POR SANTIAGO BARROS /
Actualmente los civiles de la oligarquía colombiana son más militaristas que los militares. Acostumbrados a solo exigir para que todo se les sea dado, la guerra para sus niños son un video juego y para los adultos noticias que día a día los aburre. Desde la lejanía del cruento campo de batalla, la oligarquía tiene la suficiente voluntad y energía como para exigir “resultados”, aun cuando estos sean falsos positivos y ofrecer recompensas que motivan la corrupción. No les interesa, de ahí su depravación, que sus exigencias estén entramadas con los huesos curtidos de cadáveres perdidos en los montes y ríos, cuerpos jóvenes y bellos en las calles; no tienen empatía por la sangre derramada de seres humanos, o que estos (as) se pudran en la miseria y la muerte. Son clases sociales decadentes que hace rato debieron desaparecer, “monarquía electiva” según Miguel Antonio Caro, coautor de la Constitución de 1886.
Los oficiales bolivarianos eliminados, perseguidos como delincuentes por sus antiguos compañeros de armas los cuales luego conformaron ejércitos privados que garantizaron la atomización de la gran Colombia; impidieron se materializara la libertad de los esclavos, se devolviera las tierras de resguardo a las comunidades indígenas y se fundara una república democrática. “el destino del ejército es guarnecer la frontera. Dios nos preserve de que vuelva sus armas contra los ciudadanos.” (Simón Bolívar, discurso al congreso constituyente de Bolivia, Lima 25 -05- 1826).
Dos han sido las fuerzas armadas que han existido en nuestro país. Una la que defendió las justas reivindicaciones de los artesanos Draconianos, otra que en 1854 asesinaron a miles de ellos y exiliaron al general José María Melo.
Unas fueron las fuerzas armadas que gestaron decenas de guerras contra el pueblo durante la primera etapa del poder de los liberales (1850 – 1880) defendiendo a latifundistas y comerciantes anti patrios; el mismo ejército que por mil días causó muerte, desolación, en defensa de la cruz y el derecho jurídico de los terratenientes sobre las tierras al inicio del siglo XX, para enseguida permitir la entrega de Panamá a los norte americanos.
Otros soldados fueron los hombres liderados por Rafael Uribe Uribe, que rompiendo con el sable y el machete las fuerzas del oscurantismo conservador, trataron de fundar un país progresista, democrático y soberano. Luego tras mil días de masacre y entrega pasiva del territorio panameño, Rafael Reyes, ex embajador y testaferro de Estados Unidos, siendo presidente funda, la primera escuela militar de cadetes (1907) y la escuela superior de guerra bajo la influencia del ejército Chileno (2), en la misma época que dicho ejercito ejecutaba en su país la masacre en Santa María de Iquique de miles de trabajadores y sus familias (1907).
Como se ve, la influencia del ejército chileno en las fuerzas armadas de Colombia, tiene más de un siglo, con una mentalidad retrograda, anti democrática, como la que hoy escandaliza en nuestro país la presencia como instructor de un fascista chileno como lo es el militar Alex López y su teoría de Revolución Molecular Disipada, que tanta fama Álvaro Uribe le ha dado.
Temen perder el poder, inevitable desenlace cuando sus planes e intereses se desprenden tan radicalmente del mundo terrenal, consecuencia obligada del disfrute de sus privilegios, donde no llegan a saber ni cuánto vale en la tienda un huevo. Es verdad, tienen militares “troperos” que les empujan al pobre – soldado, al policía; a que asesinen al resto de los pobres como denuncia Álvaro Echeverri: “una dificultad para la insurgencia en el seno de las fuerzas armadas de posiciones democráticas favorables a los cambios sociales, lo constituye sin duda el enfrentamiento pueblo – fuerzas armadas, que ha sido fomentado por las clases dominantes mediante la asignación permanente al ejército de tareas represivas”. O como lo resume el diálogo de la película “pandillas de Nueva York” donde alguien dice: “siempre se le puede pagar a la mitad de los pobres para que mate a la otra mitad”.
La repugnante oligarquía colombiana desde la época de Santander y Obando, no es quien directamente se ensucia las manos con los crímenes que impulsa, ni siquiera viven muchos de ellos en el país que ordenan diariamente destruir. Los militares hacen el trabajo sucio, sufren muchas veces sobre todo en estos tiempos, las consecuencias de su macabra labor, sosteniendo un régimen que por las armas ya no es sostenible.
