Una catástrofe que aumenta y las medidas para detenerla

POR RAMIRO GÁLVEZ ALDANA /

Hay que cortar la mecha que arde antes de que la chispa alcance la dinamita”. – Walter Benjamin.

Reseña capítulo 5 del libro “Demasiado Tarde para ser pesimistas” de Daniel Tanuro.

Un lobo no se vuelve cordero, el capitalismo no es transformable

En este último capítulo de “Demasiado tarde para ser pesimistas”, Daniel Tanuro discurre sobre la imposibilidad de cambiar de arriba abajo las relaciones entre la humanidad y la naturaleza sin cambiar de arriba abajo las relaciones entre los seres humanos. 

De ello, añade Tanuro, no se desprende que lo social sea prioritario y la ecología secundaria. Se infiere que hay que acabar con la sociedad capitalista y fundar una nueva civilización, apoyada en nuevos valores. Un lobo no se convierte en cordero, el capitalismo no es transformable. Para acabar con la dinámica de acumulación que “agota las dos únicas fuentes de toda riqueza”, hay que cambiar de sistema. Somos perfectamente conscientes de que la alternativa que proponemos es extremadamente minoritaria e incluso marginal. Pero estamos convencidos de que se puede salir de esta marginalidad, porque tiene “el mérito de esforzarse por las cosas verdaderamente necesarias, concluye Tanuro.

El ecosocialismo, proyecto de sociedad autogestionada y antiproductivista

El ecosocialismo, agrega el autor de “Demasiado tarde para ser pesimistas”, no es una etiqueta nueva para una vieja botella. Es un concepto original, que reúne “los valores cualitativos de los que se reclaman el socialismo y la ecología”. Por una parte, dice Tanuro, asume su filiación con la perspectiva socialista de una sociedad desembarazada, del dinero, de la propiedad privada de los medios de producción, de la competencia de los Estados, de sus ejércitos, de sus policías, de sus fronteras. Una sociedad en la que el trabajo abstracto, fragmentado y sin cualidades, desaparece en favor de la actividad concreta, creadora de valores de uso, portadora de sentido, generadora de reconocimiento social y de satisfacción personal. Una sociedad que suprime la distinción entre trabajo manual e intelectual. Una sociedad organizada en comunidades autogestionadas, coordinadas de manera flexible y democrática por medio de delegadas y delegados no retribuidos y revocables. Una sociedad que controla el tiempo y en la que el pensamiento y las relaciones sociales -la cooperación, el juego, el amor, el cuidado- son la verdadera riqueza humana. Es inútil esconderse tras un nuevo vocablo, se trata de socialismo y de comunismo. No del seudo-socialismo, como se decía, realmente existente, sino del socialismo concebido por Marx que, basado en la experiencia de 1871, describía. “la Comuna (como) la forma política al fin descubierta que permite realizar la emancipación económica del trabajo”No un comunismo de cuartel, de siniestra memoria, sino aquel del que Marx y Engels decían que no es “un Estado que debe implantarse, un ideal al que haya de ajustarse la realidad”, sino “el movimiento real que anula y supera al estado de cosas actual” en todo el planeta.

Por otra parte, el ecosocialismo -agrega Tanuro- se reconoce como una ruptura radical y revolucionaria con el productivismo que ha dominado -y sigue dominando- en la izquierda y el movimiento obrero. Marx rechazaba categóricamente el “producir por producir” capitalista, pero, en algunos textos, expresaba la idea de que todo desarrollo de las fuerzas productivas acercaría a la humanidad a la plena realización de sus potencialidades. Por ello la crítica marxista del capital no está exenta de “escorias productivistas”. Queremos pasarlas por el tamiz, profundizar y ampliar el marxismo a nuevas cuestiones. Sin tabús y con modestia… Endeudados con las (eco) feministas que insisten en la importancia de la esfera de la reproducción social, integramos la idea de que la opresión de las mujeres y la destrucción ecológica son dos manifestaciones de la doininación patriarcal-capitalista; una invitación a profundizar las nociones de necesidades reales y de explotación del trabajo. En fin, en una perspectiva descolonial, tenemos mucho que aprender de los pueblos indígenas y de las comunidades racializadas que señalan los lazos entre opresión racista, sobreexplotación del trabajo, patriarcado, ocupación de territorios y saqueo de los recursos naturales.

Convergencias y divergencias con la ecología social

Desde el punto de vista del proyecto de sociedad el ecosocialismo, afirma Tanuro, apenas se distingue de la ecología social de Murray Bookchin. El anarquista estadounidense fue uno de los primeros autores del siglo XX en tener en cuenta la destrucción de la naturaleza en su crítica del capitalismo. Compartimos su convicción de que no hay solución a la crisis ecológica sin solución a la crisis social. Como él, pensamos que la autogestión de las comunidades se prepara en la autogestión de las luchas presentes. Al igual que él -agrega Tanuro- pensamos que esta autoorganización democrática constituye desde ya un eje central de la transformación social. Ecosocialismo y ecología social divergen sin embargo en la estrategia…Las medidas inmediatas a tomar de forma urgente afectan a todos los ámbitos de la vida social y económica. Implican mutaciones considerables a corto, mediano y largo plazo. Deben responder no sólo al desafío climático/energético, sino también al de la biodiversidad, garantizar la justicia social y el empleo, respetar siempre el principio de responsabilidades diferenciadas entre Norte y Sur…Esto pasa inevitablemente por la planificación, y por tanto por una conquista del poder político para reemplazar al Estado capitalista por un estado en manos de las y los explotados y oprimidos.

