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El hegemónico Partido Colorado, heredero de la criminal dictadura de Alfredo Stroessner, fue nuevamente el ganador de los comicios presidenciales en Paraguay, un pequeño país suramericano sin litoral de apenas 406.752 kilómetros cuadrados
En efecto, Paraguay definió el pasado domingo 30 de abril su futuro, cuando un electorado de 4.782.940 votantes eligió al Presidente que permanecerá en el gobierno hasta 2028. El ungido es el economista neoliberal Santiago Peña Palacios de 45 años, perteneciente al hegemónico y ultraconservador Partido Colorado, quien obtuvo (42.74 %) una ventaja de más de quince puntos respecto de su inmediato contendor Efraín Alegre, un abogado quien encabezó la Concertación Nacional (coalición de 14 partidos) y obtuvo apenas el 27.49 por ciento de la votación.
Peña, un exfuncionario del Fondo Monetario Internacional (FMI), formado en universidades de Estados Unidos debe su triunfo electoral gracias a su padrino político, el controvertido expresidente y multimillonario empresario Horacio Cartes, a quien la Oficina de Control de Activos Extranjeros (OFAC) del Departamento del Tesoro de Estados Unidos señaló en un documento del 26 de enero pasado de haber incurrido “en actos de corrupción antes, durante y después de su mandato como presidente de Paraguay”.
Además Peña fue ministro de Economía de Cartes y designado miembro del directorio de un banco propiedad del impresentable expresidente, lo que lleva a cuestionar su capacidad o intención de reformar un sistema en el que goza de una posición privilegiada.
En el terreno político, el nuevo mandatario es un producto genuino del poder de cooptación del corrupto Partido Colorado.
Como economista, Peña durante la campaña electoral se presentó con una plataforma proempresarial dirigida a favorecer el gran capital.
A grandes rasgos su propuesta programática se caracteriza por carecer de detalles en un país como el Paraguay carcomido por la corrupción.
En definitiva, los paraguayos en su gran mayoría eligió la continuidad del gobierno del también ultraconservador actual presidente Mario Abdo Benítez.
En un gesto que acaso demuestre cómo gobernará y con qué referente político se seguirá identificando, el Presidente electo le dedicó unas palabras elogiosas a su mentor. “Mi querido Horacio Manuel Cartes Jara, admiro la inmensidad de su calificada obstinación por la suerte del Partido Colorado”, arrancó textual. Y le agradeció porque “refundó” la fuerza política a la que pertenecen ambos.
Un Congreso más colorado
El parlamento que renovó 45 bancas de senadores y 80 de diputados, ahora verá cómo se extiende una marea colorada que creció si se la compara con la composición del Congreso hasta hoy. También serán gobernadores del oficialismo los que queden al frente de los dos principales distritos del país: Central (que rodea a Asunción, la capital, una suma de conglomerados urbanos) y Alto Paraná, cuya capital es Ciudad del Este, ubicada en la Triple Frontera.
Paraíso nazifascista y bastión ultraconservador en Suramérica
POR JOHN SHERRARD /
En Paraguay se fundó nada menos que el primer partido nazi fuera de Alemania. Nació en el año 1929, cuatro años antes del ascenso al poder en Alemania de Adolf Hitler.
A lo largo de su historia, este pequeño país suramericano sin litoral, de algo más de siete millones de habitantes, caracterizado por sus regímenes autoritarios, ha sido refugio de militantes de extrema derecha y toda suerte de criminales.
Paraguay con apenas 406.752 kilómetros cuadrados es una incógnita en Suramérica, es casi como si una cortina de hierro lo rodeara, sumiéndolo en una gran ausencia dentro del concierto de voces latinoamericanas. Bolivia, Uruguay, Ecuador, países algo similares en cuanto a tamaño del territorio, han recibido mayor atención y estudio por parte de académicos y medios de comunicación. Pero Paraguay siempre ha estado invisibilizado, salvo para países vecinos como Argentina y Brasil donde es nombrado por su éxodo migratorio y por ser un enclave tomado por el crimen organizado, dedicado a la producción y tráfico de drogas así como al contrabando y lavado de activos. En los últimos tiempos, además, este país mediterráneo, ha saltado a titulares internacionales por la crisis climática que se encuentra viviendo producto de su economía orientada al extractivismo.
