrodescendientes, campesinos mestizos y criollos y colonos libertarios. La wiphala cubrirá como un manto de dignidad nuestro territorio.

Me avergüenzan los jugadores de la Selección Colombia. Jugando las eliminatorias al Mundial próximo como si nada pasara en Colombia. Los jóvenes jugándose la vida por una nación en justicia y dignidad que sufren un genocidio en las calles a lo largo y ancho del país. Leonel Messi las semanas anteriores solidarizándose con la juventud y el pueblo de Colombia con la bandera de Colombia a la inversa y estos muchachos de la Selección Colombia indiferentes ante estas realidades. Me avergüenzan como a los miles que en Barranquilla están preparando movilizaciones contra la realización del próximo partido. El régimen dominado por la corrupción y el narcotráfico  que  está propiciando la violencia contra los jóvenes ya sean  estos indígenas, campesinos, policías, estudiantes apoyados por una prensa mediocre  merecen nuestro desprecio y ser cambiados definitivamente para poder construir un país en dignidad.

La naturaleza es multicolor y el poeta Aurelio Arturo nos hace caer en cuenta lo que es Colombia. “Colombia es un país donde el verde es de todos los colores”. Eso, en su maravillosa crudeza es lo que se ha expresado en el Paro La wiphala de la Minga lo presenta como la expresión de la bandera de la Patria Grande: nuestra América y los jóvenes  de la Resistencia de la Dignidad de las Primeras Líneas lo han construido en el día de ayer en nuestra querida Cali. No más mentes blancas, la naturaleza no lo es y por eso siempre nos despierta con los rojos del amanecer y nos despide con los rosados, amarillos y grises del crepúsculo. En las mentes blancas solo cabe el odio y la violencia como expresiones destructivas de la vida multicolor de nuestros territorios desde el azul del Mar Caribe hasta el verde del  Amazonas y desde el azul profundo y el verde del Chocó hasta el amarillo rojizo de la Orinoquia, en mitad de todos ellos lo Andino se erige como la síntesis del paisaje colombiano proyectado al universo tal como lo manifiesta con su tierna bravura el monumento a la Resistencia  a la injusticia construido en Cali.

La sequía y el estrés hídrico

Naciones Unidas está semana ha indicado que en los próximos años vendrá una pandemia que no tiene vacuna: la sequía. En la actualidad está creciendo el deterioro de las tierras para agricultura, es decir para producir alimentos, a ritmos preocupantes debido a la sequía. El recurso más valioso en los próximos años serán las tierras con agua. Por mucho progreso que traiga la minería, la industria, nunca podrán ser más importantes que la agricultura. Ningún humano puede vivir alimentándose con tuercas, tornillos o piedras. Lo anterior nos lleva a qué tomemos una decisión en la defensa del territorio: la conservación y manejo racional del agua es nuestra principal responsabilidad como ciudadanos en relación con la naturaleza que nos da la vida. Todas las actividades son importantes para la sociedad, siempre y cuando no afecten el agua y las tierras que nos dan alimentos. Los espacios del agua y la agricultura son sagrados. Esa es la mejor herencia para estás generaciones que crecen y las que vendrán.

No más vándalos en Colombia

No me refiero a quienes el gobierno y los principales medios de comunicación llaman vándalos, sino a aquellos quienes están en el poder que son los herederos de quiénes han propiciado millones de víctimas en las guerras fratricidas a lo largo de esta Colombia que nos duele. Los Miles de muertos en la Guerra de los Mil Días, los Miles de muertos, más de 300000 en el periodo de la Violencia  de 1946- 1958  los que han mantenido el país violentado en las tres últimas décadas de narcotráfico, entrega del país a las transnacionales, Un millón de muertos y 7 millones de víctimas y siguen ahí vandalizando la nación colombiana y esconden su responsabilidad llamado vándalos a quienes con dignidad se levantan por justicia y derechos.

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