La derecha en Colombia “no tiene otra forma de control sobre el pueblo que no sea el miedo y el terror”: presidente Petro al exhortar a un gran frente amplio y popular
Si tenemos en cuenta la frecuencia de los trastornos que están ocurriendo en la Tierra, especialmente el creciente calentamiento global, sumado al hecho de que los negacionistas, como el presidente Trump, son poderosos, cabe preguntarnos seriamente si el planeta todavía es sostenible o si nos dirigimos hacia una tragedia inmensa.
Tomemos como aviso la relatoría publicada por el Institute and Faculty of Actuaries de la Universidad de Exeter (Reino Unido), conocido por su seriedad. Ahí se afirma: “Con temperaturas 3°C por encima de los niveles preambio que se inició en Colombia en 2022 cuando se inauguró su Gobierno de talante progresista.
Alertó a los sectores sociales y democráticos sobre el gran riesgo que corre el país si retorna al Gobierno la derecha, por cuanto que, si ello se da, van a volver “a bañar a Colombia de sangre”.
Fue enfático en señalar que los sectores de la ultraderecha de tesitura fascista en este país “no tiene otra forma de control sobre el pueblo que no sea el miedo y el terror porque están llenos de mafia y narcotráfico, y les gusta el sabor de la sangre”.
De manera contundente aseveró que “las posibilidades para volver a ganar en 2026 están sobre la mesa”, pues según los sondeos de opinión que no son manipulados por los medios corporativos de comunicación, hoy la primera fuerza política en Colombia es la coalición del Pacto Histórico que ganó la elección presidencial en 2022.
Petro
“El Pacto Histórico dejó de ser una minoría y hoy es la fuerza política más importante de Colombia”, sostuvo y agregó que, en la actual coyuntura política, es la única expresión “que puede vertebrar políticamente la sociedad colombiana porque las demás están extinguidas”.
En ese sentido, Petro aseguró que «a pesar de la diaria política de destrucción» por parte de los medios de comunicación de la derecha hacia su Gobierno, las encuestas dicen que el Pacto Histórico es «la primera fuerza», con el 51 % del apoyo de la población.
Hizo un llamado no solo a la confluencia de los sectores populares, democráticos y de izquierda sino también a la organización y contacto permanente con las bases sociales y comunitarias. “Si se pierde el vínculo con el pueblo no somos nada”, precisó.
La coalición gobernante de Colombia de la que hacen parte partidos y movimientos progresistas se denomina Pacto Histórico.
“A veces se nos olvida y volvemos una organización el objetivo, y nos emborrachamos de poder y perdemos las ideas centrales de para qué hacemos política”, continuó. Y explicó que la organización «es solo un instrumento, el objetivo es el poder para el pueblo, el cambio de la historia y la transformación social».
Durante la asamblea, el primer mandatario insistió en la necesidad de que la ciudadanía tome las calles para defender el Gobierno del cambio. Destacó que las iniciativas que no han pasado en el Congreso de la República, así como aquellas que ya han sido aprobadas, necesitan del respaldo popular para poder implementarse con éxito. “Las reformas sociales están en peligro. Tumban la reforma pensional o la laboral (…) ¿y dónde está el pueblo?”, expresó el Presidente.
Rememoró el funesto antecedente histórico de la división del Partido Liberal en 1946 para justificar su llamado a la unidad de los sectores progresistas y democráticos de Colombia. Esa fractura partidista entre Gabriel Turbay Abunader y Jorge Eliécer Gaitán facilitó que el fascismo ganara en esa ocasión, lo que hundió a Colombia en una gran desolación sociopolítica e institucional, explicó el jefe del Estado para subrayar la importancia de mantener la cohesión en el movimiento progresista.
Puntualizó que el momento actual “de la historia no se puede perder” y exhortó a no fallar porque de lo contrario, la misma historia “nos la va a cobrar por décadas”.
La alocución
La exposición del mandatario que constituye una pieza de orientación política, en el siguiente video:
La derecha en Colombia “no tiene otra forma de control sobre el pueblo que no sea el miedo y el terror”: presidente Petro al exhortar a un gran frente amplio y popular
El presidente Gustavo Petro durante la intervención en la Segunda Asamblea Nacional de su partido, la Colombia Humana, Bogotá, 17 de agosto de 2024.
LA ROSA ROJA /
Durante un elocuente y categórico discurso de algo más de una hora durante la Segunda Asamblea Nacional de su partido, Colombia Humana, realizada el pasado sábado 17 de agosto en Bogotá, el presidente Gustavo Petro Urrego, hizo un llamado a los sectores progresistas, populares y democráticos del país a consolidar un gran frente amplio con miras a solidificar el proceso de cambio en el país y asumir el reto de ganar las próximas elecciones en 2026.
