POR MARCELO CARUSO AZCÁRATE
Si reemplazamos el “cubano” por “colombiano” -lo cual le daría mucho más sentido de realidad a la frase- las protestas del gobierno Duque y sus candidatos serían elocuentes. Sin embargo, muy difícilmente se animarían a acusar a Biden de injerencista e hipócrita como han hecho con la representante en derechos humanos de las Naciones Unidas. Así funciona la política internacional, sobre todo cuando se trata de ahogar definitivamente a quienes osaron soñar un mundo más justo y sabroso.
Esta agresiva frase del Departamento de Estado contra el gobierno de Cuba va también dirigida a contener a los republicanos y demócratas de derecha. Encabeza el documento con sus tímidas decisiones que reducen la agresividad de algunas de las 240 medidas que Trump tomó contra la soberanía de la isla. Eliminan el límite de 1000 dólares a las remesas familiares, aceleran las visas para reunificación familiar y permiten los vuelos regulares o chárter a localidades distintas de La Habana. Es un “pequeño paso en la dirección correcta”, como lo caracterizó la Cancillería de Cuba, que no toca el bloqueo, ni la calificación de patrocinadores del terrorismo, ni la prohibición de viajes a sus ciudadanos y, menos aún, replantea las visas pendientes para migrantes que se siguen “atendiendo” desde la embajada en Georgetown, Guyana.
Al mismo tiempo, se anuncia que Estados Unidos permitirá las negociaciones de la empresa Chevron con el gobierno de Venezuela para recuperar la producción petrolera. También se le ordena al confundido Guaidó y a la oposición actualmente en el Congreso, el retomar las negociaciones en México para encontrar una salida política al conflicto interno y externo, las que anteriormente fueron boicoteadas por orden del mismo Biden.
Comprender los complejos vaivenes de la crisis política de Estados Unidos, será condición fundamental para los nuevos gobernantes en Colombia. Biden habla de un nuevo ordenamiento democrático mundial, pero el problema más concreto y cercano que tiene son las próximas elecciones, donde el trumpismo gana terreno. Aflojando muy poco las costosas presiones frente a Cuba, busca cumplir una pequeña parte de sus compromisos electorales y recuperar los votos que está perdiendo de los sectores progresistas del Partido Demócrata. Y, como consecuencia del doloroso conflicto armado entre Ucrania y Rusia -al que están alimentando- necesita petróleo pesado para sus refinerías, del cual Venezuela es la mejor y más cercana plaza. Es decir, que el mentado nuevo orden mundial sigue estando determinado por la disputa por territorios y mercados, por seguir hundiendo al euro y al rublo y por el poder político en Washington. Mientras tanto, China observa.
Estos bandazos de EE.UU. son también consecuencia del fracaso de su inhumana estrategia de hambre contra el pueblo cubano. Tampoco pueden ignorar la exigencia de normalizar las relaciones por parte de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños, CELAC, y de la inmensa mayoría de los países del mundo en su enésima votación en la ONU contra el bloqueo.
Son ambigüedades que tendrán costos políticos y sociales en Estados Unidos y en toda la región. Abundarán las ilusiones y desilusiones a lado y lado esperando de necesarias negociaciones con inciertos futuros, que terminarán agudizando los crecientes descontentos políticos y sociales. Lo cual explica el por qué los pueblos de nuestra América insisten en instalar gobiernos antineoliberales que compensen los daños de estas estrategias de dominación que aumentan las desigualdades, y el que sus nuevos gobernantes exijan relaciones de respeto mutuo. En lo inmediato, todo preanuncia que el giro excluyente de la próxima Cumbre de las Américas – destinada a dar estos debates- la dejará pronto en el olvido.
.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.