RESUMEN AGENCIAS /
Un nuevo informe de la Organización Internacional del Trabajo (OIT) que hace parte del sistema de las Naciones Unidas ha permitido establecer que prácticamente una de cada 150 personas del planeta se encuentra sometida a situaciones de esclavitud moderna, ya sea porque realiza trabajos forzados o porque fue víctima de un matrimonio forzoso.
El director general de la OIT, Guy Rider, anunció el pasado 12 de septiembre los alcances de la investigación. “Esa es una cifra extraordinaria en esta época, ya que hay 27,6 millones de personas sometidas a trabajos forzados. La peor noticia es que esto representa un aumento con respecto a las estimaciones que habíamos hecho anteriormente y que se publicaron en 2017, el aumento es de 2,7 millones [de personas]”, precisó.
El citado reporte detalla que más de 22 millones de personas de todo el mundo son víctimas de matrimonio forzoso. “El aprisionamiento en trabajos forzados puede prolongarse por años, mientras que en la mayoría de los casos, el matrimonio forzoso es una condena a cadena perpetua”, revela.
La investigación elaborada por la OIT, la Organización Internacional para las Migraciones (OIM) y la ONG Walk Free que lleva por título Estimaciones mundiales sobre la esclavitud moderna, revela que lejos de reducirse este fenómeno la tenencia ha sido a que aumente hasta alcanzar a casi 50 millones de personas en el mundo en 2021.
Advierte el estudio que “el flagelo de la esclavitud moderna no está en absoluto relegado a la historia” y da cuenta de un aumento desde su último informe, en 2016. En este periodo, el número de personas sometidas a esclavitud se ha incrementado en casi diez millones de afectadas, hasta un total de 49,6 millones en 2021.
¿Qué es la “esclavitud moderna”?
El informe recuerda que se utiliza esta denominación para medir a nivel internacional la esclavitud contemporánea, que consta de dos componentes principales: el trabajo y el matrimonio forzosos. “Ambos se refieren a situaciones de explotación que una persona no puede rechazar ni abandonar debido a amenazas, violencia, engaño, abuso de poder u otras formas de coacción”, explica el citado estudio.
Las estimaciones de 2021 apuntan que de los casi 50 millones de personas víctimas de esclavitud, el trabajo forzoso alcanza a 27,6 millones y el matrimonio sin consentimiento, a 22 millones, aunque el reporte advierte que esta última cifra seguramente sea mayor. Ambas realidades registran un aumento en términos absolutos y también relativos, subraya. El trabajo forzoso ha pasado de “una prevalencia de 3,4 a 3,5 por cada mil personas en el mundo” y el matrimonio a la fuerza, del “2,1 a 2,8 por cada mil personas”.
También señala algunas causas del incremento de este fenómeno, como crisis agravadas por “la pandemia de Covid-19, los conflictos armados y el cambio climático”. Situaciones que “han provocado una perturbación sin precedentes del empleo y la educación, un aumento de la pobreza extrema y de la migración forzosa y en condiciones de inseguridad, así como un incremento de las denuncias de violencia de género, lo que contribuye a aumentar el riesgo de todas las formas de esclavitud moderna”.
En número de personas, la región de Asia y el Pacífico concentra la mayor parte de las víctimas de trabajo forzoso, “más de la mitad del total mundial (15,1 millones)”. Le sigue Europa y Asia Central (4,1 millones), África (3,8 millones), las Américas (3,6 millones) y los Estados Árabes (0,9 millones).
Si se tiene en cuenta el porcentaje de víctimas respecto a la población total, en términos relativos, “el trabajo forzoso es más elevado en la región de los Estados Árabes (5,3 por mil personas), seguida de Europa y Asia Central (4,4 por mil), las Américas y Asia y el Pacífico (ambos con 3,5 por mil), y África (2,9 por mil)”.
El trabajo forzado se produce sobre todo en el sector privado, con el 86% del total de víctimas. El 14% restante afrontan trabajos impuestos por los Estados, sobre todo en centros penitenciarios y también en reclutamientos forzosos. En cuanto a los abusos en el ámbito privado, un 23% de los casos detectados sufren explotación sexual y otro 63% de las víctimas enfrentan otros tipos de explotación laboral. “Casi cuatro de cada cinco personas sometidas a explotación sexual comercial forzada son mujeres o niñas”, destaca el informe.
Aunque se registran casos en muchas actividades distintas, la investigación precisa que los sectores con más incidencia del trabajo forzoso en adultos son “los servicios, la industria manufacturera, la construcción, la agricultura y el trabajo doméstico”.
Los métodos de coacción para acabar con la libertad de las personas explotadas laboralmente son múltiples. Por ejemplo, la “retención sistemática y deliberada del salario”, utilizada por los empleadores para obligar a los trabajadores a permanecer en un puesto de trabajo por miedo a perder los ingresos acumulados es la forma más común, según el estudio. También destacan otras, como la amenaza de despido en personas muy vulnerables que necesitan el empleo e incluso, métodos más graves de coacción, como el confinamiento forzoso y la violencia física y sexual.
Por su parte, el matrimonio forzado sí está mucho más presente en países con menos ingresos, con gran mayoría de víctimas mujeres. “Está estrechamente vinculado a actitudes y prácticas patriarcales muy arraigadas y depende en gran medida del contexto”, recoge el estudio, que apunta que “la abrumadora mayoría de los matrimonios forzados (más del 85%) fue impulsada por la presión familiar”.
Las tres organizaciones responsables de la investigación urgen a los países, así como a la sociedad civil, a tomar medidas contra estos abusos contra la libertad de millones de personas. “Nada puede justificar la persistencia de este abuso fundamental de los derechos humanos”, dijo el director general de la OIT, Guy Ryder. “Sabemos lo que hay que hacer, y sabemos que se puede hacer. Es fundamental contar con políticas y regulaciones nacionales eficaces”, añadió.
Según los Objetivos de Desarrollo Sostenibles (ODS) de la ONU, la comunidad internacional se ha comprometido a acabar con todas las formas de esclavitud en ocho años, en 2030. E incluso antes, en 2025, respecto a aquella que afecta a los niños, pero los indicadores sobre esta terrible realidad social van en aumento y no permiten ser optimistas respecto de las proyecciones de Naciones Unidas.
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