El silencio histórico en torno a Paraguay no ha sido una casualidad ni puede explicarse totalmente a raíz de su aislamiento geográfico. Es también producto de su historia política, decidido por sus élites locales y también internacionales. Podríamos afirmar que tuvo su origen en las dictaduras del dictador José Gaspar Rodríguez de Francia (1814-1840) que aisló al país para preservar su independencia. Así mismo, cabe resaltar la Guerra del Paraguay o de la Triple Alianza (1864-1870) donde fue aniquilado dos terceras partes de la población, hecho que puede considerarse un genocidio, además de las pérdidas significativas de territorio a mano de sus dos grandes vecinos con participación de Uruguay y, de acuerdo a algunos historiadores, con financiamiento del Reino Unido.
Sin embargo, que Paraguay prácticamente no haya existido en el mapa mundial durante el siglo pasado fue beneficioso para grupos y personas de ideología ultraderechista, criminales y aventureros dedicados a negocios turbios. Algo que ha prevalecido aún en estas primeras décadas del siglo XXI.
La importante migración alemana que recibió ese país a finales del siglo XIX y principios del siglo XX, asentándose en colonias, fue semillero de grupos nazis, con fuertes ideas racistas y eugenésicas. El intelectual paraguayo de origen judío Alfredo Seiferheld explica en su libro Nazismo y fascismo en el Paraguay (2020):
“El Paraguay ofrecía condiciones particularmente favorables a la expansión de la doctrina nacionalsocialista. Casi treinta mil alemanes, nativos y descendientes, se hallaban esparcidos en diversas colonias y ciudades; cinco mil de ellos tenían preponderancia en el comercio, la banca y otras actividades empresariales. El Paraguay había conocido además, el primer intento de colonización germana promovido por la segregación racial, muy acorde al pensamiento nacionasocialista de los años treinta”. (p. 80).
El mismo autor relata (2020) respecto al Paraguay:
Su cuerpo social se contagió del virus fascista y de la doctrina racial nazi que predicaba la segregación y la superioridad aria. Mientras contingentes de judíos buscaban refugio en algún rincón del mundo, la tesis de su minusvalía llegó al Paraguay bloqueando su ingreso. Con todo, muchos eludieron las restricciones legales, y provistos de documentación incompleta o adulterada traspusieron sus fronteras (p.20).
En los últimos años en Paraguay han visto la luz algunos libros y reportajes periodísticos dedicados a la presencia de nazis en el país después de la Segunda Guerra Mundial como por ejemplo: Mengele en Paraguay (2018), del periodista Andrés Colmán Gutiérrez y Un nazi en el sur: El carnicero de Riga en Paraguay (2017), del también periodista Juan Cálcena Ramírez. Tal como ocurrió en otros países suramericanos como Argentina, Brasil o Venezuela, Paraguay refugió a numerosos actores del nacionalsocialismo, lo cual no constituye particularmente tampoco una sorpresa. No obstante, Paraguay tuvo durante casi 35 años un dictador de extrema derecha y de origen alemán, el general Alfredo Stroessner. Fue la dictadura más larga de América del Sur, iniciada en 1954 y finalizada en 1989.
Pero antes de hablar de la dictadura estronista es preciso mencionar brevemente algunos antecedentes relevantes. Uno fue la Guerra Civil de 1947. El Ejército colorado, de tendencia nazifascista, con un apoyo clave del general argentino Juan Domingo Perón, derrotó a las fuerzas revolucionarias conformadas por liberales, febreristas y comunistas. Desde ese año y hasta el día de hoy persiste lo que se denomina la “hegemonía colorada”, es decir, el dominio del Partido Colorado (cuyo nombre original es Asociación Nacional Republicana) en la vida política paraguaya.
