POR RICARDO SÁNCHEZ ÁNGEL* /
Lo esencial del pensamiento de Marx-Engels y Rosa Luxemburg (1871-1919) sobre la democracia puede sintetizarse en los siguientes aspectos:
1. La democracia es una forma política y estatal que responde a procesos históricos desiguales y combinados, y por ende, no se reduce a una forma abstracta aplicable como modelo a realidades espacio temporales disímiles. Como tal la democracia va a tener una forma constitutiva y evolutiva.
2. El pensamiento crítico sobre la democracia, en palabras de Rosa, sabe diferenciar adecuadamente el contenido social de la forma política de la democracia burguesa, dado que en el capitalismo con la libertad y la igualdad formales se busca encubrir “el duro contenido de desigualdad social y la falta de libertad”. (1)
3. El proceso histórico debe orientarse hacia una transición en que la democracia no se elimina sino que se amplía, se vuelve más real, “se debe avanzar paso a paso partiendo de la participación activa de las masas… bajo su influencia directa, sujeta al control de la actividad pública; debe surgir de la educación política consciente de la masa popular”. (2)
4. El único camino, dice Luxemburg, pasa por la escuela de la misma vida pública, por la democracia y opinión pública más ilimitadas y amplias. Y en relación a los disidentes u opositores, polemizando con Lenin y Trotsky, afirma: “La libertad es siempre y exclusivamente libertad para el que piensa de manera diferente”. (3)
5. La democracia debe relacionarse con los valores, con los derechos humanos en que la vida y su dignidad es el principio ordenador para actuar por la justicia social en clave de Derechos. En La cuestión judía, Marx no rechaza la emancipación política, la ciudadanía que conquistó la Revolución Francesa, sino que señala que es limitada, recortada, ya que no ofrece la emancipación social, y por ende, la superación de la explotación. Se debe transitar hacia la igualdad material en el marco de la diversidad. La libertad implica superar la opresión de todo orden, la humillación y la ofensa. Colocar a las mujeres de toda condición cultural y étnica, entre nosotros afrodescendientes, indígenas, rom y trabajadoras de todos los colores, en condiciones ciertas de lograr igualdad, es decir de ejercer la libertad en su plenitud. Liberarse de la explotación es el paradigma de la libertad como expresión de la diversa dignidad humana. Esta perspectiva anterior implica la crítica al fetichismo jurídico, a la alienación de la vida a la ciencia y artes instrumentales. A concebir la cultura en todas sus dimensiones como un campo de lucha, se trata de la dinámica de la emancipación en todas sus dimensiones.
6. En el horizonte de la democracia el tránsito al socialismo como superación de la explotación capitalista, del sexismo, el racismo, la humillación y la ofensa no opera contra la democracia sino contra la dictadura del capital y el Estado. Es un proceso de transición territorial y social, de abajo arriba, de la región y la periferia al centro y las capitales. Rosa Luxemburg indagó sobre esto en muchas direcciones: como control obrero, público, de debate abierto, sufragio universal, consejos de distinta conformación, órganos de poder dual, comunas, construcción de gobiernos locales y nacionales. Todo esto contextualizado en su formación dialéctica de reforma y revolución, y la estrategia de huelga de masas. Temas a los que dedicó dos de sus libros más destacados.
En el pensamiento de Rosa el espontaneísmo de los trabajadores es elemento creativo y democrático clave, indispensable, del cual emana toda la sabiduría política que hace posible la revolución socialista. La espontaneidad es creatividad de las masas en lucha, en despliegue de sus iniciativas, donde el programa, la política, los dirigentes y las organizaciones viven su momento de prueba decisiva. Donde la teoría y la reflexión se nutren de las experiencias, de los avances y derrotas. En el principio fue la acción, decía Rosa, repitiendo a Fausto, ella que era doctora en Ciencia Política y notable teórica del marxismo. Se trata de una teoría radical de la democracia como política emancipadora construida por los trabajadores en sus experiencias, sus praxis colectivas. Una versión propia del partido de los trabajadores, diferente a la de Lenin y Trotsky, que tiene su correlato en el socialismo. Luxemburg enunció para ello el aserto: “No hay democracia sin socialismo, no hay socialismo sin democracia”. De hecho, su pensamiento fue el primero y mejor elaborado para criticar los aparatos burocráticos de los sindicatos y la socialdemocracia alemana.
Sabemos que el socialismo debe inscribirse en esta reflexión y ser al mismo tiempo internacional. Debe hablar colombiano y latinoamericano, acudir a sus orígenes, tradiciones experiencias y proyectarse a la sociedad mundo. Sabemos que debe usar las ciencias y las técnicas, la creatividad para acompañar la planeación democrática de la economía y la sociedad. Los gobiernos y las instituciones deben expresar y descansar en los trabajadores, con el principio sagrado de que las élites, profesionales y dirigentes deben servir y no usufructuar en la gestión pública.