La experiencia de la URSS -enfatiza el teórico belga- muestra los considerables peligros inherentes a esta perspectiva: el poder de los consejos (soviets en ruso) efectivo durante la revolución y los meses siguientes, cedió rápidamente el lugar a un monstruoso y totalitario Estado burocrático al servicio de una nueva capa de privilegiados y privilegiadas. Somos tanto más conscientes de estos peligros por haber estado vinculados a quienes combatieron el estalinismo y dejaron su vida en ello… Hay que anticipar los riesgos de ver a una burocracia reproducir los privilegios y apoderarse del poder…

Planificación ineludible

“(…) hoy se trata de reducir la producción global, no de relanzarla. Este objetivo de reducción es la condición sine qua non para el éxito en el plano ecológico. En el plano social, refuerza la necesidad de que el plan abra de manera creíble y concreta la perspectiva de un verdadero bienestar superior para el 99% de la población en cada región del mundo y para todas las capas oprimidas.

En otras palabras, a la obligación ecológica se añade una gran obligación social: a la vez que reduce la transformación y el transporte de materias, el plan debe colmar-según Tanuro- la demanda de bienes y servicios que respondan a las necesidades fundamentales, lo que implica, por fuerza, el reparto de la riqueza y una reorientación profunda del aparato productivo. Esta primera diferencia nos lleva a otra: nunca ha sido tan importante la democracia. La movilización, la concientización, la responsabilización, la autoactividad y el derecho al control de todos y todas, a nivel mundial, regional, nacional y local, es una condición de éxito y esta condición solo puede ser cubierta si el plan es elaborado y discutido en profundidad por grupos sociales, en los territorios, en los espacios vitales y los centros de trabajo.

“8…) Hay que inventar un proceso complejo que sea ala vez de centralización y descentralización, de planificación y de autoactividad: La más amplia democracia implica, de forma prioritaria, el restablecimiento del derecho efectivo de manifestación…

Tres prioridades, ocho retos claves

“(…) En primer lugar deben ser desmantelados los monopolios del sector energético, del agronegocio, en sentido amplio, y de las finanzas. Socializar estos sectores sin indemnizaciones ni compensaciones, es indispensable para disponer de los recursos necesarios para la transición y cumplir las reglas de la neutralidad de carbono antes de 2050. Al mismo tiempo, esta socialización debe ir a la par de una descentralización para que la actividad concreta esté en manos de las comunidades locales y responda verdaderamente a sus intereses…En segundo lugar, hay que hacer un inventario de las producciones/transportes inútiles y perjudiciales para suprimirlas. En tercer lugar, legislaciones estrictas deben enmarcar no sólo la eficiencia energética sino la durabilidad de los productos, la obligación de que sean reparables, reciclables, etc.

El principio director de un plan ecosocialista democrático que responda al 99% de la población tiene implicaciones a todos los niveles. Mencionáremos ocho retos claves. (i) La reparación de los estragos del colonialismo y del neocolonialismo implica detener las guerras imperialistas, la abolición de la deuda de los llamados países en desarrollo, el respeto del principio de responsabilidades y capacidades diferenciadas, el rechazo de los mecanismos de compensación (carbono y biodiversidad), la libertad de circulación y de instalación para las y los migrantes, así como el reconocimiento de los derechos de los pueblos indígenas y de las comunidades sobre los recursos; (ii) El reparto de las riquezas requiere una amplia reforma fiscal que incluya, en particular, el levantamiento del secreto bancario, el registro de los patrimonios, la imposición sobre los movimientos de capitales, la supresión de los paraísos fiscales,   una exacción excepcionalmente fuerte sobre los patrimonios, la imposición unitaria sobre empresas multinacionales, la prohibición sobre las patentes sobre la vida y la transferencia de los bosques al dominio público; (iii) la garantía para todos y todas de un empleo humanamente digno y útil desde el punto de vista social y ecológico, supone el reparto del trabajo necesario sin pérdida de salario, el desarrollo del sector/público parapúblico y programas colectivos de formación/reconversión de la mano de obra de los sectores sucios bajo control de las y los interesados; 8iv) el fin de la discriminación de las mujeres requiere el reconocimiento del papel clave de la reproducción social. La garantía del derecho de las mujeres a controlar su fertilidad (incluida la interrupción voluntaria del embarazo), la creación de un sector socializado de cuidados a las personas y el reparto de las tareas domésticas; (v) el combate cultural contra el dinero debe llevarse a cabo ampliando la gratuidad por medio de la extensión del servicio público y parapúblico; entre otros en el ámbito de los  cuidados a las personas y el reparto de las tareas domésticas y también en los de la movilidad , vivienda energía, agua y educación; (vi) la soberanía alimentaria y una alimentación sana necesitan la reforma agraria, la sustitución del agronegocio por una agroecología campesina, la sustitución de la industria de la carne por una ganadería  de proximidad que dé buena vida a los animales, y la sustitución de la pesca industrial por la pesca artesanal; hay que promover los circuitos cortos, la concertación producción/consumo, la repoblación del campo y la ruralización de las ciudades; 8vii) para cuidar los ecosistemas, se trata de crear, a nivel territorial y apelando a la participación popular, un sector no mercantil de saberes científicos, pero también la de las campesinas y campesinos, de las mujeres y de la visión indígena del mundo; y 8viii) es urgente crear sistemas de seguridad social de calidad, asegurando cuidados sanitarios de alto nivel, ingresos de sustitución en caso de desempleo y una jubilación confortable.

