
POR INGRID URGELLES /
Reuniones en Moscú y Beijing colocan a América Latina en el centro del nuevo tablero global, con los BRICS y la CELAC como plataformas de un Sur Global que ya no quiere ser periferia. En este escenario, el historiador mexicano Christian Nader analiza el alcance y las implicancias de estos movimientos.
En un mundo en constante movimiento geopolítico, dos eventos recientes han captado la atención internacional: la reunión de los BRICS en Moscú y la Cumbre de la Celac en Beijing. Ambos reflejan la creciente influencia del Sur Global en los asuntos internacionales, una región históricamente marginada por las grandes potencias occidentales. En estos encuentros, América Latina se ha posicionado como un actor clave en la reconfiguración del mapa internacional, alineándose con Rusia y China, dos potencias que buscan contrarrestar la hegemonía estadounidense.
Christian Nader, historiador y analista geopolítico, profundiza sobre estos temas. Con una vasta trayectoria en el análisis de la historia contemporánea y la política internacional, explica el papel crucial que juegan los países del Sur Global, especialmente en relación con los BRICS, la CELAC y la resistencia a las políticas imperialistas del occidente. En este contexto, el multilateralismo se presenta como una herramienta esencial para desafiar el orden internacional unipolar liderado por Estados Unidos.
Moscú: el ascenso de los BRICS
La reunión oficial de los BRICS, celebrada el 28 de abril en Río de Janeiro, fue la antesala de los acercamientos que se concretaron a principios de mayo en Moscú, en el marco de las conmemoraciones por el 80 aniversario de la victoria soviética sobre la Alemania nazi. Los presidentes latinoamericanos Luiz Inácio Lula da Silva, Nicolás Maduro y Miguel Díaz-Canel estuvieron presentes y aprovecharon la ocasión para reunirse con el presidente ruso, Vladimir Putin.
Nader reflexiona sobre las implicaciones de estos acercamientos, el perfil de los invitados a la conmemoración y el contexto geopolítico en el que se desarrollan. «Muchos de los asistentes son miembros fundacionales de los BRICS», señala el historiador, quien también subraya la ausencia del presidente de la India, Narendra Modi, debido al conflicto en curso con Pakistán, aliado de China.
Según Nader, lo interesante de esta coyuntura es que “se celebra la victoria sobre el fascismo, pero también se está celebrando la resistencia global en contra del imperialismo occidental”.
Con relación a las reuniones bilaterales producidas en Moscú y a la consolidación del bloque, que sigue ampliando su influencia en el panorama internacional, Nader destaca que “el bloque de los BRICS está creciendo, y más allá de ser un grupo de economías emergentes, se ha convertido en una alianza estratégica para países que buscan un nuevo orden internacional, un orden multipolar”.
Sobre su naturaleza, Nader advierte que no debe confundirse con otras experiencias del pasado. “Hay gente que compara los BRICS con organismos internacionales no occidentales como el Pacto de Varsovia o con la Tercera Internacional, pero esto no es así”, aclara.
A diferencia de aquellas alianzas, los BRICS tienen una vocación económica y comercial. “Buscan reforzar lazos sin depender del intervencionismo occidental, especialmente del estadounidense, que históricamente ha funcionado a través del dólar. Por eso se discute la creación de una moneda propia y sistemas electrónicos paralelos al SWIFT para las transacciones internacionales”, explica el historiador. Esta apuesta por una arquitectura financiera alternativa es uno de los pilares de la estrategia multipolar que promueven los países del bloque.
Durante su visita a Moscú, el presidente brasileño Luiz Inácio Lula da Silva y su homólogo ruso, Vladímir Putin, acordaron fortalecer la asociación estratégica entre ambos países mediante una serie de medidas orientadas a dinamizar el intercambio económico y político.
“Nuestro comercio de poco más de 12.000 millones de dólares puede ampliarse. Nos interesa discutir las áreas de defensa, espacio, ciencia y tecnología, educación y, por sobre todo, el tema energético”, sostuvo el presidente brasileño. Ambos líderes coincidieron en que un vínculo más estrecho entre Rusia y Brasil es fundamental para promover un sistema internacional más equilibrado y multipolar.
El multilateralismo es, en este sentido, uno de los principales motores detrás de la expansión de los BRICS. Este bloque, compuesto por Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica, ha sido un defensor constante de la diversificación de las relaciones internacionales y la resistencia a la hegemonía de las grandes potencias. En la última cumbre, se discutió la ampliación del grupo para incluir a más países del Sur Global, con énfasis en la integración de Cuba y Venezuela, dos aliados tradicionales de Rusia en América Latina.
Para Nader, “el BRICS está ofreciendo una plataforma multilateral donde países como Venezuela y Cuba pueden tener una voz más fuerte en la arena internacional, algo que no se logra en los organismos tradicionales controlados por Occidente, como el FMI o el Banco Mundial”.
