POR ALEJANDRO QUINTERO GALEANO
“En el mundo de la ciencia suele ocurrir que un científico diga: ´Es un buen argumento yo estaba equivocado´. No recuerdo la última vez que algo así sucedió en el mundo de la política o de la religión”.
– Carl Sagan
Acudimos hoy a una gran crisis humana, social y ambiental. El hecho de ver en vivo y directo el genocidio perpetrado por Israel al pueblo palestino sin posibilidad de detenerlo debe conmocionar a toda la humanidad, a todo quién se considere tener algo de humanista y ético. Su ejecución, a pesar de la oposición de la mayoría de habitantes y gobiernos del mundo, el pasar por encima de todas las legislaciones y organismos internacionales de vigilancia de los derechos humanos, del Derecho Internacional Humanitario y la soberanía de los pueblos, los delitos de Lesa humanidad cometidos, el apoyo de los Estados Unidos y la Comunidad Europea, pasando por encima de la ONU, la Corte Penal Internacional (CPI) y el Tribunal de Justicia Internacional, su invisibilidad con la manipulación perpetrada por los medios corporativos occidentales, devela y quiebra todo el discurso y el marco ideológico sobre el cual se posicionó el imperio estadounidense: la libertad y la democracia, quedando en evidencia su falsedad.
Todo este movimiento de aguas turbias hace parte de la caída internacional estadunidense como referente económico y cultural. Hoy este genocidio, así como la guerra de Ucrania hacen parte de la alternativa del sistema capitalista mundial para buscar salir de su profunda crisis, crisis establecida con fuerza desde la crisis inmobiliaria del 2008. Su contrapoder económico y cultural establecido con los BRICS, con el multilateralismo y la pérdida del dólar como moneda de referencia mundial aceleran su caída.
En Colombia no nos alejamos del panorama internacional, la crisis económica mundial nos afecta, el dominio de los mercados y las finanzas dictadas por el modelo neoliberal, el declive ético y cultural del imperio representa un viento en contra de frente. La confrontación por el gobierno del cambio de una clase que, desde sus orígenes, estableció una estado de dominio señorial, jerarquizado, violento y corrupto, ha marcado una contradicción importante, donde se ha echado mano –por esas élites- de las alternativas construidas durante más de 200 años de vida republicana: la manipulación ideológica a través de, los medios de comunicación corporativos, las iglesias, la escasa formación en pensamiento crítico desde las escuelas, la tradición cultural conservadora familiar que todavía predomina en gran parte del territorio, etc. Por ello, la dificultad para consolidar unas reformas de carácter democrático y la confusión de muchos de nuestros habitantes, al no tener elementos de análisis históricos, económicos, políticos y sociales que le permitan analizar la realidad en un contexto complejo y la coyuntura actual.
Todo ello responde a esa construcción ideológica, construcción que nos dice: de religión y política es mejor no hablar.
Dijo Saramago: “En ningún momento de la historia, en ningún lugar del planeta, las religiones han servido para que los seres humanos se acerquen los unos a los otros. Por el contrario, sólo han servido para separar, para quemar, para torturar”. Le adicionaríamos además una de sus intencionalidades fundamentales: manipular, dominar desde las mentes sin la necesidad de la violencia.
Con el desarrollo de la ciencia, con la evolución del conocimiento científico, la religión ha tenido que ir cediendo terreno y aceptar sus postulados: la teoría del big bang, la evolución de las especies, el origen de la vida –desde la astrobiología-, la no necesidad de una explicación divina para llegar a lo que somos y tenemos en el universo, son triunfos del pensamiento científico sobre el religioso. Es cómico recordar la anécdota vivida por Stephen Hawking con el papa Juan Pablo II cuando fueron citados varios cosmólogos y físicos para expresarles que no podían investigar sobre el origen del universo. Anécdota contada en su texto La Teoría del Todo.