Emprender una transformación a culminar a nivel mundial

Evidentemente -dice Tanuro- el plan no puede imponerse de entrada a nivel mundial. La única perspectiva realista es que una región, país o grupo de países emprendan una transformación ecosocialista, actuando para que se extienda a otros. Pero hay que orientarse deliberadamente hacia el objetivo final, que exige la abolición del capitalismo en todas partes. Es decir, el internacionalismo está en el centro del proyecto ecosocialista. Esto tiene consecuencias en las luchas y reivindicaciones, especialmente en los llamados países desarrollados, que tienen una deuda ecológica respecto al sur global…

No puede haber paz entre humanos y no humanos sin paz entre humanos. Pero el período de transición entre una primera apertura ecosocialista en un país o grupo de países y la abolición del capitalismo en todo el planeta vendrá forzosamente marcado por luchas encarnizadas…Sin embargo, se trata de señalar de entrada, y de forma muy clara, la voluntad final de acabar con la guerra, los ejércitos y la violencia. El plan debe adoptar, por tanto, de forma inmediata y como mínimo, medidas como la salida de la OTAN, la paralización de la producción y venta de armas, la disolución de las fuerzas militares de intervención imperialista y la supresión del armamento nuclear. Esta política antimilitarista debe ser un eje central del llamamiento a los pueblos a aplicar de forma conjunta un plan mundial de urgencia social y ecológica, concluye Daniel Tanuro.

Democracia de los saberes, democracia económica

Para ser efectiva dentro de un plan ecosocialista, la democracia política requiere la democratización de los saberes. De forma prioritaria, aquellos que son necesarios para la transición deben ser coelaborados con las comunidades y los movimientos sociales. Esto implica una reforma de la enseñanza, la abolición del sistema de patentes, la financiación pública de la investigación y la promoción de una investigación científica transdisciplinar basada en una sólida concepción de la innovación social (los temas de la investigación son codeterminados con los actores sociales y los resultados de la investigación son open-source. Se debe repensar la formación de los niños y niñas, desde la más temprana edad… para integrar la ciencia de la vida, el despertar a las bellezas de la naturaleza y promover prácticas respetuosas respecto a humanos y no humanos. La democracia política debe ir a la par con la democracia económica. La lucha contra los derroches, contra la obsolescencia de los productos, su toxicidad, los accidentes industriales, etc., obliga a eliminar las subcontrataciones, y a extender radicalmente los derechos de organización, control e iniciativa de los trabajadores y de sus organizaciones y esta extensión implica a su vez la mejora de los salarios y de las condiciones laborales, la reducción de los ritmos, la protección de la salud y la lucha contra el acoso en el trabajo. Todo está ligado concluye Tanuro.

Producir menos, transportar menos, compartir más

Repitámoslo, no basta con regular, hace falta producir menos, transportar menos, compartir más -acota Tanuro-. Hace falta también trabajar menos. … Conociendo la intensidad carbono de una economía (las emisiones de CO2 por unidad de PIB), se puede determinar el PIB sostenible por persona. Dividiendo este PIB/persona por la productividad del trabajo (expresado en dólares por hora prestada) se obtiene el número de horas de trabajo compatibles con la estabilización del sistema climático. Por este método aproximativo, Philipp Frey…llega a la conclusión de que el número de horas trabajadas hoy en día es totalmente insostenible desde el punto de vista ecológico: en los países de la OCDE se trabaja algo más de 40 horas semanales de media, cuando el número de horas  sostenible es de algo menos de 6 horas semanales… Dicho de otra manera, en las actuales condiciones de dependencia de los combustibles fósiles, incluso una jornada de trabajo a la semana estaría por encima de los límites ecológicos… Pero la conclusión es transparente: la pereza no es sólo un derecho, como decía Paul Laforgue, ¡se ha convertido en una imperiosa necesidad ¡ 

Reconocer la centralidad del trabajo de cuidados

Compartir el trabajo necesario no es sólo una demanda ecosocialista sino también una demanda feminista. Como dice la sindicalista Christine Poupin, “al mismo tiempo que es urgente reducir la producción material, hay que reconocer la centralidad social y económica del trabajo de cuidados. Esto supone romper con dos aspectos del discurso dominante. El primero afirma que serían gastos, costes a restringir por medio de drásticas políticas de austeridad. El segundo sugiere que no son verdaderos oficios, sino el ejercicio de cualidades naturalmente femeninas de atención, de empatía, que no justifican su reconocimiento”. Para acabar con la concepción patriarcal-capitalista que sólo tiene en cuenta el trabajo en la esfera productiva, el reparto del trabajo necesario debe incluir de entrada la esfera de la reproducción social. Según la OCDE, las mujeres dedican a ello una media de 2,5 horas al día más que los hombres, con grandes disparidades entre los países. (de 4,3 a 5 horas más en México e India, 1 hora más en el norte de Europa). En Francia, según las últimas cifras disponibles las mujeres efectuaban en 2020 el 71% de las tareas domésticas y el 65% de las tareas parentales. Dedican a ello, respectivamente, 183 y 95 minutos al día, 4:38 horas en total; casi dos veces más que los hombres (2:26 h de media). No basta con decir que este trabajo es necesario: es vital. La invisibilización del papel fundamental de las mujeres en esta esfera no cae del cielo, sino de la dominación masculina que, como se puede ver, contribuye a hacer funcionar el capitalismo al menor coste. Acota Daniel Tanuro