Nader recuerda que las relaciones diplomáticas entre Brasil y Venezuela atraviesan un momento delicado, tras el bloqueo por parte de Lula a la entrada de Venezuela a los BRICS en la cumbre del año pasado.“Washington ha establecido líneas rojas que Brasil no puede cruzar. La más significativa es no apoyar a Venezuela, a pesar de que Venezuela siempre ha respaldado a Brasil”, señala Nader, quien plantea la pregunta: “¿No es esto una canallada, especialmente considerando los personajes que rodean a Lula?”.
El bloqueo de Venezuela, para Nader, responde tanto a la presión de Estados Unidos como a la estrategia interna de las élites brasileñas, que temen que Venezuela, con su enorme potencial económico, especialmente en hidrocarburos, reservas de oro y tierras raras, pudiera superar a Brasil en términos de influencia y poder económico. “Muchos piensan que Brasil tiene grandes cantidades de hidrocarburos, pero, de hecho, tiene poco más que México. Temen que Venezuela llegue a ser el motor económico sudamericano y, al mismo tiempo, parte de los BRICS”, aclara.

En este escenario, Nicolás Maduro sostuvo reuniones no solo con Vladimir Putin, sino también con el presidente cubano Miguel Díaz-Canel y con Ibrahim Traoré, mandatario de Burkina Faso. Estos encuentros son señales de que las alianzas geopolíticas están en pleno proceso de redefinición, incluso a contracorriente de decisiones como el bloqueo de Brasil.
“En primer lugar, se busca fortalecer acuerdos comerciales. No hay que olvidar que Venezuela ha sido el país con mayor crecimiento económico en Sudamérica durante los últimos dos años”, explica Christian Nader.
Según el historiador, esto se debe a dos factores clave: “Primero, porque Venezuela ya conoce bien los efectos de la guerra arancelaria estadounidense, manifestada a través del bloqueo y el estrangulamiento financiero. Y segundo, porque su economía, con el respaldo de potencias como China, Irán y Rusia, ha logrado avanzar sin depender del FMI, del Banco Mundial ni de las imposiciones de Washington”.
Durante el encuentro en Moscú, los presidentes de Rusia y Venezuela suscribieron un tratado de asociación estratégica integral que profundiza la relación bilateral. El acuerdo, que tendrá una vigencia inicial de diez años con prórrogas automáticas, contempla inversión conjunta en sectores clave, exploración y desarrollo de campos petroleros y de gas, cooperación en la construcción de infraestructura financiera independiente, proyectos energéticos vinculados a la generación eléctrica, así como la expansión de los lazos militares y de defensa.
Este tratado se inscribe en el marco de una reconfiguración global en la que ambos países buscan reducir su dependencia de las estructuras dominadas por Occidente.
En el caso de Cuba, Nader destaca la relevancia de los encuentros de Miguel Díaz-Canel con las delegaciones de Rusia y China. “Se firmaron acuerdos importantes. Aunque se venían discutiendo desde hace varios meses, ahora se concretaron compromisos en áreas clave como tecnología, energía y logística por parte de ambos países hacia Cuba, que se encuentra en un momento complicado”, señala el historiador.
Estos entendimientos no son solo bilaterales: tienen un trasfondo estratégico más amplio, pues apuntan a allanar el camino para una eventual incorporación acelerada —fast track— de Cuba y Venezuela en la próxima cumbre de los BRICS.
Nader advierte que este proceso no está exento de obstáculos. “Para que un país ingrese, es necesaria la aprobación unánime de los cinco miembros fundadores”, explica, recordando el caso de la cumbre BRICS de 2023, donde India bloqueó la entrada de Pakistán por razones históricas. De ahí que una de las propuestas en discusión sea la eliminación del derecho a veto en estos procesos de ampliación.
“Si se quiere que los BRICS crezcan y se fortalezcan como bloque, es fundamental superar las contradicciones internas. Para resistir al imperio, primero hay que limar asperezas y resolver los asuntos pendientes”, reflexiona.
El pasado martes 13 de mayo, en línea con las reuniones en Moscú, se desarrolló el IV Foro Ministerial China-CELAC en Beijing, un encuentro que marcó un avance significativo en la integración de América Latina con las grandes potencias emergentes.
La CELAC, compuesta por 33 países de América Latina y el Caribe, ha sido tradicionalmente un espacio para el diálogo político y económico regional, pero su agenda ha cobrado una nueva dimensión al estrechar lazos con China, país que ha jugado un papel fundamental en la construcción de una nueva geopolítica multipolar.
«Esta reunión es importante debido a la coyuntura política marcada por la oposición de Estados Unidos a China, así como por el acuerdo alcanzado en torno a la política de ‘una sola China’, respaldado por todos los países de América Latina y el Caribe», explica Christian Nader.
Este acercamiento a China, articulado a través de una plataforma de cooperación multilateral, refleja un cambio de paradigma en la política exterior latinoamericana. La Declaración de Beijing, emitida al cierre del Foro, resalta el compromiso compartido con una mayor cooperación birregional entre América Latina y el Caribe y la República Popular China.