Desde lo epistemológico, significa el triunfo del materialismo (realismo) sobre el idealismo. Bien lo estableció nuestro brillante científico Rodolfo Llinás: sin cerebro no hay conciencia. En sus palabras: “La conciencia tiene dos mitades, cada una generada por un hemisferio y soportada por la unión de contenido (externo) y contexto (interno). Esta conclusión es importante filosóficamente, porque implica que la cognición es, realmente, una función inseparable de la función cerebral”. Karl Marx lo expresó de otra forma: “No es la conciencia del hombre la que determina su ser, sino por el contrario, el ser social es lo que determina su conciencia”.
Para Richard Dawkins la creencia religiosa se ha adquirido de tres formas: por autoridad, tradición y revelación. Son las formas en las que se ha transmitido culturalmente de generación en generación y responden a un orden social piramidal, jerarquizado, estratificado. Los principios religiosos son un dogma que no permite el análisis, el cuestionamiento y mucho menos la crítica argumentada, porque significaría una amenaza a su subsistencia, al status quo, al orden establecido, una amenaza contra los mayores soportes del dominio ideológico de la sociedad capitalista. Jorge Luis Borges expresa: “¿Qué es el cielo sino un soborno y qué es el infierno sino una amenaza?
De la misma forma el querer equiparar la política a la religión, como dogma, significa la no posibilidad de análisis, entendimiento y confrontación de argumentos. Al representar la política el ejercicio del poder, es obvio el beneficio de los poderosos, las élites, sobre los sectores subalternos al no permitir culturalmente el cuestionamiento de sus postulados, de poder soportarlos a través de los elementos ideológicos de dominación, de engaño para las mayorías, es un mecanismo básico de la defensa del status quo en un mundo donde como lo dijimos al principio cada vez existe más degradación humana, ética, moral y ambiental por el sistema capitalista dominante.
No es únicamente los problemas de inequidad, pobreza, hambrunas, neo-colonialismo, xenofobia, patriarcalismo, aporofobia, sino los problemas ambientales de cambio climático que cada día son más apremiantes y responden a la misma causa: nuestro sistema económico. El hecho de estar basando nuestro “desarrollo” en las teorías del hiperconsumo y la utilización de combustibles fósiles post era industrial, nos está llevando al agotamiento de los recursos naturales, a unos altos niveles de contaminación y a la alteración de los mecanismos de autorregulación de la temperatura del planeta; de esta forma, somos los causantes de la extinción de múltiples especies y poner otras en peligro de subsistencia. Para los científicos no existe duda que el causante de esta crisis ambiental es el ser humano, de la sexta extinción masiva, catalogando nuestra época como la del antropoceno, pero más que ello, del capitaloceno, al ser nuestro sistema económico y de organización social el verdadero causante de esta situación. Volvemos a Marx: “El capitalismo tiende a destruir sus dos fuentes de riqueza: la naturaleza y los seres humanos”.
La crisis económica, cultural, política, ética, moral y ambiental que vivimos como especie debe darnos los elementos y el valor suficiente para considerar el cambio de sistema económico como factor transversal (estructural) de nuestros problemas actuales.
Ante semejante crisis, la religión y la política no pueden seguirse asumiendo como dogmas sino todo lo contrario, deben ser objeto de análisis, cuestionamiento, confrontación y discusión, es hora de deconstruir el statu quo instituido internacional y nacionalmente, y cambiarlo por otro mejor donde se priorice el bienestar, la justicia, la equidad, la solidaridad, la soberanía de los pueblos, la multiculturalidad, el multilateralismo, los intercambios regionales, el respeto al medio ambiente. Todo esto más el giro necesario hacia las energías limpias debe conducirnos a un nuevo sistema económico y forma de organización social post-capitalista. El método científico debe de servir como nuestro modelo de entendimiento en todas las áreas, con sus metodologías cuantitativas y cualitativas, su indagación, cuestionamiento, análisis y solución de nuestros grandes problemas en las diferentes esferas ecológicas, biológicas y humanas.
“Sólo los tontos creen que política y religión no se discuten. Es por eso que ladrones siguen en el poder y falsos profetas predicando”.
Charles Spurgeon.