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Entre 1945 y los años ochenta alrededor de 30.000 niños fueron secuestrados y vendidos por la Iglesia católica sin el conocimiento de sus madres, revela el podcast en lengua flamenca Het Laatste Nieuws (Las últimas noticias), titulado “Kinderen van de Kerk” (“Los hijos de la Iglesia”). En este esclarecedor reportaje varias madres y algunos niños vendidos testificaron por primera vez.
Recientemente el Parlamento belga aprobó una resolución que reconoce a los niños vendidos por la Iglesia católica como «víctimas de trata de seres humanos».
El ministro de Justicia, Paul Van Tigchelt, indicó que cuatro sacerdotes católicos ya han sido suspendidos y eliminados por la Iglesia de la lista de religiosos pagados con dinero público. Aún se está investigando a otros cuatro sacerdotes que podrían estar involucrados en el negocio.
La práctica afectaba principalmente a mujeres jóvenes solteras, a veces víctimas de violación o incesto, cuyos padres querían ocultar el embarazo.
Se pusieron en contacto con monjas, que les arrebataban a los recién nacidos para venderlos a los padres adoptivos. En algunos centros religiosos las mujeres embarazadas eran víctimas de agresiones sexuales. En otros eran esterilizadas sin su consentimiento.
En su cinismo característico, al episcopado belga no le gusta la expresión de “niños comprados”. Dice que las familias en espera de adopción agradecían a las monjas cuando recibían al niño y contribuían económicamente al sostenimiento de las órdenes religiosas.
El precio oscilaba entre los 10.000 y los 30.000 francos belgas, aunque había casos en los que se llegaron a pagar 100.000 francos, lo que daba al comprador derechos suplementarios.
En países católicos, como España, Irlanda y Canadá, los sacerdotes y monjas católicas han participado durante décadas en estas prácticas mercantiles.
La denuncia surgió entre 2014-2015, durante una serie de audiencias ante el parlamento regional flamenco. Se habló entonces de miles de adopciones forzadas durante las décadas de posguerra y de esterilizaciones forzadas después del parto. Pero la solicitud de una comisión de investigación exigida por las víctimas quedó entonces en letra muerta.
Esta vez será igual. “Con la Iglesia hemos topado”… Este año de 2024 está previsto que el papa Francisco visite Bélgica en olor de multitudes.