POR ALBERTO MALDONADO COPELLO /
Este texto se refiere al capítulo 7 “Rasgos fundamentales de la teoría marxiana del valor” del libro la Ciencia del valor de Michael Heinrich. Este capítulo se divide en 4 partes: 1. Teoría del valor y teoría del capital; 2. Valor y precio de producción; 3. El capital productivo de intereses y el crédito; 4. Teoría del capitalismo como demolición de la apariencia de la empiria capitalista. En esta nota traducimos y resumimos apartes de las secciones 3 y 4.
El capital productivo de intereses y el crédito
La quinta sección del tomo III publicado por Engels es uno de los textos más fragmentarios e incompletos dejados por Marx. En esta sección Engels realizó intervenciones muy grandes y modificaciones sin señalarlas como tales. La exposición en algunas partes se pierde en preguntas de investigación. En muchos puntos no es claro si el material tratado puede ser expuesto al nivel de abstracción del capital (la exposición del modo de producción capitalista en su media ideal) o si se trata de fenómenos concretos de un estadio particular de desarrollo del modo de producción capitalista.
Ganancia media e intereses
La fórmula general del capital presentada en el libro primero de El Capital, D-M-D´ es precisada en el libro segundo, en el cual se examina el proceso de circulación del capital, como ciclo del capital:
D-M…P…M´-D´
El capital aparece aquí en tres diversas formas que se alternan entre sí: como capital monetario D, anticipado inicialmente, como capital productivo P (fuerza de trabajo y medios de producción) y como capital mercancía M (que contiene plusvalor). Si se considera el capital social en su conjunto, en todo momento una parte del capital existe como capital mercancía y como capital monetario en la esfera de la circulación, y otra parte como capital productivo en la esfera de la producción. Al exponer la transformación de la ganancia en ganancia media Marx presupuso inicialmente que todo capital individual ejecuta este ciclo en su totalidad. Sin embargo, con el desarrollo de la división social del trabajo, las secciones individuales del capital adquieren independencia y se transforman en actividades específicas de capitales especializados.
Junto al capital industrial se desarrolla el capital comercial que no produce sino que se ocupa de la transformación del capital mercancías en capital dinero, y el capital comercio de dinero, que administra el capital monetario: depósitos, pagos, saldo de deudas, etc. El capital industrial al liberarse de estas funciones reduce su tiempo de rotación y se obtienen ventajas de la especialización.
Para los capitales individuales es indiferente en cuales funciones del proceso intervienen, su objetivo es la obtención de ganancia y por tanto entran en el proceso de nivelación de la tasa media de ganancia. Pero el capital comercial y el capital comercial de dinero no producen ni valor ni plusvalor: los costos y las ganancias deben ser pagadas con el plusvalor del capital industrial. Esto lleva a una modificación de la tasa media de ganancia, que solo ahora asume su forma definitiva. El análisis de la fórmula general del capital D-M-D, de la cual Marx había partido en el primer libro, encuentra aquí, en cierto sentido, su conclusión; se ha derivado ahora la tasa de ganancia que todo capital, independientemente de si se invierte en la producción o en el comercio, genera en condiciones medias (p. 397).
Una nueva determinación del dinero. El dinero recibe una nueva determinación. Al nivel de la circulación simple se presentaba como única existencia adecuada del valor de cambio, ahora resulta claro que toda suma de dinero es capital potencial. El capital adquiere además del valor de uso que tiene como dinero, un valor de uso adicional, el de operar como capital. Su valor de uso consiste justamente en la ganancia que produce una vez que se transforma en capital. En esta calidad de capital potencial, de medio para la producción de ganancia, se convierte en mercancía, pero en una mercancía sui generis. En otras palabras, el capital en cuanto capital se convierte en mercancía (p. 397).