Generalizar un alto nivel de protección social

Junto al reparto del trabajo necesario, la generalización de un alto nivel de protección social es otro avance fundamental que el plan ecosocialista debe garantizar a la población. Romper con la destrucción de la naturaleza requiere romper con la destrucción de la seguridad social que lleva a la gente a aceptar cualquier chapuza de trabajo. En concreto hay que compartir las riquezas para financiar cuidados sanitarios gratuitos, la acogida gratuita y de calidad para la primera infancia, para las personas mayores muy dependientes y para las personas menos válidas… para extender permisos de maternidad y de paternidad (asimiladas a horas prestadas a la hora de calcular la jubilación) y garantizar el derecho individual a prestaciones y pensiones de jubilación que permitan llevar una vida confortable. Además, junto con el derecho de las mujeres a controlar su fertilidad, la construcción de una sólida seguridad social es la única estrategia aceptable y realista para culminar la transición demográfica; esto es, primero estabilizar la población mundial y después favorecer su disminución progresiva… Salvo medidas bárbaras -excluidas, pero ¡no por el capitalismo¡ – no se puede responder a la urgencia ecológica actuando sobre el factor población… Discutimos sin tabúes, vale, pero no nos dejaremos desviar de la verdadera palanca a emplear para responder a la urgencia: la lucha contra el productivismo capitalista enraizado en la explotación del trabajo y de la naturaleza.”

Por la gratuidad oponerse al hábito consumista

El dinero favorece el exceso de deseos y este exceso genera frustración a la que el exceso aporta una respuesta ilusoria que genera más frustración aún. El hábito consumista es de hecho una compensación miserable por una existencia miserable. Para romper este círculo vicioso, el plan ecológico y social debe hacer retroceder la esfera del dinero a favor de la gratuidad. Gratuidad de los transportes locales; gratuidad de la acogida de la primera infancia y de las personas mayores o discapacitadas; gratuidad de los cuidados sanitarios y de los medicamentos; gratuidad efectiva de la enseñanza: gratuidad de los servicios de agua, electricidad y calefacción hasta el nivel de las necesidades básicas (con tarifación muy progresiva a partir de ahí); gratuidad de algunos productos a alimentarios básicos (el pan por ejemplo) son otras tantas medidas, realizables rápidamente, que contribuirían a luchar contra el fetichismo de la mercancía”…

Demoler la industria cárnica antes de que ésta devore la tierra

Ya hemos dicho: la alimentación es uno de los ámbitos en que el cambio de hábitos puede tener un cambio significativo. Además de ser bueno para la salud no comer carne, o comer radicalmente menos, marca la diferencia en términos de la emisión de gases de efecto invernadero y de protección de la biodiversidad…La revuelta contra una industria que ejecuta anualmente setenta mil millones de animales en el mundo…está plenamente justificada… la industria cárnica ha, literalmente, “devorado la Tierra”…Al ritmo actual de desarrollo, en 2050 se sacrificarán  120.000 millones de animales…,y esta cabaña necesitará dos planetas…

Dentro de su faceta agrícola basada en la soberanía alimentaria, el plan debe organizar la vuelta a una ganadería de pradera donde a los animales no se les quite la vida hasta el final de una existencia animal digna tanto de ellos como de nosotros y nosotras, y donde los excrementos vuelvan a la tierra. En este marco, los humanos decidirán, en función de sus convicciones éticas, si continúan consumiendo productos animales, cuáles, en qué medida, o nada de eso. Esto no se decreta.

Planificación y autogestión

El creciente número de personas desclasadas que sobreviven mal que bien, sobre todo entre la juventud -incluyendo jóvenes licenciadas y licenciados- es un índice particularmente claro de que el capitalismo no tiene otra cosa que proponer que la regresión. Frente a ello, cada vez más personas se organizan colectivamente para desarrollar, fuera del mercado, una actividad local responsable que les permita vivir: recuperación de fábricas abandonadas por empresarios o empresarias, ocupación y cultivo agroecológico de tierras no cultivadas por los propietarios y propietarias, creación de cooperativas de producción o de servicios en un marco de economía social y solidaria, etc. Hay que señalar el caso de Sfrutta Zero, esta cooperativa de emigrantes, ciudadanos y ciudadanas, estudiantes y personas en paro que cultivan tomates y producen concentrado de tomate. ¡Una magnífica iniciativa en esa Italia del sur donde las personas migrantes que han logrado atravesar el Mar Mediterráneo sobreviven en condiciones próximas a la esclavitud ¡ Sfrutta Zero forma parte de la red anticapitalista Fuori mercato. Las incitativas de este tipo se enmarcan en el combate ecosocialista. El plan de transición debe apoyarlas, respetar su autonomía, facilitar su puesta en red, contribuir a su visibilidad ante los poderes públicos y ayudar a la difusión de sus productos.”

¿En el mismo océano? ¡Si, pero no en el mismo barco!

“Considerar la lucha ecológica sin la lucha social, y a la inversa, es un sinsentido: al fin de cuentas, no hay más que una única lucha, social y ecológica, contra un modelo de producción, de distribución y de consumo que “agota las dos únicas fuentes de toda riqueza”. Este agotamiento de conjunto de los seres humanos y de la naturaleza no es una figura retórica. Entre los innumerables ejemplos, tomemos el de los cruceros de lujo. Del lado de la ecología, el líder mundial del sector, Carnivel Corporation, él solo, emitió en 2017 diez veces más óxido de azufre (SO3, un veneno) en las costas europeas que los 260 millones de vehículos del parque móvil europeo…

A la vista de este ejemplo, se puede ver que la estrategia de consenso para la defensa del planeta es justo lo contrario de lo que se necesita. A veces se oye decir: “Estamos todos y todas en el mismo barco”. No: estamos en el mismo océano, pero no en el mismo barco; algunos y algunas se relajan en yates de lujo (precio corriente: un millón de euros por metro de eslora), mientras que otros y otras se amontonan en balsas o en pateras. Explicar a las y los primeros que salvar el clima y la biodiversidad es una operación win-win-win, es unirlo a su greenwashing. Intentar convencer a las y los segundos para que se alíen con las y los primeros, es alejarlos del combate ecológico y social. Y pedir a las y los políticos que lisonjean a los ricos que “demuestren liderazgo climático”, es mantener un unimismo confuso del que hay que escapar. El combate ecológico necesita alianzas, si, pero no se salvará el planeta sin conflictos con la brutal minoría que lo saquea.”