Pero es tal el hambre de ascenso social entre los pobres y clase media en las fuerzas armadas, que estos se reclutan voluntariamente. Para nadie es noticia que la policía es una gran Mafia donde se mueve mucho dinero, entrenada en los asesinatos a sueldo de los tiempos de la “violencia”, donde acompañaban y apoyaban a paracos “aplanchadores”, “cóndores”, dirigidos por generales y dirigentes políticos “chulavitas” que se enriquecieron de la expropiación previa masacre de campesinos en todo el país.
Hoy, con ejemplos como el general Zapateiro o el general Naranjo, el crimen como negocio, en las fuerzas armadas es cada vez más cotidiano. En la guerra de liberales y conservadores, “Los procedimientos violentos que acompañaron necesariamente esta operación, se convirtieron en pocos meses en una campaña sistemática de exterminio de liberales, promovida desde los más altos niveles oficiales y adelantada por una policía que pronto comenzó a reclutarse por méritos criminales.“(13)
Los comandantes del ejército, la policía y demás entes de las fuerzas armadas saben que a la mayoría de sus súbditos solo les interesa ascender, que no hay ideas altruistas en la acción de sus contingentes, pues ellos, la oficialidad, no lo inspiran ni les interesa, el servir a la comunidad ni el amor por la patria. Que hay en las F.F.A.A un implícito acuerdo entre los que pagan y los asalariados, todos son negociantes, casi todos buscan el lucro, hoy no hay institucionalmente, ideales detrás de esos fusiles pagados por nuestros impuestos.
Sin embargo, pese a que el manzanar está apestado y son más las frutas podridas que las sanas, toca hacer dignas excepciones, reconocer que en las fuerzas armadas en Colombia también se ha dado la lucha de clases, que esta ha sido ganada por las fuerzas mas reaccionarias en el último siglo y medio, pero también la resistencia, los ideales patrióticos y de defensa a nuestra soberanía a sido tomado con compromiso por, repito, dignas excepciones, que vale la pena recordar.
En 1961 Alberto Cendales rompe con la autoridad militar y toma 8 carros blindados, 130 reclutas y con el sub – teniente Enrique Escobar trata de unirse a las guerrillas liberales de los llanos de Guadalupe Salcedo y Dumar Aljure. Los soldados son rodeados por el ejército en la población de Guasca, Enrique Escobar es asesinado y Cendales se accidenta en un carro blindado en el que estaba huyendo (9)
“En 1972 comenzaron a hacer circular clandestinamente un pequeño boletín mimeografiado denominado “ ESTRELLA DORADA”, que se autodenominaba órgano de los sectores patrióticos y anti – imperialistas de las fuerzas armadas…. En el boletín número 9, proponen un programa de acción política: (10)
“Nueva reforma AGRARIA integral que saque de la miseria a los campesinos;
REFORMA URBANA que dé vivienda a los obreros y a la clase media evitando la explotación de hace siglos;
NACIONALIZACION de las empresas e industrias extranjeras o particulares para que sus producidos se queden para los colombianos y no se esfumen al exterior;
ABOLICION DE LA PROSTITUCION y la corrupción en general, tomando medidas para dar educación a todos, trabajo a los millones de desocupados y garantías efectivas por parte del estado para asegurar buena atención médica… en fin, que los explotados derroten definitivamente a los explotadores y construyan la nueva sociedad…”
El pequeño boletín al parecer llegaba a todas las guarniciones. Fue perseguido, tergiversado para finalmente desaparecer y no conocerse nunca quienes fueron sus impulsores que serían por lo menos destituidos si eran descubiertos.
En 1973 el mayor Hernán Arbeláez encabezó una rebelión de varios oficiales contrarios a la “operación Anorí” que liquidó una parte del ELN.
La oligarquía colombiana, conservadora pero temerosa y antidemocrática ha impedido de todas las maneras posibles el debate amplio y abierto de los militares sobre la problemática nacional argumentando que estas deben ser “neutrales” ante el devenir político del país.
Con esa excusa la oligarquía y comandantes arrodillados al imperialismo han perseguido y anulado toda influencia del sector conocido como “pensante” de los militares, fundado en los sesentas y setentas por los generales Alberto Ruiz Novoa, Álvaro Valencia Tovar y Puyana García; apoyando a cambio al sector de los “troperos” llamados así por aparentar esa “neutralidad” exigida de no pensar en el país. Dicho sector ha sido liderado históricamente por el general Camacho Leyva, Landazábal Reyes y Samudio siendo hoy la expresión dominante con ambiciones de ser la única expresión.