Dijo que en la actual coyuntura nacional no se trata solo de participar política y electoralmente sino de ganar para configurar una mayoría sólida que continúe el proceso de csta y mesiánica de los Estados Unidos desde su fundación como nación−, quisiera referirme a algunos aspectos abordados por los autores sobre ese espacio geográfico de histórica disputa colonial, pero estratégico y vital hoy −tanto desde el punto de vista económico-comercial como militar− en el remozado plan neocolonial estadunidense de comienzos de este siglo XXI.
Se trata de un plan de apropiación de territorios y refuncionalización del espacio en el Hemisferio Occidental al servicio del gran capital transnacional, que incluye una serie de megaproyectos de infraestructura (redes multimodales de carreteras, puertos, aeropuertos, vías de ferrocarril, canales, cables de fibra óptica, etc.) que ha sido acompañado de un proceso de reingeniería militar post Panamá, país donde hasta el último día de 1999 el Comando Sur del Pentágono tenía una red de bases, entre ellas, la Base Aérea de Howard, la Estación Naval de Rodman, la Base de Clayton y Fuerte Kobbee, ubicadas en el lado del Pacífico y en Fuerte Sherman en el lado Atlántico.
Como reseñan nuestros autores, desde el periodo colonial español en el siglo XVI, en cohabitación con las monarquías europeas que protegían a los piratas, corsarios, bucaneros y filibusteros de la época, la región caribeña fue definida como un “espacio geoestratégico” o “geopolítico” (aun y cuando dichos conceptos no existían como tales) fluvial, fortificado.
Para finales del siglo XIX y comienzos del XX, como consecuencia de las leyes que rigen el desenvolvimiento del capitalismo industrial en su fase monopolista y ya en la etapa de conformación de Estados Unidos como potencia imperialista mundial, el historiador y militar Alfred Mahan −nacido en West Point, la principal escuela militar estadunidense donde su padre era un destacado profesor−, elaboraría una formulación conceptual y geopolítica sobre cómo profundizar la expansión hegemónica iniciada con la guerra de conquista territorial contra la joven república de México en el período 1845-1848, y la posterior guerra contra España en 1898 para hacerse del control de las Filipinas, Hawái, Puerto Rico y Cuba.
La pieza clave de la concepción de Mahan es el poder marítimo (Sea Power). Mahan propuso fortalecer el despliegue naval de EE.UU. (es decir, de la marina mercante y de guerra), como fórmula para dominar colonias, territorios y espacios de poder, a través del comercio, la multiplicación de bases militares ubicadas en puntos estratégicos y la intervención militar abierta del cuerpo de marines.
Para Mahan resultaba clave la apertura del Canal de Panamá y el absoluto dominio de EE.UU. en el golfo de México y el mar de las Antillas. En ese periodo, la política exterior de EE.UU. es conocida como la “diplomacia del dólar” (o también del “gran garrote”).
La consolidación de la “frontera imperial” −según el concepto acuñado por el dominicano Juan Bosch−, llegaría al finalizar la Segunda Guerra Mundial, ya con EU como hegemón del sistema capitalista desplazando al Imperio Británico, para lo cual, como recuperan Maríñez y Nayar López en su obra, los inquilinos de turno en la Casa Blanca echarían mano de una serie de aparatos intervencionistas, de seguridad e inteligencia unos, como el Comando Sur del Pentágono, creado para brindar seguridad al Canal de Panamá, y la Agencia Central de Inteligencia; de fachada, otros, como la Agencia de Estados Unidos para el Desarrollo Internacional (USAID, por sus siglas en inglés), creada por el presidente John F. Kennedy en 1961, y que lejos de promover el desarrollo, junto con la Fundación Nacional para la Democracia (NED), Freedom House, el Instituto Republicano Internacional y el Instituto Demócrata Nacional para Asuntos Internacionales, resultó ser una de las más poderosas armas de la CIA para las operaciones encubiertas golpistas y desestabilizadoras .
A lo que se suman fundaciones con mampara filantrópica, como la Fundación Ford, que en el marco de la guerra fría contra la URSS jugaría un papel fundamental en la guerra cultural de la CIA, y otras de gran actualidad en procesos pre-eleccionarios como los de Venezuela y México de este año, tales como el Instituto Albert Einstein de Gene Sharp, especializado en las técnicas del “golpe suave” y las “revoluciones de colores” o el Instituto para promover Sociedades Abiertas, del plutócrata George Soros.
