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Una reflexión sobre el derecho a la vivienda, el urbanismo y los estragos del capitalismo salvaje hizo el prestigioso teórico social y geógrafo inglés David Harvey, en el marco del Foro ‘Vivienda justa y prosperidad compartida’ organizado por el Espacio Cultural Infonavit y la consultora global Urban Front en el Complejo Cultural los Pinos, en Ciudad de México.
«No hemos encontrado una manera de prevenir lo que, me parece, es el problema más serio: el desarrollo del capital y cómo ese desarrollo en sí tendrá un impacto negativo en el mercado de la vivienda en todo el mundo», dijo Harvey, quien considera que mucha inversión en vivienda es «improductiva».
El debate promovido por este foro tuvo como telón de fondo el intrincado tema de cómo conquistar el derecho a la ciudad. Para analizarlo, sin embargo, hay que estudiar primero el mapa general de esa aspiración. A eso se ha dedicado este geógrafo marxista desde la década de los setenta del siglo pasado y hoy, a sus 88 años, continúa hablando apasionadamente de emergencia habitacional, de sistemas productivos y de Karl Marx, su principal referente teórico.
Evolución de la crisis de la vivienda
Al señalar que las dificultades para acceder al derecho a la vivienda son de magnitud mundial, el científico social sostuvo que desde 1970 estaba claro que la provisión de soluciones habitacionales “no se podía dar en un sistema de libre mercado”. Ejemplificó el caso de la ciudad de Nueva York donde se presenta “un gran boom de vivienda y, sin embargo, hay 60.000 personas sin techo. Eso no tiene ningún sentido. El boom es para que las personas más ricas del mundo puedan tener un penthouse en Manhattan”, se lamentó. No obstante, “no se ha encontrado una manera de consolidar una provisión fuera del mercado” y eso guarda relación con el desarrollo del sistema capitalista y sus turbulencias, como el estallido de la burbuja inmobiliaria y el colapso de las hipotecas en 2007.
Como un médico en busca de un diagnóstico, para Harvey no hay que limitarse al análisis de un solo órgano. Esto es, “se tiene que ver todo de manera conjunta”. Recordó que el Fondo Monetario Internacional (FMI) publicó en 2023 un estudio sobre las deudas globales y el monto per cápita ascendía a 86.000 dólares: “En 1980 esa deuda era de 20 dólares. ¿Qué ha pasado? Que mucha de esa deuda tenía que ver con la vivienda. Cuando Franklin D. Roosevelt introdujo la hipoteca, la idea era estabilizar la economía, pero había un subargumento más importante a largo plazo: los que contraen una deuda no van a la huelga, por así decirlo. Era un control social”, explicó.
En este esquema, el trabajador adquiere una identidad de comprador. E incluso cuando los gobiernos aumentan los salarios mínimos o aplican medidas como el ingreso mínimo universal, denunció Harvey, las inmobiliarias dicen “ya podemos subir la renta”. Estos factores tienen además una función más amplia en los engranajes de la política, los flujos y reflujos que abren y cierran ciclos.
Ahora, en la actual coyuntura política mundial tanto en América como en Europa, la extrema derecha amenaza con echar abajo unos consensos básicos del Estado Social y de Derecho que se consolidó después de la Segunda Guerra Mundial. La llegada al poder de líderes ultra conservadores como el neoliberal Javier Milei en Argentina tiene, según su análisis, unas causas concretas.
“Creo que este movimiento hacia la ultraderecha es una respuesta a las políticas de austeridad”, señaló. Básicamente, porque la austeridad enfrenta con el Estado a quienes sufren sus consecuencias. Este es el clima en el que prosperan también figuras como Donald Trump, que en su opinión, es el más opcionado para ganar las elecciones de noviembre en Estados Unidos.