Sabemos qué no debe ser el socialismo. El modelo estalinista de los socialismos realmente existentes con su cortejo de fracasos y crímenes no es el socialismo, como tampoco la conversión socialdemócrata de gobernar y administrar el capitalismo. Sin este deslinde de posturas el socialismo está contaminado y los trabajadores hacen bien en no respaldar las propuestas que inequívocamente no rechazan el ‘comunismo’ burocrático y los cantos de sirena de la social-democracia.
Hay una presencia de las ideas y la praxis de Rosa Luxemburg en Nuestra América y en Colombia. En su momento José Carlos Mariátegui llamó la atención sobre su importancia (4). En Colombia su libro científico en economía La acumulación del capital (5), tuvo una influencia notable en los maestros del socialismo: Luís Eduardo Nieto Arteta, cita ampliamente a Rosa en sus escritos económicos, es claramente luxemburguista. Antonio García Nossa destaca en primer lugar su aporte entre los científicos sociales heréticos, dice: “Por el camino del análisis dialéctico, Rosa Luxemburgo, Baran o Sweezy descubrieron no solo la morfología, sino las raíces históricas del atraso”. Y afirma: “El aporte fundamental de Rosa Luxemburgo consistió en mostrar el papel esencial desempeñado por las naciones no capitalistas como mercado suplementario y elemento condicionante de la acumulación en el sistema capitalista, si bien partió de la hipótesis equivocada de identificar países atrasados y dependientes con países no capitalistas”. (6)
Desde su cátedra de teoría y política de comercio internacional en la Universidad Nacional en los años cuarenta, y en sus lecciones recogidas en el libro Bases de economía política, García destacó a Rosa Luxemburg como una de las grandes teóricas del marxismo.
Allí afirma:
“Es corriente encontrar este mismo juicio en los grandes teóricos del marxismo. Rosa Luxemburgo en La acumulación del capital, [en el apartado La lucha contra la economía campesina] analiza certeramente los elementos que constituyen la “coyuntura revolucionaria” del capitalismo norteamericano: los transportes, la presión financiera, la industrialización de la agricultura, la circulación monetaria, la organización privada de los capitales, el desarrollo mecánico”. (7)
Por su parte, Gerardo Molina en su Breviario de ideas políticas, en el capítulo sobre El Revisionismo, sigue de cerca los lineamientos de Reforma o revolucióny los alcances del socialismo de esta gran dirigente. A Molina pertenece este criterio:
En un folleto aparecido en Alemania al término de la Primera Guerra Mundial y que se atribuyó con fundamento a Rosa Luxemburgo, se lee lo siguiente: “En las revoluciones burguesas, la sangre, el terror, los asesinatos políticos eran las armas inevitables en las manos de las clases insurgentes”… “La revolución proletaria no tiene necesidad del terror para alcanzar su fin: ella detesta el asesinato. Por eso no necesita apelar a los medios violentos, porque no combate contra los individuos, sino contra las instituciones”. Pero desde luego el folleto agregaba que “toda resistencia debe ser rota”. (8)
En los años 40 del siglo pasado, el líder político liberal Carlos Arango Vélez, dio una conferencia sobre Luxemburg, publicada en folleto.
Hay una huella destacada de Rosa, incorporada a nuestra tradición que hay que recuperar y poner a vivir en el fecundo campo de las ideas y las experiencias revolucionarias.
Notas
1. Luxemburg, Rosa. La Revolución Rusa – 8. Democracia y dictadura. En: Obras escogidas. Bogotá: Editorial Pluma, 1976. Tomo II, p. 215.
2. Ibídem.
3. Ibíd., p. 209.
4. Ver: Sánchez, Ricardo. El Ángel de la Revolución. Ponencia en el V Seminario Internacional Marx Vive. Alternativas y gobiernos alternativos en América Latina. 31 de octubre, 1 y 2 de noviembre de 2006, Bogotá Universidad Nacional de Colombia / Universidad Distrital Francisco José de Caldas.
5. Luxemburg, Rosa. La acumulación del capital. Estudio sobre la interpretación económica del imperialismo. Madrid: Cenit, 1933.
6. García, Antonio. La estructura del atraso en América latina. Hacia una teoría latinoamericana del desarrollo. Bogotá: Convenio Andrés Bello, 2006, p. 72.
7. García, Antonio. Bases de economía política. Bogotá: Tiempo americano, 1984. Antología del pensamiento económico y social de América Latina. Nota 3 al capítulo: Coyunturas revolucionarias del capitalismo., p. 274.
8. Molina, Gerardo. Breviario de ideas políticas. Bogotá: Tercer Mundo, 1982, p. 133.
Texto publicado en la Revista Aquelarre No. 13 en homenaje al maestro Antonio García Nossa, Centro Cultural de la Universidad del Tolima, Ibagué, primer semestre de 2008.
*Profesor emérito, Universidad Nacional; profesor titular, Universidad Libre.
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