Esta mercancía particular es capital productivo de intereses, dinero que se vende en cuanto capital. El dinero se presta por un determinado tiempo. De este modo, el capital productivo de intereses obtiene su particular forma de circulación, duplicando la fórmula general del capital:
D-D-M-D´-D´
El capitalista monetario (o poseedor de un patrimonio) anticipa la suma de dinero al capitalista operativo o activo (o emprendedor) y este anticipa el capital para desarrollar un proceso de producción. Al doble anticipo corresponde un doble reflujo: el capital productivo se transforma en capital mercancía y luego en capital monetario que retorna inicialmente al capitalista activo, el cual debe restituirlo luego al capitalista propietario originario (p. 398). El deudor, que ha utilizado el dinero como capital, debe restituirlo pero además pagar un interés. El interés es el “precio” que el deudor debe pagar por el capital potencial, una expresión irracional desde el punto de vista de la mercancía simple y también desde el punto de vista del capital que funciona como capital mercancía. Sin embargo, aquí es el capital mismo el que funciona como mercancía, su precio no es determinado por su valor sino por su valorización (p. 398).
La ganancia obtenida por el capital se divide, entonces, en interés (que recibe el propietario del capital) y ganancia del empresario (el resto de la ganancia que le queda al capitalista activo). Esta división, sin embargo, no existe solo para el capitalista que utiliza capital de otros, sino que también existe para aquel que utiliza su propio capital, dado que la distinción se solidifica y en sus cálculos distingue entre lo que podría recibir de su propio capital si lo prestara y la ganancia como emprendedor.
Si la ganancia bruta obtenida por un capital es igual a la ganancia media, entonces la ganancia del emprendedor depende solo de la magnitud del interés. Efectivamente la ganancia de un capital individual oscila en torno a la ganancia media, cuya cantidad depende de una serie de factores, dentro los cuales se encuentran las decisiones de los empresarios. De este modo se puede reforzar la ilusión según la cual, de un lado, los intereses parecen ser un simple fruto de la propiedad del capital en sí, abstraídos del proceso de reproducción del capital, dado que no trabaja, no opera, y del otro lado, la ganancia del emprendedor parece ser el fruto exclusivo de las funciones que cumple con el capital y por tanto del rol activo del emprendedor. La conclusión es que los intereses y la ganancia del empresario parecen provenir de dos fuentes completamente diversas.
Surgen nuevas oposiciones. Lo anterior origina a oposiciones nuevas: el capital productivo de intereses en cuanto tal no se contrapone al trabajador asalariado sino al capital activo; el propietario del capital al emprendedor que lo toma en préstamo. A su vez, parece que el empresario activo no se opone al trabajador asalariado, dado que no recibe su ganancia de empresario en calidad de propietario del capital sino sobre la base de las funciones que desarrolla como no-propietario, en cierto sentido, como un trabajador.
Dado que el interés parece surgir de la propiedad del capital en sí misma y parece que solo presupone el dinero y no un proceso de producción, Marx afirma que en el capital productivo de intereses la relación de capital llega a su forma más exterior y fetichizada. Tenemos aquí D-D´, dinero que produce más dinero, valor que se valoriza a sí mismo, sin el proceso que media entre los dos extremos (p. 399).
Marx plantea que no existen leyes generales para determinar la tasa de ganancia que el capitalista activo debe pagar al capitalista propietario en calidad de interés; el capital opera una sola vez y produce una determinada ganancia. Su distribución es de por sí un hecho puramente empírico, un resultado de la competencia entre aquellos que prestan y aquellos que toman prestado, que sin embargo no expresa una ley subyacente.
El capital productivo de intereses no es la autonomización de un segmento funcional del proceso cíclico del capital, como lo son el capital productivo, el capital comercial y el capital comercial de dinero. Es una determinación derivada en la medida en la que el capital productivo de interés presupone la tasa de ganancia media completamente determinada (conceptualmente). El hecho de que el capital productivo de intereses sea una determinación derivada y que los intereses deben ser pagados sacándolos de la ganancia se ha entendido a menudo como si el capital productivo de intereses fuera de importancia secundaria con respecto al capital industrial, y como si la tasa de ganancia determinara la tasa de interés. De este modo se confunde el desarrollo conceptual de las categorías, con el efecto real de las relaciones investigadas. Aquí todavía las relaciones entre la tendencia de la tasa de ganancia y la de la tasa de interés no se han abordado sistemáticamente (p. 399).