¿Qué alianzas para qué conflictos?

“(..) Ahora bien, “el conflicto” no es “un principio de la vida pública” que se puede hacer “cambiar de ángulo”: es un hecho objetivo enraizado en las relaciones sociales de clase, de género y de raza. ¿Esos aliados procedentes del campo reaccionario están a favor o en contra de los Chalecos amarillos, de la acogida de los y las migrantes, de la defensa de las pensiones, del matrimonio Gay y lésbico, de acabar con las políticas aplicadas según el color de la piel? Estas cuestiones no están separadas del combate ecológico, forman parte de él. La catástrofe que crece afecta de manera específica a cada uno de esos grupos sociales que tiene, por así decirlo, su ecología. Los Chalecos amarillos tienen la suya, la juventud de los suburbios también. Para ganar hay que aliarse con estos grupos, no con los “antiguos y antiguas reaccionarias” (blancos o blancas) apegados y apegadas al terruño.

“(…) Plantearemos brevemente cuatro cuestiones. (I) El sur. Barrau denuncia “la condescendencia y el colonialismo”. OK, pero saquemos juntos las conclusiones: las medidas inmediatas deberían incluir, como mínimo el respeto de las promesas del Fondo verde para el clima, la libertad de circulación y rechazar los mecanismos de compensación. (II) Las tecnologías. El astrofísico no excluye la nuclear y no dice nada de las emisiones de las tecnologías de emisiones negativas, pero aboga por una reducción del crecimiento material. Si fuese hasta el final de su razonamiento, condenaría todas las tecnologías de aprendices de brujo. (III) El consumo. Para Barrau es la cuestión clave, debe reducirse de forma urgente. Pero es la sobreproducción la que engendra el sobreconsumo, no a la inversa… (IV)Hace falta más que “medidas” y caros electos para llevarlas a cabo; hace falta un plan y, para aplicarlo, un poder político de tipo radicalmente nuevo, determinado a enfrentarse con el orden establecido.

En efecto, necesitamos un plan radicalmente anticapitalista, radicalmente antiproductivista, feminista, pacifista e internacionalista. Un plan ecosocialista que emprenda una transformación histórica: sustituir la producción para el beneficio, por la producción para las necesidades reales, democráticamente determinadas y basadas en el respeto a los ecosistemas. Puesto que esta propuesta es a la vez ultra-minoritaria y a la vez y absolutamente necesaria, discutamos los medios para salir de la marginalidad. ¿Qué hacer, y cómo hacer, en este mundo que se desliza hacia la derecha y la extrema derecha?”

El mundo del trabajo, una apuesta estratégica

El problema estratégico clave es que, en teoría, el sujeto designado para la alternativa anticapitalista -el mundo del trabajo- sigue estando mayoritariamente apartado del combate ecológico. Individualmente, muchos trabajadores y trabajadoras son sensibles a ello y lo dicen, pero sus organizaciones en general, andan pisando huevos, cuando no se muestran del todo hostiles. Debilitados por cuarenta años de ofensiva neoliberal, los sindicatos se enganchan a la ilusión productivista que desde hace mucho tiempo es mayoritaria en sus filas: los empleos y salarios mejorarán si se relanza la acumulación capitalista. Error estratégico, porque el relanzamiento solo llegará cuando enormes destrucciones vengan a compensar la enorme sobreproducción. Al subestimar la profundidad de la crisis sistémica, los sindicatos tienden a aceptar un mercado de engaños: el apoyo al imposible capitalismo verde a cambio de la concertación, con la esperanza de frenar la austeridad.

Sindicatos preocupados por combinar la lucha social y la lucha económica han puesto de relieve la exigencia de una transición justa. En su congreso de 2010, la Confederación Sindical Internacional, aceptó esta demanda, aunque desnaturalizándola. La resolución adoptada dice literalmente: “El Congreso pide una transición justa para reducir los gases de efecto invernadero y la dependencia de los combustibles fósiles, a la vez que mejore los estándares de vida, sin poner en peligro la competitividad de las industrias ni someter a una presión excesiva los presupuestos de los Estados. ¡La petición del respeto a la competitividad ni siquiera va acompañada de una restricción para las empresas fósiles! No es sorprendente que el concepto de “transición justa” haya sido acogido por la Comisión global (de la que es miembro la secretaría general de la CIS, recordémoslo). Tampoco es sorprendente que la ONU, la AIE, la Unión Europea, todo el mundo, hable de la “transición justa”. En Katowice, el presidente clima negacionista polaco, Andrezj Duda, tuvo incluso el placer de que la COP24 -a petición de la CSII- adoptara una resolución sobre “la transición justa” redactada por la organización sindical que, a él le servía, sobre todo para ¡no ser sometido a una gran presión para reducir las emisiones en su país”.

