El determinante rol político de los artesanos en la configuración de la Colombia del siglo XIX

POR NEM ZUHUE PATIÑO GARCÍA* /

 Nota del Editor: el autor de esta sugerente investigación histórica rescata el papel que jugaron los artesanos a mediados del siglo XIX en la toma de decisiones políticas para configurar el naciente Estado en Colombia.

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El movimiento del 17 de abril de 1854: artesanos e imaginario radical

La guerra de 1854 se ha camuflado en el amplio panorama de las guerras civiles acaecidas en Colombia durante el siglo XIX. Dicho conflicto ha suscitado una polémica que permanece vigente hasta el día de hoy. Si bien existen posturas divergentes en el debate, han tendido a primar aquellas que califican lo sucedido como un fracaso. Estas corrientes incluyen interpretaciones que lo caracterizan y denominan de maneras dispares: los acontecimientos de 1854 se han catalogado como un golpe fallido, una rebelión militar absurda, una reacción conservadora y como la irrupción del pueblo en la política. A pesar de sus diferencias, todas estas lecturas de los hechos contribuyen a una narrativa que alimenta la noción de la irracionalidad de los sectores populares. Con el presente artículo se busca mostrar que la presión política que ejercieron los menestrales implicó una transformación considerable de sus maneras de pensar y actuar. Esto puede observarse en el impulso organizativo autónomo mediante el cual buscaron ingresar en su calidad de artesanos en las esferas de toma de decisiones del Estado.

Las lógicas atribuidas a los sucesos de 1854 por las interpretaciones negativas difieren sustancialmente del curso organizativo implementado por los artesanos durante este esfuerzo asociativo. La lectura atenta de los textos publicados por dos artesanos, Emeterio Heredia y Cruz Ballesteros, permite hallar elementos que evidencian el carácter radical del artesanado bogotano. Por una parte, estos separaron sus reivindicaciones de aquellas de otros sectores que también consideraban generadores de riqueza 1. Asimismo, ambos argumentaron que sus compañeros de oficio habían compuesto la mayor parte de los ejércitos independentistas, mérito que no les había sido reconocido, y que sus talleres sostenían la vida productiva de las ciudades. Heredia y Ballesteros consideraban que en la lucha por la Independencia se había forjado una unión indivisible entre su condición de pequeños productores y el proyecto que terminaría con la dominación colonial española 2. Por otra parte, si bien estos escritos manifiestan la creatividad de sus planteamientos, también evidenciaban su ocasional falta de coherencia.

Es de notar que estos textos expresan una línea argumental general: la reivindicación de la necesidad de la existencia de una sociedad igualitaria como fundamento del republicanismo. Esta elaboración, aunque sea muy escueta, se diferenciaba sustancialmente de las lecturas propuestas por los políticos en sus discursos. La distancia social existente entre los artesanos y las élites intelectuales y comerciales fue evidente. Esto se ejemplifica con lo sucedido durante el debate sobre la reducción de aranceles sostenido en la Escuela Republicana, club de sociabilidad elitista liberal. Entonces el artesano Miguel León y José María Samper se enfrentaron a golpes, debido a que el segundo sostuvo que los artesanos “eran por lo general hombres de bien y patriotas, [pero] también eran casi todos muy ignorantes, sobre todo en asuntos de ciencia”. Esta condescendencia ofendió a los artesanos, quienes elevaron un memorial proponiendo una solución distinta a la planteada por Samper3.

Tras la oleada de publicaciones artesanales de 1850 y el auge de la Sociedad Democrática de Artesanos, en 1853 se sumaron muchas voces al debate sobre la elevación de los derechos de importación. Esta era una solicitud que los menestrales postulaban anualmente al Congreso. La elección de José María Obando como presidente y la sanción de la Constitución de 1853, la más liberal hasta el momento, auspició una participación todavía más activa de los artesanos en los cuerpos colegiados. La Sociedad Democrática, cuyas relaciones con los nacientes partidos políticos eran cada vez más tensas, buscó sumar artesanos a su petición y presionar para que fuese aprobada antes que aspirar a la construcción de un discurso coherente y estructurado. Dicha táctica se hizo sentir en las calles de la capital, donde fueron continuos los enfrentamientos entre artesanos y cachacos, jóvenes bogotanos de la élite abogadil.

José María Obando (1795-1861).

Como si se tratara de un pequeño prisma, la observación de una base de datos de elaboración propia muestra una imagen muy diversa de aquellos que genéricamente se denominan “pueblo”. Analizamos una lista de contribuyentes morosos en el periódico El Repertorio, órgano oficial de la provincia de Bogotá, y encontramos que los grupos de ingresos medios son considerables 4. Buena parte de quienes tenían ingresos de entre 30 y 100 reales, un rango importante, eran miembros de la Sociedad Democrática y la Sociedad Popular 5. De lo anterior se deduce que quienes participaban de aquellos procesos asociativos poseyeron ingresos superiores al promedio. Fueron varios los signos de la mejora de sus niveles de vida. Entre muchos otros, pueden contarse la publicación de textos escritos y editados por artesanos, su aprendizaje acelerado sobre la historia de la Revolución francesa y la circulación de los figurines de moda que importaban por medio de la Librería Simonot.

Quienes tomaron control de las principales instituciones del país el 17 de abril de 1854, tuvieron motivos mucho más complejos que el resentimiento. Se trató de un grupo muy diverso de artesanos, militares y liberales draconianos 6 ascendido al poder estatal con las banderas del mandato popular y que no se identificaba con la dirección elitaria que había asumido previamente el Gobierno. José María Melo, comandante encargado de la Guardia Nacional de Bogotá y liberal draconiano, dirigió a los militares que establecieron una alianza táctica con los artesanos, liderados por Miguel León, para enfrentarse al Congreso y tomarse el poder por las armas. Las tropas comandadas por Melo buscaron expandir el movimiento para anular la organización del gobierno instalado en Ibagué, el cual había sido formado por los dirigentes de los Partidos Liberal y Conservador. A los ejércitos melistas, el gobierno de Ibagué opuso las huestes reclutadas por José Hilario López, en Popayán, y Tomás Cipriano de Mosquera, desde Nueva York.

