POR JOSÉ GUARNIZO Y ANDRÉS FELIPE CARMONA /
La plataforma web Vorágine tuvo acceso a apartes de la audiencia reservada que ante la Jurisdicción Especial para la Paz (JEP) rindió el excomandante paramilitar Salvatore Mancuso.
Durante la audiencia judicial el líder exparamilitar hace aseveraciones muy graves: asegura que junto a la Gobernación de Antioquia y la IV Brigada sus hombres planearon la masacre del 22 de octubre de 1997. En la operación fueron asesinados 15 campesinos.
Todo lo que rodea a Salvatore Mancuso por estos días en Colombia está cargado de tensión. Hay gente muy poderosa, entre políticos, exmilitares y empresarios, que temen por lo que el excomandante paramilitar pueda contar ante la justicia transicional ahora que fue aceptado en la JEP.
Este viernes, Mancuso apareció en una pantalla desde el Centro de Detención de Migrantes ICE-Stewart Detention Center, de Georgia, Estados Unidos. Estaba vestido de blanco y era evidente que en su rostro se dibujaba la cara de un hombre tenso, y preocupado. Estaba allí conectado para asistir a la audiencia única de verdad en la que le notificaron que en adelante sería oficialmente un compareciente en el tribunal de paz.
Sin embargo, ese espacio no fue precisamente el escenario en el que Mancuso hizo las aseveraciones en las que podría ubicarse el orígen de su rigidez ante la cámara. El excomandante de las Autodefensas Unidas de Colombia (AUC) ya había hablado días antes en audiencias reservadas sobre su participación en capítulos de horror en el conflicto colombiano y que hoy salpican por primera vez al expresidente Álvaro Uribe Vélez en su rol de gobernador de Antioquia, entre 1995 y 1997. Dichas declaraciones, sin embargo, no se conocían hasta hoy.
Vorágine conoció fragmentos de las audiencias que no fueron públicas. Según Mancuso, Uribe, junto con Pedro Juan Moreno, su entonces secretario de Gobierno del departamento, y los militares de la IV Brigada participaron de la planeación de la masacre del corregimiento de El Aro, una incursión paramilitar que se llevó a cabo en Ituango, Antioquia, entre el 22 y el 26 de octubre de 1997. Allí fueron asesinados 15 campesinos.
“La primera planificación se inicia desde que yo voy a la oficina del general Manosalva, puente hecho a través del general Iván Ramírez; ayer incluso él mismo en un video dice que se encontró conmigo en la Brigada Cuarta, y efectivamente sí. En la Brigada Cuarta estuvimos. Él no estuvo en la reunión efectivamente, está diciendo la verdad, él se fue, yo quedé con el general Manosalva planificando la operación (de la masacre de El Aro) sobre cartas satelitales, sobre la mesa de la sala de juntas que él tenía ahí, de toma decisiones de donde estábamos”, le dijo Mancuso a los magistrados de la JEP.
Mancuso se refiere a Alfonso Manosalva Flórez, comandante de la IV Brigada hasta el 20 de abril de 1997, fecha en la que murió a causa de un aparente aneurisma. El general en retiro Iván Ramírez Quintero, por su parte, actualmente comparece ante la JEP por hechos relacionados con el exterminio de miembros de la Unión Patriótica.
Minutos más adelante en la audiencia Mancuso se ratifica en lo anterior y dice que se reunió con Uribe en su finca y añade que Pedro Juan Moreno fue quien, de parte del gobernador, pidió que se cometiera la masacre de El Aro: “En El Aro yo estuve, previo al Aro, porque El Aro se iba a hacer desde el 96, reunido en la oficina del general Manosalva, allá me encontré al general Ramírez, entre otras cosas (…) fue Iván Ramírez quien me manda para que organice y coordine la operación que nos pide Pedro Juan Moreno, y Pedro Juan Moreno viene a nombre de Uribe, Uribe se ha reunido conmigo, y yo me reuní el coronel Raúl Suarez, comandante de la policía de Córdoba, me llevó a reunirme a la finca de Uribe, por el gobernador Uribe para aquel momento y Uribe siempre tuvo conocimiento de la operación de El Aro”.