Lo esencial en el análisis marxiano del capital productivo de intereses reside en el argumento cualitativo según el cual el dinero puede convertirse en capital productivo de intereses solo porque es posible utilizar este dinero como capital. Obviamente, el dinero puede ser prestado a interés sin que sea utilizado como capital por quien lo toma en préstamo. Marx en esta parte está analizando la forma específicamente capitalista del interés y no la posibilidad general del interés, que no presupone solo el dinero sino también cualquier forma de propiedad transferible. En condiciones capitalistas el capital productivo de intereses le permite al capitalista operativo o activo aumentar considerablemente su propia riqueza y la valorización de su propio capital. El endeudamiento de los capitalistas individuales es la norma y no un síntoma de crisis (p. 400).
Crédito y capital ficticio
La exposición sobre el crédito en El Capital presenta problemas notables tanto de contenido como metodológicos. A nivel de contenido los problemas se encuentran en el insuficiente grado de elaboración del texto, algo que Engels menciona en el prólogo. A nivel metodológico el problema consiste en que no es claro cuál es el estatus teórico que deba tener la exposición del crédito; en algunos apartes parecería que Marx quisiera excluir el tratamiento del crédito de la exposición sobre la naturaleza general del capital.
El asunto de fondo es precisar a qué nivel de abstracción es posible exponer el crédito. Se suma a esto que en la exposición sobre el crédito la argumentación categorial y la histórico real, referida a las condiciones de Inglaterra en el siglo XIX, no se separan suficientemente. El punto es, por tanto, en qué medida es posible ocuparse del crédito en el marco de una exposición del modo de producción capitalista en su media ideal (p. 401).
Señala Heinrich que después de la publicación del manuscrito original de Marx se ha visto que Engels intervino en el contenido (no solo sobre la forma) suavizando o matizando algunas observaciones metodológicas de Marx. En alguna parte refiriéndose al crédito y a la competencia Marx dice que estas formas concretas de la producción capitalista pueden ser expuestas solo después que se ha captado la naturaleza general del capital, lo cual las pone fuera del plan de nuestra obra. Engels incluye el texto añadiendo que estas formas pueden ser expuestas “exhaustivamente.” (p. 402). Igualmente en otra parte Marx dice que el análisis del sistema crediticio no entra en su plan y Engels añade que es el análisis a profundidad. Al insertar los adjetivos exhaustivamente o a profundidad Engels relativiza la rígida delimitación marxiana. El punto de fondo para Heinrich es en qué punto de la estructura categorial de la crítica de la economía política se puede tratar el crédito y con base en qué razones. Engels no le prestó suficiente atención a la lógica de la exposición.
Pero a pesar de las afirmaciones de Marx sobre la exclusión del crédito en el análisis general del capital el hecho es que si quiere abordar el tema. Al comienzo del punto 5 del capítulo 5 afirma que va a abordar algunos puntos necesarios para la caracterización del modo de producción capitalista en sí. Se puede deducir que esto debe consistir en la conexión categorial general entre el capital productivo de intereses y el crédito, y no la exposición del sistema crediticio en determinadas fases históricas del desarrollo del capitalismo. (p. 404).
Marx comienza desarrollando el doble fundamento del crédito. Por un lado, el crédito deriva de la función del dinero como medio de pago, ya expuesta en el ámbito de la circulación simple. Por el otro, son los comerciantes en dinero quienes en primer lugar se limitan a administrar el capital bajo la forma de dinero de los capitalistas activos pero luego se convierten en la verdadera y propia banca, como intermediarios entre los prestamistas y los prestatarios. En este esquema el crédito se conecta con dos formas principales. En primer lugar con la letra de cambio, que es resultado de una venta y le permite al productor acelerar la transformación de su capital en dinero; en segundo lugar, el crédito bancario, que no es precedido de una venta.