Alberto Ruiz Novoa en su artículo “la justicia social como propósito Nacional”, propone reformas que considera fundamentales 1) Agraria, 2) Impositiva, 3) reforma y “expansión educacional” y 4) reforma política que logre consolidar una verdadera “democracia participante” (9). Este proyecto reformista lo justificaba de la siguiente manera: “una situación extremadamente explosiva y peligrosa se está creando entre un gran número de gentes ignorantes, desesperadas y resentidas que creen que no tienen nada que perder en cualquier cambio y que no se encuentran adaptadas al actual sistema económico que por otra parte no les ofrece ninguna esperanza”. (11)
Pese a que su marco reformista era enfocado a neutralizar los avances e influencia comunista en el pueblo, queda claro que por lo menos concebía formas diferentes de dirimir el conflicto Colombiano distintos al tronar de los fusiles, a ese nivel de “pensantes”, no llegan al parecer los generales de hoy.
Además Ruiz Novoa defiende el ascenso a general en el congreso de su reemplazo ideológico, Valencia Tovar, a quien no le perdonaban haber escrito la obra llamada “violencia en Colombia” junto a intelectuales de izquierda de la talla de Eduardo Umaña Luna, Orlando Fals Borda y el monseñor German Guzmán Campos. Estuvo en los grupos de acción y estudios de Camilo Torres, a quien luego ayudó a asesinar dirigiendo el operativo que le dio muerte. Fue forzado a retirarse del servicio militar (1975) acusándolo junto a Puyana García (1977), autor del libro “el ser guerrero del libertador” (lectura obligada de todo militante de las FARC), de estar tramando un golpe militar, cosa que siempre negaron y nunca se demostró.
Los “pensantes”, otro entre ellos el coronel también obligado a retirarse, Valentín Jiménez, sabían que un país no puede vivir en guerra y la guerra no solo se gana con las armas, por ello es obligatorio facilitar formas diferentes de saldar las diferencias. “Nunca es beneficioso para un país que una operación militar se prolongue por mucho tiempo… las armas son instrumentos de mala suerte; emplearlas por mucho tiempo producirá calamidades… por lo tanto los que no son totalmente conscientes de la desventaja de servirse de las armas no pueden ser totalmente conscientes de las ventajas de utilizarlas.” (12)
¿Cuál sería la historia del país si estos generales no hubiesen dejado dominar la obtusa escuela pro yanqui de los “troperos”?
Por ello vale la crítica de la pasividad con la que se retiraron, la poca resistencia y escasa huella que dejaron, la cual los “troperos” es decir, los “no pensantes” como Landazábal Reyes, el paramilitar Montoya y Rito Alejo del Rio y el general Zapateiro entre muchos, se dedicaron a borrar. En las fuerzas militares de Colombia no se piensa, se obedece, premisa de la escuela militar Chilena. Por ello es tan fácil que terminen como herramientas para todo tipo de atropellos, no es de hoy las masacres, ni su complicidad con criminales paramilitares, ni los falsos positivos, ni el asesinato a estudiantes y sindicalistas, el desplazamiento de campesinos, la violación de mujeres, estos no son “casos aislados”, son casos históricos.
Un ejemplo de lo dicho es el reportado en la revista semana del 20- 07- 2013, “Esta es la Increíble Historia de cómo un Pelotón Élite de Contraguerrilla fue Destituido por no Realizar una Ejecución Extrajudicial. De soldados condecorados a coteros y moto taxistas. Tal es la suerte que corrieron 27 integrantes de un pelotón élite de la contraguerrilla, Atila 1, pertenecientes al batallón de infantería mecanizado número 6 Cartagena, con sede en Riohacha, La Guajira, que se vieronliteralmente corridos del Ejército por no querer cometer un falso positivo en 2008”.
Fuerzas armadas colombianas, sin honor y sin gloria. Sin honor, la búsqueda del negociado con criminales bajo el uso falseado de un uniforme. No hay honor en la pobreza permanente que causan tanto física como espiritual, no hay honor en asesinar, perseguir, quitarle la paz y destruir los sueños de su propio pueblo.
Ejercito sin gloria, sus batallas son sucias de sangre hermana, de traición a la patria real de carne y hueso, su proezas militar es a la vez su pobreza moral, sus leyendas son las pesadillas de un país entero. No han liberado nada, no han conquistado nada, salvo el bienestar personal de otros, a veces de ellos mismos, y eso, cuando incidentalmente las balas no den cuenta de su pobre condición humana.
