POR RICARDO SÁNCHEZ ÁNGEL* /
Reseña para la Revista Controversia. Director Mauricio Archila.
Está en circulación el libro El estallido social 2021. Expresiones de vida y resistencia (Siglo Editorial, 2023). Es un trabajo colectivo de diversos autores y formación profesional distinta, de pluralismo metodológico y de valoraciones variopintas, al momento de destacar alcances, medios, objetivos, influencias, repercusiones y balances. Está coordinado por Juan Carlos Celis y sus autores son Medófilo Medina, Mauricio Archila, Martha Cecilia García, César Giraldo, Juan Carlos Celis, Santiago García, Equipo de investigación Educapaz, Selene Lozano, Milena Montoya, Laura Camila Nossa, Víctor Manuel Gaviria, Diego Jaramillo, Colectivo Memoria y Palabra, Gabriela Ardila, Rosario Arias, Fernanda Espinosa, Pilar Rey, María Angélica Tamayo, Óscar Vargas, Nicolás Quinche.[1]
Esta circunstancia de ser una obra arco iris, ofrece riesgos como la dispersión y la repetición, en la búsqueda de la interpretación, al igual que fortalezas, porque permite al lector y a sus autores avanzar en diálogos complejos.
Las rebeliones y revoluciones, los motines y levantamientos sociales y/o políticos, los estallidos, deben analizarse con delimitaciones de espacios y tiempos. Está fortaleza, requiere combinarse con relatos de los acontecimientos que discurran en los procesos de distinta duración, sobre el devenir, en que los sujetos colectivos que son mutables, van a desarrollar sus actividades. A su vez, eso sucede en estructuras de orden económico-social y político-cultural establecidos. Ese tipo de acontecimientos, como el denominado estallido social, son al mismo tiempo diferentes e iguales en algunos de los rasgos centrales. Su novedad es relativa, porque, aunque no sea evidente en el paisaje central lo que va suceder: las protestas universitarias, las mingas indígenas populares, las movilizaciones de mujeres y jóvenes, los conflictos urbanos, las batallas políticas… Hay unas continuidades en las voces antiguas de los insumisos, en los ríos profundos de la memoria. Que se expresan con oportunidades adecuadas como las presentadas en 2019 y 2021. Voces antiguas en ríos profundos son metáforas literarias de potencia analítica subversiva que tomo de dos obras del escritor peruano José María Arguedas. Que se sintoniza muy bien con la metáfora del viejo topo que taladra entre los subterráneos de la historia, para garantizar la continuidad de la experiencia y que Carlos Marx tomó a su vez del Hamlet de Shakespeare: ¡Bien dicho, topo viejo!… ¿puedes excavar la tierra tan a prisa? ¡Excelente zapador!…[2] Hegel había nombrado la revolución silenciosa y secreta que antecede a los nuevos tiempos. Daniel Bensaid comenta: “característica de la modernidad, la metáfora del topo será, según Antonio Negri condenada por la posmodernidad. ‘Sospechamos que el viejo topo está muerto’. Su excavación le dará lugar a las “infinitas ondulaciones de la serpiente” y a luchas de reptiles. Este veredicto revela aún la ilusión cronológica según la cual la posmodernidad sucedería a una modernidad relegada al museo de antigüedades. Pero el topo es ambivalente. A la vez moderno y posmoderno. Discretamente afanado en sus “rizomas subterráneos y estruendosos, de súbito, en su cráter”[3].
La razón histórica que descansa en una verdad epistemológica, es que siempre habrá movimiento, contradicción, interrelación, lucha y concurrencia, ruptura y continuidad. Confusión y complejidad. El viejo topo no ha muerto, sino que estaba excavando más profundo como lo pone de presente las convulsiones de las luchas de clase, de toda condición socio-cultural y económico-política, en las décadas de este siglo del neoliberalismo y la posmodernidad. Muestra la vitalidad y variedad en distintos países y continentes, en que se destaca el movimiento contra el racismo y el autoritarismo brutal en los Estados Unidos en el 2020, cuya influencia internacional fue decisiva comenzando por Francia. Hay que decir que la cobertura mediática de estas inmensas movilizaciones fue amplia. Se rompía la cárcel de la biopolítica, con la cuarentena prolongada ante la pandemia del Covid-19 y apareció la libertad como derecho practicable y creativo.
La sombrilla que aglutina el estallido social tiene diversos nombres como el de muchedumbre política que prefiere Medófilo Medina, quien ha publicado un libro denominado Muchedumbres Políticas en Colombia 1893-2022.[4] Este autor había escrito La Protesta Urbana[5]. El relato de Medófilo encuadra en sus similitudes y diferencias el estallido social del 2021, como un capítulo de los distintos momentos de la variada historia de la muchedumbre política en Colombia, deteniéndose en analizar distintos aspectos que concurrieron en la expresión de esta significativa protesta urbana de 2022.