La posibilidad de habitar un espacio depende del modelo económico
Para este profesor de Geografía y Antropología en la Universidad de Nueva York (CUNY) que lleva décadas diseccionando las derivadas del desarrollo urbano la premisa para acceder a un espacio habitacional es aparentemente sencilla. “A todos nos gustaría vivir una vida decente en un lugar digno”, pero para lograrlo las circunstancias son complejas. Porque la forma en la que se habita un espacio depende de los modelos económicos, de las condiciones generales de vida, del trabajo y el consumo, del pensamiento y, en última instancia, de una posición ideológica.
«No se equivoquen, hay una crisis en todo el mundo por la vivienda. Si las personas no tienen dinero, no pueden acceder a la vivienda que le gusta construir a los desarrolladores». Detalló que la problemática de la vivienda tiene varias facetas: no basta con mejores salarios, más producción y mayor eficiencia, bancos de suelo, o crédito. «Las luchas respecto a la vivienda en la mayoría de los países no son únicamente en torno a un aspecto de la vivienda», acotó.
Especulación financiera
También expuso un análisis de cómo la acumulación de capital resulta en una masa que solo puede desfogarse en mercados financieros. Esos mercados multiplican dicha acumulación hasta llegar a un punto crítico, que no se puede sostener y entonces solo queda buscar inversiones improductivas. No se trata de inversiones sin retorno pues nadie invierte para perder.
“¿Entonces qué se hace? Pensar en formas de inversión improductivas. Cierras el ciclo o lo rompes. Desarrollas megaproyectos. De pronto la urbanización se vuelve el terreno del capital de trabajo no a favor de la población sino de los ultrarricos”.
Abordó, de otro lado, el tema del turismo y llamó la atención respecto a que este ramo de la economía, en su opinión, es destructivo.
«El turismo es cada vez más destructivo (…) ya estamos viendo esto en Ciudad de México y se está incrementando. No se está estabilizando, está acelerándose. La próxima vez que la oficina de turismo diga: tenemos 1.5 millones de visitantes más que el año pasado, piensen en las consecuencias de eso”, afirmó.
Conversión en instrumento de especulación
Al remontarse a los fundamentos de la vivienda, Harvey sostuvo que este bien inmueble era simplemente visto, en términos de Marx, como un valor de uso. “Es decir, era un refugio, un lugar para criar a los niños y tener un entorno de vida decente”.
“En la década de los ochenta, después de que el neoliberalismo empezara a avanzar muy fuerte, la gente comienza a ver la casa no tanto como un valor de uso, sino como un valor de cambio. Y a finales de los ochenta se convierte ya en un instrumento especulativo”.
“La gente compra casas para especular con el valor de la vivienda. Por supuesto, cuanta más especulación hay, más tiende a subir el precio de la vivienda. El valor es ahora predominante en términos de lo que la gente hace con ella, por lo que muchas personas comenzaron, incluso a nivel local, a cambiar de vivienda, es decir, compraban una casa con una hipoteca, la arreglaban y especulaban con su valor. Entonces, grandes empresas como Blackstone empezaron a comprar viviendas de gente que había sido desalojada, que eran bastante baratas y las arreglaron y les dieron la vuelta. Así Blackstone se ha convertido en una de las compañías más poderosas del mundo, especulando con la vivienda. La cabeza de Blackstone es Steven Schwartzman, que es una de las personas más ricas en Estados Unidos y apoya a Trump, por lo que da mucho dinero a las campañas políticas”.
La situación en América Latina
Sobre la situación de la vivienda en América Latina, Harvey advierte que hay una cantidad de instituciones que están tratando de meter a la vivienda en un sistema de mercado, pero una de las cosas que ha estado sucediendo es que la gente empieza a considerar el bien habitable como algo que está separado de su contexto urbano.