Esta primera parte es seguida por varias páginas de extractos y comentarios. Luego Marx hace unas reflexiones generales sobre el sistema crediticio. Engels hace de esta parte el capítulo 27 con el título El papel del crédito en la producción capitalista. Allí Marx afirma: 1) que el sistema crediticio es esencial para la nivelación tendencial hacia la tasa media de ganancia, en cuanto que acelera la transferencia de capitales de una esfera a otra, en la medida en que esta transferencia ocurre principalmente a través del capital adicional invertido; 2) que el crédito reduce notablemente los costos de circulación, principalmente porque sustituye el dinero (la mercancía dinero) con la moneda crediticia o con simples asientos contables, con lo cual se acelera la metamorfosis de la mercancía; 3) que el sistema crediticio tiene un papel esencial en la formación de las sociedades por acciones, que de un lado amplía la escala de la producción y por el otro restringe la caída de la tasa de ganancia.
De otra parte, Marx ve en las sociedades por acciones, en las cuales es evidente la separación entre propiedad y funciones del capital, una cierta forma de abolición de la propiedad privada, la supresión del modo de producción capitalista en el ámbito del propio modo de producción capitalista. El sistema de crédito tensiona al máximo el proceso de reproducción capitalista que es de por sí elástico, como palanca principal de la sobreproducción y la sobre especulación. (p. 405).
Plantea que junto a consideraciones generales hay bastante material menos sistemático y relativo a los debates entre las escuelas monetarias del momento en Inglaterra. Dice Heinrich que Engels organizó estos materiales en los capítulos 28 a 35 los cuales en su gran mayoría son provisionales y muestran más el proceso de investigación de Marx que su proceso de exposición de los resultados alcanzados.
Considera que dentro de todos estos materiales son relevantes tres puntos para la exposición general del sistema de crédito. (p. 406). Un punto es el relativo a la posibilidad de conceder crédito en billetes de banco, que eran algo así como letras de cambio emitidas por los propios bancos; estos billetes de banco eran una creación de moneda por los bancos; en forma similar, con base en los depósitos se podían efectuar pagos. Estos dos mecanismos son moneda crediticia. El dinero real es necesario para la banca como fondo de reserva para los retiros en efectivo y tal fondo es un porcentaje de la moneda de crédito, reglamentado por la ley o por la experiencia. Esto significa que sobre una base restringida de dinero real se puede elevar una super estructura mucho más grande de moneda de crédito. (p. 407).
El segundo punto es lo que Marx llama capital ficticio y su distinción del capital real, operativo. Con el término de capital real Marx entiende aquella suma de valor que cumple efectivamente el ciclo del capital y que asume alternativamente la forma de mercancía y de dinero. Es distinto a los simples derechos a una parte del producto sobre la base de obligaciones o cuotas accionarias. Estos derechos pueden ser vendidos y por tanto, parecen tener un valor propio y representar capital independiente del capital real. Es un capital ilusorio de los títulos financieros que Marx llama capital ficticio. El capital real existe una sola vez, en las manos del capital operativo, sea en forma de mercancía o en forma de dinero. Si el poseedor vende la obligación o el accionista su título se limita a transferir un crédito, pero no cambia nada para el capital real. Las acciones y las obligaciones son un duplicado en papel del capital efectivo.
El capital ficticio es la puesta en valor actual de los pagos futuros; este valor resulta de la capitalización del rendimiento a la tasa de interés corriente. El valor de los títulos se puede modificar independientemente del movimiento del capital real simplemente como consecuencia de un cambio en la tasa de interés o de las expectativas sobre los rendimientos de las acciones. Este movimiento autónomo consolida la apariencia de que los títulos y acciones son un capital real. De hecho, se transforman en mercancías, cuyo precio tiene un movimiento y determinación propias.
Por tanto, el sistema crediticio no se limita a mediar el proceso de reproducción del capital moviendo el capital de dónde se encuentra temporalmente inactivo a dónde puede operar como capital real. El mercado del crédito se transforma en una esfera autonomizada y en parte autorreferencial, que crea constantemente sus propios instrumentos, obedece a sus propias leyes y conoce una acumulación propia, diferente de la acumulación real. Con el desarrollo del capital productivo de intereses y del sistema crediticio, todo capital parece duplicarse. (p. 408).
