POR ERIC CALCAGNO /
El México de Andrés Manuel López Obrador (AMLO), la Guatemala de Bernardo Arévalo, el Perú de Dina Boluarte. ¿Cuál de esos presentes espera a Argentina en 2024? Pronto lo sabremos.
No será la primera vez en la historia que en Nuestra América existan realidades distintas al mismo tiempo en diferentes países. En esta nota de inicio de año proponemos considerar al México de López Obrador, la Guatemala de Arévalo, el Perú de Boluarte.
En México, el presidente López Obrador inauguró una “megafarmacia” en la localidad de Huehuetoca, Estado de México. Son 5200 Metros cuadrados con capacidad para contener 280 millones de medicamentos, que serán producidos por BIRMEX, una empresa estatal. Será la proveedora permanente de los hospitales públicos mexicanos. «El propósito” señaló AMLO, “es que a ningún mexicano le falten las medicinas y que se tome en cuenta que los medicamentos son gratuitos». La salud es un derecho, no un negocio.
Vuelve Mexicana de aviación, la aerolínea de bandera, luego de la privatización de Vicente Fox que la entregó a Gastón Azcárraga, un empresario amigo que le financió parte de la campaña para llegar a Los Pinos. Como es habitual, el desmanejo privatizador llevó al vaciamiento de la empresa que quebró en 2010. Azcárraga está prófugo de la justicia mexicana, acusado de fraude financiero y lavado de dinero. En la actualidad vive en Estados Unidos.
López Obrador recibió una delegación norteamericana encabezada por el secretario de Estado, Antony Blinken. Aunque no hubo comunicados posteriores, la caravana de 15 mil migrantes que comenzó a marchar en dirección del norte de México debe haber sido un tema de conversación. Para López Obrador la solución consiste en desarrollar la economía de los países pobres que expulsan población y arreglar los conflictos políticos. Es el discurso de un hombre de Estado que ataca las causas, y no las consecuencias. Tuvo tiempo para hablar de Argentina: “¡Imaginen eso!, tener un discurso de la libertad y luego impedir la libertad, negar la libertad, condicionar la libertad. Así son, la verdadera doctrina de la derecha fue la hipocresía, decir una cosa y hacer otra”. “Eso de poner en venta empresas, ya padecimos nosotros eso, ya se demostró que eso es un fracaso y regresar otra vez a eso». “Lo que va aquí de salida entra como moda en Argentina”.
No será la moda en Guatemala, si es que el próximo 14 de enero Bernardo Arévalo asume la Presidencia luego de ganar las elecciones en segunda vuelta del 20 de agosto de 2023 con el 61 % de los votos. Desde entonces, la administración de justicia guatemalteca, y en especial la Fiscalía de ese país, no han cesado en hostigar al Presidente electo, a su partido (el Movimiento Semilla), mediante todas las técnicas conocidas del llamado “lawfare”, esa dimensión jurídica de la dependencia. Dice Arévalo a The New York Times: “En el siglo XX eran golpes de fuerza con tanques, bayonetas, con militares y duraban dos o tres días. Los golpes del siglo XXI son dados con diputados, con abogados, en las cortes, se hacen así. Es más sofisticado, tarda mucho más tiempo, se hace con la pretensión de que se continúa con las instituciones. Pero la verdad es que son cascarones en los que la legalidad ha quedado tirada”. Digamos que Arévalo ha contado con la movilización popular en las calles, harta del “pacto de corruptos”, “una alianza informal de políticos, élites burocráticas y empresarios, que se protegen entre sí para mantener el poder”, según el diario El País de España. Un poco más y logran escribir “oligarquía”.
Donde sí ha triunfado un golpe de Estado es en el Perú. En efecto, el 7 de diciembre de 2022 fue destituido el presidente constitucional Pedro Castillo, un maestro rural de izquierda que no era del gusto del establishment local. Como Perú aún sufre la Constitución de Fujimori, el Congreso posee la capacidad de destituir al Presidente “por incapacidad moral”, lo que consiguió al tercer intento. Así es como Dina Boluarte, la vicepresidenta, asumió el poder en medio de una represión generalizada a partidos, sindicatos, organizaciones sociales, indígenas y campesinas. Apoyada por Estados Unidos, ejerce una Presidencia dependiente del Congreso, sostenida por las fuerzas de seguridad. Con una reforma del Código Penal, estas fuerzas de seguridad ahora pueden actuar sin orden de Fiscal, al que luego deben informar. Minería y deforestación están aseguradas, mientras continúan los asesinatos de líderes indígenas.
Como señalara la periodista María Sosa Mendoza a principios de 2023, hay en Perú dos partidos, uno a favor del establishment, que comprende “las clases altas y medias de Lima, los empresarios, los medios de comunicación, los diputados de derecha y centro-derecha, militares y policías”. En el otro partido “se encuentran los diferentes grupos de izquierda, la población rural perteneciente a los sectores socioeconómicos más bajos y el heterogéneo mundo de la informalidad” (cerca del 70 % de la población económicamente activa).
En los tres casos es como si encontráramos mismas configuraciones políticas económicas y sociales, que según el grado de hegemonía de unos o de otros depara destinos bien distintos a los pueblos. ¿Cuál de esos presentes espera a Argentina en 2024? Pronto lo sabremos.
Tiempo Argentino