Un sentimiento de impotencia

“La responsabilidad de las organizaciones obreras tradicionales y de sus direcciones es aplastante. Pero hay un problema más grave: el sentimiento de impotencia del mundo del trabajo derivado de evolución del propio capitalismo. Este fenómeno no se había escapado a Marx: “La división del trabajo desarrolla la productividad social del trabajo, pero a expensas de la capacidad general de producción del obrero. De ahí que aquel incremento de la producción social se le enfrente, no como una productividad potenciada de su trabajo, sino como la potencia del capital que lo domina (subrayado en el original)” Por decirlo más claramente, el desarrollo técnico del capitalista incrementa el sentimiento de impotencia de los trabajadores. Nunca una costurera o un carpintero se habían creído dominados por el poder de su aguja o su martillo. Con los robots que fabrican robots, con la revolución digital las cosas cambian: las trabajadoras y trabajadores se sienten desprotegidos frente al gigantesco poder científico-técnico de las fuerzas productivas acumuladas por los capitalistas. La globalización y la crisis profunda del proyecto socialista, debido a la doble quiebra de la social-democracia y el estalinismo, profundizan aún más el desasosiego…Se quiera o no, la ruptura dela clase obrera con el productivismo es la condición clave para “cortar la mecha que arde antes de que la chispa alcance la dinamita”…

Convergencia de las luchas

“No hay más que una sola lucha, a la vez social y ecológica”, hemos dicho -afirma Tanuro- En realidad esta lucha se compone de luchas diferentes, hoy en día disociadas: lucha de las personas asalariadas, de los campesinos y campesinas, de los pueblos indígenas, de las mujeres, de la juventud, de la comunidad LGBTQI, de la gente racializada y de la gente pobre…Estos diferentes sectores sociales han desarrollado en diverso grado el aspecto ecológico de un proyecto antisistémico. En esta elaboración, el mundo del trabajo está en la retaguardia, La Vía Campesina y los pueblos indígenas en primera línea…hace falta construir una convergencia de las luchas en torno a la hipótesis estratégica de que los sectores más avanzados podrán ayudar a los otros a recuperar su retraso…

La Blockadia contra los proyectos fósiles

“(..) Sectores de la clase obrera en el Sur global ya no toleran la destrucción de la naturaleza con el pretexto de empleos y desarrollo (de hecho el desarrollo del subdesarrollo).

“Tanto en el Sur como en el Norte existen aliados para una estrategia de convergencia dentro del mundo del trabajo. Muchos sindicalistas están trabajando para crear conciencia ecológica en sus organizaciones más allá del marco oficial del capitalismo verde. Se trata de identificarlos y de anudar lazos con ellos y ellas para respaldarles, al mismo tiempo que aprendemos de sus experiencias…

Desposesiones de ayer y de hoy  

“Hay tres actores a la vanguardia de la lucha ecosocial que pueden jugar un papel importante en una estrategia para arrancar al mundo del trabajo del productivismo: el movimiento campesino, el movimiento de las mujeres y el de la juventud (en algunos países hay que añadir la lucha de los pueblos indígenas) En efecto, cada una de estas componentes tiene en sus manos una palanca para arrastrar a las asalariadas y los asalariados al combate”.

Con los años -añade Tanuro- los pueblos indígenas, las y los sin tierra y los campesinos y campesinas de Vía Campesina (150 millones de miembros en todo el mundo) han ido elaborando un cuadro de reivindicaciones agroecológicas por las que luchan día a día. Este cuadro se basa en un hecho científico: del 44% al 57% de las emisiones de gas de efecto invernadero (todos los gases) son emitidos por el sector alimentario en sentido amplio (incluyendo deforestación, agricultura, transformación de productos, embalaje, almacenamiento, transporte, refrigeración y residuos). Cada eslabón de esta cadena está controlado por un pequeño grupo de grandes multinacionales, altamente integradas, que moviliza una cuarta parte del transporte mundial, agreden cotidianamente a las comunidades rurales e inundan a la población con comida basura. Frente a este sistema, Vía Campesina opone la agroecología y la soberanía alimentaria, dos reivindicaciones que responden a las necesidades de los campesinos y campesinas, a la vez que contribuyen a la salvación del clima y a una mejor salud de los consumidores y consumidoras, en particular los del mundo del trabajo (que padecen la peor calidad de los productos baratos).

“La soberanía alimentaria no cuestiona un modelo de desarrollo particular, no cuestiona simplemente una forma particularmente odiosa de neoliberalismo, no sugiere simplemente un nuevo conjunto de derechos. Contempla cambios fundamentales en la base misma de la sociedad moderna. Esta se basaba en un conjunto de exclusiones y de cercamientos esenciales para la emergencia y el reforzamiento del capitalismo. Estas exclusiones se han sentido principalmente en el campo y principalmente en la agricultura. El capitalismo necesitaba productores separados de todo derecho sobre su producción, destinada a mercados cada vez más amplios, cada vez más desconectados, cada vez más monopolizados y más destructores. La soberanía alimentaria pone todo esto en cuestión… Exige que tratemos a los alimentos no simplemente como un producto cuyo acceso y producción vienen determinados por el mercado, sino también que reconozcamos los lazos sociales inherentes a la producción, al consumo y al reparto de alimentos… El mensaje emancipador de la soberanía alimentaria encontrará el camino de su corazón. “El pasado nunca ha muerto; en realidad, ni siquiera ha pasado”, escribía William Faulkner. En particular el pasado de la desposesión no pasa, porque la explotación capitalista lo reproduce a diario.

