POR ROBINSON SALAZAR PÉREZ /
“Es tiempo de repensar el quehacer del sociológico; llegó la hora de construir nuevos esquemas cognitivos necesario de re-crear para descubrir la dirección del mundo, lugar hacia dónde ir, porque el tiempo ha perdido su direccionalidad e intencionalidad colectiva compartida. Y entonces no hay flecha del tiempo social”.
– Álvaro García Linera
La era de la post-pandemia aún no cuaja, las pugnas entre los grandes capitales y consorcios globales no han podido dibujar el prediseño del mundo acostumbrado a dibujar e implantar en el orden mundial. Son diversos los intereses en disputa, el ingrediente novedoso está sembrado en los espacios territoriales que antes de la pandemia del Covid-19 estuvieron armonizados bajo el paraguas de la globalización, sin embargo el inicio paulatino de la desglobalización, desdibujó el mapa integrado por los grandes negocios y la cooperación, complementariedad necesaria para producir y comercializar, invertir y explotar nuevos emprendimientos industriales, mantener cadenas productivas conectadas y compartir mercados con grandes ganancias, Black Rock, Capital Group , Grupo Allianz, Crédit Agricole y una veintena de ellas son las de mayor gestión de activos del mundo, revelando un ejemplo de esa compactación de los grandes capitales para controlar el mundo.
Los factores de mayor preponderancia en la desglobalización, exceptuando el de connotación matricial, el cual consiste en el interés desmedido por ganar más aun a costa de ir en contra de los aliados o grupos del mismo interés, dada la naturaleza del capitalismo, ganar a toda costa no importa a quien destruya.
En la percepción nuestra, el punto de prueba e inflexión fue la pandemia del Covid, justo en esa etapa desastrosa para la humanidad, pero la mayor exploración de los grandes conglomerados financieros y empresariales fue saber o descubrir con quienes podrían contar como aliados, socios y depositarios de confianza para mantener pactos o convenios de asociación empresarial y nuevos negocios.
Los resultados arrojaron inéditos escenarios los cuales sembraron dudas, distanciamientos y discordias entre gobiernos y los corporativos globales frente a naciones proveedoras.
Los factores más visibles fueron la interrupción en muchos flujos internacionales de mercancías y capitales, interrupción e impedimentos en la movilidad internacional de personas, disrupciones abruptas en el transporte y afectaciones severas en las cadenas de suministro, lo cual condujo a una repentina paralización o descenso de las actividades productivas, confinamientos obligatorios y hasta celados bajo norma jurídica. La suma de esos acontecimientos trajo consigo la caída del consumo en varios frente, destacando la industria automotriz por el tema de los semiconductores, baja en las ventas de autos, tardanza sin fecha de entrega de piezas, refacciones, artículos de diversas índole, parálisis en puertos, en fin, fue el momento crucial de saber o descubrir con qué países negociar para mantener el flujo productivo, descifrar cuáles eran los mejores aliados para mantener el predominio global en lo económico y reforzar alianzas estratégicas en lo político.
Obviamente, en rio revuelto la ganancia es para los mejores posicionados en cuanto gran parte de la solución dependía de su actuación, prestación de sus servicios y atención diligente ante lo demandado o requerido.
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