LA ROSA ROJA /
El pasado jueves 24 de agosto el Gobierno de Japón determinó descargar al Océano Pacífico agua residual acumulada en la accidentada central nuclear de Fukushima en un plan defendido como seguro por Tokio y la agencia reguladora de la ONU, pero duramente criticado desde China.
De esta manera, no se tiene en cuenta el hecho determinante de que el agua cumple un ciclo, que hay seres animales, plantas, con sus bacterias, virus, hongos, que viven en el mar. Y si le vierten agua radiactiva, algunos morirán otros mutarán, otros sufrirán enfermedades impredecibles.
Con esa determinación antiecológica el Océano Pacífico, ha sido herido de muerte y una de sus consecuencias es que se acaba con el sustento de la población pescadora japonesa.
