POR ATILIO A. BORON /
El ataque de Irán a Israel produjo, previsiblemente, mínimos daños materiales y nada más. El sitio web de la CNN, insospechado de simpatías chiítas, dijo que “la operación de Teherán estaba muy coreografiada, aparentemente diseñada para minimizar las bajas y maximizar el espectáculo”. Y más adelante en ese mismo posteo agregaba que toda esta movida “parecía diseñada para fracasar: cuando Irán lanzó sus drones asesinos desde su propio territorio, a unos 1.000 kilómetros de distancia, avisó a Israel con horas de antelación”. Caso raro de un beligerante que avisa a su enemigo que va a ser objeto de un ataque. En todo caso, esta es una más de las tantas rarezas que vienen ocurriendo en la región.
La principal, hasta ahora, fue la facilidad con que unos 1500 milicianos de Hamás pudieron traspasar la frontera más y mejor vigilada del mundo, penetrar en territorio israelí, secuestrar a más de 250 personas, matar a un número indefinido de otras y regresar sin ser molestados a sus campamentos de base en Gaza. Sin duda, uno de los grandes misterios de la guerra moderna y un baldón insanable para los servicios de seguridad israelí.
Lo concreto: el régimen ultraderechista israelí está desatado. Ni siquiera Joe Biden parece poder contener al carnicero de Tel Aviv. No sólo bombardea palestinos a mansalva sino que el 3 de abril ametralló un convoy de la World Central Kitchen (WCK) y mató a 7 voluntarios que llevaban comida para los refugiados. Dos días antes, el 1º de abril, había dado rienda suelta a sus pulsiones violentas y bombardeó el Consulado de Irán en Damasco. Al día de hoy son 16 las personas que perdieron su vida a causa del ataque ordenado por un personaje que el presidente argentino Javier Milei considera un baluarte en la defensa de los valores de Occidente. Por supuesto, parece que entre esos (dis)valores figura el genocidio, practicado con escandalosa crueldad por el premier israelí contando para ello con el beneplácito de la mayoría de los líderes del Occidente “democrático” y, en sugestivo paralelismo con lo ocurrido con Hitler, con el blindaje informativo de las oligarquías mediáticas encargadas de desinformarnos y manipular a la población.
Esos líderes hicieron “mutis por el foro” ante la flagrante violación de la Convención de Viena -que consagra la inviolabilidad de embajadas y consulados y la inmunidad de las personas que allí se encuentran- por parte del régimen israelí. A Netanyahu parecen importarle un bledo minucias como las estipuladas por esa convención, fundamental para la labor de la diplomacia.
El escandaloso silencio del liderazgo occidental fue roto, pocos días después cuando el gobierno ecuatoriano ordenó el violento allanamiento de la Embajada de México en Quito y el secuestro del exvicepresidente Jorge Glas, que allí se encontraba asilado. Este bárbaro atropello fue rápida y enérgicamente condenado por Washington y su peonada: la OEA y los muy serviles gobiernos europeos, como una salvajada que atentaba contra el derecho internacional. Claro, Ecuador no es Israel y Daniel Noboa no es Netanyahu. Lo del primero debe ser condenado sin atenuantes, aunque no haya matado a nadie. El segundo cuenta con toda la protección para sus crímenes, por eso el decadente “Occidente colectivo” condena a uno y condona al otro. Es más, la fenomenal usina de fabricación de mentiras que responde a la burguesía imperial denuncia a Irán como un “Estado terrorista”. En línea con lo que proclaman los poderes dominantes del sistema internacional la Cámara Federal de Casación Penal del muy desprestigiado Poder Judicial de la Argentina -que según una encuesta reciente merece la confianza de apenas el 12 % de la población- acaba de emitir un fallo en el cual califica a Irán de esa manera.
Tan rotunda definición de dicha Cámara merece una pequeña apostilla. Sería bueno que en sus fundamentos diga cuántas personas indefensas fueron masacradas por los misiles iraníes, cuántos niños, cuántos hospitales destruyeron con sus armas, cuántas escuelas, cuántas universidades, cuántas ciudades arrasaron. Convendría saberlo. Y si no se sabe es porque nunca perpetraron esos crímenes. En cambio, al día de hoy el país que irresponsable Presidente argentino considera como un faro de los valores occidentales lleva hasta ahora asesinados unos 34.000 palestinos indefensos, 15.000 de los cuales son niños, y se estima que hay unos 8.000 gazatíes más que yacen bajo los escombros de Gaza. Además, el régimen israelí destruyó 30 hospitales, casi 400 escuelas y las 12 universidades existentes en Gaza, y bombardea a quienes están haciendo cola para conseguir alimentos o huir de ese holocausto.
Pese a ello Israel es la brillante estrella de la democracia en Medio Oriente mientras que Irán es una tenebrosa autocracia. Un dato final: el régimen de Netanyahu cuenta, gracias al apoyo financiero y militar de Occidente, con un arsenal de 90 ojivas nucleares, e Irán con ninguna. No sólo eso: Israel junto con India y Pakistán es una de las tres potencias atómicas que nunca firmaron el Tratado de No Proliferación Nuclear. En suma, el mentiroso relato de Washington y sus protegidos, Israel en este caso, no resiste el menor análisis. Si hay una amenaza de armas de destrucción masiva en Medio Oriente ese peligro proviene de Israel, no de Irán, que no las tiene.
Un último comentario sobre el circense “comité de crisis” convocado de urgencia por Milei para un país que ha sido designado por este mandatario como blanco de posibles ataques del terrorismo internacional. Medida insensata que revela la ineptitud del ocupante de la Casa Rosada y su entorno de asesores y que coloca a la comunidad judía y a Argentina en peligro sin que el Estado tenga recursos para desarrollar un amplio programa de protección de los templos y las instituciones comunitarias dado que lo único que dice Milei es que “no hay plata”. Si esto es cierto y no miente, ¿cómo financiará el imprescindible refuerzo de la seguridad de esas instalaciones y la gente que allí acude, pues esto exige equipos, personal y recursos varios?
Si no tiene dinero para el combustible que necesitan los pilotos de la Fuerza Aérea para entrenarse, ¿de dónde obtendrá los recursos para proteger a los argentinos de eventuales ataques terroristas? Además, ¿cree este trasnochado economista que Elon Musk y sus amigos acudirán en tropel a invertir en un país que, según confiesa su Presidente, está en el radar del terrorismo internacional? Evidentemente, el hombre habla por hablar, y lo hace sin ton ni son. En fin, inventariar los dislates y disparates del elenco gobernante, todos con un signo profundamente reaccionario, sería una empresa interminable. Por ahora sería bueno que el Presidente no hable más, que ponga fin a sus sobreactuaciones motivadas para ocultar el derrumbe de la economía argentina y que no ponga en peligro la seguridad de los sufridos habitantes de este país con gestos y declaraciones altisonantes y reñidos con la realidad que nos pueden llevar a ser víctimas de una guerra que no es nuestra y que jamás hemos declarado.
Página/12, Buenos Aires.