Unidad de los países de Suramérica e integración tecnológica de Colombia y Uruguay, los temas que trataron los presidentes Petro y Orsi

Los presidentes de Colombia, Gustavo Petro, y Uruguay, Yamandú Orsi, se reunieron este domingo 2 en marzo en el Palacio Estévez, en Montevideo, para avanzar en los temas comunes de la agenda bilateral.

PRENSA CASA DE NARIÑO /

“Hablamos de la unidad suramericana y de integrar a Uruguay y Colombia en lo máximo de tecnología, que es la sapiencia sobre el desarrollo tecnológico, los algoritmos y la inteligencia artificial”. Así se refirió el presidente Gustavo Petro Urrego a los temas de la reunión bilateral que sostuvo en Montevideo con el nuevo mandatario de Uruguay, Yamandú Orsi, en el Palacio Estévez, tras su juramentación el pasado sábado 1 de marzo en la Asamblea Legislativa.

La Presidencia de Uruguay y medios de comunicación de este país reportaron que en el encuentro los dos mandatarios también hablaron sobre temas comunes relacionados con la agenda bilateral, pero con un particular énfasis en la importancia de retomar la integración de los países suramericanos.

Particularmente, hicieron referencia a que el Plan Ceibal, un centro de innovación educativa con tecnologías digitales del Estado uruguayo, fue el tema común de las reuniones del presidente Orsi con las delegaciones de todos los países, que manifestaron su interés en implementar esta herramienta digital.

El presidente Petro asistió a la posesión de Yamandú Orsi como mandatario del Uruguay y se reunió con varios de sus homólogos de la región.

“Promovemos la integración de tecnologías digitales a la educación, con el fin de mejorar los aprendizajes e impulsar procesos de innovación, inclusión y crecimiento personal”, dice la página oficial del programa.

Ceibal es un acrónimo que significa Conectividad Educativa de Informática Básica para el Aprendizaje en Línea.

También el tema de la integra es directamente social. En una economía mercantil el trabajo concreto no es directamente social, es un trabajo privado, es el trabajo de un productor privado de mercancías, un propietario privado de medios de producción.

Este trabajo privado solo puede llegar a ser social mediante su igualación con todos los demás trabajos concretos y esto solo ocurre mediante la igualación de sus productos, lo cual solo sucede en el cambio (p. 195). Al igualarse los productos concretos en el cambio, se igualan también los trabajos concretos, que se convierten en trabajo impersonal y además en una partícula del trabajo social homogéneo y total.

Por tanto, la transformación del trabajo privado en trabajo social solo puede ocurrir mediante la transformación del trabajo concreto en trabajo abstracto; en esta transformación el trabajo privado se convierte en parte del trabajo conjunto de la sociedad. El trabajo que se manifiesta en el valor de cambio es el trabajo del individuo aislado. En la sociedad mercantil la única relación social entre unidades económicas independientes y privadas se realiza a través de un múltiple intercambio y la igualación de los productos, mediante la transformación de trabajo concreto en trabajo abstracto. (p. 197).

La abstracción mental y la abstracción real

Heinrich en su libro afirma que en el capitalismo se produce una abstracción real de los trabajos concretos mediante el intercambio de los productos y sostiene que quien por primera vez destacó esta característica fue Sohn-Rethel[7]. Sin embargo, ya Rubín lo había planteado.

El trabajo abstracto no es una abstracción teórica: “En la teoría del valor de Marx, la transformación del trabajo concreto en trabajo abstracto no es un acto teórico de abstracción efectuado con el propósito de hallar una unidad general de medida. Tal transformación constituye un suceso social real. La expresión teórica de este suceso, a saber, la igualación social de diferentes formas de trabajo, y no su igualdad fisiológica, es la categoría del trabajo abstracto.” (p. 198). Aquí Rubin expone claramente que en el proceso de intercambio se produce una abstracción real, fenómeno que se expresa conceptualmente mediante la categoría de trabajo abstracto.

Considera, sin embargo, que los productores de mercancías realizan una igualación mental del trabajo previamente al intercambio: “La igualación del trabajo puede realizarse en el proceso de producción directa, antes del acto de intercambio, pero solo mentalmente y como previsión.” (p. 196). En la realidad, la igualación solo se produce en el acto de cambio, en la igualación del producto del trabajo con una suma de dinero.

No puede haber trabajo abstracto sin cambio. El trabajo abstracto aparece en la medida en que se desarrolla la producción mercantil: “En ausencia del cambio como forma social de la producción no puede haber trabajo abstracto.” (p. 198). Con el desarrollo de la economía mercantil y de la economía mundial, el trabajo abstracto se refuerza. Todos estos son planteamientos de Marx que Rubin destaca.

