POR NELSON LOMBANA SILVA /
En la vil campaña de desinformación mediática, los instrumentos de incomunicación de la pútrida oligarquía colombiana, señalan sin sonrojarse que el gran perdedor en el hundimiento de la reforma laboral es el presidente Gustavo Petro. Y alrededor de esta gran mentira, les dan todo el espacio a los alfiles del uribismo y del decadente establishment para que sustenten ésta, que solita se cae de su propio peso.
El verdadero perdedor es el pueblo, más concretamente la clase trabajadora, incluyendo naturalmente los que desfilaron engañados en contra del Presidente y a favor de la oligarquía.
La reforma laboral buscaba –por ejemplo – que todo colombiano tuviera pensión. “Hay 7.1 millones de personas mayores de 60 años, de los cuales solo 2.1 millones son pensionados”, señala el representante a la Cámara por el Pacto Histórico, Gabriel Becerra Yáñez.
La cobertura no satisface las expectativas. “En 1992 el 20 por ciento de la población estaba cubierta, pero tras 30 años de implementación la cifra pasó a tan solo el 24.6 por ciento, muy por debajo al promedio en América Latina que oscila en el 61.2 por ciento”, agrega el congresista.
Y como si esto fuera poco, de los colombianos pensionados, el 15 por ciento está en el sistema privado y el 85 por ciento en el sistema público, lo cual genera un hueco fiscal anualmente de 16 billones de pesos los que son pagados por el presupuesto general de la nación, advierte Becerra.
Miedo al cambio
Colombia ha tenido la desgracia de estar dominada por una burguesía atrasada, mafiosa y criminal. No está dispuesta a compartir ni una parte mínima de lo que a diario se roba, ni tampoco a ceder ante los cambios que se vienen presentando en diversas partes del mundo. Es ortodoxa, troglodita y ahistórica. No admite cambios de ninguna naturaleza.
Se inspira en la violencia y en el analfabetismo. Algunos hablan de 32 guerras fratricidas durante la era republicana, todas perdidas, dijo Gabriel García Márquez, en las cuales, millones de analfabetas liberales y conservadores perdieron sus vidas. Colombia es un verdadero cementerio por obra y gracia de la gran burguesía. “El gobierno tiene la metralla homicida contra el pueblo y una temblorosa rodilla en tierra ante el oro americano”, decía Jorge Eliécer Gaitán.
Hay que decirlo con franqueza: Colombia hasta ahora no ha tenido paz, se ha movido en una guerra sórdida en beneficio de las pocas familias de la gran oligarquía. Una oligarquía que está dispuesta a matar medio país con tal de no perder sus privilegios.
Por eso el cambio no es fácil, ni se dará de la noche a la mañana, es todo un proceso complejo con avances y retrocesos, con errores y aciertos. La reforma laboral tocaba intereses económicos de la burguesía. Por eso, su reacción violenta y su determinación de bloquear esta iniciativa. La mayoría de senadores y representantes a la Cámara, son fichas de esa burguesía. Ésta la mueve a su antojo, de acuerdo a sus intereses de clase.
No era un prurito del entonces candidato Gustavo Petro al llamar a conquistar mayorías en el Congreso. Quizás, no entendimos y ahora estamos sufriendo las consecuencias. De todas maneras, hay que aprender de los errores. Cambiar lo que haya que cambiar y avanzar. Se perdió el intento por ahora, sí por ahora.
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