Crisis monetaria y crediticia
El tercer punto que destaca Heinrich es la crisis del crédito. Con el sistema crediticio y especialmente con el uso de la moneda crédito el proceso de reproducción capitalista puede ser empujado hacia los límites de su elasticidad. Pero el crédito intensifica también las crisis: todo deudor insolvente puede arrastrar al abismo a sus acreedores. En las crisis no se acepta una promesa de pago sino un pago real. En estas situaciones el sistema crediticio se invierte en un sistema monetario (concepción de los mercantilistas que consideraban al oro y la plata como única forma de la riqueza y por tanto como objetivo de la actividad económica). La inversión hacia el sistema monetario es para Marx una consecuencia del hecho de que el sistema del dinero está vinculado a una mercancía dinero. A Marx el vínculo con la mercancía dinero le parece una pretensión absurda pero que deriva del sistema mismo. Hoy se sabe que el capitalismo se ha liberado de esta pretensión, al menos en la forma de mercancía dinero metálica (p. 409).
La cadena del crédito puede colapsar pero no existe más una pretensión de pago en oro. Cuando Marx ve en esta pretensión absurda una necesidad del sistema capitalista, confunde una exigencia que nace de una manifestación específica de este sistema (el vínculo del sistema monetario con una mercancía dinero) con una que resulta del sistema en cuanto tal (el cual presupone solo el dinero como figura independiente del valor) (p. 410).
Heinrich menciona que Marx plantea que la crisis crediticia y monetaria es consecuencia de la forma capitalista de producción, en una sociedad organizada esto no ocurriría. Recuerda que en el tercer capítulo del tomo primero Marx ve la necesidad de la mercancía dinero solamente en el mercado mundial. En el mercado interno una crisis crediticia podría resolverse mediante el aumento de la moneda de crédito. De otra parte, en dicho capítulo tercero Marx al referirse a la crisis considera que la forma fenoménica del dinero es indiferente: la penuria de dinero es la misma sea que se deba pagar en oro, dinero de crédito o billetes de banco. De este modo, la crisis monetaria se caracteriza por el hecho de que se requiere dinero en general dado que colapsa el crédito comercial que los capitalistas se otorgan entre sí. La penuria de dinero puede ser aliviada mediante una mayor emisión de moneda de crédito por parte de la banca.
La función directiva del sistema crediticio
Marx le otorga una especial importancia al sistema crediticio. No es un simple apéndice de la producción capitalista ni tampoco una mera sobre estructura que se afirma principalmente como factor de disturbio. Por el contrario, considera que el sistema crediticio y bancario dirige en última instancia la producción capitalista. No se trata de una dirección entendida como una planificación consciente sino de la implementación de la máxima valorización posible del capital y de la creación de las condiciones necesarias para tal fin, de la cual hace parte también la compatibilidad y la distribución en escala social de los medios de producción (p. 413). En su conjunto los capitalistas deben anticipar dinero para adquirir los medios de producción, pero también deben anticiparse dinero entre sí para realizar sus plus productos, algo que examina Marx en el tomo II. Al nivel expositivo del tomo II se asume que existe un dinero bajo la forma de ahorro en manos de capitalistas, en el tomo III este papel lo asume el sistema de crédito.
Por tanto, el sistema crediticio no es un simple intermediario que transfiere dinero de una mano a otra sino que dispone de un mecanismo propio de creación de dinero y puede tener una actuación en sentido restrictivo o expansivo sobre la acumulación de capital real.
Con base en lo anterior Heinrich menciona dos conclusiones del primer libro que pueden ser apresuradas. Primero, parecería que el único imperativo de la acción de los capitalistas es la acumulación real. Esto surge del hecho de que en el primer tomo Marx está exponiendo el proceso de producción directo del capital. Pero con los tomos II y III queda claro que los capitalistas individuales tienen la opción de acumular real o ficticiamente, mediante inversiones monetarias. Segundo, Marx presupondría que las inversiones del período corriente están limitadas por la cantidad de las ganancias del período precedente; Heinrich considera que Marx no plantea esto y en el tomo III queda claro que la expansión capitalista tiene en el crédito una palanca poderosa. (p. 415).