La derivación del valor a partir del trabajo

Por lo anterior, Rubin insiste en que lógicamente Marx deriva el valor del trabajo. En su exposición en los primeros párrafos queda la impresión de que Marx deriva el trabajo del valor de cambio de múltiples mercancías, primero, y luego entre dos mercancías. Al dejar de lado las características concretas de los valores de uso (físicas, químicas, geométricas, etc.) solo queda en común el ser productos del trabajo. Pero resulta que esta no es la lógica de fondo. Marx parte del trabajo en la medida en que está analizando un producto del trabajo (la mercancía). Lo que encuentra es que un determinado tipo de organización del trabajo (producción por parte de productores privados formalmente autónomos e independientes) se basa en el intercambio de los productos, y que en este intercambio se conforma el trabajo social y el trabajo abstracto, que es la sustancia del valor. De acuerdo con lo anterior, el valor se deriva del trabajo, entendiendo por trabajo aquel trabajo organizado en la forma social determinada que existe en una economía mercantil (p. 200).

Aquí Rubin esboza una explicación de la derivación contraria, es decir, de la derivación analítica del trabajo a partir del valor que se encuentra en la sección 1 del capítulo 1 del tomo I de El Capital. Si se parte del valor como una forma social acabada y determinada del producto del trabajo, y se formula la pregunta de a qué trabajo puede reducirse este valor, se responde a trabajo homogéneo. Esta derivación es distinta de la derivación dialéctica del valor a partir del trabajo. La derivación a partir del valor puede limitarse a la derivación del carácter del trabajo como trabajo socialmente igualado o incluso como trabajo fisiológicamente homogéneo (p. 201).

Rubin menciona que Marx tenía una redacción más clara en la primera edición, que la modificó en la segunda, dejando la frase tal como se conoce usualmente, pero que en la edición francesa insertó nuevamente un texto para mostrar que no era solamente el trabajo fisiológico.[8]

Este procedimiento puede ayudar a entender por qué Marx en esta sección al realizar la reducción analítica del valor al trabajo, subrayó el carácter del trabajo como fisiológicamente homogéneo, sin detenerse en la forma social de la organización del trabajo en la economía mercantil. Afirma Rubin que cuando Marx quiere derivar dialécticamente el valor del trabajo abstracto siempre subraya la forma social del trabajo en la economía mercantil.

¿El trabajo abstracto y el valor se originan solo en el cambio? Las dos nociones del cambio

Rubin señala que algunos críticos han planteado que su concepción puede conducir a la conclusión de que “el trabajo abstracto solo se origina en el acto de intercambio, de lo cual se sigue que el valor también se origina solo en el cambio.” (p. 201). Esta es precisamente una de las críticas centrales que hace Moseley a Heinrich y sobre las cuales reitera, incansablemente, que el trabajo abstracto y el valor ya existen en la producción y en el producto aislado antes de ser vendido.

Pero, sostiene Rubin, “desde el punto de vista de Marx, el valor, y por ende también el trabajo abstracto, debe ya existir en el proceso de producción.” (p. 201). “Esto toca a una cuestión sumamente seria y profunda acerca de la relación entre la producción y el cambio. ¿Cómo resolvemos este problema? Por un lado, el valor y el trabajo abstracto ya deben existir en el proceso de producción; pero, por otro lado, Marx en varios pasajes dice que el trabajo abstracto presupone el proceso de cambio.” (p. 201).  Afirma Rubin que “…Marx subrayó, con creciente agudeza, la idea de que en una economía mercantil solo el cambio transforma el trabajo concreto en trabajo abstracto.” (p. 202)

Aquí se remite Rubin a la famosa frase de Marx en el apartado 4 sobre el fetichismo de la mercancía, en la cual afirma que los seres humanos al cambiar sus productos equiparan sus trabajos, pero no lo saben. En la primera edición había planteado lo contrario: “Los hombres relacionan sus productosción suramericana y la de los países de la América Latina hizo parte principal de los diálogos que el jefe de Estado colombiano sostuvo el fin de semana durante la agenda que lo llevó al Palacio Legislativo a la posesión del presidente Orsi y de la vicepresidenta, Carolina Cosse.

De hecho, a la salida del Palacio Legislativo, en unas breves palabras a medios uruguayos, el mandatario colombiano afirmó: “Creo que este escenario, aprovechando la posesión, es un paso adelante hacia la unidad, primero, de Suramérica” y en general de una “América Latina que necesita urgentemente unirse”.

Además, el presidente Petro se reunió el sábado con los mandatarios de Honduras, Xiomara Castro, y de Bolivia, Luis Alberto Arce, encuentros en los que la integración regional volvió a ser el epicentro junto a temas como lucha contra el narcotráfico, comercio y migrantes.

Así lo recalcó la canciller de Bolivia, Celinda Sosa, al concluir la reunión bilateral de los Presidentes: “Yo creo que el interés grande es fortalecer la integración regional por el bien y el desarrollo de nuestros países. Es importante reafirmar las agendas de cooperación”.

Y la noche del viernes 28 de febrero participó en una cena en la embajada de Brasil en Montevideo, con los presidentes Luiz Inácio Lula da Silva; de Chile, Gabriel Boric, y el mandatario de Uruguay, Yamandú Orsi, con quienes dialogó sobre los caminos de la unidad en Suramérica.