Alemania: ¿el fin de la era Merkel traerá grandes cambios?

POR MARTHA LUCÍA QUIROGA RIVIERE

Es sabido que las elecciones parlamentarias que tuvieron lugar el pasado 26 de septiembre de 2021 en la República Federal de Alemania marcan el final de los 16 años de la era Merkel, uno de los periodos más largos en la historia de ese país. Qué se inicia está por verse. Por ahora es interesante resaltar algunas particularidades de estas elecciones, mostrar quienes fueron los ganadores y los perdedores y mirar de cerca el posible gobierno de coalición que estará a la cabeza del país más fuerte de la Unión Europea.

Las elecciones han sido peculiares por varias cosas. Por primera vez desde 1949 se fue a elecciones sin un partido con el bono de tener un o una canciller que se presentara como continuador: la canciller Angela Merkel había decidido no postularse una vez más como candidata. Tres partidos entraron a estas elecciones con candidatos para canciller con chance real mientras que todos los partidos fueron a las elecciones sin ninguna promesa de coalición.

Angela Merkel

Particular también y relevante para percibir los cambios en la sociedad alemana, es el hecho de que, por primera vez desde la creación de la RFA en 1949, los votos a los dos partidos antes mayoritarios no alcanzaron el 50%. Las dos grandes fuerzas políticas, la democracia cristiana y la socialdemocracia, representantes de la estabilidad y la continuidad que caracterizaron la política alemana de la segunda mitad del siglo XX e inicios del XXI, han dejado de ser los partidos de las grandes mayorías que fueran antaño. Hoy ambas fuerzas deben disputar su electorado con otros partidos porque los bastiones tradicionales de una y otra formación han dejado de serlo, y gran parte de la población no se siente ya adscrita a ninguna de las dos.

Así, como en las anteriores elecciones se sigue así solidificando un sistema de seis partidos en donde no hay dominantes, y en donde la imprevisibilidad de los resultados electorales se manifestó ya en las diferentes encuestas de opinión de los meses anteriores; faltando pocos días para las elecciones un tercio del electorado no sabía aún por quién votaría.  

Quién ganó y quién perdió

A pesar de pérdida de electores sin embargo lo cierto es que la socialdemocracia (SPD) con un crecimiento del 5,2 % se impone como el partido político más fuerte con tan solo 25,7% de los votos. Los verdes (Bündnis 90/Die Grünnen) a su vez con 5,9 puntos más, se convierten en el partido con más crecimiento aunque llegan solo a un 14.8% de los votos, lo que los deja por atrás de las expectativas que habían abierto las encuestas al comienzo del año que los proyectaba como primera o segunda fuerza política; el grupo de los ganadores lo cierran los liberales (FDP) logrando el 11, 5% lo que le permite al partido pensar que salió de la profunda crisis que vivió hacia el 2013, y que vuelve para quedarse y poder jugar un papel en las diferentes coaliciones. Verdes y liberales, dos partidos de centro, se convierten de esta forma en fuerzas decisivas para las posibles coaliciones de gobierno.

Quién más ha perdido en estas elecciones es la democracia cristiana (CDU/CSU), el partido de gobierno de Ángela Merkel que de un 32,9% de votos en las pasadas elecciones de 2017, obtuvo solo el 24,1% perdiendo 8,5 puntos, debacle que la llevará necesariamente a un replanteamiento interno en los próximos meses por lo que es poco probable que, a pesar de lo dicho por el presidente del partido y candidato a canciller Armin Laschet de su disposición para un mandato de coalición, la militancia del partido acepte como si nada la derrota sufrida. En el aire está el debate de acentuar el cariz conservador del partido, para algunos desdibujado por Angela Merkel con sus políticas socialdemocratizantes hacia los refugiados y su posición ecológica hacia el cambio climático y el fin de la energía fósil como eje energético.

Otro partido que entra a tener grandes problemas es La Izquierda (Die Linke), único partido que porta en su bandera el discurso social: perdió casi 5 puntos en estas elecciones y con el escaso 4,9% logró entrar al parlamento solo gracias a los tres escaños directos que obtuvo. Sea por realismo político de parte de su electorado que prefirió votar al SPD, o porque en los gobiernos de coalición en que han estado a nivel local o regional no han logrado poner un acento específico, o sea porque no han logrado comunicar con su electorado a pesar de su participación en los movimientos sociales como el de la expropiación de los grandes conglomerados inmobiliarios que ganó mayoría en un referendo en Berlín el mismo día de las elecciones federales, lo cierto es que están ante una crisis profunda que los llevará a replantearse su programa y a preguntarse por una identidad política que también se ha visto desdibujada.

La otra fuerza política que pierde es el partido de la extrema derecha (AfD) que, fundado en 2013, sin embargo logró una votación más alta que La Izquierda y cercana a los resultados de los liberales; perdió 2,3 puntos con respecto a 2017, pero con el 10,3 % asegura su entrada en el parlamento alemán por segunda vez. Desgarrada por disputas internas ha logrado empero captar votos de sectores obreros que votaban en su mayoría por la socialdemocracia y se ha convertido en un contendor político fuerte en toda la zona de Alemania oriental, siendo partido mayoritario en dos Länder y segunda o tercera fuerza en los demás.


El Bundestag (parlamento) alemán.

Que nos depara el futuro

A pesar de que numéricamente hay tres posibilidades para lograr una mayoría parlamentaria, lo más probable es que la coalición que gobierne en la RFA será una coalición de ganadores: por primera vez en la historia una coalición semáforo (rojo por la socialdemocracia SPD, amarillo por los liberales FDP y verde por Alianza 90/Los Verdes), que acaban de iniciar negociaciones después de recoger el voto de sus respectivos partidos. Las otras posibles coaliciones, Jamaica (negro por el CDU/CSU, verde por los verdes y amarillo por los liberales) o la gran coalición, son difíciles: la Jamaica porque dos partidos ganadores (liberales y verdes) entrarían a negociar con un CDU/CSU que obtuvo la peor votación de su historia y está sumergida en este momento en una crisis interna que abarca todas las alas y regiones. Y la gran coalición (CDU/CSU y SPD) porque nadie quiere volver a repetirla: Alemania ha estado gobernada por las grandes coaliciones en tres de cuatro periodos de la era Merkel. No es casualidad que a pesar de la estabilidad que pudiese ofrecer, le llaman la coalición elefante por lo pesada, con gobiernos lentos y llenos de compromisos. Esta gran coalición no le conviene además a una socialdemocracia que, a pesar de todo, repuntó en estas elecciones y en los últimos meses se transformó en el partido más unido y de mayor voto.


El socialdemócrata Olaf Sholz, ganador de las elecciones parlamentarias en Alemania, quien se dispone a conformar gobierno.

¿Qué nos traería esta coalición semáforo? Algo relevante y que han acentuado los comentaristas es que el candidato por la socialdemocracia y posible canciller en esta coalición, Olaf Scholz, fue vicecanciller – ministro de finanzas desde 2018 en el último periodo de la era Merkel, es decir, es lo más parecido a una continuidad de Ángela Merkel a quien señalan de ser más socialdemócrata que los socialdemócratas de hoy. Scholz logra sí como personalidad recuperar algo de terreno para el SPD, pero con un perfil político conservador. Es una figura que hace parte de aquella socialdemocracia que ha llevado adelante duras políticas de austeridad y reformas como la “Agenda 2010” implementadas ya durante el gobierno del socialdemócrata Gerhard Schröder en coalición con los verdes entre el 2000 y el 2006, reformas que aumentaron la desregulación del mercado de trabajo, el desmantelamiento de la protección social o el convertir a los desempleados en trabajadores pobres controlados por la burocracia de los jobcenter.  Scholz, además, como ministro de finanzas que ha sido, busca volver a la política de “cero endeudamiento” que fue mantenida a toda costa hasta el inicio de la crisis Covid-19.

De otra parte, los verdes hoy no son los verdes antisistema de antaño, y el giro que han dado hacia el realismo y el pragmatismo, lleva ya tiempo lo que les ha permitido gobernar con la socialdemocracia de Schröder, la de la Agenda 2010, y a nivel local gobernar en coalición con la democracia cristiana en ciudades como Colonia o Kassel y en Länder como Hamburgo, Hessen o Baden-Wurtemberg. Estamos ante un partido que efectivamente tiene las cuestiones del cambio climático en su bandera pero que algunos analistas describen como partido de las clases medias urbanas, con educación universitaria y, con un electorado joven; los verdes lograron alrededor de un 23% de los votos de los jóvenes que van por primera vez a las urnas con los temas ecológicos y del cambio climático. En su último programa votado por el partido verde las consignas sociales no aparecen. Las propuestas de la juventud del partido de expropiar a las inmobiliarias para reducir los alquileres o un impuesto a las rentas más elevadas no fueron incluidas en el programa electoral votado y tanto los sindicatos como organizaciones de bienestar social como Caritas de Alemania, critican el que en ninguno de sus proyectos aparece por ninguna parte el componente social.