“Usted tiene que atemorizarlos”
Es entonces cuando uno de los magistrados de la JEP le pregunta a Mancuso:
“Usted nos está hablando de distintas modalidades en las que se materializaba el modus operandi, entonces usted dice que había operaciones planificadas con distintos niveles del Ejército, en donde participaba el comandante de brigada, Ejército, inteligencia y uno de los ejemplos es El Aro, ¿entonces puedo deducir que en este caso la acción era la masacre?”.
A lo que Mancuso contesta: “Sí, su señoría, también porque estas operaciones cuando ingresábamos a áreas… ¿Qué sucede con El Aro? Siempre se nos decía que allí era el sitio donde,…lo que nos dijo Pedro Juan (Moreno), la información que traía Pedro Juan, y que manejaba el general Iván Ramírez y que manejaba Manosalva era que en El Aro todos estos secuestrados que hacía la guerrilla sobre la vía que iba entre Medellín y Caucasia, o entre Yarumal y Caucasia, allí en El Aro los metían y los tenían como una base carcelaria, los mantenían a los secuestrados de las FARC, así que, cuando nos dan esta información se planifica una operación, nunca habíamos entrado allá”, dijo.
Y agregó: “Eso era un territorio de dominio absoluto de las FARC y cuando uno entra a un dominio absoluto de las FARC, uno pone en práctica no solamente un teatro de operaciones, sino la puesta en escena de un teatro de terror, así de horrible como suena porque ese teatro de terror lleva a las personas a tomar decisiones, la idea es, usted tiene que atemorizarlos tanto que, o dejan de apoyar a la guerrilla, o se van de la zona o se enfusilan y se van a las filas de la guerrilla, así de crudo como suena, entonces por eso esas operaciones eran operaciones de castigo en las que se imponía un terror y luego salíamos de la zona, porque no eran operaciones donde nos quedábamos, cuando uno se queda en la zona no infringe operaciones de castigo y allí eran operaciones de castigo”.
El magistrado pregunta: “¿Un ejemplo de operaciones de castigo?”
Mancuso responde: “El Aro, la operación de arriba del río Esmeralda que pasamos…que venían tropas de todas las áreas de las Autodefensas y que participaron la brigada 11, y 17. Esa que hicimos arriba de la Esmeralda”.
Pedro Juan Moreno Villa, a quien Mancuso menciona varias veces como el hombre que se reunía con militares y paramilitares con peticiones de Uribe, fue secretario de gobierno de Antioquia entre 1995 y 1997. Era un hombre recio de temperamento volcánico que estuvo a cargo de la creación de las Convivir durante aquella época en la gobernación, esas mismas cooperativas con las que se terminó legalizando el paramilitarismo en algunas zonas del departamento.
Moreno Villa murió en un accidente aéreo cuando viajaba en un helicóptero de Medellín a Mutatá, Antioquia, el 24 de febrero de 2006, mientras hacía campaña para el Senado de la República. Por aquellos días, Moreno estaba enemistado con Uribe, después de haber sido durante años su confidente. El exsecretario de gobierno pasó de ser el depositario de los secretos más íntimos de Uribe a su más acérrimo enemigo.
El exparamilitar Diego Murillo Bejarano, alias ‘Berna’, le dijo en un correo a la periodista Maria McFarland que lo de Moreno no había sido un accidente sino un asesinato. Ella recogió ese testimonio en el libro Aquí no ha habido muertos:
“Reciba un cordial saludo, sobre Pedro Juan Moreno, lo conocí personalmente ya que era un asiduo visitante de los campamentos de las autodefensas, concretamente de un sitio llamado 21 donde funcionaba el cuartel general de Carlos Castaño. Él era uno de los consejeros de dicho comandante. La muerte de él fue producto de un saboteo al helicóptero (sic) donde se movilizaba. Acción llevada (sic) a cabo por órdenes de Uribe”. Meses después, ‘Berna’ se retractó de lo dicho.
Otro de los mencionados por Mancuso en las audiencias reservadas y que resulta clave en esta historia es el general Manosalva. Según el exparamilitar, este oficial ya fallecido y muy cercano a Uribe en su momento fue quien se sentó junto a él para planear los detalles de la operación que terminó en la masacre de El Aro:
“Me entregó información valiosa de inteligencia, campamentos… yo no conocía, él me explicó cuáles eran las rutas probables de apoyo, corredores estratégicos de movilidad, apoyos que podrían recibir de los diferentes frentes, o sea, todo. Se planificó absolutamente todo; información de triangulación de inteligencia donde se encontraban, orden de batalla de guerrillas, nombres de colaboradores, auxiliadores, de los supuestos carceleros, etcétera. Toda esta información la tuvimos previa a esas operaciones, entonces son operaciones que con estos listados se manejan de manera conjunta en este caso; a diferencia de estas otras que le mostraba. Entonces, de acuerdo a la información que recibíamos, de esa manera se operaba, su señoría”.