La teoría del crédito de Marx y el sistema monetario actual
Considera Heinrich que la teoría del crédito y el asunto de la crisis monetaria y crediticia de Marx tiene límites debidos a dos causas. Por un lado, Marx ha sido engañado por el vínculo que en su concepción liga la teoría del dinero a una mercancía dinero; por el otro, la teorización de Marx se limita al estado del desarrollo del sistema bancario y crediticio de la época. Este sistema, en la segunda mitad del siglo XIX estaba vinculado a una mercancía dinero. La banca central de la época era comparable solo dentro de ciertos límites con la banca actual y Marx veía una serie de problemas derivados de la estructura institucional del sistema crediticio de la época como problemas del sistema crediticio en sí del capitalismo.
Por tanto, es necesario preguntarse hasta donde la teoría del dinero y del crédito de Marx es adecuada para analizar las relaciones actuales, en las cuales la mercancía dinero no juega ningún papel. Insiste en que la teoría marxiana del dinero no presupone necesariamente una mercancía dinero. Sostiene que en el capítulo anterior mostró que Marx muestra la necesidad de una figura de valor autónoma, pero no que esta figura deba estar vinculada a una mercancía. Al nivel de la circulación simple no es posible hacer afirmaciones más concretas sobre un sistema monetario (p. 416).
Al nivel de abstracción de la exposición en los tres primeros capítulos del tomo I son igualmente posibles un sistema basado en una mercancía dinero, como un sistema que no se base en dicha mercancía dinero; al nivel de la exposición de la producción capitalista en su conjunto Marx observa la disfuncionalidad de un sistema crediticio vinculado a una mercancía dinero. En el tomo II Marx observa que la mercancía dinero es uno de los gastos necesarios pero improductivos (faux frais) del modo de producción capitalista en general. De otra parte, en una situación en la cual rija una mercancía dinero en el sistema crediticio no se puede en absoluto alcanzar la flexibilidad necesaria para dirigir una producción capitalista desarrollada. Por tanto, un sistema crediticio basado en un dinero-signo es más adecuado al modo de producción capitalista (p. 417). Más aún, desde la perspectiva del proceso total de producción solo un dinero signo es adecuado, mientras que el dinero mercancía representa una forma todavía no desarrollada del sistema monetario burgués.
El sistema monetario actual se caracteriza a nivel mundial por la completa renuncia a una mercancía dinero; como dinero funciona el dinero de la banca central. En el balance de la banca central este dinero aparece como un crédito por lo cual es formalmente tratado como moneda de crédito. Sin embargo, el dinero de la banca central no es una moneda de crédito. La moneda de crédito es una promesa de pago en dinero real y con el cumplimiento de esta promesa la moneda de crédito se anula. Pero no existe respecto al dinero de la banca central un dinero real, con el cual aquel de la banca central pueda ser cambiado. Aquel dinero emitido por la banca central es en sí mismo dinero real. Por tanto, se sigue que la banca central no es principalmente un intermediario entre acreedores y deudores. (p. 417).
El dinero de la banca central entra en circulación principalmente por medio de relaciones de crédito: los bancos comerciales se endeudan con la banca central haciéndose así parcialmente independientes de los poseedores de patrimonio. Al mismo tiempo, al establecer las condiciones de este endeudamiento la banca central tiene la posibilidad de influir en la cantidad de moneda en circulación y en las condiciones de crédito de la banca comercial, y de reaccionar en modo flexible a las crisis.