La lucha de las mujeres también tiene un enorme impacto potencial sobre la sociedad en general y sobre el mundo del trabajo en particular. Un nuevo movimiento feminista se afirma a escala mundial siguiendo la estela del de la campaña # Metoo. Estos últimos años en España, Argentina e Italia…, millones de mujeres han hecho huelga el 8 de marzo; contra las violencias machistas y, más en concreto, contra el inquietante fenómeno de los feminicidios. Al mismo tiempo, las mujeres juegan un papel importante en las luchas socioambientales … no por casualidad, ni por que las mujeres sean por esencia más respetuosas con la naturaleza que los hombres. La razón es, más bien, que el patriarcado capitalista asigna a las mujeres las tareas del cuidado de los cuerpos y de la casa e invisibiliza el trabajo doméstico… Esta situación las hace más sensibles que a los hombres ante los estragos de la contaminación y la necesidad de respetar los ecosistemas…El poder subversivo de esta lucha es inmensa. La contestación de la dominación masculina también es un incentivo a poner en cuestión la relación salarial de explotación, que es todo lo contrario que la del cuidar… Por su importancia intrínseca, la lucha de las mujeres por la emancipación es un elemento clave, no sólo para ellas mismas, sino también para arrancar a los asalariados y asalariadas de la alienación capitalista…acota Daniel Tanuro.

Juventud, chispa de la rebelión

“(..) Extintion Rebellion multiplica las acciones en todo el mundo. Además, más de seis millones de jóvenes (y menos jóvenes) dejaron de ir a clase ante el llamamiento de Greta Thumberg y bajaron a las calles en octubre de 2019 para exigir una política justa, a la altura de las amenazas que pesan sobre el clima y la biodiversidad. En apenas pocos meses Greta Thumberg… ha hecho más por la vida y la humanidad que muchas grandes estructuras ambientalistas en treinta años… a pesar de su ambigua petición de “unidad tras la ciencia” su mensaje “es sencillo y firme”. Es un mensaje de denuncia sin concesiones, de desafío y de desconfianza, un llamamiento internacionalista a la juventud de todas partes a levantarse para defender su futuro en esta Tierra…Su propia dinámica arrastra al movimiento de la juventud a sustituir las peticiones  por las huelgas de masas, los buenos concejos de los inversores por la denuncia de su codicia, las críticas verbales a las empresas fósiles por las acciones de desobediencia civil, y las demandas educadas a los políticos por un acata de acusación por crímenes contra la humanidad y la naturaleza. Esta vía es exactamente la que hay que seguir, recomienda Tanuro.

“(…) Ejemplo de plataforma irrecuperable: “un plan para mantenerse por debajo de 1.5°C de calentamiento, sin desbordamiento temporal y salvando la biodiversidad, sin tecnologías peligrosas, sin tecnología nuclear, sin compensación de carbono; un programa que respete la democracia, la paz, la justicia social y climática; un plan que mantenga los fósiles en el suelo; un plan que haga pagar al 1% de la población para producir menos, transportar menos y compartir más el trabajo y los recursos”…para perdurar, el movimiento  debe organizarse democráticamente desde la base a la cumbre…Las redes sociales, los videos y las entrevistas en medios de comunicación, nunca podrán sustituir la estructuración en comités locales, la elaboración colectiva, el debate más amplio y la descentralización por medio de delegadas y delegados elegidos y revocables a todos los niveles, con paridad entre hombres y mujeres”.

La inquietud de las y los dominadores

“Por increíble que pueda parecer en el actual clima ideológico de derechas, las y los poderosos están preocupados, incluso inquietos. Temen una ruptura abismal entre la juventud y el viejo mundo. Su mundo. El de la política al servicio de los ricos y ricas, de la competencia entre naciones, del capitalismo que destruye la naturaleza y la vida. Temen que el movimiento mundial de las y los jóvenes, al extenderse de ideas de rebelión a otras capas sociales: campesinos y campesinas, explotados y explotadas, indígenas cuyo bosque es saqueado y la gente oprimida en general. E incluso a las asalariadas y asalariados ¿por qué no?”

Al principio, afirma Tanuro, los responsables del capital apostaron por la recuperación de Greta Thumberg y, a través de ella, por la neutralización de la juventud. Por eso la invitaron a Davos, al parlamento Europeo, a la Asamblea Nacional y a otros muchos lugares oficiales. Como llamaba a la “unidad en torno a la ciencia”, los políticos y políticas se pensaron que se la metían al bolsillo. Pero Greta Thumberg no se ha dejado pillar…En su declaración en la ONU puso en ridículo a todos los gobernantes sin la menor vacilación… y su mensaje tuvo un impacto a nivel mundial. Ante el fracaso de la cumbre especial sobre el clima, la joven sueca relanzó el llamamiento a la huelga. Probablemente por eso se acabaron los intentos de recuperación: los medios de comunicación que llevaron a Greta Thumberg a la cúspide van a intentar hacerla descender bajo tierra, los políticos y políticas que quisieron utilizarla van a condenarla a la hoguera por brujería y la extrema derecha se ofrecerá para el trabajo…”

Green New Deal: las líneas se mueven

“La propuesta de Green New Deal anunciada en EEUU por Bernie Sanders y Alexandra Ocasio-Cortez… es un ejemplo de las dinámicas que se pueden poner en marcha partiendo de la lucha. En efecto, según el Gren New Deal, las renovables proporcionarán el 100% de la energía para la producción de electricidad y para los transportes en 2030. Las emisiones de EEUU disminuirán un 71% en este período…Para asegurar una “transición justa” se crearán 20 millones de empleos en la siderurgia, el automóvil, la construcción, la renovación energética y la agricultura… Sanders promete que el plan se autofinanciará en 15 años…. Para ponerlo en marcha, se reducirán en 1.2 billones los gastos militares dedicados a la protección de los intereses energéticos de EEUU en el mundo. Tres billones de dólares se generarán con los impuestos percibidos por los 20 millones de empleos nuevos”.