José María Melo (1800-1860).

La gran mayoría de artesanos se dividieron para desempeñar dos grandes tareas: vigilar la ciudad y construir un ambiente de opinión favorable para lo que consideraban justo y defendible. La Sociedad Democrática se encargó de Bogotá, mientras que algunos de sus dirigentes e integrantes del ejército buscaron expandir el golpe hacia el norte y el sur del país. La ejecución de la primera de las tareas condujo a la conformación, muy temprano, de un cuerpo de policía. La segunda implicó la toma de las redacciones de El Neo-Granadino, periódico de gran tiraje, y la Gaceta Oficial, así como la fundación del periódico El 17 de Abril. Este último sirvió a Joaquín Pablo ‘El Alacrán’ Posada y Germán Gutiérrez de Piñeres como plataforma para tratar de orientar ideológicamente al movimiento. Sus publicaciones discutían, sobre todos los otros elementos, la manera injusta en que habían sido tratados artesanos y militares. También abordaron discusiones muy amplias sobre el rumbo de la nación, llegando a proponer la creación de una Convención Nacional.

Desde la planeación del golpe, cuando los artesanos de la Sociedad Democrática imprimieron cintas rojas con letras blancas que decían ¡Abajo los monopolistas!, sus protagonistas sabían que la reacción podría ser arrasadora, como en efecto lo fue. Debido a sus habilidades militares adquiridas como combatientes de la Guardia Nacional, León y Heredia asumieron el liderazgo de algunas campañas en Zipaquirá y Fusagasugá. Esto dejó un grupo muy importante de menestrales sin dirección política, sin embargo, estos lograron articular, como durante guerras anteriores, sus oficios con las demandas del ejército que solicitaba uniformes nuevos y municiones. Casi la totalidad de los impuestos reunidos en un año se destinaron para la elaboración de chaquetas, pantalones, mochilas, piedras de chispa y municiones. Una comparación somera permite señalar que este experimento fabril sería muy cercano a los planes del falansterio de Fourier o de la fábrica de alfileres de Smith.

La transformación de la ciudad se hizo sentir. Los productos elaborados durante esta guerra fueron utilizados durante varios años, en particular las balas para mosquetones. La suerte de la guerra, al contrario, fue desfavorable. Una gran parte de los dirigentes del golpe fueron condenados al exilio, pero lograron apelar buena parte de las condenas que les fueron impuestas. León falleció en los enfrentamientos de retoma de la ciudad, Heredia y Ballesteros fueron capturados. Los políticos tuvieron un destino más llevadero. A Melo se le condenó al exilio y terminó sus días como comandante de Benito Juárez, en Chiapas. Obando fue juzgado por Florentino González, en calidad de procurador, por haber conspirado contra el Congreso. Se le absolvió por acción, pero se le condenó por omisión. Sólo diez años después se reactivaría la asociatividad mutual artesana en la ciudad, así como la dinámica productiva anterior al golpe.

Cruz Ballesteros

Artesano reconocido por la publicación de La teoría i la realidad (1851), folleto donde denunció con una oratoria muy airada el abandono por parte del Estado de los artesanos, quienes, en su opinión, eran los principales defensores del proyecto republicano. Ballesteros continuó ejerciendo como actor político en la capital después de los acontecimientos de 1854, siendo también partícipe de la defensa del Convento de San Agustín (1862) junto con Emeterio Heredia. La profesora Constanza Castro señala que Ballesteros figuró desde 1865 como un hábil agiotista de las propiedades puestas en venta a consecuencia del proceso de desamortización iniciado en 1863

*Historiador de la Universidad Javeriana y científico de datos. Se especializa en la historia global del trabajo, siglo XIX, particularmente en la historia del artesanado.

Referencias bibliográficas

AHL, Cámara, Informes de comisiones, 1851, VI, 464r-473r. Volver arriba

2 Emeterio Heredia, Contestación al cuaderno titulado «El desengaño o confidencias de Ambrosio López, etc.» por el presidente que fue de la Sociedad de Artesanos el 7 de marzo de 1849 (Bogotá: Imprenta de Morales y Co., 1851), Cruz Ballesteros, “La teoria i la realidad” (Imprenta de Echeverría Hermanos, 17 de diciembre de 1851).

3 José María Samper, Historia de un alma: memorias íntimas y de historia contemporánea (Bogotá: Imprenta de Zalamea Hermanos, 1881), 209.

4 El Repertorio, 2 de abril, 1853, n.o 9-11. El análisis, que incluye 3820 registros, se presentó por primera vez en Nem Zuhué Patiño García, «¡Abajo los monopolistas! Política popular radical en Bogotá, 1853» (Bogotá, Pontificia Universidad Javeriana, 2018), 124-134.

5 Organización católica que promulgaba entre los artesanos la fraternidad cristiana. Fue mucho menos beligerante que la Democrática.

6 Facción del recién formado Partido Liberal que no estaba del todo convencida de las reformas inspiradas por el liberalismo económico. Se ha especulado mucho al respecto de su composición, sin embargo, no se han encontrado elementos comunes significativos para sus integrantes. Para un ejemplo fallido de caracterización, ver Rodrigo Llano Isaza, Los draconianos. Origen popular del liberalismo colombiano (Bogotá: Planeta, 2005).

Revista Credencial No. 392, Bogotá.