De los liberales, FDP, hay que decir que, exceptuando un periodo de crisis que se reflejó en las elecciones de 2013 en que no logró el mínimo requerido de 5%, este pequeño partido ha sido parte del parlamento alemán desde 1949, lo que le permitió como tercera fuerza de la RFA gobernar casi que durante toda esa mitad del siglo XX en coalición o con los democristianos o con los socialdemócratas. Y en este siglo gobernó con el CDU/CSU del 2009 al 2013. Sigue siendo un partido con un programa netamente liberal, con mayor afinidad hacia la derecha que hacia la izquierda. Se declara el partido de las libertades individuales y de la innovación tecnológica, representante del libre mercado y las pequeñas empresas, está en contra del crecimiento del endeudamiento, y con un grupo de votantes que tienen en su mayoría educación universitaria, y que logró captar otro 23% del electorado que por primera vez va a las urnas. Y es un partido que tiene una representación mayoritaria de hombres jóvenes; la representación tanto de las mujeres como de los inmigrantes está bastante por debajo de los verdes, el SPD o La Izquierda.

Los recientes preacuerdos publicados (como resultado de las conversaciones de sondeo) que dieron inicio a las negociaciones oficiales entre estos tres partidos apuntan hacia una coalición que, aunque no va a ser fácil de conformar tampoco va a ser imposible. El tiempo apremia. Alemania y la Unión Europea no se pueden dar el lujo de tener el país sin un gobierno. Los tres partidos quieren gobernar y lo más probable es que a pesar de las diferentes presiones desde sus partidos, se logre una coalición en la que cada uno gane y ceda algo. Si se logra esta coalición veremos ciertamente si supone grandes cambios para la RFA con respecto al periodo de Angela Merkel, aunque no lo creemos. Y es poco probable que se vaya a dar un acento especial en la cuestión social que suponga una socialdemocracia hacia la izquierda.  

Lo cierto es que de lograrse esta coalición semáforo, está ante grandes desafíos.  Al interior, aunque se había logrado afrontar la pandemia Covid-19 relativamente bien con políticas de salud pública, lockdowns, inversión social y estímulos económicos a nivel europeo y nacional considerables, la recuperación va de manera convulsiva y factores como posibles rebrotes estimulados por sectores antivacunas dejan un panorama complejo, incluyendo un endeudamiento estatal acumulado como nunca antes.

Alemania: de Merkel a Sholz.

Adicional a esto las inundaciones con cientos de muertos en varios lugares de Alemania no dejaron duda en que el cambio climático antropógeno es una realidad, y no solamente movimientos fuertes en la juventud como Fridays for Future sino todos los partidos (con excepción de la AfD) declaran ahora que se requieren medidas urgentes para la disminución de los gases invernadero. Eso implica transformaciones profundas en la industria automotriz, la columna vertebral de la economía alemana dependiente de un alto grado de exportación, cuya lentitud en relación con empresas como Tesla o las chinas, la pone en desventaja. La implementación de energías alternativas y de baterías más eficientes va más lento de lo anunciado. Pero también el cierre prematuro (2030 en vez de 2038 acordado poco antes) de la restante minería de carbón térmico lleva a tensiones en y con las regiones mineras afectadas; el día de acción “Fair Wandel” (Cambio justo) convocado el reciente 29 de octubre por la IG Metall, el sindicato más fuerte del mundo, refleja la preocupación de un aumento en la desigualdad, y el temor de que los costos de estos cambios los tengan que pagar los sectores trabajadores y menos privilegiados de la sociedad.

Según estimaciones se requieren por lo menos 500 mil millones de euros como inversión mínima para realizar las transformaciones necesarias, pero parece que solamente se consigue el 10% de esta suma anualmente. Ya en las negociaciones de esta nueva coalición se ha anunciado que no se van a aumentar los impuestos para los más ricos (al contrario de las promesas de SPD y Verdes antes de las elecciones), ni se van a tomar más créditos y solamente se van a intentar hacer recortes a las subvenciones “dañinas para el clima”, obviamente anuncios que se han hecho ya desde hace tiempo en cada nuevo periodo de legislación, y que hasta el momento han sido infructuosos.  

Los desafíos a su política exterior no son de menor escala. Los tres partidos están por el multilateralismo, el fortalecimiento de la UE, y la OTAN pero, no sin embargo, la Unión Europea se enfrenta a grandes retos en los que la RFA estará obligada a jugar un papel protagónico: qué posición tener ante Polonia y Hungría que vienen siendo un problema creciente al interior de la UE; la relación hacia el Reino Unido después del brexit; el crecimiento de la extrema derecha en todo el continente; el problema de Crimea-Ucrania y la relación hacia la Rusia de Putin y la Bielorrusia de Lukashenko, además de la reconfiguración del mundo alrededor de China y EEUU; y no por último, las crecientes crisis en el próximo y mediano oriente que provocan diariamente un aumento de los refugiados que ven en Europa una tabla de salvación.

En las próximas semanas probablemente sabremos cuál es el programa de la coalición semáforo que por primera vez gobernaría la República Federal de Alemania. Ya veremos si trae cambios relevantes para el país que deja Ángela Merkel. Sin embargo, cómo conseguirán estos tres partidos enfrentar los grandes desafíos ante los que está el país y la Unión Europea será realmente lo interesante por ver.

.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.