«China tiene unos proyectos de inversión colosales para América Latina», señala Nader. Entre los puntos centrales destacan el impulso hacia la modernización y el desarrollo sostenible, la necesidad de reformular las instituciones de gobernanza global —incluido el Consejo de Seguridad de la ONU y su composición—, la consolidación de un sistema multilateral de comercio, la promoción de los derechos humanos, el respaldo a la estabilidad en Haití, la condena a la guerra arancelaria y la decisión de convocar una próxima sesión del Foro en 2028.
En el encuentro, China anunció una línea de crédito por 10.000 millones de dólares destinada a proyectos en países latinoamericanos, así como la exención de visados para ciudadanos de la región. «Esto no le va a gustar al Banco Interamericano de Desarrollo (BID), ni al FMI, ni al Banco Mundial con sede en Washington», dice Nader.
Estas medidas refuerzan la presencia estratégica de Pekín en América Latina, especialmente en un contexto global marcado por la guerra arancelaria impulsada por Estados Unidos para contener su ascenso. Con este tipo de iniciativas, China busca ampliar su influencia geopolítica y económica, presentándose como un socio alternativo a los esquemas tradicionales liderados por Washington.
«China tiene mucha inversión, incluso en México que no es parte de los BRICS. También tiene acuerdos con Colombia y Perú, pese a estar militarizado por Estados Unidos, como lo demuestra el caso del puerto de Chancay», explica el historiador.
En este sentido, el presidente colombiano Gustavo Petro destacó la importancia de fortalecer los lazos con China, no solo en términos económicos, sino como parte de una apuesta estratégica para crear un bloque regional fuerte y autónomo. Para ello, confirmó que su país firmará la adhesión a la Ruta de la Seda de China, un proyecto geopolítico que busca crear un puente de infraestructuras y comercio entre Asia, Europa y África. En un video compartido en redes sociales este martes 13, Petro expresó: “Colombia va a ser parte de la Ruta de la Seda. Somos libres, soberanos e independientes”.

Por su parte, el mandatario brasileño Luiz Inácio Lula da Silva ratificó la intención de seguir profundizando los lazos con China, especialmente en áreas como el desarrollo tecnológico, las energías renovables y la reducción de la dependencia del dólar en el comercio bilateral.
“Es imprescindible que la colaboración entre Celac y China contribuya a fortalecer la industria y la innovación en la región”, recalcó el Presidente de Brasil. Además, anunció más de 4.500 millones de dólares en futuras inversiones chinas en sectores que incluyen desde la fabricación de automóviles y energías renovables, hasta la industria de semiconductores y farmacéutica.
La cumbre también dejó en claro que, pese a las diferencias internas, la CELAC se consolida como un espacio activo en la búsqueda de una voz común latinoamericana frente a las potencias globales.

«De hecho, una de las posturas planteadas fue la propuesta de que el próximo secretario general de las Naciones Unidas sea un latinoamericano y miembro de la Celac. Esto implicaría que, en el próximo proceso de elección, China y América Latina votarían como bloque, probablemente junto con la mitad de los países africanos. Eso es importante para evitar la sinofobia en la Asamblea de las Naciones Unidas», explica Nader.
En ese sentido, los acercamientos con China no sólo representan una oportunidad económica, sino también una afirmación política de autonomía regional en un escenario global cada vez más fragmentado. Así lo manifestó el canciller cubano Bruno Rodríguez Parrilla, quien encabezó la delegación de su país en el Foro en Beijing.
“Nuestra región encuentra en China un socio claro, basado en la complementariedad, el beneficio recíproco y el respeto a nuestra cultura e independencia”, declaró Rodríguez Parrilla en una entrevista con Prensa Latina.
Una América Latina con voz propia
Nader deja claro que el Sur Global ya no es solo mero espectador de decisiones ajenas, sino actor activo en la construcción de un nuevo orden internacional. A través de espacios como los BRICS y la CELAC, los países del Sur articulan sus propias narrativas y alianzas.
La resistencia a la hegemonía occidental no es solo ideológica, sino una respuesta pragmática ante un mundo en transformación, donde el multilateralismo permite afirmar voces propias frente a las dinámicas unilaterales del poder global.
En este contexto, América Latina y el Caribe comienzan a dejar atrás el papel de meros espectadores para asumir un rol más protagónico. Las alianzas con potencias como China y Rusia, junto al fortalecimiento de organismos regionales, revelan una apuesta por la soberanía y la autonomía estratégica.
Como dijo el presidente Lula al inicio del Foro de la CELAC: “América Latina y el Caribe no deben convertirse en un escenario de disputas hegemónicas” y concluyó: “Es importante entender que [el destino de América Latina] no depende de nadie más […] depende única y simplemente de si queremos ser grandes o seguir siendo pequeños”.
Diario Red, España.