“¿Es satisfactorio este plan? No. En primer lugar, apenas ha sido elaborado con los movimientos sociales afectados; para sus promotores es más importante posicionarse de cara a la investidura en el Partido Demócrata. Pero, sobre todo, el Green New Deal no rompe con la acumulación capitalista. Fundamentalmente se trata de un plan de relanzamiento económico por medio de la inversión pública acoplado a una redistribución social de los resultados, como el New Deal de Roosevelt antes de la guerra. Sanders no excluye el uso de “tecnologías de emisión negativas” y no integra la protección de la biodiversidad. De cara al Sur global, el compromiso de aumentar el fondo verde para el clima, es positivo, pero su plan queda vago en cuanto a las responsabilidades diferenciadas, los mecanismos de compensación y la reparación de las “pérdidas y daños”. Todas estas lagunas están interconectadas: si Estados Unidos no rompe con el crecimiento económico, deberá acudir a las tecnologías de emisiones negativas y a los mecanismos de compensación para acercarse a la neutralidad de carbono en 2050.

La cuestión de la financiación clarifica las contradicciones del Green New Deal… Los recursos citados no alcanzan los 16 billones de dólares. ¿De donde vendrá el resto? Respuesta de Sanders y Ocasio-Cortéz: emitiremos billetes. Nada impide a un gobierno que controla su moneda que pueda crear dinero para cubrir el hueco entre sus gastos e ingresos fiscales… Para el economista marxista Michael Roberts, “sería una ilusión pensar que el Green New Deal se puede implementar imprimiendo los dólares requeridos. Si, el Estado puede imprimir tanto como quiera, pero el valor de cada dólar en la creación de bienes de producción no puede ser controlado por el Estado en el modo de producción capitalista. ¿Qué ocurre cuando las ganancias disminuyen y se produce una caída de las inversiones del sector capitalista?  El crecimiento y la inflación dependen aun de las decisiones del capital, no del Estado. Si los capitalistas no invierten (y exigirán que esa inversión sea rentable), no bastará con el gasto público”. Conclusión: se quiera o no, para salvar el clima no se puede escapar a la necesidad de enfrentarse a la lógica del sistema. Ahora bien, hecho significativo, a diferencia del plan estadounidense de 1941-1944, el Green New Deal no se atreve “a tomar el dinero allí donde está” mediante una exacción fiscal a la gente rica…”

El Green New Deal de Bernie Sander no puede detener la catástrofe, pero habría que estar ciego para no ver que supone un giro y va en el buen sentido. Por dos razones: se trata de un plan y este plan ambiciona resolver a la vez la crisis social y la crisis climática. Su aparición confirma que un movimiento amplio, determinado, radical, contra la destrucción de las “dos únicas fuentes de toda riqueza” tiene el potencial de favorecer recomposiciones políticas que intentarán “llenar el vacío”

Un sprint entre el desastre y la conciencia del desastre

En este último acápite, Daniel Tanuro enfatiza como” nadie estará plenamente emancipado mientras la humanidad no haya creado las condiciones sociales que permitan “trabajar en nosotros la lógica de la vida más allá de lo humano”. Sólo los explotados y oprimidos pueden ir hasta el final de la lucha contra la lógica capitalista de cosificación y de muerte. Al final, todo se reduce a la necesidad de un cambio revolucionario mundial, de una revolución permanente tan amplia y tan profunda que deberá continuar durante todo un período histórico, basada en la democracia, la igualdad, la paridad hombres-mujeres, el pluralismo, la transparencia y la libre confrontación de ideas.

Para Tanuro, huelga decir que esta salida revolucionaria parece totalmente quimérica. ¿Cómo la pequeña y vacilante llama de una esperanza tan tenue podría triunfar contra el helado vendaval que viene de las tinieblas?… podemos arriesgarnos a una comparación histórica con la situación inmediatamente anterior a la Primera Guerra Mundial. Entonces, al igual que hoy en día, el futuro proyectaba sobre la sociedad la sombra de una terrible catástrofe que la inmensa mayoría de la gente no sabía como detener. Escribiendo poco antes de 1914, Lenin estimaba que la situación era “objetivamente revolucionaria”. Subjetivamente, no lo era en absoluto: en lugar de desencadenar la huelga general contra semejante carnicería, las clases obreras de Francia y Alemania partieron al frente con una flor en el fusil. Los adversarios de esta locura no eran más que un puñado. Sin embargo, de la carnicería surgió la revolución rusa que, antes de ser ahogada desde el exterior y estrangulada desde el interior, puso fin a la guerra, sacudió a Europa y levantó una enorme esperanza de liberación en el mundo entero. Un siglo más tarde se plantea una cuestión similar, a una escala infinitamente más inquietante: ¿hasta dónde deberá hundirse la mayoría social en las sombrías trincheras de la catástrofe climática antes de volverse, por fin, contra el capitalismo? Cuestión sin respuesta, excepto esta: “hay que aliar el pesimismo de la razón y el optimismo de la voluntad”.

En efecto, hay que hacerlo. Tanuro estima que del sprint entre el desastre y la conciencia del desastre depende la reemergencia a escala de masas de un proyecto emancipador a la altura de las terribles amenazas con que la locura productivista amenaza a la humanidad… En este contexto, el pesimismo es sin duda una forma de lucidez…La esperanza no ha muerto, y la felicidad sigue siendo una idea nueva. A los ecosocialistas les corresponde actuar para que el rojo y el verde se combinen para cambiar el mundo. Sólo hay una certidumbre: “quien combate no está seguro de ganar, pero quien no combate ya está perdido” (Bertold Brecht). Es demasiado tarde para ser pesimistas. Hay que luchar.   

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