El triunfo colorado en 1947 fue clave para el sostén de la entonces dictadura del general Higinio Morínigo (1940-1948), apoyada en grupos paramilitares como los guiones rojos en las zonas urbanas y los pynandi (pies descalzos en lengua guaraní) en las zonas rurales. Esta guerra civil fue aún más cruenta que la Guerra del Chaco (1932-1935), caracterizándose por el sadismo y saña con que actuó el bando colorado, y representó un éxodo masivo de personas a la Argentina, que acogió cientos de miles de paraguayos refugiados.
La segunda dictadura sostenida por el Partido Colorado, la del general Alfredo Stroessner, sería la más larga y la que consolidaría el engranaje que haría del Paraguay un territorio seguro para nazis, fascistas, franquistas y para el crimen organizado. Simpatizante de Adolf Hitler y del nazismo, Stroessner fue hijo de un inmigrante alemán afincado en la ciudad de Encarnación.
Fueron casi 35 años de terrorismo de Estado en donde fueron perseguidas, expulsadas, desaparecidas o ejecutadas grupos y personas ya sea de tendencia de izquierdas o simplemente críticas u opositoras. El dictador de ascendencia alemana refinó un sistema de espionaje ya vigente en la dictadura de Morínigo, el de los pyragüé (en lengua guaraní pies peludos) que es como se conocían a los delatores.
Los pyragüé estaban diseminados por doquier. El estronismo supo generarse una base sólida a raíz de prebendas y del clientelismo; además de premiar con cargos públicos, salarios estatales, impunidad para el contrabando u otras actividades ilícitas, la dictadura logró hacerse de una gran cantidad de personas asalariadas cuya función era delatar a familiares, amigos, vecinos, conocidos o cualquier persona estimada sospechosa. Los “Archivos del Terror” descubiertos en 1992 constituyen una evidencia de esto.
Una cuestión pendiente que habría que abordar con mayor profundidad es el supremacismo blanco durante la dictadura estronista lo cual se manifestó en hechos como el genocidio aché, el asesinato y expulsión de varios pueblos indígenas de sus territorios para la ocupación de grupos colonizadores, la imposición de una visión cultural homogénea y eurocéntrica en detrimento de la diversidad cultural existente, y muy importante, la persecución de la lengua guaraní y de otras lenguas originarias presentes en territorio paraguayo.
Stroessner no solo dio cobijo a una importante cantidad de nazis alemanes. El medio español El Salto reporta cómo militantes de la ultraderecha española, muchos buscados por la justicia, encontraron allí refugio resaltando dicho diario cómo “el Paraguay de los años 80 era uno de los santuarios de la extrema derecha”. El español El País también publicó en los años 80 cómo “Paraguay es el paraíso predilecto de los ultraderechistas españoles evadidos de la justicia”. En otro artículo del mismo año dicho diario ilustra cómo muchos de estos franquistas españoles llegaron al Paraguay a dedicarse al contrabando, y se convirtieron en hurreros (animadores en eventos políticos o públicos) colocándose la tradicional pañoleta roja en apoyo al general Stroessner y su partido. Una curiosidad: un grupo de ultraderecha denominado Círculo Euroamericano de Arte y Cultura (CEAC) realizó un homenaje al dictador español Francisco Franco por el décimo aniversario del fallecimiento de éste con protección de la Policía. El acto fue al pie del monolito en honor al general español, ubicado en las calles Kubitschek y la entonces denominada Generalísimo Franco en la ciudad de Asunción.
Respecto a las actividades ilícitas y el crimen organizado, el Washington Post describe lo siguiente en 1988:
“Paraguay puede ser el único país del mundo cuyo comercio de contrabando de exportaciones e importaciones es mayor que su comercio legal. Los leales a Stroessner viven lujosamente con las ganancias del comercio de contrabando de alcohol, cigarrillos, perfumes, computadoras, algodón y una miríada de otros artículos, incluyendo, cada vez más, cocaína y otras drogas”.