El hecho de que la banca puede poner a disposición el dinero necesario para la circulación no la hace omnipotente. Está condicionada, tiene límites. Depende de circunstancias internas y externas, que escapan a su influencia. Un aumento arbitrario de la emisión de billetes puede llevar a la pérdida de confianza y a su desvalorización. La banca central no puede evitar las crisis pero puede influir para mitigarlas. Señala Heinrich que en capitalismo se encuentran dos tipos de contradicciones. Aquellas esenciales del modo de producción capitalista que solo pueden acabarse con su desaparición y aquellas que se derivan de una determinada construcción institucional (por ejemplo, las debidas a un sistema monetario vinculado a una mercancía), las cuales pueden ser resueltas por el capitalismo. En opinión de Heinrich, Marx ha confundido estas dos categorías de contradicciones. Sin embargo, esta confusión no es una consecuencia inevitable de la teoría de Marx, la cual contiene todos los elementos para analizar también el sistema monetario y crediticio actual. (p. 418).
Teoría del capitalismo como demolición de la apariencia de la empiria capitalista
Al analizar la relación del capital Marx quería descubrir la cualidad oculta del valor de poner valor en cuanto es el mismo valor; descifrar el misterio de la creación de plusvalor. Estas afirmaciones de Marx expresan la consciencia de que la empiria capitalista no es inmediatamente transparente, sino que necesita ser descodificada por medio de categorías no empíricas (p. 419).
Con la indagación sobre la relación entre capital y trabajo en el proceso de producción inmediato se revela el secreto de la creación de plusvalor, pero no es todavía claro por qué es un arcano, por qué la empiria capitalista se presenta en este modo y no en otro. Solo cuando Marx no solamente descifra las relaciones que están en la base de esta empiria, sino cuando demuestra que la superficie empírica es la expresión necesaria de estas relaciones, puede darse por completo el curso circular de la exposición, que lleva a término el desarrollo dialéctico de las categorías: aquello que al inicio se presentaba como un punto de partida dado, ahora se muestra como un resultado (p. 419).
Se ha concluido a menudo a partir de la nota introductoria al tomo tercero que la exposición de esta superficie empírica fuera el objeto de este libro; sin embargo, esta superficie no es un espacio separado. Sus elementos están siempre ya parcialmente desarrollados en varios niveles de exposición. Al estudiar la forma valor Marx constató el fetiche de la mercancía, “determinadas relaciones sociales entre los seres humanos que asumen en sí mismas la forma fantasmagórica de una relación entre cosas”. Este fetiche de la mercancía continua en el fetiche del dinero, que se manifiesta como propiedad material de una cosa y no como expresión de una determinada relación social, al interior de la cual una cosa puede convertirse en dinero.
Finalmente, en el proceso de producción inmediato se muestra el fetiche del capital: las fuerzas productivas del trabajo social que se desarrollan por medio de la cooperación, la división del trabajo y el empleo de maquinaria, se manifiestan como fuerzas productivas del capital. (pp. 419).
Considera Heinrich que el fetiche del capital encuentra su contraparte en la forma salario. Con el salario parece que el capitalista paga el valor del trabajo individualmente gastado, en lugar del valor de la fuerza de trabajo. Bajo la forma del salario, todo el trabajo del trabajador se manifiesta como trabajo pagado y la explotación se convierte en algo invisible. El proceso de producción capitalista se presenta como simple proceso de trabajo, al cual es extraña la determinación de forma social. La forma salario es básica para todas las inversiones posteriores. (p. 420).
La mistificación de las relaciones de explotación que acompaña a la forma salario es la base para la mistificación del plusvalor en la forma de la ganancia. Dado que con el salario se paga el valor que el trabajador añade al producto, la ganancia debe ser creada como un excedente con respecto al precio de costo únicamente por el capital sobre la base de su propia productividad. En la ganancia media se rompe cualquier vínculo con el trabajo vivo: la ganancia depende ahora solo y exclusivamente de la cantidad del capital empleado. Esta inversión alcanza su culmen en el capital productivo de interés en el cual parece que el valor capital en cuanto tal, sin mediación de ningún tipo, se incrementa a sí mismo.