Por eso han llegado a su último punto, al eslabón final: presentarse como mercancia ante el mundo, venderse como mercenarios al medio oriente (14), ofrecer su carne para las guerras de la OTAN, o para cualquier rentable aventura invasora encargada por los E.E.U.U contra países hermanos como Venezuela, que solo tiene el pecado de tener mucho petróleo y creen en el derecho de la auto determinación de los pueblos.
Hoy llegan al final de la banda rodante, el ejército de Colombia actualmente es una mercancía terminada (15), especializada, a la venta de quien más ofrezca, un producto sin ideales, sin grandes sueños por construir o defender, salvo el de cada quien, si es que pueden en medio de todo el malestar generalizado.
“Simón Bolívar fundó el ejército como instrumento indispensable para que el pueblo en armas, primero, luchara por la independencia, segundo, para defender el territorio y la soberanía de las nacientes repúblicas, y tercero, para defender a los débiles frente a los poderosos… si el ejército y en general las fuerzas armadas no tienen esta orientación, entonces la maquinaria armada es una fuerza desnaturalizada y monstruosa que no tiene razón de ser.”(16)
Los predicadores de la defensa a la patria han propiciado su entrega, nunca defendimos panamá, nunca nos negamos a entregarla y por el contrario cuando nos pidieron que defendiéramos tierras lejanas a nuestra historia y costumbres como las de la península de corea (con quien hoy tenemos desfavorables relaciones comerciales) (7), fuimos prestos a derramar nuestra sangre bajo falsas banderas de democracia y cristianismo. (6)
Remo, asesina a su hermano Rómulo y lo entierra en la montaña palatina para fundar sobre su tumba un imperio. Dos ejércitos han existido en nuestro país: uno hoy dominante, el mercenario, traidor y tirano, trata de enterrar al otro, justo, humanista y libertario; los herederos de Santander siempre tratando de eliminar a los hijos de Bolívar y fundar en la tumba de sus hermanos de sangre una patria sometida y humillada.
Notas
1. Juvenal Herrera, Bolívar el hombre de América, tomo I pág. 194.
2. Influencia de la participación de Colombia en la guerra de corea en la construcción de la nueva mentalidad del ejército nacional entre 1951 hasta 1982 Christian Schroeder González universidad colegio mayor de nuestra señora del rosario facultad de ciencia política y gobierno Bogotá D.C., 2009
3. Ídem. Pág. 9
4. Luis Guillermo Vasco Uribe, Movimiento y lucha indígena quintín lame: resistencia y liberación (Publicado en Tabula Rasa. Bogotá,- Colombia, No.9, julio-diciembre 2008, pp. 371-383)
5. Gerardo Molina, Breviario de ideas políticas. Capítulo “Socialismo posible”.
6. La contribución de Colombia a la guerra del lejano oriente en Corea surgió del comando de las fuerzas armadas con dos finalidades perfectamente definidas. Primero cumplir con los compromisos internacionales y defender la civilización cristiana y segundo, aprovechar la ocasión para entrenar el ejército y a la armada nacional en una verdadera guerra en un ensayo de guerra moderna. (Revista Alternativa # 80 Mayo de 1978 pág. 30 y 31)
7. Según datos del Ministerio de Exteriores y Comercio surcoreano, el volumen comercial entre los dos países llegó a 1.230 millones de dólares en 2008, con unas exportaciones del país asiático por valor de 1.090 millones de dólares, frente a unas importaciones colombianas de 140 millones de dólares.( página internet absolut Colombia 2009
8. El poder y los militares. Álvaro Echeverri U, Colección Autores Colombianos, Fondo Editorial Suramérica, pág. 109.
9. Ídem. Pág. 110
10. Estrella Dorada # 9 “órgano de difusión de las ideas patrióticas de las fuerzas armadas”. Edición mimeografiada.
11. Ruiz Novoa, “el gran desafío”, Editorial Tercer Mundo. Bogotá, pág. 53 citado por Álvaro Echeverri en “El Poder y Los Militares” pág. 122.
12. Ídem. Pág. 60.
13. Sun Tzu, El Arte De La Guerra. Pág. 5.
14. Mario Arrubla Yepes, Síntesis de Historia Política Contemporánea. 1977, capítulo VI.
El Nuevo Herald, dic. 13, 2004. Reclutan a ex militares colombianos para ir a Irak.
15. Ex militares, de la patria a los Emiratos Árabes. Más de 800 ex militares colombianos, muchos de ellos de élite, se han enlistado en el Ejército en los Emiratos Árabes. Revista semana 26-04-2013.
16. Juvenal Herrera, ídem pág. 247.
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