Mancuso no era un colaborador ocasional de las FF. MM.
El ingreso de Mancuso a la JEP este viernes se dio en calidad de “incorporado material y funcional” de la Fuerza Pública, es decir, dicha jurisdicción encontró que no era un colaborador ocasional de las FF. MM. sino que desempeñó un papel crucial en la coordinación y comunicación entre la organización ilegal y los organismos de seguridad estatales.
El exparamilitar, de acuerdo a lo dicho por la JEP, ha mencionado en sus versiones públicas y privadas a más de 300 personas, entre ellas el expresidente Álvaro Uribe Vélez, por lo que la Jurisdicción Especial compulsará copias a distintas autoridades judiciales para que sean investigados civiles, militares y aforados por parte de la Fiscalía, la Comisión de Acusaciones de la Cámara de Representantes, Justicia Penal Militar, entre otros.
Entre las evidencias que Mancuso entregó a la JEP, para demostrar que hacía parte de la Fuerza Pública, hay dos imágenes de los dos carnés que lo acreditaban como miembro de la Policía Nacional Cívica en 1994 y 1998. Dicho organismo se creó en Colombia para apoyar el cumplimiento de las misiones específicas de la Policía Nacional en las comunidades del país.
La vinculación del exparamilitar se da por cuenta de su actuar en Córdoba y en la región del Urabá, donde la JEP identificó que se crearon y operaron 16 Convivir. Mancuso, de hecho, fue el representante legal de una de ellas: la Cooperativa Horizonte, una ‘fachada’ de las Autodefensas en Tierraalta que tuvo relaciones, según la JEP, con integrantes de la Décimo Séptima Brigada, puntualmente con el Batallón de Infantería No 33 ‘Batalla de Junín’ y el Batallón de Infantería No. 46 ‘Voltígeros’.
El exparamilitar hizo parte de las Autodefensas Campesinas de Córdoba y Urabá, Accu, como segundo comandante. Después, según documentos de la Fiscalía, fue promovido por los hermanos Vicente y Carlos Castaño como Jefe del Estado Mayor de las Autodefensas Unidas de Colombia, AUC. Se desmovilizó de manera colectiva el 10 de diciembre de 2004 con el Bloque Catatumbo junto a 1.434 hombres. Cuatro años después, el 13 de mayo de 2008, fue extraditado a EE. UU.
Salvatore Mancuso había comparecido virtualmente ante la Jurisdicción el 10, 11, 15 y 16 de mayo pasado. En esas jornadas el exparamilitar fue escuchado por víctimas de la región Caribe, Urabá, Córdoba y Montes de María mientras detallaba la relación del paramilitarismo con altos mandos militares y miembros de la fuerza pública y otros agentes del Estado.
Después de esa audiencia hubo una serie de diligencias reservadas ante magistrados de la JEP que se acompañaron de la entrega de evidencias que sustentan lo afirmado por Mancuso. Entre las pruebas hay actas de constitución de las Convivir Nuevo Amanecer y Horizonte Limitada y otros grupos de seguridad privada junto a diferentes informes de inteligencia.
El expresidente Álvaro Uribe Vélez negó lo afirmado por Mancuso y se defendió en su cuenta de X (antes Twitter) con estos dos mensajes: 1. “Este bandido de Salvatore Mancuso ahora cambia de versiones sobre El Aro para justificar el beneficio de la creación dolosa de la teoría bisagra de la JEP-FARC. Lo agregaré a las denuncias en Estados Unidos y ante la Fiscalía de Colombia”. 2. “Este bandido de Salvatore Mancuso tendrá que probar que yo sabía de El Aro. Repito, nunca se reunió en el Ubérrimo conmigo, nunca hablamos, no pasé de cruzarnos saludos por mi vinculación a Montería y sin que se supiera que era bandido. Logros de la dolosa teoría bisagra de la JEP-FARC”.
Vorágine, Bogotá.