“En Brasil, por ejemplo, estaba el programa ‘Mi casa, mi vida’, que ponía una cantidad masiva de viviendas asequibles a disposición de las poblaciones de bajos ingresos. El problema es que, si tienes una vivienda, pero queda en un desierto donde no hay tiendas, ni escuelas, ni hospitales, ni servicios sociales, ¿cuál es el papel de la vivienda en relación con la vida cotidiana de una ciudad? Simplemente no hubo una preocupación en la producción en masa de este tipo de vivienda. Muy a menudo se encuentran en la periferia de una ciudad, tal vez a dos o tres horas de viaje de los principales centros de empleo. En Chile, la mayoría de las casas se están cayendo y deben reconstruirse, pero no solo tiene que ser una reconstrucción física, tiene que haber una reconstrucción social, para que se comience a pensar en la vivienda como un componente de las comunidades. Se debe tener un papel mucho más fuerte en la provisión de vivienda y también asegurarse de que haya cosas como centros de salud comunitarios, escuelas adecuadas, acceso a los alimentos. Ese es un problema real en muchos lugares de Latinoamérica en los que he estado”.
La comunidad tiene que crear urbanismo
Harvey sostiene “que no se puede separar el tipo de ciudades que queremos del tipo de personas que queremos ser. Por lo tanto, me gustaría ver muchas variedades diferentes de urbanismo en lugar de tener un solo modelo. Yo esperaría ver muchos ejemplos diferentes para ver innovación, en lugar de ver los mismos esquemas de construcción de forma aburrida”.
Sostiene que hay que analizar cuál es el proceso de urbanización y cuál es el esquema que producirá cada comunidad porque tiene que ser la propia población la que debe generarlo.
El fenómeno de la gentrificación
Se refirió también al fenómeno de la gentrificación. Explicó que “el término se utilizó por primera vez a mediados de la década de los sesenta en Gran Bretaña y se trata simplemente de intentar encontrar terrenos y espacios en los que construir nuevas viviendas o llevar a cabo importantes mejoras y modernizaciones. Al hacerlo, a menudo hay que desalojar a las personas que viven allí por medios legales o ilegales. A veces con violencia, otras aumentando costos, de modo que se obtiene un bloque de viviendas que se va a demoler para construir rascacielos. Ahora mismo la gentrificación es un problema mundial, porque históricamente las poblaciones de bajos ingresos han estado muy cerca del centro de la ciudad y, por lo tanto, en terrenos muy valiosos. La necesidad de liberar el suelo de esa forma de ocupación se vuelve significativa, porque se buscan espacios en los que construir condominios de gran altura. Ese proceso de mercado no funciona mal para la clase media y alta, el problema es que no funciona para el 40 % más pobre de la población, que es expulsado constantemente hacia la periferia”.
Derecho a la vivienda
Hizo énfasis en que para revertir los efectos perversos del modelo neoliberal en cuanto al acceso de la mayoría de la población a una unidad habitacionales es preciso examinar pormenorizadamente el tema del derecho a la vivienda.
“Muchas veces tenemos que deshacernos de la perspectiva de la propiedad privada y tratar de pensar en derechos colectivos y de encontrar mecanismos para promover la vivienda no especulativa. Es decir, intentar devolver a la vivienda su finalidad original, que era el valor de uso. Es probable que los gobiernos fomenten el valor especulativo porque obtienen mayores impuestos sobre la propiedad, pero eso tiene que acabar y tenemos que encontrar una forma de que el propio gobierno intente idear nuevas formas de propiedad y desarrollo no especulativo de la vivienda”.
Sobre el particular, señaló que ha estado estudiando la política de vivienda social en Uruguay. “Allí fueron los sindicatos los que organizaron a sus miembros para construir sus propias viviendas. Se trata de viviendas de muy buena calidad que la gente puede pagar de dos maneras. Una es que podían convertirse en constructores o podían aportar dinero para construirlas”.
De esta manera, puntualizó, hoy se puede encontrar “una gran cantidad de viviendas sociales que son para mano de obra de bajos salarios, pero se organizaron a través de sus sindicatos. Y en el pasado los sindicatos han sido a menudo buenos instrumentos para organizar la provisión de vivienda para sus miembros. Ese es un modelo, pero ahora es difícil porque los sindicatos no están en buena forma”.