La fórmula trinitaria
De este modo, parece que el trabajo produce el valor del salario, el capital parece producir la ganancia (o el interés) y la tierra parece producir la renta. El resultado de estas inversiones es la fórmula trinitaria expuesta por Marx en la parte final del tercer tomo. La riqueza social parece ser el resultado de la acción combinada de tres factores de la producción: capital, tierra y trabajo.
En cuanto elementos aparentemente naturales del proceso de producción, capital, trabajo (asalariado) y tierra se manifiestan como las fuentes inmediatas de las cuales surge el valor del producto. Evidentemente el capital, el trabajo asalariado y la propiedad de la tierra son fuente del ingreso correspondiente solo en razón de determinadas relaciones sociales, pero parecen ser fuente de ingreso en cuanto fuentes de valor independientes de cualquier condición social.
Este mundo encantado del cual habla Marx no es la superficie inesencial de relaciones esenciales; es la única forma de realidad efectiva de estas relaciones, y es por tanto en ella que se basa la percepción de la sociedad burguesa, la conciencia que de ella resulta, y las acciones que se fundamentan en ella. El fetichismo no es una falsa conciencia, está vinculado inseparablemente a las relaciones de producción burguesas mismas. Las personas perciben las relaciones de producción capitalistas así como ellas se manifiestan, solo que se manifiestan en forma diversa a lo que son. La conciencia común, sea la del trabajador o la del capitalista está encadenada a un mundo de la apariencia (p. 422).
Por tanto, es un error también creer que los trabajadores, en cuanto directamente sometidos a la explotación capitalista, pueden captar el mecanismo más fácilmente que otros. (p. 422). Es cierto que los trabajadores tienen con el capital una guerra cotidiana y lo viven como una potencia extraña y hostil, pero bajo el dominio precisamente de la conciencia basada sobre la fórmula trinitaria, este conflicto puede ser interpretado como una extralimitación de las pretensiones del capital más allá de lo que legítimamente le corresponde: desde este punto de vista la explotación no se basa en el sistema salarial sino en un salario inadecuado o injusto. Marx, por tanto, también critica el punto de vista inmediato, la perspectiva de los asalariados, en la medida en que está incluido en el mundo de la apariencia.
La conciencia que se forma en la cotidianidad (no solo de los capitalistas sino de todos los agentes de la producción capitalista) se encuentra precisamente en contradicción con aquella que emerge del análisis científico. En la superficie se manifiestan las formas acabadas de las relaciones económicas en su real existencia las cuales se representan en la conciencia de los agentes (p. 423).
Marx le reconoce a la economía burguesa científica el mérito de haber disuelto en parte estas mistificaciones de las relaciones sociales, esta “religión de la vida cotidiana”; sin embargo incluso sus mejores representantes permanecen más o menos atrapados en el mundo de la apariencia que han disuelto críticamente. Y es justamente esta apariencia la que constituye los elementos fundamentales del campo teórico de la economía política. Heinrich resume estos elementos.
- Dado que las relaciones de producción social se manifiestan como propiedades naturales de las cosas, parecen ser ellas mismas naturales. El modo de producción capitalista no se presenta entonces como modo de producción históricamente determinado, sino como la modalidad natural de la producción (ahistoricidad).
- Lo mismo sucede con las personas en el ámbito de este modo de producción, esto es, los poseedores de mercancías; no parece tratarse de una individualidad y una subjetividad producida históricamente. El individuo singular se presenta como la quintaesencia del ser humano (antropologismo).
- Las relaciones sociales en las cuales los seres humanos son puestos se les manifiestan como las motivaciones que impulsan su actuación, de tal modo que parece que son los individuos los que constituyen directamente el nexo social (individualismo).
- Finalmente, las relaciones de producción objetivadas no solo se manifiestan como propiedades naturales de las cosas, sino también, en cuanto propiedades naturales, son también inmediatamente dadas: pueden ser percibidas en modo inmediato (empirismo).
Marx no solamente ha roto con el campo teórico de la economía política con su revolución científica sino que, con su crítica de la economía política, está también en grado de mostrar cómo se producen, como formas objetivas del pensamiento, las determinaciones de este campo teórico (p. 424).