LA ROSA ROJA /
El pasado jueves 14 de septiembre se cumplieron 46 años de la realización del Paro Nacional de 1977, jornada que constituye un hito histórico en el proceso de las luchas reivindicativas de Colombia. Fue “un principio esperanza”, en palabras del cientista social y catedrático universitario Ricardo Sánchez Ángel, quien disertó en la sede de la Corporación Aury Sará Marrugo sobre los alcances y lecciones de esta trascendental movilización político-social que tuvo repercusiones en todas las regiones del país.
Sánchez Ángel caracterizó el Paro del 77 como una huelga de masas que dejó una gran lección, según la cual la conjunción de lo reivindicativo con lo político es posible. Fue “el movimiento y la dialéctica con dimensiones políticas”, explicó.
Recordó que el proceso político-social hacia la realización del Paro fue muy organizado desde la Colombia profunda, sobre todo en una época en la que las comunicaciones no tenían el desarrollo tecnológico de ahora. Era un momento de un gran entusiasmo alrededor de la lucha proletaria, en el que sobresalía la agitación campesina (ANUC) y la batalla de las ideas de izquierda cobró una rica dinámica en el debate y discusión. “Aparece una politización masiva de la protesta”, describe.
El ánimo de unidad de las distintas centrales obreras que tenían diverso signo político se logró en buena medida porque se aplazaron los sectarismos. Ello permitió, precisa Sánchez Ángel, proyectar y consolidar el Pliego Nacional. En ese sentido, agrega, fue “una metodología acertada porque tenía credibilidad”, en una coyuntura en que la contradicción trabajo-capital era latente. “El desafío era empujar todos a una”.
El efecto político
En el terreno político, el Paro del 77 puso en cuestión a un mandatario como Alfonso López Michelsen que supuestamente venía de un ala progresista y disidente del liberalismo tradicional como el MRL, cuyo gobierno derivó en un modelo monetarista (antesala del neoliberalismo) y no tuvo ni siquiera un remedo de la Revolución en Marcha de su padre, Alfonso López Pumarejo.
La respuesta del gobierno de López Michelsen fue la militarización y en el caso de Bogotá se mandó a cercar la Plaza de Bolívar para que los manifestantes no pudieran acceder a esta emblemático espacio, con lo cual la represión ganó ese pulso, señala el profesor Sánchez Ángel.
Como la insurgencia armada no participó de esta jornada de protesta al Gobierno le quedó difícil argumentar, como ha sido tradicional en Colombia por parte del régimen dominante, que el Paro estaba infiltrado por la subversión.
Ridículamente y si se quiere risible, el presidente López Michelsen en alocución televisada mostró unas cuantas puntillas que, según su versión, habían sido recogidas por elementos de la fuerza pública como “prueba de terrorismo”.
Expropiación del lenguaje
El Paro Nacional de 1977 se desarrolla cuando apenas el capital financiero transnacional a través de la Comisión Trilateral (promovida por David Rockefeller propietario del Chase Manhattan Bank) impone las bases del criminal modelo neoliberal y con él toda una serie de eufemismos para generar un nuevo relato respecto de sus supuestas bondades.
No obstante, sostiene Sánchez Ángel, el naciente neoliberalismo en ese momento “nos expropió el lenguaje porque en vez de huelga se habló de paro”.
Lo cierto, precisa el cientista social, es que el Paro de 1977 fue una huelga que no se redujo sólo al proletariado industrial. “Fue una huelga de masas. Ese lenguaje no lo podemos perder”, recalca. Y es que el componente de esta gran movilización huelguística fue obrero-estudiantil-campesino-popular-barrial, recuerda.
Desde el punto de vista jurídico, Sánchez Ángel señala que en Colombia el de huelga es un derecho fundamental. “Es una forma especial del derecho de protesta”, acota, reconocido por la Sala Laboral de la Corte Suprema de Justicia.
Dijo que de alguna manera una réplica de lo vivido en septiembre de 1977 se replicó en diversas regiones colombianas en las movilizaciones de 2019 y 2021 porque está presente un punto de referencia unitario.
Puntualizó que la histórica protesta de hace 46 años debe generar conciencia y memoria, y de esta manera, debe servir de escuela sobre la decisiva importancia de la solidaridad, unidad y organización en la lucha para las nuevas batallas fuertes y amplias que se vienen.
.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.