Nayar y Pablo mencionan, también, el papel jugado históricamente por la Organización de Estados Americanos (OEA), un espacio supuestamente multilateral, pero bajo control político de Washington y de evidente concepción panamericana y espíritu anticomunista, y que como ellos consignan, en la última década, bajo la gestión del uruguayo Luis Almagro como secretario general, ha reivindicado su vocación como “ministerio de colonias” de EE.UU., como la llamara el canciller de la dignidad, el cubano Raúl Roa.
Subrayan, también, el papel jugado por la Escuela de las Américas del Pentágono otrora enclavada en la zona del Canal de Panamá, apodada “escuela de dictadores”, ya que allí se entrenaron en diversas estrategias de contrainsurgencia, espionaje y terrorismo, oficiales como los argentinos Roberto Viola y Leopoldo Galtieri; el boliviano Hugo Bánzer; el salvadoreño Roberto D’Abuisson, responsable intelectual del asesinato de monseñor Óscar Arnulfo Romero; el general Augusto Pinochet, quien derrocó al presidente Salvador Allende en Chile, en 1973, y el general guatemalteco Efraín Ríos Montt, entre otros. Asimismo, consignan que de las 76 bases militares que posee en la actualidad EE.UU. en el Hemisferio, 61 se ubican dentro de la región del Gran Cariambio que se inició en Colombia en 2022 cuando se inauguró su Gobierno de talante progresista.
Alertó a los sectores sociales y democráticos sobre el gran riesgo que corre el país si retorna al Gobierno la derecha, por cuanto que, si ello se da, van a volver “a bañar a Colombia de sangre”.
Fue enfático en señalar que los sectores de la ultraderecha de tesitura fascista en este país “no tiene otra forma de control sobre el pueblo que no sea el miedo y el terror porque están llenos de mafia y narcotráfico, y les gusta el sabor de la sangre”.
De manera contundente aseveró que “las posibilidades para volver a ganar en 2026 están sobre la mesa”, pues según los sondeos de opinión que no son manipulados por los medios corporativos de comunicación, hoy la primera fuerza política en Colombia es la coalición del Pacto Histórico que ganó la elección presidencial en 2022.
Petro
“El Pacto Histórico dejó de ser una minoría y hoy es la fuerza política más importante de Colombia”, sostuvo y agregó que, en la actual coyuntura política, es la única expresión “que puede vertebrar políticamente la sociedad colombiana porque las demás están extinguidas”.
En ese sentido, Petro aseguró que «a pesar de la diaria política de destrucción» por parte de los medios de comunicación de la derecha hacia su Gobierno, las encuestas dicen que el Pacto Histórico es «la primera fuerza», con el 51 % del apoyo de la población.
Hizo un llamado no solo a la confluencia de los sectores populares, democráticos y de izquierda sino también a la organización y contacto permanente con las bases sociales y comunitarias. “Si se pierde el vínculo con el pueblo no somos nada”, precisó.
La coalición gobernante de Colombia de la que hacen parte partidos y movimientos progresistas se denomina Pacto Histórico.
“A veces se nos olvida y volvemos una organización el objetivo, y nos emborrachamos de poder y perdemos las ideas centrales de para qué hacemos política”, continuó. Y explicó que la organización «es solo un instrumento, el objetivo es el poder para el pueblo, el cambio de la historia y la transformación social».
Durante la asamblea, el primer mandatario insistió en la necesidad de que la ciudadanía tome las calles para defender el Gobierno del cambio. Destacó que las iniciativas que no han pasado en el Congreso de la República, así como aquellas que ya han sido aprobadas, necesitan del respaldo popular para poder implementarse con éxito. “Las reformas sociales están en peligro. Tumban la reforma pensional o la laboral (…) ¿y dónde está el pueblo?”, expresó el Presidente.
Rememoró el funesto antecedente histórico de la división del Partido Liberal en 1946 para justificar su llamado a la unidad de los sectores progresistas y democráticos de Colombia. Esa fractura partidista entre Gabriel Turbay Abunader y Jorge Eliécer Gaitán facilitó que el fascismo ganara en esa ocasión, lo que hundió a Colombia en una gran desolación sociopolítica e institucional, explicó el jefe del Estado para subrayar la importancia de mantener la cohesión en el movimiento progresista.
Puntualizó que el momento actual “de la historia no se puede perder” y exhortó a no fallar porque de lo contrario, la misma historia “nos la va a cobrar por décadas”.
La alocución
La exposición del mandatario que constituye una pieza de orientación política, en el siguiente video: