POR CECILIA OROZCO TASCÓN
¿Qué pretende el que dice una mentira? Engañar. Y, ¿qué pretende el engaño? Ponerle trampa a un hecho cierto. El fiscal general Francisco Barbosa, es mentiroso. Por tanto, puede afirmarse que es tramposo. En reciente rueda de prensa, el funcionario, con el ánimo alterado por una pregunta periodística perfectamente válida en las democracias informativas en las que —contrario a lo que aquí se cree— son comunes los interrogantes incómodos, soltó una sarta de falsedades que lo deja mal parado. El reportero iba a inquirir a Barbosa sobre la situación penal de la hija del aún poderoso exrector de la Universidad Sergio Arboleda, Rodrigo Noguera, en el sonado proceso abierto, recientemente, por la presunta existencia de una organización de extorsiones judiciales de la que harían parte altos cargos de la Fiscalía. El periodista alcanzó a pronunciar su frase introductoria pero no pudo terminar. Empezó así: “… en el llamado caso Perla Negra, en el que aparece… la señora Ana Catalina Noguera… (y) para nadie es un secreto que usted es cercano a la familia (de ella)…”. Ensoberbecido, el fiscal general lo interrumpió mientras agitaba las manos y subía el tono: “Yo no soy cercano a ninguna familia Noguera. O ¿es que usted conoce algún vínculo mío con la familia Noguera?” Cuando el reportero Víctor Ballestas, de Noticias Uno, quiso responderle, Barbosa tampoco se lo permitió: “No, no, no, no, no… No, no no…. No, no no…”, repetía para impedir que su interlocutor completara su argumento y cerró la discusión: “la señora Noguera cometió delitos, los aceptó y tiene que ir a una condena con la justicia. Es tan clara esta fiscalía y tan cercanía (sic) como usted plantea en el caso, que esa señora está condenada (sic) en esta fiscalía general… pero a mí no me hagan amalgamas con cercanías (sic)… no tengo cercanía con familias de ningún tipo”.
El país recuerda, sin mucha dificultad, el contrato que por $6 millones mensuales le dio el rector Noguera a Francisco Barbosa cuando este era consejero presidencial de Iván Duque, en 2019 y comienzos del 2020. Llevaba casi un año devengando ese estipendio sin ir a la universidad, o sea, como un regalo para sus bolsillos, según reveló el valeroso exdirectivo académico Leonardo Espinosa , cuando fue elegido fiscal general con el impulso de su compañero de grado y universidad Iván Duque y con el apoyo clientelista del rector Noguera de quien hay testimonios que indican que se metió de lleno en su elección, en la Corte Suprema.
En ese trueque de beneficios pecaminosos que es corriente en Colombia, en cuanto Barbosa se posesionó (febrero 2020), le otorgó un importante ascenso, dentro de la Fiscalía, a Ana Catalina, la hija de su rector, hoy allanada a cargos por tres delitos. La premió, pasándola de la Dirección de Extinción de Dominio, en donde la había nombrado el tristemente famoso Néstor Humberto Martínez, a la Unidad Delegada para las Finanzas Criminales: no solo tendría mayor sueldo sino, y sobre todo, manejo y control sobre decenas de investigaciones. Ella es la misma sobre quien Barbosa, indignado, asevera que no le hagan “amalgamas con cercanías”.
Rodrigo Noguera, entre tanto, contrataba (febrero, 2020) a la hermana del fiscal general, María Paula Barbosa Delgado, como directora de Internacionalización de la Sergio Arboleda. Durante un año tuvo ese puesto. Ella venía de ser la asesora del ministro del Deporte (antes Coldeportes) Ernesto Lucena Barrero, hijastro del rector. Zayda Barrero, madre del entonces ministro y esposa del rector Noguera, también tuvo su recompensa basada en la máxima hoy por ti, mañana por mí: fue nombrada directora de Justicia Transicional de la Fiscalía. La lista no termina: Carolina Moncada y Liliana Linero, compañeras de grado de Barbosa y Duque en el centro Noguera, fueron premiadas con la dirección jurídica de la entidad investigadora y con asesoría en el despacho del fiscal. Falta indagar por otros contratos individuales y los de alto monto entre las dos organizaciones que llegaron a ser casi una sola. Al menos, hay evidencia de uno por $2.850 millones que la Fiscalía le concedió a su universidad. El doctor Barbosa es, pues, un mentiroso. Si fuera un hombre que no pone trampas, ante el preámbulo del periodista, él ha podido decir: “la imputada Ana Catalina Noguera, su padre, su madrastra y hermanastro han sido muy cercanos a mí pero eso no será obstáculo para una investigación independiente”. Pero no puede afirmarlo porque eso sí sería un engaño contra todas las evidencias.
El Espectador, Bogotá.
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