Mauricio Archila y Martha Cecilia García hablan de “verdadero estallido social”, “un hito histórico” que comenzó con el paro convocado por el Comando Nacional, el 28 de abril de 2021 rompiendo el corsé de la cuarentena y asumiendo la movilización. Un riguroso análisis combinando lo cuantitativo y lo cualitativo con una gran capacidad de integración, dándole materialidad comprensible a esta historia social de la rebelión. Para estos autores lo novedoso del estallido radica en que combina tendencias que venían con nuevos rasgos del presente: 1- amplia cobertura regional y nacional 2- activa y masiva participación; 3- intensidad y duración; 4- radicalidad inusitada en un contexto de problemas estructurales exacerbados por la pandemia y con una conciencia de indignación.
Un rasgo central de este análisis está en presentar la característica brutal de la respuesta policial del autoritario gobierno de Iván Duque “que cobró casi un centenar de vidas, miles de heridos y detenidos”. Este movimiento con las características analizadas vendría a ser el más significativo en la historia de las resistencias sociales desde el 9 de abril de 1948. Mauricio y Martha Cecilia afirman algo que queda por desarrollar del papel relativo de las redes sociales que, siendo muy importantes, “exigen la presencia física en espacios públicos”.
César Giraldo denomina el estallido “Paro con gran movilización”. En la telaraña de la terminología, este autor tiene la lucidez de hacer uso de una categoría abstracta y precisa al mismo tiempo: Paro nacional disputa entre el capital y el trabajo. Un tipo de lenguaje que ha sido abandonado en las ciencias sociales pero que empieza a renacer como categoría crítica para su uso creativo y se corresponde con la naturaleza de este gran acontecimiento.
Lo que César singulariza es la parcialidad de esta confrontación, destacándose lo urbano de los barrios populares y populosos. El hilo analítico reposa en la simultaneidad de los procesos que se entrelazan, en el neoliberalismo con hegemonía del capital financiero y el empobrecimiento con su resistencia de la cual forma parte la economía popular. Aquí se recupera también la categoría analítica de Henri Lefebvre, que se convirtió en universal jurídico político, del derecho a la ciudad y que David Harvey ha desarrollado. Lo que se busca es explicar el territorio económico y espacial en que discurre la movilización y comprender mejor su naturaleza.
La disputa por el excedente urbano es el terreno del conflicto, lo cual conduce al antagonismo, tal como sucedió con el estallido del 2021. Se destaca un fuerte contenido de “economía moral”, por la vida, el trabajo “vivo” que se dinamiza. Para César Giraldo, hay una conexión entre la macroeconomía y la microeconomía, lo que es clave para comprender las dinámicas sociales y su proyección nacional. Donde se configura un nuevo sujeto urbano plural en la dinámica de los acontecimientos con la juventud como lo más destacado.
Para Juan Carlos Celis y Santiago Garcés, se trata de un estallido social como cuestionamiento a la hegemonía neoliberal y belicista, teniendo como contrapartida la formación de un movimiento social y político alternativo. En la perspectiva de un bloque contrahegemónico a lo dominante, el cual, estaría conformado en perspectiva por el Pacto Histórico y el gobierno del presidente Petro.
Me llama la atención que se incorporen en este texto, y lo considero válido, los conceptos de “clase”, “lucha de clases”, “conciencia de clase”, en su dinámica histórica, tal como lo formularon los historiadores marxistas británicos, en especial, E. P. Thompson. Los autores citan a Massimo Modonesi: “Un campo de clases y lucha de clases donde surgen y se forman subjetividades y actores. En este contexto […] los movimientos sociales son mediaciones de la lucha de clases”. Acuden igualmente al importante estudio de Óscar Fresneda: sobre regímenes de acumulación[6].
La crisis al interior de la hegemonía dominante fraccionó en los últimos años las alternativas de continuidad y erosionó la perspectiva de dominación, especialmente en torno a la política de paz con negociación. Lo que a la postre devaluó la continuidad del uribato, ya que el gobierno de Juan Manuel Santos abandonó la continuidad para negociar con las FARC-EP un Tratado. Luego el presidente Iván Duque convirtió el proceso de paz en un proceso de pacificación, lo que deslegitimó su gestión continuista del neoliberalismo y el belicismo, generando un contexto propicio para la rebelión nacional, contra el neoliberalismo económico, social y el autoritarismo político-militar. Allí se articularon las reivindicaciones del Comando Nacional de Paro, de los jóvenes de la Primera Línea, los ecologistas y movimientos variopintos. Estos autores exploran lo que se puede llamar el encuentro-desencuentro entre la Dirección Sindical (el Comando Nacional tuvo más sectores) y jóvenes de la Primera Línea.
