POR JOSÉ ARNULFO BAYONA*
No hay lugar a dudas, Francia Márquez Mina, sin recursos, sin pagar costosas cuñas radiales y de televisión, sin ‘cacaos’, ni magnates, ni pulpos financieros, sin gamonales, ni dineros de narcotraficantes, sin compra de votos ni clientelismos y sin corrupción, a punta de pulmón y voz en cuello, se convirtió en el fenómeno político de esta coyuntura electoral. Con sus 800.000 votos obtenidos en la consulta del 13 de marzo, que la ubicaron como la segunda votación del Pacto y la llevaron a superar al candidato triunfador del Centro–Esperanza, así como a tres de los precandidatos del Equipo por Colombia respaldados por los partidos de la coalición del gobierno de Uribe-Duque, los medios monopólicos de comunicación, y el gran dinero de los poderes económicos y mafiosos, se convirtió en la alternativa ganadora que acompañará a Gustavo Petro como su fórmula a la Vicepresidencia de la República.
La historia registrará que una mujer golpeada por la pobreza, negra, raizal y palenquera, campesina y víctima de la violencia, templada como lideresa en la movilización y en lucha por parar la guerra, construir la paz y “parir un cambio”, defensora de la vida y la madre tierra, feminista, defensora de los derechos humanos, de la población de la diversidad sexual, de los campesinos, los indígenas, la juventud y de los pueblos oprimidos, empobrecidos y racializados y en general de los “nadies”, así llamados por el escritor argentino Eduardo Galeano, irrumpió en el escenario político colombiano e internacional y asumió su vocería, para trascender de las luchas sociales a la lucha política por la democracia y los grandes cambios económicos, sociales y políticos que las mayorías populares reclaman desde tiempos inmemoriales.
Heridas en su blanquitud hegemónica, las oligarquías dominantes, que habían tomado peyorativamente su precandidatura, sorprendidas con su designación, después de infructuosa búsqueda de opciones liberales que atrajeran mayor caudal electoral, como fórmula a la Vicepresidencia de Gustavo Petro, le declararon la guerra a la candidata del movimiento Soy porque Somos, avalada como precandidata por el Polo Democrático Alternativo.
Tal designación produjo una reacción combinada de miedo, indignación y soberbia de clase entre las élites gobernantes. El cáncer del racismo estructural, sembrado en la conciencia social como práctica de la vida cotidiana, les hizo metástasis y desataron sin contemplaciones la persecución contra Francia Márquez. Tres nuevas amenazas de las bandas paramilitares uribistas, que la declaran, junto a Gustavo Petro objetivo militar, la hicieron objeto de un burdo montaje fotográfico que circuló por las redes para sindicarla primero de ser miembro del ELN y luego de las disidencias de las Farc. El senador conservador y presidente del Congreso, Juan Diego Gómez, sin presentar prueba alguna ante la plenaria del Senado y concejales de Bogotá hicieron eco de este montaje y la acusaron de ser la candidata de dichos grupos guerrilleros.
Calumniosa afirmación que además de revictimizarla, pretende deslegitimarla y convertirla en perseguida política; además de poner en riesgo su vida, la de su familia y la de su comunidad. Razón por la cual, la candidata, con toda razón, anunció acciones legales contra el temerario senador del uribismo, que amparado en el fuero que le otorga su cargo de congresista, ha violado la Ley antirracista.
El expresidente Cesar Gaviria se declaró indignado y ofendido porque Francia le dijo la verdad que el país conoce al calificarlo como el “neoliberal” que es y procedió a declarar que cerraba toda posibilidad de acuerdo con el Pacto Histórico. Este curtido personaje de la clase política en el poder que durante su gobierno aplicó, por imposición del FMI y el Banco Mundial, el inhumano modelo de la apertura económica, la privatización de lo público, el despojo de tierras y de los derechos laborales y de seguridad social de la clase trabajadora, la quiebra de la pequeña y la mediana industria nacional y de la producción agrícola, no expresa indignación porque Francia le haya dicho neoliberal, sino porque quien se lo dijo fue “una mujer negra que él hubiera preferido tener en el servicio doméstico, y no liderando los debates más profundos… en Colombia sobre la desigualdad, el racismo, la minería ilegal y el empobrecimiento” de las mayorías nacionales (“Los Nadie”. Renson Said. WhatsApp, abril 6).
La periodista Paola Ochoa, efímera fórmula vicepresidencial del candidato Rodolfo Hernández, hizo las delicias de sus contertulios en la mesa de trabajo de Blu Radio, entre los que se encontraba Néstor Morales su director, con un comentario cargado de racismo sobre la designación de Francia Márquez como fórmula vicepresidencial del candidato Gustavo Petro, respecto de las posibles fórmulas vicepresidenciales femeninas, en especial la del candidato Federico Gutiérrez, al afirmar que “la que ponga, si llega a poner una mujer, como se llame Dilian Francisca o María Lorena Gutiérrez, se va a ver muy mona, muy maja, muy estrato 6 comparada con Francia”, comentario que la descalifica por ser negra e inferior y sin derecho a ocupar un cargo que está reservado para los blancos y los criollos igualados a la blanquitud que les da su beneplácito para gobernar.
La senadora del uribato, María Fernanda Cabal en un twitter hace la exigencia a Francia de que “debe ser coherente y cambiarse el nombre” porque “Francia fue un imperio esclavista… un “tirano colonizador” en su verborrea mamerta. La acusa de ser responsable de derrumbar las estatuas de los invasores coloniales en el contexto del estallido social: “En vez de tumbar estatuas con la primera línea, cámbiese el nombre”. Además de ridículo, este mensaje expresa el odio, el clasismo y la aporofobia de la oligarquía cañera que ha explotado inmisericordemente la población afro del norte del Cauca, cuya vocería ha asumido esta nueva figura de la política colombiana.
La cantante Marbelle, irónicamente nacida en Buenaventura, en una abierta violación de la Ley antirracismo (Ley 1482 de 2011) y el Código Penal, atacó a Francia asimilándola despectivamente a una imagen de King Kong, en una clara actitud de odio e incitación a la violencia racista. En respuesta a esta irreflexiva agresión, el abogado Alí Bantú Ashanti, quien dirige el colectivo de abogados Justicia Racial, interpuso denuncia penal contra la cantante, en la cual señala que tal agresión “proyecta un imaginario racista, con lo cual hiere la dignidad y los sentimientos de las personas afrodescendientes. Estos son estereotipos de vieja data, propios de la historia de esclavitud y racismo cotidianos, que hoy están sembrados en la conciencia colectiva nacional y reforzados con este tipo de conductas, en la creencia de que las personas afrodescendientes son inferiores, parecidos a los simios, monos o gorilas”. La cantante, pese a la actitud cordial y gallarda de la compañera Francia, le rechazó su abrazo ancestral para que sane su odio racial, rechazó su actitud conciliadora y dialogante y reafirmó en su ofensa reforzada con un “no me inspira ninguna confianza”.
Un conocido periodista, al que Gustavo Petro calificó de neonazi por el contenido de sus mensajes agresivos contra él y su compañera de fórmula, se despachó con un agresivo trino en el que calificó de “águilas afrodescendientes” a las personas de las comunidades negras que operan en las redes sociales; perversa alusión a las bandas criminales mal llamadas “Águilas negras” que en sus comunicados declaran objetivo militar a toda persona u organización que se manifieste y luche contra el narco gobierno de Uribe–Duque.
Esta escalada de intolerancia, odio, racismo y clasismo, propalada por el supremacismo blanco en el poder contra Francia Márquez y lo que ella representa como candidata a la Vicepresidencia, demuestra que la consideran una usurpadora del poder o, como bien lo dice el columnista Javier Ortiz Cassiani, “un impensable histórico”. Se niegan a admitir que una mujer campesina, empobrecida, negra y de izquierda para más señas, surgida de las entrañas de lo que ellos consideran clases inferiores y subordinadas, se haya convertido en la voz de los de abajo, los descamisados, marginados, humillados y sometidos a una vida miserable, pueda llegar a ocupar un cargo que supuestamente les pertenece a perpetuidad.
Pero Francia ha llegado al escenario político como la voz de los de abajo y en especial de los cuatro millones de la población negra empobrecida y racializada. La clase dominante tendrá que aceptarla como vicepresidenta de la República si no cometen magnicidio contra la vida de ella y de Gustavo Petro o recurren al acostumbrado fraude electoral cuando ven en riesgo su poder, como posiblemente suceda en las elecciones que están por realizarse.
*Miembro de la Red Socialista de Colombia.
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