Cabe mencionar un caso que trascendió en los medios internacionales en los años 70. El periodista estadounidense Nathan Adams durante más de un año investigó a uno de los narcotraficantes más poderosos de la década, el francés Auguste Joseph Ricord, quien se encontraba escondido en el Paraguay. Como consecuencia, Ricord fue juzgado en los EE.UU. El New York Times señala en un artículo de 1973:
“Auguste Joseph Ricord, quien el Gobierno calificó como el mayor traficante de heroína jamás llevado a juicio en Estados Unidos, recibió ayer la sentencia máxima de 20 años de prisión en la Corte Federal por conspiración para contrabandear narcóticos”.
Ricord retornó al Paraguay tras haber cumplido 10 años de condena, nuevamente protegido por el régimen de Alfredo Stroessner. Al respecto, el periodista Alcibiades González Delvalle afirmó en un artículo en ABC Color al momento del retorno del narcotraficante a dicho país:
Y está bien. Nuestro país tiene sitio para cientos de Ricord. Aquí hay lugar para toda clase de gente. Vengan muchachos, vengan. Nuestros brazos están siempre abiertos para recibir a señores de estas y similares reputaciones.
Aquí sólo no hay sitio para algunos compatriotas honestos y trabajadores.
Joseph Auguste Ricord vino a ocupar el sitio que dejó Augusto Roa Bastos, por ejemplo. O tal vez el de Luis Alfonso Resk. O quizás Domingo Laíno. Quién sabe si el de tantos otros dignos compatriotas que cuando regresen al país no se les permitirá ni bajar del avión.
Otra cosa, ¿con qué pasaporte ha viajado el señor Ricord? ¿Acaso con pasaporte paraguayo? ¿Cómo? ¿Ese documento de que carecen tantos paraguayos que jamás han robado, estafado, traficado nada?
Para estas calendas Paraguay sigue siendo un enclave ultraconservador, de refugio de capitales procedentes de actividades ilícitas y de criminales. La hegemonía colorada continúa incólume, el ya extinto general Alfredo Stroessner es todavía presidente honorario de su partido y sus herederos siguen atornillados al poder.
Conocer un poco sobre historia paraguaya permite echar luz sobre algunas sombras llamativas de la historia del Cono sur y de América Latina en general. Es aquí donde se constituye el laboratorio de las derechas del continente y donde ellas mantienen cautivo un territorio que les sirve de refugio y avance en Suramérica.
Referencias
Anderson, J., & Atta, D. (1988, 17 abril). The pope and the dictator. Washington Post. https://www.washingtonpost.com/archive/opinions/1988/04/17/the-pope-and-the-dictator/9aa61775-ca5f-49b3-8963-a7ed0f2cb08c/
García, T., & Álvarez, A. (2020, 20 septiembre). La vida de Emilio Hellín en el Paraguay de Stroessner. El Salto. https://www.elsaltodiario.com/extrema-derecha/emilio-hellin-paraguay-stroessner-profugos-extrema-derecha
González Delvalle, A. (2019, 4 mayo). “Bienvenido, señor Ricord”. ABC Color. https://www.abc.com.py/edicion-impresa/opinion/bienvenido-senor-ricord-1443180.html
Montgomery, P. (1973, 30 enero). A Top Heroin Smuggler Is Given 20-Year Sentence, the Maximum. The New York Times. https://www.nytimes.com/1973/01/30/archives/a-top-heroin-smuggler-is-given-20year-sentence-the-maximum.html
Sales, F. (1988, 15 febrero). El paraíso azul. El País. https://elpais.com/diario/1988/02/15/espana/571878006_850215.html
Sales, F. (1988b, febrero 21). El último réquiem de los últimos «ultras». El País. https://elpais.com/diario/1988/02/21/espana/572396421_850215.html
Seiferheld, A. (2020). Nazismo y fascismo en el Paraguay. Los años de la guerra 1936-1945. Editorial Servilibro.
Suárez, P. (2020, 5 agosto). Paraguay: una ausencia construida. Entrevista a Magdalena López. Presente Histórico. https://presentehistorico.com/2020/08/03/entrevista-a-magdalena-lopez/?fbclid=IwAR08iIYsnqCAiybuQlcFbJywxlPIpGMnfWDa5y07dfQgQxsajHunzC_0fbg
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