LA ROSA ROJA /
El presidente francés, Emmanuel Macron, sufrió una verdadera derrota en las elecciones europeas del 9 de junio. Su lista solo obtuvo el 14% de los votos y el 7 % de los votantes registrados.
Por su parte, La Francia Insumisa (LFI) de Jean-Luc Mélenchon obtuvo 1 millón de votos más que en las europeas anteriores, con porcentajes impresionantes, a veces de más del 50%, donde se concentra la población más explotada del país. Por otra parte, es el rechazo a Macron el que domina con el voto del Rassemblement national (RN) de Marine Le Pen y Jordan Bardella. Ganaron con mucha ventaja, con el 31 % de los votos.
Tras la sacudida de los resultados anunciados el 9 de junio, Macron anunció la disolución de la Asamblea nacional y la convocatoria de elecciones legislativas anticipadas para el 30 de junio y el 7 de julio. Todo el mundo ha entendido la magnitud de la conmoción que se está gestando: Macron ha abierto las puertas del poder a la extrema derecha y la posibilidad de un gobierno Macron-Bardella.
En las horas y días que siguieron, los jóvenes salieron a las calles y exigieron la unidad de los partidos LFI, PS, PCF y Verdes para presentar un candidato único por circunscripción y eliminar al RN y a los candidatos apoyados por Macron. Frente a las ventanas donde se desarrollaban las negociaciones que dieron origen al «Nuevo Frente Popular» (NFP), coreaban: «¡No nos traicionen!». Todo el sistema puesto en marcha durante meses por los líderes del PS, el PCF y los Verdes para liquidar a LFI -de acuerdo con Macron y los círculos gobernantes del capital financiero- se ha hecho añicos.
El Consejo Representativo de Instituciones Judías de Francia (CRIF) protestó contra la alianza con LFI, que participó, alentó y organizó movilizaciones en defensa del pueblo palestino. A pesar de que el NFP es sistemáticamente denunciado como una alianza con los «antisemitas» de LFI, multiplicando por diez la odiosa campaña orquestada durante 8 meses, más de 20.000 personas, incluidos muchos jóvenes, se unieron a los grupos de acción de LFI en 3 días para actuar y derrotar al dúo Macron-RN.
Temiendo perder sus posiciones y su grupo parlamentario, los líderes del PS, el PCF y los Verdes han firmado un acuerdo sobre el reparto de circunscripciones que sitúa a LFI en primer lugar.
La crisis política ha conmocionado al principal partido de derecha de la Quinta República (Los Republicanos, de origen gaullista), cuyo líder formó una alianza con RN en un golpe de Estado interno que liquidó sus instancias de dirección. La vida política francesa está ahora polarizada entre dos bandos: la LFI y la RN. En el medio, un conjunto de diputados de aluvión ligados a Macron.
Los círculos económicos están especialmente preocupados por la inestabilidad política y social de la situación en la que se encuentra el país, mientras cientos de miles de personas salieron a las calles el fin de semana del 15 y 16 de junio en todo el país, en una movilización contra la ultraderecha. Los patronos están tratando de fortalecer al RN y debilitar al NFP, incluso desde adentro, atacando violentamente a LFI y Jean-Luc Mélenchon y presentando como candidato al expresidente François Hollande, que se está adornan- do con la etiqueta de NFP a pesar de la reticencia del secretario general del PS y el disgusto de activistas de todos los ámbitos, pero que cuenta con el apoyo de Macron.
Las masas, aunque enfurecidas por estas maniobras, están aplazando el ajuste de cuentas y quieren impedir primero que el RN llegue al poder. Para ellas, incluso el programa del NFP pasa a un segundo plano, aunque incluye medidas rupturistas como la derogación de la reforma de las pensiones de Macron, contra la que se movilizaron millones hace un año, la derogación de la ley de inmigración, de la reforma del seguro de desempleo, la congelación de precios, el aumento del salario mínimo en un 15 % y el salario de los funcionarios en un 10%, el desarrollo de los servicios públicos… Como consecuencia de la situación, este programa también incluye el apoyo a Ucrania que el capital y sus representantes utilizaron para tratar de impedir la constitución del NFP.
Como todos los programas de una campaña electoral destinada a unirse para hacer frente a la extrema derecha, implica compromisos sobre en qué cuestiones pueden expresarse diferencias, incluso dentro de los partidos. Es el caso de Ucrania, que ha sido objeto de debate desde el principio. Sin embargo, está claro que la inmensa mayoría de la población está a favor de la paz, no quiere una economía de guerra y menos aún quiere enviar tropas. Cabe recordar que cuando Zelenski fue recibido en la Asamblea Nacional en Francia, la mayoría de los diputados de LFI se ausentaron, lo que les valió acusaciones histéricas desde los estudios de televisión.
Por ello, sectores progresistas continuan en su lucha para convencer a la gente de que esta guerra no sirve a los intereses de los trabajadores rusos ni de los ucranianos, y que la paz es necesaria ahora. Para convencer a los militantes, se apoyan en particular en la campaña para firmar el llamamiento europeo contra la guerra.
Toda la situación ha llevado a estos sectores a formar parte del NFP y a descartar comparaciones equivocadas con el Frente Popular de 1936. Se está desarrollando un enfrentamiento en el que hay plenamente un compromiso, incluso en las organizaciones sindicales cuyas direcciones participan casi abiertamente en la caza contra LFI cuando no dicen una palabra para llamar a la lucha contra la alianza Macron-RN.