En el artículo “¡Las juventudes gritan!”, el equipo de investigación EDUCAPAZ, Selene Lozano, Milena Montoya, Laura Camila Nossa, se ofrece una interesante propuesta de visualización diferenciada, una flexible clasificación de los distintos componentes del sujeto plural colectivo que se escenificó en la rebelión local y nacional, fortaleciéndose en su autorreconocimiento. Para estos autores, las juventudes se posicionaron en el centro del proceso contestatario en sus distintas manifestaciones y precisan: “el estallido social se viene gestando desde años atrás y ha acumulado una enorme participación popular, caracterizada por la aparición en escena de una generación de jóvenes insatisfechos que buscaron impulsar sus demandas, originadas en situaciones históricas de exclusión en el país”, propiciando el surgimiento y la conformación de nuevos liderazgos.
El artículo de Víctor Manuel Gaviria, denominado “El Paro Nacional desde el Comité del Paro”, es una mirada desde la cúpula de los convocantes de la protesta y articula los distintos episodios y circunstancias que se vivieron en los levantamientos sociales y populares, como paro y estallido, que están entrelazados. Las centrales sindicales y otras organizaciones sociales levantaron unas demandas al Gobierno y convocaron a un paro nacional. Esto fue clave en el desenlace de la rebelión general que se vivió.
El autor ofrece razones en problematizar la denominación de “estallido social” cuando subraya: “Pero en opinión de buena parte de los y las entrevistadas no fue un estallido, sino un proceso histórico acumulado que se manifestó el 28 de abril de 2021. Porque si bien hubo elementos de explosión social no premeditada, se necesitó de un proceso organizativo fuerte, de años, impulsado por las organizaciones sociales para garantizar su impacto en la sociedad colombiana”.
El texto se elabora como una coral de voces de distintos directivos del Comando Nacional, donde enfatizan diferentes aspectos favorables a la lucha. La clave del papel de la movilización inmensa, radical, extensa, variopinta descansa en su política de unidad y propuesta que planteó el Comando Nacional de Paro. Queda el interrogante sobre el balance del levantamiento del paro, al compás de la directriz del entonces candidato Gustavo Petro, quien convocó a terminar la movilización y apoyar su aspiración presidencial, lo que a la postre sucedió.
El artículo de Diego Jaramillo, “Venimos marchando desde lejos”, trata sobre el papel de la minga indígena. Es una lograda síntesis de la enorme tarea cumplida por esta organización-movilización que se ha enriquecido en su composición sociopolítica. Que en su acción de los acontecimientos resultó decisiva, especialmente en Cali, la ciudad cardinal, junto con Bogotá, de la gran rebelión. Es una microhistoria esclarecedora de los impactos generados que acrecentaron la movilización indígena. Así como desató la histeria de capas de la alta burguesía caleña, que propiciaron el armamento de los suyos para reprimir. Las lecciones en esta oportunidad de decisión, coraje y madurez de los indígenas están narradas con soltura y acierto por Diego Jaramillo.
El artículo “Monumentos y protesta: una lectura a partir del paro de 2021”, del Colectivo Memoria y Palabra, Gabriela Ardila, Rosario Arias, Fernanda Espinosa, Pilar Rey, María Angélica Tamayo y Óscar Vargas, incorpora su reflexión a la valoración global de los acontecimientos de protesta de los de abajo, del 2021, explicando esta práctica de demolición como una dimensión cultural de la lucha anticolonial del pueblo Misak. Actividad que responde a una concepción debidamente calculada en el programa indígena y que tuvo una gran repercusión y debate en la opinión nacional en la búsqueda del sentido de los significados que tienen los símbolos dominadores y la acción demoledora restauradora de la memoria de los pueblos ancestrales.
Finalmente, Nicolás Quinche, en su artículo “Archivo del Paro Nacional 2019-2021: el reto de construir un archivo vivo de la protesta social en Colombia”, plantea una importante tarea a realizar de manera sistemática por parte de las organizaciones sociales de los de abajo.
Con este libro colectivo se está contribuyendo a mantener la memoria y a evitar que se minimice las protestas de 2021, como ha sucedido en el pasado con los hitos históricos de los momentos decisivos, de mayoría de edad y de conciencia de las gentes del común.
Notas
[1] Varios Autores, Coordinador Juan Carlos Celis. Estallido Social 2021. Expresiones de vida y resistencia. Siglo Editorial. Bogotá. 2023.
[2] William Shakespeare. Hamlet. Acto I. Escena 5. Pp. 234. Tomo II. Editorial Aguilar. México. 1991
[3] Daniel Bensaid. RESISTENCIAS. Ensayo de topología general. Editorial El viejo topo. Pp. 169 – 180. España. 2021
[4] Medófilo Medina. Muchedumbres Políticas en Colombia 1893 – 2022. Editorial Aurora. Bogotá. 2022.
[5] Medófilo Medina. La Protesta Urbana en Colombia en el siglo XX. Bogotá. 1984
[6] Oscar Fresneda, Regímenes de acumulación, estructura de clases sociales y desigualdad en Colombia. 1810-2010, Bogotá, Universidad Nacional, 2016.
*Profesor Emérito Universidad Nacional de Colombia.